Crítica

'Usted está aquí' nos invita a pensar junto a un Gran Wyoming más allá de su personaje

El Gran Wyoming en 'Usted está aquí'

Paula Hergar

“Si alguna vez te has preguntado qué es España y dónde estás, El Gran Wyoming tiene la respuesta” dice David Trueba en el arranque de cada capítulo de Usted está aquí, el programa que estrena sus dos primeras entregas este domingo 24 en Atresplayer Premium, siendo el primero lanzado el mismo día en abierto en laSexta.

Con la producción de Globomedia (The Mediapro Studio), el cineasta y el televisivo se alían para reflexionar sobre nuestro país, sobre lo que significa ser un habitante de este y sentirlo desde todas las perspectivas posibles. A través de preguntas que lanzan al presentador en las universidades, de charlas con personalidades como Manuela Carmena, Migue Ríos, James Rhodes y Amaia, y visitas a algunos de los lugares más emblemáticos de nuestro territorio, llegan a conclusiones que convencerán más o menos, pero que logran aferrarse al pensamiento del espectador durante varios días.

Y aunque la propuesta de dos hombres hablando de política, humor, sexo, bares, religión o patria (durante seis capítulos) pueda parecer poco atractiva, la magia se la pone El Gran Wyoming. Porque demuestra que, como con el ilusionismo, creemos que no hay nada más allá de lo que vemos hasta que nos sorprenden. El presentador que entra a nuestras casas desde hace años con El Intermedio, también nos demuestra que hay mucho más cuando se quita los tirantes.

Como nos ocurre con España, cuando nos ponen ante ella sin banderas, sin mapas, “sin tirantes”...

Un país para pensarlo (despiertos)

Nuestra televisión nos demuestra que tenemos talento para la cocina, para la música, el deporte, incluso para la costura. Que somos capaces de debatir sobre política durante horas, sobre el corazoneo de los famosos, sobre futbol, crímenes y hasta realities. Pero pocas veces nos invita a mirar hacia adentro y pensarnos.

En Usted está aquí sitúan a Wyoming en el centro del escenario para opinar sobre cualquier tema y agitar nuestras mentes. A muchos no les gustará lo que escuchan, otros estarán totalmente de acuerdo y también encontraremos a indecisos, pero es imposible no activar la maquinaria intelectual ante sus respuestas.

Este es uno de esos programas en los que entras de una manera, pero sales de otra. No es televisión que adormece, es de esa que te despierta. Abre temas que creíamos cerrados en nuestro foro interno, para repensarlos mejor. Para, como mínimo, ponernos en duda y descubrir que podemos mejorar. Porque ser capaz de escuchar otras voces y aceptarlas, siempre es evolucionar.

No es El Gran Wyoming, es José Miguel Monzón

Usted está aquí nos sitúa en el mapa de un país (como territorio y como individuo) que creíamos conocer, pero nos da la oportunidad de volver a recorrerlo (a recorrernos) a través del prisma de José Miguel Monzón, que no El Gran Wyoming. No es un cualquiera, sino un hombre de 67 años, con estudios de medicina, experiencia periodística, un artista e intelectual capaz de hablar desde su experiencia y sus conocimientos.

Por si fuera poco, es alguien a quien hemos dejado entrar en nuestras casas desde 1984. Como un familiar más, pero de esos que son una caja de sorpresas. Porque creíamos que tenía ese humor de El Intermedio que cada noche vemos. Y no era así. De golpe le vemos paseando con una chupa de cuero y unos vaqueros negros, muy alejado de sus televisivos tirantes. Anda desgarbado, con otro ademán. Tiene vida fuera de ese plató y de esos guiones.

¡Qué alivio escucharle sin que lea un prompter! Lo escuchamos atajando el mansplaining de Trueba a una de las estudiantes que preguntan, haciéndolo con bromas propias, escuchando sus pensamientos reales, sacándolo de la actualidad, pensando a fuego lento pero descubriendo su humor rápido. Fuera de su personaje. Es Wyoming desencadenado.

Y ese es el gran acierto de Usted está aquí: escoger a un personaje al que creíamos conocer y redescubrirlo. En un perderse para encontrarse. En un reflejo de lo que podemos llegar a conocer de nosotros mismos si escuchamos, si preguntamos, si nos quitamos los tirantes, salimos fuera de “nuestro plató” para perdernos y dejamos que otros nos digan: Usted está aquí.

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