Crítica

'¿Quién es Anna?', la crónica de un gran engaño con el sello de Shonda Rhimes

Tras el éxito inapelable de Los Bridgerton, a día de hoy la serie de habla inglesa más vista de la historia de Netflix, la factoría Shondaland alumbra este viernes 11 de febrero el que está llamado a ser un nuevo hit en la plataforma. Hablamos de ¿Quién es Anna? (Inventing Anna), una miniserie basada en hechos reales con la que Shonda Rhimes busca volver a dar la campanada con la jet set como aliada.

Inspirada en el artículo del New York Magazine 'How Anna Delvey Tricked New York's Party People', de Jessica Pressler, la serie se centra en la investigación que una periodista, Vivian, realiza en torno al caso de Anna Delvey, una legendaria heredera alemana y estrella de Instagram que robó el corazón y el dinero de la élite de Nueva York. 

A través de la reconstrucción de su historia, y de sus entrevistas con la supuesta estafadora y los distintos afectados, la periodista trata de elaborar un perfil real de la mujer de la que todo el mundo habla y responder al fin a la gran pregunta: ¿Quién es Anna?

La trama, de entrada atractiva para todo amante del drama culebronesco, es el principal valor de una ficción que puestos a ubicar en el rico universo de Shondaland, se encuentra más cerca de Scandal que del último proyecto de masas de la factoría. Precisamente tener Los Bridgerton como referente más próximo y las expectativas de encontrar en Inventing Anna el nuevo 'placer culpable' que devorar en un fin de semana pueden ser los principales enemigos de una miniserie de capítulos excesivamente largos que se toma su tiempo para encajar todas las las piezas. Pero vayamos por partes.

Un arranque disperso que promete una recompensa futura

Inventing Anna arranca con la detención de Anna Delvey (Julia Garner), la supuesta heredera alemana que ha puesto en jaque a la alta sociedad de Manhattan. La noticia no tarda en captar el interés de Vivian (Anna Chlmunsky), una periodista con instinto que se propone llegar hasta donde no ha llegado nadie para dilucidar qué hay detrás de este gran engaño.

En su punto de partida, tan claro como directo, la serie nos presenta una investigación sin policías ni detectives que pone en valor la profesión periodística. Vivian, que busca respuestas a todas sus preguntas, se aparece como la gran aliada del espectador para construir juntos el perfil de la protagonista. Sin embargo, los primeros episodios se centran demasiado en introducir las piezas del puzzle con la promesa de encajarlas en el futuro, pero con poca recompensa inmediata.

Vistos cinco de los nueve capítulos que conforman la miniserie, ¿Quién es Anna? apuesta por un arranque confuso y disperso que puede impacientar a los amantes del maratón que busquen un entretenimiento fácil y rápido. Sí disfrutarán del camino aquellos que prefieran las historias a fuego lento que van configurando su rompecabezas conforme transcurren los episodios.

Si algo ha demostrado Shonda Rhimes en su laureada trayectoria es que domina como nadie los códigos televisivos. En ese sentido, su nueva creación suministra a cuentagotas toda la información con el fin de mantener a los espectadores pegados a su historia, y recurre a los siempre efectivos giros de guion toda vez que parece que las teorías empiezan a tener sentido.

En lo que respecta a la estructura narrativa, Inventing Anna solapa la investigación de Vivian con los hechos pasados del personaje que da nombre a la serie. Un estilo no lineal que dota de dinamismo a los capítulos, imprescindible teniendo en cuenta que su duración supera en ocasiones los 60 minutos, y que al igual que las hipótesis de la periodista, termina por encajar y funcionar cuando la trama ya está avanzada.

Universos femeninos y una base real llamativa

La élite de Manhattan y un gran engaño. No, no estamos hablando de un nuevo reboot de Gossip Girl, sino de la crónica de una estafa con trazos de 'La Reina Cotilla', pero con el potencial añadido de tratarse de un caso real que tuvo impacto mediático en Estados Unidos, y que llega al resto del mundo con la capacidad de al menos generar curiosidad.

“Toda esta historia es completamente cierta... excepto las partes que son totalmente inventadas”, avisa Netflix al comienzo de cada uno de los capítulos. Un anuncio que despierta ese perfil chismoso que todos llevamos dentro, y que termina convirtiéndose en la llama que mantiene vivo el interés por seguir la serie hasta su desenlace.

El otro gran motor que consigue que ¿Quién es Anna? carbure son sus protagonistas. Julia Garner (Ozark) en el papel de Anna y Anna Chlumsky (VeepMi chica) como Vivian son las encargadas de llevar el timón de la historia. Dos voces femeninas con sus propios universos que se alternan el protagonismo mientras los personajes masculinos se limitan a ser meros satélites, y que cuando confluyen componen una intrigante relación de amor-odio que va creciendo y consolidándose en cada capítulo.

Las dificultades de abrirse camino en un mundo considerado de hombres, la conciliación y la maternidad en un momento profesional importante son temas que se abordan en un plano subyacente a la investigación y que, a la postre, reflejan realidades que cada vez vemos ganar más peso en los productos audiovisuales destinados a las grandes masas gracias a creadoras como Shonda Rhimes.

Por su naturaleza, y sus ingredientes, no había mejor perfil que el de Rhimes para llevar el caso de Anna Delvey a la ficción. Si algo se le puede achacar a la showrunner es que no haya dado un plus culebronesco a un relato que pide un empaque más fresco y desenfadado que formal para terminar de enamorar. Que habrá flechazo del público general de Netflix no es un misterio para nadie.

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