'Cómo mandarlo todo a la mierda' funciona a medias como serie, pero destaca como retrato de una generación

Imagen de 'Cómo mandarlo todo a la mierda'

Pedro Zárate

Si contamos la tercera temporada de Vota Juan (Vamos Juan), la marca HBO ha estrenado por el momento diez series españolas desde que, allá por 2019, comenzara a producir contenidos originales en nuestro país. La cifra -modesta en comparación a otras plataformas y condicionada, en parte, por la pandemia- invita a pensar que el servicio de Warner Bros. Discovery ha sido especialmente cuidadoso a la hora de seleccionar sus lanzamientos, y a creer que ha antepuesto la calidad a la cantidad, siguiendo con ello la filosofía que se le presupone a HBO.

Y puede que así haya sido de puertas para dentro, pero la realidad, vista desde fuera, dibuja un panorama diferente. Porque después de tres años, pocas son las series españolas de HBO/HBO Max que han dejado huella. La mencionada Vamos Juan -siempre con el asterisco de proceder de TNT-, 30 monedas y, sobre todo, la multipremiada Patria, se presentan como grandes excepciones dentro de un catálogo, en su mayoría, falto de impacto teniendo en cuenta el sello que lo acoge.

Dentro de este balance -maniqueo y basado en algo tan subjetivo como es la 'conversación seriéfila' que un título es capaz de generar a su alrededor- cuesta encajar Cómo mandarlo todo a la mierda, la décima y más reciente ficción original de HBO Max en España. La serie, disponible desde este viernes 1 de julio, apunta a estar en un punto intermedio. Ni promete ser un golpe encima de la mesa, ni merece pasar desapercibida por mucho que HBO Max anunciara su existencia apenas un mes y medio antes de su estreno. Y no lo merece porque, más allá de las circunstancias que han rodeado su llegada, lo que aquí encontramos es un ejercicio íntimo, cuidado y lleno de autenticidad.

Adolescentes ante el viaje de sus vidas

Cómo mandarlo todo a la mierda, creada por Jaime Olías y Pablo Sanhermelando bajo la producción de Boomerang TV, parece seguir el camino de series como The End of the F***ing World, Esta mierda me supera y Everything Sucks! a la hora de reflejar desde su propio título el hastío de los adolescentes a los que retratan. En el caso que nos ocupa, un grupo de estudiantes de instituto con ganas de experimentar esa libertad que creen que sus padres, sus profesores o cualquier otro adulto les están arrebatando.

Aquí encontramos a Alba (Naira Lleó), una joven con problemas para relacionarse con los demás y que lleva poco tiempo en su nuevo instituto. Cambiar su actual situación pasa irremediablemente por el viaje de fin de curso, pero ella y sus compañeros se quedan con las ganas por culpa de un problema de última hora. Sin embargo, Alba descubre por casualidad que varios de sus compañeros planean tirar para adelante y hacer creer a sus padres que el viaje sigue en pie.

Para ello roban la furgoneta del hermano de uno de ellos, se lanzan a la carretera sin rumbo fijo y ponen tres normas a respetar por todo el grupo: nada de publicar contenido en redes sociales, siempre hay que estar en movimiento y, por encima de todo, nadie se puede echar para atrás.

Aunque al principio Alba genera recelo entre los miembros del grupo, pues apenas han hablado con ella en clase, pronto se hace indispensable y se gana un asiento en la furgoneta. A partir de ahí cuenta las horas para cumplir su gran objetivo, que no pasa precisamente por hacer amigos y ser más sociable, sino por salir de España y dejar atrás su deprimente vida.

Una serie que compensa con autenticidad su falta de acción

El enorme propósito de Alba se enmarca dentro de una serie pequeña, modesta y cuyo principal hándicap es su falta de acción y enjundia. Aunque Alba, Irene (Malva Vela) y el resto del grupo se enfrentan a varios obstáculos durante su viaje secreto, Cómo mandarlo todo a la mierda no es la típica producción adolescente llena de giros locos, sexo desenfrenado y tramas tan adictivas como inverosímiles que le llevan a preguntarse a uno qué clase de adolescencia vivió en su momento.

El viaje secreto de fin de curso, improbable pero no imposible, es una de las pocas licencias que se permite la nueva serie de HBO Max fuera de su apuesta por la autenticidad. Sus seis episodios, de entre 15 y 20 minutos de duración, pueden resultar carentes de contenido si comparamos la serie con otra ficción al uso. Pero quizá Cómo mandarlo todo a la mierda no quiera ser una serie al uso, sino utilizar el formato serializado para hacer un retrato de la adolescencia. Una ventana por la que asomarse y ver cómo se sienten, piensan y actúan unos jóvenes al borde de la mayoría de edad durante la gran aventura de sus vidas.

Adolescentes que no se traducen en personajes impactantes e inolvidables, pero sí veraces. Y este probablemente sea el mayor valor de una ficción que fija su mirada en la Generación Z, pero que dibuja unos protagonistas con los que es fácil identificarse con independencia del grupo de edad al que se pertenezca. Al fin y al cabo, Alba, Irene y los demás no dejan de ser jóvenes que, como los jóvenes de otras generaciones recientes, se agarran a cualquier momento de diversión -a veces con drogas de por medio- para olvidar una vida que, hasta el momento, no ha cumplido con sus expectativas.

Aquí, Cómo mandarlo todo a la mierda se presenta como una versión adolescente y muy light de Cardo (Atresplayer Premium), una serie que también compensa con autenticidad su aparente falta de acción. La ficción de Ana Rujas y Claudia Costafreda lo hace a lo grande, firmando un conjunto crudo y rompedor. La de Olías y Sanhermelando no llega a tanto ni su propuesta es tan atractiva, pero al menos se atreve a recorrer un camino diferente al de la mayoría de las series adolescentes. Y esto es digno de alabar.

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