Crítica

'Rapa', la heredera de 'Hierro' que triunfa por su complejidad y ritmo

“Los casos que no avanzan, se estancan. En esta profesión hay que aprender a convivir con los fracasos”. Estas son las palabras con las que el compañero de la sargento Maite (Mónica López) trata de restar importancia a lo poco que han conseguido averiguar sobre el asesinato de la alcaldesa de Cedeira (Galicia). Un homicidio que funciona como punto de partida de Rapa, la nueva serie de los creadores de Hierro, de estreno este jueves 19 de mayo en Movistar Plus+.

La intérprete de Antidisturbios, El Reino y la propia Hierro comparte protagonismo con Javier Cámara, que se mete en la piel de un profesor de literatura que odia su trabajo y que encuentra en el crimen la motivación para recordar lo que implica “sentirse vivo”.

El asesinato ocurre en un pueblo gallego en el que todo el mundo se conoce y se rige bajo una serie de normas establecidas, sobre las que la dirigente muerta parece haber tenido mucho poder. Una mujer cercana a la que los vecinos podían llamar para hablar de problemas cotidianos; y a la que otros describen como una “cacique de manual” y aseguran que “no todo el mundo la quería”.

Una alcaldesa con una hija abogada que sospecha de todos mientras hace la guerra por su cuenta; y un hijo con esquizofrenia que vive, pese a contar con todas las comodidades posibles, al margen del municipio. Al igual que Paquita, una vagabunda a la que la política enviaba dinero. Así, cada habitante de Cedeira actúa como pieza de un puzzle en el que sólo existe una manera de encajar, por mucho que todas las partes estén conectadas y se necesiten entre sí.

El sólido tándem que sostiene a 'Rapa'

El asunto de fondo de Rapa es la resolución del caso, pero lo más rico de la serie es lo en serio que se toma a cada uno de los personajes y el viaje que realizan a lo largo de los seis episodios que componen el título creado por Fran Araújo y Pepe Coira. En especial, sus dos protagonistas. Que dos personas lideren investigaciones policiales no es un contexto novedoso dentro del género, pero sí la mezcla que plantea.

Aquí lo más atractivo no tiene que ver tanto con lo diferentes que son sus profesiones, sino con el punto de sus vidas en el que irrumpe el asesinato. Ella, que recuerda a la Mare of Easttown de Kate Winslet; es una mujer dura, seria, muy centrada en su trabajo y que al regresar a casa se abre una cerveza para tratar de desconectar mientras piensa qué cena preparar a su familia.

En parte se siente muy sola, responsable de ayudar a la gente del pueblo, de resolver los casos y hacerlo siguiendo todos los protocolos. Es una sargento a la que probar a nadar a contracorriente va a descolocar cosas dentro de ella. Con consecuencias muy positivas.

La rutina, las imposiciones y las expectativas tienen el poder de aleccionarnos y ponernos inconscientemente unas orejeras que nos impiden ver más allá del camino establecido. ¿Qué pasa si algo logra dinamitar esa estructura? ¿Qué ocurre si, en vez de como Tomás dice a sus alumnos, “nos dejamos llevar para disfrutar”?

Para Maite, a quien López dota de un empaque y complejidad elogiable, servirá para rebelarse contra quienes “todo el rato me dicen lo que tengo que hacer” y los que “dicen que no pasa nada, porque claro que pasa. Es una puta mierda”.

Araújo, cocreador de Rapa, explicó a verTele que la serie “habla de corrupción política, de asesinatos, de muertes y de muchísimos temas oscuros; pero el viaje es hacia la luz de los personajes”. Y, desde luego, no pudo estar más en lo cierto. Y esto es precisamente lo que la convierte en un título que se desmarca de otras producciones similares.

Gracias, igualmente, al Tomás de Javier Cámara. Un profesor absolutamente desmotivado, solitario y enfrascado en los libros. Un hombre al que todos los vecinos describen como “raro”, que de entrada cae mal y asombra por su falta de empatía y las decisiones que toma por un impulso que nace exclusivamente de su interés propio. Un maestro que concibe el asesinato como “una historia”, de la que aprende y con la que conecta.

Galicia, tierra idónea para el thriller

“Todos intentamos ocultar lo que queremos, pero nadie lo consigue” asegura Tomás a su clase. Una frase que bien podría haber funcionado como claim de Rapa, tanto por lo bien que describe la investigación del asesinato en sí; como por el estudio de personajes que vertebra la serie. ¿Dónde nace esta necesidad de esconder y la consecuente obligación de aparentar? ¿Y por qué?

La ficción abre constantemente interrogantes que amplían su universo más allá de la acción igualmente presente. El ritmo lo imprime el interés que generan las personas que lo habitan, pero se ve acelerado y condensado en puntos álgidos -y algún que otro giro- que incluyen tensión, persecuciones y disparos.

La propia Galicia juega un papel fundamental confirmando, como ya analizamos, que se ha convertido en uno de los lugares predilectos de nuestra ficción. La propia apertura de la serie es toda una declaración de intenciones en este sentido. El profesor encarnado por Cámara está desorientado en una parte de la sierra cercana al pueblo de Cedeira, cubierto por una niebla espesa que le impide ver con nitidez qué hay a su alrededor. Además, unos molinos gigantes emiten un ruido que anula toda capacidad de escucha. La humedad traspasa la pantalla, igual que posteriormente la brisa que inunda el paseo marítimo del municipio.

La calidad de la producción logra sacar partido a este ambiente, al igual que la dirección de Jorge Coira y Elena Trapé. La diversidad de planos, que van desde los aéreos que convierten a los personajes en figuras minúsculas en comparación al imponente paisaje, a los detalles de los ojos de los caballos salvajes que habitan las tierras colindantes el pueblo; convierten al título en un producto que se disfruta igualmente en lo visual. Fascina al tiempo que atrapa, calma e intriga.

En definitiva, Rapa tiene todos los ingredientes para convertirse en una de las series españolas más importantes del año. Además, Movistar Plus+ acierta al estrenar todos sus episodios en la misma semana, ya que se presta a ser vista sin dejar demasiado -o nada- de tiempo entre capítulo y capítulo. Lejos de estancarse, la forma en que transita por la corrupción política, las rencillas familiares, las relaciones personales, la investigación y su humanidad le aportan una solidez de la que ancla en el sofá.

Lejos de generar únicamente la necesidad de darse un atracón, Rapa ofrece una historia potente, una resolución efectiva y una profundidad que parece arrancar de telón de fondo; pero que subyace poco a poco a una superficie a la que es complicado resistirse.

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