“Terranova”: entretenimiento familiar en el Cretácico

Terranova es un popurrí de topicazos: una típica familia americana huye de un futuro apocalíptico y va a parar a una colonia establecida en la era de los dinosaurios liderada por un veterano de guerra y amenazada por “los malos” que viven en la selva. Todos estos elementos, bien conjugados y con el toque de la varita mágica de Spielberg deberían haber supuesto uno de los éxitos del pasado año, pero no ha sido así.

La razón es que es muy familiar, demasiado. Es un producto altamente recomendable para padres que quieran introducir a sus hijos en el mundo de la ciencia-ficción. Para enganchar a los “peques” de la casa, los guionistas le han dado al protagonista de la serie, Jim Shannon, tres vástagos con los tres perfiles más típicos de niños de series, que te hacen pensar en ciertos instantes que estás volviendo a ver Los problemas crecen:

- Josh: el adolescente guaperas y rebelde que se mete en líos y choca continuamente con su padre.

- Maddy: la empollona hija perfecta que encuentra su primer amor.

- Zoe: la pequeña y adorable niña de la casa.

El problema de edulcorar la trama es que las posibilidades que tenía la ficción se diluyen. En un mundo dominado por dinosaurios, los momentos en los que atacan a los humanos quedan fuera de plano o se suavizan para no herir sensibilidades; los tiroteos entre bandos rivales, al hacerse con armas sónicas no letales, recuerdan más a los ineficientes intercambios de disparos del Equipo-A que a enfrentamientos entre comandos militares; además, Taylor, el mejor personaje de la serie, sanguinario veterano de “la guerra de Somalia”, tiene demasiados momentos “abuelo de Heidi” en la temporada.

Aún así, Terranova se deja ver, sobre todo cuando se ponen todas las cartas de la trama sobre la mesa, y pese a ser algo previsible el desenlace, apetece ver cómo se desarrollan los acontecimientos. El problema más importante de esta producción de la FOX es sin duda sus efectos especiales. Es el riesgo que corres cuando intentas recrear un mundo poblado por dinosaurios, si quieres que parezcan reales, la inversión por capítulo ha de ser del nivel de una súper-producción cinematográfica. Eso en Terranova no sucede y las animaciones no dan la talla. Mención especial merece el pez que pesca Jim a mitad de temporada, al que prácticamente se le distinguen los pixels.

La última entrega finaliza con un giro argumental (quizá el más típico de la historia de la ciencia-ficción) que deja abierta la puerta a una segunda temporada, la cual no está confirmado que vaya a ver la luz por los flojos datos de audiencia. Ojalá que en nuestro país funcione mejor, aunque lo va a tener difícil al enfrentarse en la misma franja horaria a ficciones consolidadas. Quisiera terminar con una petición para Spielberg si la FOX se decide a rodar una segunda tanda de capítulos: Steven, haz algo con los dinosaurios, queremos ver a los velocirraptores de Jurassic Park, no a Dino de Los Picapiedra.

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