Crítica

'El cuento de la criada 4' vuelve a pedir paciencia para superar su posible decepción inicial

El 14 de agosto de 2019 se estrenó el hasta ahora último capítulo de El cuento de la criada (The handmaid's tale). Y este jueves 29 de abril, un año y medio después de esa fecha, HBO lanza en España el estreno de la cuarta temporada de la serie protagonizada por Elisabeth Moss.

La ficción que adapta la novela homónima de Margaret Atwood, para presentar un mundo distópico en el que Estados Unidos es una nueva dictadura autoritaria llamada Gilead por los problemas de fertilidad, y las mujeres son reducidas a la categoría de esclavas y procreadoras, se convirtió en una revolución que lanzó mundialmente la producción de Hulu y arrasó en premios en su primera temporada.

Su segunda tanda mantuvo el nivel, pero rebajó su impacto, y ya con la tercera dio síntomas de estancamiento. Pese a ello, su regreso con la cuarta temporada se aguarda con impaciencia, sobre todo por la prometida “guerra” contra Gilead que se ha promocionado en sus tráilers.

En Vertele hemos podido ver los tres primeros capítulos de esta nueva cuarta temporada, compuesta en total por diez episodios. Y aunque por ello sólo puede realizarse un juicio parcial, quizás el espectador sienta cierta decepción o apatía por la forma de presentarse y empezar a desarrollarse.

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'El cuento de la criada' sólo es fiel a sí misma

El cuento de la criada ha sido muchas veces acusada de ser una serie “demasiado lenta”. Lo cierto es que tanto su trama como su objetivo invitan a recrease precisamente en los silencios, en los diálogos y en las composiciones de cámara, para permitir comprender y “vivir”, a través de sus protagonistas, el horrible mundo que se ha creado en Gilead.

Para esta cuarta temporada, la máxima parecía ser otra: guerra, más acción, más movimiento, la protagonista June como líder libertaria, Gilead contra las cuerdas, los Waterford (Joseph Fiennes e Yvonne Strahovski) detenidos. Y quizás por eso puede decepcionar, o al menos desanimar.

Porque, al menos de inicio, El cuento de la criada sigue siendo El cuento de la criada. La serie parece haber tomado nota de esas críticas por su ritmo, y verdaderamente planea más acción porque resulta innegablemente atractivo ver a June convertida en líder, tomando decisiones y ganando adeptas por convencimiento. Pero esa acción está en un segundo plano, y sólo pasa al primero en contadas ocasiones.

Las expectativas creadas conducen a una cierta decepción por ese ansia de la acción prometida. Pero es una decepción que depende del espectador, porque en realidad lo que hace la serie es ser fiel a sí misma: sobre la acción de fondo siguen primando los silencios, los diálogos, los planos de cámara para mostrar la dura realidad que los rodea. Tres capítulos en los que quizás reine la calma antes de la guerra, o que quizás marquen el tono general de la temporada, lo que no hablaría bien de su paso adelante para superar su estancamiento.

Evolucionada sororidad, y nuevos dilemas morales

Tras ver los primeros episodios, seguramente haya críticos desde la decepción por no ver la acción prometida, y defensores desde las señas de identidad de la serie. Y lo cierto es que ambos tendrán razones. Pero nos situemos en un lado o en otro, lo justo es reconocer lo que sí consigue -o sigue consiguiendo- El cuento de la criada.

Cuando estrenó su tercera temporada, la compañera Mónica Zas profundizó en cómo la serie era un verdadero ejemplo de sororidad; de amistad, afecto y solidaridad entre mujeres. En esta cuarta tanda demuestra que es quizás la mejor muestra de ello en el mundo de la ficción actual. Pero además evoluciona, por la situación en la que está su protagonista June junto a sus amigas y compañeras, y que plantea esa sororidad desde una posición de superioridad que hasta ahora no había podido tener.

Precisamente esa situación de la trama conduce al segundo logro destacado, que en esta temporada se acentúa todavía más y cobra mayor protagonismo: los dilemas morales. El cuento de la criada siempre ha tenido una importante carga filosófica. Pero ahora, la perspectiva cambia y plantea preguntas: ¿Se debe responder igual? ¿Hacerlo convertirá a June y su resistencia “en ellos”, en Gilead? ¿Venganza, o justicia? Un interés añadido del nuevo punto de partida.

“Nosotras no nos escondemos, luchamos”, dice June en una escena del segundo capítulo que reúne esos dos principales logros de El cuento de la criada, y que parecen indicar qué camino seguirá en la cuarta temporada. Aunque en su planteamiento esa lucha no ocupe el primer plano.

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