Crítica
'Señor, dame paciencia', una serie solo apta para fans de la película

Imagen de los protagonistas de 'Señor, dame paciencia'

Pedro Zárate

En una escena de Señor, dame paciencia, la película, el personaje interpretado por Jordi Sánchez presume ante su yerno culé de que el Real Madrid tiene 11 Copas de Europa. Sin embargo, para cuando la cinta llegó a los cines (16 junio de 2017), los blancos ya habían sumado una Champions League más a su palmarés.

Esta anécdota no deja de ser eso, una anécdota. Pero es inevitable ver en ella un reflejo de lo que era la comedia dirigida por Álvaro Díaz Lorenzo: una película que vivía en el pasado. Su humor añejo, previsible, y su juego con los estereotipos la acercaban más a las comedias de los 90 que a las producciones humorísticas más refrescantes de la última década.

Sin embargo, el público apoyó la propuesta. Y además a lo grande. Más de 1 millón de espectadores y 6.6 millones de euros de recaudación avalaron las desventuras de Gregorio, ese hombre conservador y lleno de prejuicios que debía convivir unos días junto a sus hijos y sus respectivas parejas -un independentista culé, un negro homosexual y un activista con poco gusto por la ducha- tras la repentina muerte de su esposa.

'Señor, dame paciencia', una comedia de otra época

Pasado el tiempo, este éxito en salas fue refrendado por los primeros pases televisivos de la película, que superaron la barrera de los dos millones de espectadores en Antena 3. No, definitivamente lo de Señor, dame paciencia no era fruto de la casualidad. Debajo de esa típica y tópica comedia había una audiencia que había conectado con ella. Y precisamente para ella está hecha la adaptación televisiva que Atresplayer Premium estrena este domingo 2 de enero.

El tipo de humor y el personaje principal son los mismos tras lo visto en primer capítulo puramente introductorio, aunque el cambio de formato viene acompañado de otros cuantos. El más evidente es que Jordi Sánchez es el único que repite con respecto al reparto original, lo que significa que su Gregorio ahora tiene otra mujer (Silvia Abril coge el relevo de Rossy De Palma) y sus hijos han cambiado de cara en su salto a la pequeña pantalla.

Es más, ahora el banquero cuenta con cuatro herederos, todos igual de alejados de sus tesis conservadoras y todos más construidos para la risa que los de la película -sin que sea esto algo necesariamente bueno-.

Carlos (Félix Gómez) está en trámites de adoptar un bebé junto a su novio; Goyito (Adam Jezierski) es un joven obsesionado con la informática y los videojuegos; Alicia (Carol Rovira) es una activista perroflauta; y Sandra (Norma Ruiz) vive por y para el ecologismo.

Los cuatro ven en su padre a un hombre anclado en el pasado, y Gregorio ve en sus vástagos el reflejo de un mundo que ya no es el que era, pero que deberá aprender a aceptar cuando las circunstancias se pongan en su contra. Un poco como pasa con la serie, que vive en una época que no le corresponde, pero sin la que no podría vivir.

La apuesta de Atresmedia con 'Señor, dame paciencia'

Desde el punto de vista meramente industrial, la serie de Señor, dame paciencia es hija de su tiempo. Por muy bien que le fuera a la versión original en cines, la concepción de esta adaptación televisiva solo se explica por la alta demanda de contenidos, la falta de ideas y la constante necesidad de mirar al pasado para rescatar títulos ya testados entre el gran público.

Tres pilares sobre los que se sustenta el audiovisual actual y de los que Atresmedia ha dado buena cuenta con Los Protegidos y Los hombres de Paco, dos series a las que decidió dar una continuidad años después de su final.

A diferencia de ambas, la serie de Señor, dame paciencia no es una secuela, sino más bien un reinicio. Pero por encima de todo, es la constatación de que Atresmedia no quiere dejar a nadie atrás en su exitosa apuesta por la ficción. Que su filosofía pasa por alumbrar producciones como Cardo y Veneno, llamadas a abrir nuevos caminos en la industria, y otras como Deudas y la que aquí nos ocupa, más destinadas a satisfacer al público de toda la vida. A ese que conecta más con lo de antes que con lo de ahora. Igual que Gregorio.

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