Crítica

'El tiempo que te doy' de Netflix, un relato cotidiano sobre el amor que no cae en dramatismos

Beso en 'El tiempo que te doy'

Lucía Ortega

Dejar ir es una de las cosas más difíciles que se viven en las relaciones humanas, sean estas de la naturaleza que sean. Separarse de alguien es pasar por un duelo más doloroso de lo que muchos quieren mostrar cuando lo experimentan. Con la muerte no hay hueco a la duda sobre si se siente dolor, pero con la ruptura parece que sí, sobre todo si la pareja tenía constantes problemas y el amor parecía haberse desvanecido. Sin embargo, El tiempo que te doy es un ejemplo perfecto de la crisis existencial que puede llegar a vivir una persona que ha compartido su vida durante años con otra, independientemente de las razones por las que se decidió enterrar la relación.

La nueva miniserie de Netflix, protagonizada por Nadia de Santiago y Álvaro Cervantes, es una historia cotidiana que, desgraciadamente, la mayoría vive al menos alguna vez en su vida: Lina y Nico rompen después de muchos años juntos. Ella, que quiere avanzar con su vida, se esfuerza por empezar de nuevo y pensar un poquito menos en él cada día. Él, forma parte de los recuerdos cotidianos de su expareja.

En un formato de 10 capítulos de 11 minutos cada uno -los que verTele ha podido ver de antemano-, esta historia de amor de Netflix versiona cómo funcionan los pensamientos cuando están ligados directamente con la parte emocional de cada uno. El título de la serie no podría haberse escogido mejor, pues el tiempo es clave en cada episodio, a la par que en el contenido que se muestra en cada uno de los segundos de la ficción.

Nadia de Santiago, con las emociones correctas en cada momento

La miniserie muestra sin drama excesivo tanto la evolución de una relación como el comienzo de cero cuando esta se rompe. Los recuerdos, sobre todo los bonitos, forman parte del día a día justo después del momento de la separación. Y así lo encarna a la perfección Nadia de Santiago: solo con su interpretación, el espectador puede sentir lo mismo que ella. El tono de voz, los gestos, las expresiones y sus palabras cambian a la vez que se transforman sus emociones. La actriz de Las chicas del cable calca cada detalle de la situación cuando se comienza a compartir la vida con esa persona y cuando se deja de convivir con ella.

Detalles como una canción que trae consigo un buen recuerdo en el peor momento tras la separación, un lugar especial que deja de serlo para una de las dos partes, la poca emoción de nuevas vivencias sin poder compartirlas con esa persona... Acciones cotidianas con las que hay que lidiar que por fin se ven sin americanadas en la pequeña pantalla.

El mundo interior de la protagonista es la base de la serie, y así se refleja cuando habla con sus amigas, cena con su padre, celebra su cumpleaños y enferma, por ejemplo. Pese a que está todo en su cabeza, por así decirlo, empatizar con ella es muy sencillo gracias a lo comentado hasta ahora.

Álvaro Cervantes es también un peso pesado en la serie por motivos obvios, pues es el segundo miembro de la historia de amor que se narra. Sin embargo, El tiempo que te doy gira alrededor de cómo vive la relación y la ruptura Lina, por lo que, sobre todo, podemos conocer al personaje del actor nominado a los Goya a través de la mente de la protagonista. Aún así, sus ambiciones, sus emociones y su estética también se someten al paso del tiempo de forma tan certera como en el caso de su compañera de reparto.

El tiempo, un fiel reflejo de la realidad en cada capítulo

Sin entrar en spoilers, el relato comienza dejando ver el principio y el final de la relación casi a la vez. Desde el primer momento, los minutos marcan el ritmo y la duración de los recuerdos y de la actualidad. Un recurso que dirige el hilo conductor de la historia, y que ayuda a entender las escenas que pertenecen al pasado y las que son del presente, ya que no hay otro cambio a simple vista en la imagen que marque la época que se está enseñando (a parte del humor y la apariencia de la protagonista, claro).

Aunque en algunas ocasiones el espectador desee saber qué más ocurrió acerca de aquello que se ha mostrado en un par de minutos, la serie enseña a la perfección que esto forma parte de la caja de recuerdos de la protagonista, y que esas pinceladas de cada situación en la que piensa caen en el lienzo que forman la relación que ella tiene en la cabeza, sin más ni menos información al respecto.

La coherente evolución en las tramas

Si por algo más cabe destacar El tiempo que te doy es por el recorrido que hace en sus tramas. El espectador podría comenzar a sentir la serie como una más, puesto que la presentación de sus personajes es muy light y pasa del momento en el que se separaron al que se conocieron sin contexto alguno. Sin embargo, esta sensación va evolucionando a la par que se van conociendo más detalles de la relación, hasta el punto de sentir como propia cada conversación, cada juego, cada discusión y cada duda que transmiten los protagonistas a través de la pantalla.

El interés de uno respecto al otro varía a lo largo de la relación, así como las decisiones que toman en cada momento, otro ejemplo más del buen reflejo de una historia vivida por muchos. Los duelos y las relaciones ajenas a la pareja en sí también viven su propia evolución, y marcan el deterioro del amor y las metas en común.

El tiempo que te doy es una serie sencilla, cortita y cotidiana, que no entra en dramatismo exagerado para mostrar una realidad triste, pero que es un paso más en la vida. Se trata de un relato del abanico de emociones que se experimentan en pareja, con sus más y sus menos, pero con el gran daño que puede llegar a hacer la mente humana cuando la relación llega a su fin y se olvida la razón por la que terminó.

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