Crítica

'La Unidad Kabul' arriesga y gana para cerrar su círculo desde el epicentro del horror

Miriam (Marian Álvarez) y Osman (Mehdi Regragui), en 'La Unidad Kabul'

Marcos Méndez

El último viaje de La Unidad llega este jueves 18 de mayo, y lleva a los protagonistas de la aplaudida serie original de Movistar Plus+ hasta Kabul. Porque sí, aunque resulte difícil de creer, sus creadores Dani de la Torre y Alberto Marini confirman que esta tercera temporada es la definitiva de la ficción. Y aunque sus seis últimos capítulos parezcan decir lo contrario, y dejen claramente abierta la puerta a una continuación, es de valorar el doble riesgo que corren con esta temporada y con esta decisión.

Primero, arriesgan porque en la actual industria audiovisual lo más preciado es encontrar y asentar una marca que pueda funcionar como franquicia. Y justo eso es La Unidad, una historia en torno a la policía antiterrorista española, con personajes asentados, reconocibles y potentes desde su primera temporada; que pese a que podría alargarse durante muchos años con nuevos casos prefiere despedirse cerrando su círculo de una forma creíble y fiel a su desarrollo.

Segundo, arriesgan porque para llegar a ese final cambian por completo la serie: si los miembros de La Unidad persiguieron a los malos en la primera temporada, y fueron perseguidos por ellos en la segunda, en esta tercera hay un cambio de eje y la acción les desplaza hasta Afganistán. Unas circunstancias que mezclan guerra y política por las que sus miembros acaban desperdigados e intentando simplemente escapar y seguir vivos.

La Unidad: Kabul es el final de la serie, y lo que propone es conceptualmente lo contrario: ir al inicio de todos los males. En la primera temporada nos contaron cómo es la lucha antiterrorista, en la segunda los riesgos que corren quienes libran esa batalla y los potentísimos medios de los que disponen los yihadistas, y en esta tercera lo que hacen es reflexionar para saber de dónde proviene ese horror, y por qué nace ese odio hacia Occidente. Y qué mejor forma que trasladar a sus propios protagonistas al centro del desastre, en los días de la toma de Kabul por los talibanes y su posterior evacuación.

Un viaje al origen del terror en Afganistán

Tras un salto temporal desde el final de la segunda temporada, la vuelta a la acción sorprende con el personaje Carla (Nathalie Poza) fuera de la policía tras el secuestro y masacre yihadista sufrido por su hija. Al frente de La Unidad se quedan Marcos (Michel Noher) y Miriam (Marian Álvarez), apoyados por una Nawja (Fariba Sheikhan) con más galones, y el fichaje de Osman (Mehdi Regragui), un agente a pie de campo que les ayuda en su misión en Afganistán de reunirse con un infiltrado que tiene información acerca de un posible atentado en Europa. Pero el conflicto con los talibanes se acelera, y el estado afgano colapsa dejando a sus miembros atrapados en el país.

El terror se desata, y los integrantes de La Unidad se ven obligados a separarse. Es en realidad un recurso inteligente que permite a la serie no sólo el “retorno” de Carla para pelear por sus compañeros, sino también dividir su trama en varios focos y reflejar las distintas realidades en Afganistán en esos días de confusión y guerra. En el aeropuerto de Kabul, con todas las delegaciones internacionales organizando la evacuación en la única pista de despegue. En los nudos de comunicación del país, las luchas entre muyahidines, talibanes y fuerzas del ISIS K que generan tiroteos, explosiones, secuestros y el régimen del horror que imponen los yihadistas. Y en los desiertos aislados de Afganistán, donde apenas afecta a la vida de sus habitantes. Distintas historias (y protagonistas) que se combinan para ofrecer una panorámica de cómo el regreso de los talibanes hace retroceder al país, en unos días, varios años e incluso décadas. Y también denunciar cómo Occidente se ha desentendido, abandonando a su suerte a los afganos.

Y más que a los afganos, a las afganas. Las historias de La Unidad: Kabul (en las que no entraremos por no hacer spoilers) permiten abrir su abanico de actores y actrices y conocer al personaje de Fazela, interpretada por Shabnam Rahimi. En su debut como actriz, encarnando a una doctora y jefa de cirugía en un hospital de Kabul que de la noche a la mañana se ve completamente apartada por ser mujer, esta boxeadora que huyó de Afganistán y llegó a España como refugiada sorprende por su expresividad, y su capacidad interpretativa brilla compartiendo escena con verdaderas estrellas como Nathalie Poza.

La actriz española vuelve a adaptarse como un guante a las nuevas circunstancias que le tocan a su personaje, que en esta ocasión amplían las tiranteces de carácter más político por su posición y lo elevan en ámbito internacional. Como ella, destacan también Michel Noher, que sufre del aislamiento de su personaje, y sobre todo Marian Álvarez, Fariba Sheikhan y Mehdi Regragui. Su trama no sólo permite que la serie muestre el terror yihadista, sino también que dé rienda suelta a sus mejores escenas de acción hasta la fecha con espectaculares persecuciones de decenas de jinetes a caballo y explosiones, situaciones de guerra dignas del mejor videojuego en primera persona, e igualmente de una carga de dramatismo que afectará, y mucho, al espectador.

Un final innecesario, pero inmejorable

La Unidad: Kabul supone el punto final a la serie de Movistar Plus+. Y realmente es un final innecesario y que dolerá a sus seguidores, porque la ficción aprueba con creces su arriesgado cambio, sigue perfectamente engrasada, y podría seguir contando las historias y las vivencias de sus protagonistas. O de otros. O de los mismos pero por separado. Muchas opciones.

Sin embargo, su final también es inmejorable, y supone un ejercicio de honestidad al cerrar su círculo y no querer alargar de forma innecesaria su duración y sus tramas. Aunque disguste a los fans de la mejor serie de la plataforma, que sin duda se aferrarán a esa puerta que queda abierta para su regreso tras un viaje en tres actos que nos ha llevado hasta el epicentro del horror.

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