Crítica

'Rebel': Erin Brockovich sigue siendo un gran personaje, pero su retrato no envejece igual de bien

Katey Sagal, en la piel de la Erin Brockovich de 'Rebel'

Laura García Higueras

En año 2000, la historia de Erin Brockovich saltó a la gran pantalla gracias la película dirigida por Steven Soderbergh. A su intérprete, Julia Roberts, le valió para alzarse con el Oscar y el Globo de Oro a la Mejor actriz; y a la verdadera protagonista, para que su historia recorriera el mundo. La de una mujer disléxica, dos veces divorciada y madre soltera de tres hijos que en los noventa consiguió un puesto como asistente legal en una gran firma. Sin ser abogada ni científica, logró plantar cara a una empresa de suministro de energía que había estado contaminando durante décadas las reservas de agua subterráneas de California.

21 años después, Disney+ estrena este 28 de mayo Rebel. Una serie de diez episodios cuyo principal reclamo es estar inspirada en la vida de la propia Brockovich -que ejerce de productora ejecutiva-, en la actualidad. Un muy buen aliciente para invitar a la audiencia a asomarse al devenir de esta arrolladora persona, pero que también puede funcionar como arma de doble filo. Y no porque su ahora alter ego, Katey Sagal (Sons of Anarchy) tenga mucho que envidiar a la interpretación de Roberts, sino porque la aproximación debía ser otra -y lo es-, pero no consigue que todas las piezas terminen de encajar.

El arranque sí ejerce de genuino punto de partida. Annie (a quien todos llaman Rebel) acude a una fiesta benéfica de un empresario para sentarse en su mesa y amenazarle. Le dice que sabe que las válvulas cardíacas que lleva años vendiendo, están envenenando a los pacientes a los que se les ha suministrado. A priori no acepta su chantaje y sigue adelante con su gala, pero pronto irrumpe un grupo de personas afectadas para manifestarse. Y tras ellos, la prensa y la policía. Ella se va detenida y le pide a su hija -ayudante- que se lleve sus cosas, con tranquilidad, sabiendo que estaría muy pocas horas en la cárcel.

Su falta de miramientos, decisión al enfrentarse a los “peces gordos”, su capacidad para no flaquear en su discurso y, en definitiva, su búsqueda de justicia, se corresponden a la perfección con lo que cabría esperar de este personaje con tanto potencial. Encontramos que sigue sin tener título de abogada, en gran parte porque no se cansan de repetirlo, y que no le importa tener que mover cielo y tierra para conseguir lo que se propone. Pronto vemos entrar al resto del elenco en escena, con su mejor amiga, los ex maridos, su otra hija e hijo; un elenco cuyas vidas parecen girar en torno a la de Rebel, en cierto modo como si -a ratos- eso fuera una imposición fatal para su amplia mayoría.

Y como sucesión en la misma línea, es una sensación que se extiende con el público. Ya sean las suyas o las diatribas de su hija abogada, parece que la única manera de defender un argumento ha de ser dejando sin habla al oponente, coaccionándolo y levantando la voz.

Cuando lo hacen, por contexto encaja porque en el universo de la serie todo está demasiado dividido entre “los buenos” y “los malos” y, la verdad, hace ya bastante tiempo que aprendimos que al mundo no funciona así. Esta visión simplista y la falta de matices implica que por momentos la empatía no encuentre senda por la que calar y, si bien este no es un recurso obligatorio, en una historia como la de Rebel sí lo necesita.

Si quieres puedes no, pero casi

“Si tú no vas a trabajar, ¿quién va a salvar al mundo hoy?”, le pregunta su pareja una mañana en la que ella fantasea con quedarse en casa para que pasen el día juntos. Una frase que podría parecer un inocente apoyo, confianza en ella e incluso romántica; pero que en realidad esconde perpetuar la visión de la mujer que tiene que poder con absolutamente todo y, por lo tanto, cargar con la responsabilidad que ello genera.

Se intuye que no es la cuestión de fondo que la serie quiere transmitir, pero no todo puede quedarse en buenas intenciones. Al igual que el que el mismo hombre más adelante le reproche “te preocupas más de salir en las noticias que de llegar a casa para hacerme la cena”, rechina. Sus amigas e hijas en seguida se lanzan a increparle y preguntarle en qué siglo vive, pero no consigue que no resulte artificial.

Es en instantes como estos en los que pierde fuelle. Y del mismo modo, una persecución con policía incluida que acaba con un happy ending más descarado que el de todas las películas de Disney de nuestra infancia. También porque aunque es indudable lo muchísimo que ha tenido que luchar, lo complicado de defender causas sin tener a las compañías más poderosas de tu lado; regala la tranquilidad de intuir que, aunque la cosa pinte mal, lo terminará consiguiendo. Que por otro lado, ¿no es el argumento de gran parte del ingente contenido que consumimos? Sí. ¿Y no es acaso algo positivo? También. Pero, por cómo está planteada esta serie, pide que la marea vaya hacia otra orilla y que no se estanque en determinadas rocas de moralismo.

Las piezas que sí encajan

Aun así, Rebel funciona en cuanto a producto de entretenimiento que impregna de ritmo el frenético día a día de la protagonista. Pese a que no todo gire en torno a las tramas relacionadas con el bufete de abogados; la intríngulis de los casos, el seguir paso a paso cómo van a intentar derrocar a la compañía responsable de la desgracia de sus pacientes, las vistas orales y su preparación, sí generan interés.

Y del mismo modo su reparto, en el que Andy García como marido de su mejor amiga fallecida, Tamala Jones como Lana, su compañera investigadora; y John Corbett como actual pareja, se unen al festival de Sagal. Precisamente por ello, le conviene apegarse a su humanidad, a su capacidad para dialogar y no encadenar monólogos que pretendan parecer conversaciones.

Es probable que quienes hayáis llegado a este punto de la crítica, pensaréis que esta serie no es a la que debéis dedicar vuestro tiempo libre este fin de semana. Pero, por contradictorio que parezca; a pesar de todo consigue que sí quieras que la cruzada de su protagonista salga adelante, que se haga justicia y que la balanza se sitúen del lado de los que se lo merecen, aunque no siempre puedan permitírselo. También necesitamos inspiración y que nos den un bofetón de fuerza para defender lo que verdaderamente importa. Por esta parte, Rebel sí que se merece un buen brindis por su compromiso.

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