Crítica
'La Unidad' potencia sus virtudes en una temporada 2 más emocional y redonda

Imagen de la segunda temporada de 'La Unidad'

Laura Pérez

En un año tan fatídico como 2020, la industria audiovisual patria encontró un rayo de luz en la ficción, que se convirtió en salvavidas para millones de personas. Cadenas y plataformas germinaron las semillas que llevaban tiempo regando, dando como resultado una de las 'cosechas' de mayor calidad para las series españolas. Títulos como Veneno, Antidisturbios y Patria se llevaron los honores en la mayor parte de los ránkings, pero si hubo uno que mereció mayor atención que la recibida fue sin duda La Unidad.

La serie de Dani de la Torre y Alberto Marini llegó al catálogo de Movistar+ como uno de los grandes aciertos de la compañía en sus primeros 31 meses como productora de ficción propia. Una condición que refrenda con su temporada 2, que se estrena este viernes 18 de marzo al completo en el servicio de Telefónica.

En la segunda tanda de capítulos, la unidad antiyihadista de la policía que lideran Nathalie Poza, Luis Zahera, Marian Álvarez y Michel Noher se convierte en el objetivo de los terroristas, que ponen sus miras en las vidas personales de los agentes mientras estos tratan de averiguar si hay un topo en el equipo. Un cambio de foco que permite a la serie profundizar en capas de los personajes hasta ahora inalcanzables, y que potencia todos y cada uno de los puntos fuertes que La Unidad ya mostró en su primera temporada.

Si en los seis capítulos iniciales demostró ser una ficción cargada de humanidad, en los nuevos seis que conforman la segunda entrega da un paso más como un thriller policiaco imprescindible no solo por sus tramas de acción e investigación, sino también por lo que transmite a nivel emocional.

Lleva al límite lo emocional, sin perder de vista la acción

Gracias al gran trabajo de guion, interpretación y dirección de la primera temporada, La Unidad arranca la segunda desde una posición privilegiada. Carla, Sergio, Miriam y Marcos ya no son personajes a los que dan vida cuatro actores de renombre, sino seres humanos con los que el espectador ha establecido una conexión, y por los que sufre y padece por sucesos que de por sí ya nos tocan de cerca.

Con ese caldo de cultivo, y con el reto siempre presente de ofrecer al espectador historias novedosas que mantengan el nivel sin resultar repetitivas, es de lo más inteligente la decisión de convertir en objetivo terrorista a los personajes que precisamente se encargan de evitar los atentados. Inteligente por lo que aporta a la trama, y sobre todo por lo que permite explorar en lo personal.

En la nueva temporada, La Unidad lleva a sus protagonistas al límite a nivel emocional con el realismo con el que plasma cada suceso que les asalta. En un equipo de trabajo en el que la tensión y el sacrificio van de la mano, como ya se mostró en la primera tanda, se abre aún más el prisma familiar para ahondar y conmover con los daños colaterales de una profesión que no se valora lo suficiente.

En ese sentido, y con la verosimilitud por bandera, la serie de Movistar+ toma decisiones arriesgadas que por más que parezcan evitables por guion, en el mundo real no se pueden esquivar. Por lo que provocan en los personajes y en los espectadores, la valentía del equipo que comanda Alberto Marini es otro acierto más.

Un thriller policiaco que sabe exprimir sus virtudes

Confrontándola con otros de los grandes títulos patrios que han arrasado en entregas de premios y se han exportado por todo el mundo, puede parecer que lo de La Unidad no es para tanto. Sin embargo, lo cierto es que La Unidad es mucho más que un policiaco bien ejecutado.

Más allá de lo emocional, las investigaciones, operaciones y acción propias del género siguen siendo pilares fundamentales sobre los que se sostiene la serie. En los cimientos también son imprescindibles las tramas de los terroristas, que ganan peso respecto a lo visto en la primera tanda, pero que se alternan con equilibrio y dan como resultado episodios con un ritmo óptimo, sobre todo en la segunda parte de la temporada.

Entre las virtudes de la ficción de Dani de la Torre también cabe destacar el alto nivel de producción, con la presencia de numerosas localizaciones exteriores dentro y fuera de nuestras fronteras; así como de guion, dirección e interpretación. En ese sentido, Nathalie Poza vuelve a sobresalir como la gran estrella de un reparto de lujo en el que personajes femeninos como el de la también reputada Marian Álvarez, la jovencísima Alba Bersabé y la recién fichada Aroa Rodríguez llevan el peso.

Secuencias sobrecogedoras que permanecen en la retina

Cuenta Marian Álvarez en una entrevista a verTele que “en cada capítulo hay un hito que te rompe y es tremendo”. Tras ver la temporada al completo, podemos decir que ni es una afirmación demasiado osada ni una frase inflada para la promoción de la serie, sino una realidad.

Como ya ocurría en la primera temporada, la segunda tanda de La Unidad destaca por un realismo y una crudeza que llegan a su clímax en escenas sobrecogedoras que aún al terminar de ver los episodios, se quedan en la retina del espectador por mucho tiempo.

Secuencias espectaculares en lo visual y en lo emocional que inevitablemente trasladan a realidades que tenemos alrededor, y que se plasman con una honestidad y verosimilitud más propias de un programa informativo que de una serie de ficción española. Escenas que ni parecen coreografiadas ni resultan gratuitas en la narración, y que a la postre configuran la identidad de La Unidad como una de las mejores producciones nacionales de los últimos años.

Etiquetas
stats