Entrevista

Abril Zamora: “Que el personaje sea trans no es importante, que yo sea una showrunner trans sí”

Abril Zamora, en el Festival de San Sebastián

Laura García Higueras

“Hay que tener personajes LGTB alejados de tramas LGTB porque se está convirtiendo en un nicho”. Abril Zamora lo tiene claro, y por ello en su serie Todo lo otro apostó por una protagonista trans cuya historia no está marcada por el hecho de serlo. La convertida en la primera showrunner transexual de España estrena este domingo en HBO Max el sexto episodio de la serie que también protagoniza. Un título que se suma a su trayectoria tras crear y guionizar Señoras del (h)AMPA y escribir varios libretos de Élite. Como actriz, ha aparecido en otras ficciones como El desorden que dejas, La vida por delante y Vis a Vis.

Preguntamos a la polifacética artista por el “derecho a estar mal y triste”, la comentada voz en off que acompaña los episodios, el Día Internacional de la Violencia contra la Mujer -que se celebra este jueves 25 de noviembre- y la polémica suscitada en torno a intérpretes cis (personas cuya identidad de género es concordante con su género biológico) encarnando papeles trans: “Con un 90% de paro dentro de la transexualidad, es una pena que no te dejen ni hacer una prueba para que se lo den a un actor con peluca”, reivindica.

Si hay algo que marca a todos los personajes de Todo lo otro es una profunda sensación de desengaño, ¿por qué se nos engaña tanto sobre cómo va a ser nuestra vida?

Es una cuestión más de autoengaño que de desengaño general. No considero que se nos hayan prometido grandes cosas, sino que se nos han impuesto; sobre todo porque siempre se nos ha hecho compararnos con generaciones anteriores. Sin embargo, en 2021 ya no te puedes ver reflejada en ninguna previa porque todo son familias desestructuradas y no a todo el mundo le va súper bien.

El hecho de tener una casa o una familia ya no es símbolo de algo positivo. Somos una generación que siempre hemos proyectado el “tengo que ser así”, “tengo que llegar así” y cuando por el camino hemos ido desaprendiendo, nos hemos ido dando cuenta de que nuestros objetivos no eran tan importantes, o no eran tan fáciles de conseguir. Y por tanto, nos hemos dado un gran batacazo.

¿Entonces crees que estamos condenados a vivir frustrados y padecer ansiedad?

Tiene mucho que ver con los condicionantes externos. Quiero vivir sola y pagar las cosas que necesito, pero con el dinero que normalmente cobro y cómo están los alquileres, no me llega. En el ámbito personal es también muy difícil encontrar tu sitio. Y más cuando pasas de los treinta, que ya tienes una mochila bastante grande de manías, nos cuesta mucho crear vínculos y ceder en algunas cosas.

Al mismo tiempo, somos una generación, por lo menos los personajes que he querido contar en la serie, que aunque lo lleves todo un poco negro, nunca pierdes ese ápice esperanzador y optimista que hace que te mantengas en tu camino. Estamos en escucha constante de quiénes somos y de intentar ser mejor, aunque a veces sea complicado. Y eso es muy positivo.

En la serie has incorporado una voz en off que se ríe y ridiculiza la de la protagonista. ¿Qué querías representar?

Soy una persona que me boicoteo todo el rato, me destruyo constantemente y la voz en off es un reflejo de la voz interna que te machaca y te paraliza porque te hace sentir que no eres lo suficientemente buena. En muchos momentos me trato como si fuera la tonta, la fea y la inútil. ¿Es una cosa terrorífica? Sí. Pero muchas personas nos invalidamos a nosotras mismas a través de nuestra voz interior. Somos nuestros peores enemigos y enemigas en muchas ocasiones. No es una voz gratuita destructiva de “mira qué estúpida” sino que yo, lamentablemente y aunque suene duro, y le pasa a mucha gente; me trato de un modo un poco destructivo.

A la vez, lo hace desde un lugar gamberro, que hacía que nos acercáramos un poco más a la comedia en algunos puntos. Su discurso no es simplemente una cosa insultante u ofensiva, sino que a veces roza la comedia y nos venía muy bien. Además, no quería que fuera una historia naturalista y ya está; y tener una voz en off le da un halo de cuento. También era un derecho a réplica de las cosas que no vemos de los personajes, porque las están ocultando.

La voz en off es un reflejo de la voz interna que te machaca y te paraliza porque te hace sentir que no eres lo suficientemente buena

¿Se muestra poco en la ficción que las cosas pueden irnos mal y que decirlo en voz alta está bien? ¿Hay algo de reivindicativo en que lo hayas incorporado en 'Todo lo otro'?

Es que es súper importante. Hay un momento en que mi personaje dice “¿puedo tener por favor el derecho a equivocarme y a que me hagan daño?”. Reivindiquemos el derecho a estar mal, a estar tristes y a hablar de que las cosas no nos van bien. Estamos en una era en la que en redes sociales solo queremos proyectar “soy una persona de éxito” y no siempre es así. No pasa nada por reconocer que algo no te está yendo bien.

Anteriormente siempre me guardaba todas mis mierdas y conflictos, y me ha costado mucho poder verbalizarlos, aunque sea de vital ayuda. Hasta que de repente no vas a terapia y empiezas a hablar de las cosas, no normalizas que ser un poco fracasada en algunos proyectos no es algo tan sumamente terrorífico. Es una cosa normal dentro de tu propio recorrido e historia; y hay que transitar por ello para poder trabajarlo y mejorar.

En la serie, que el personaje el personaje de Dafne sea transexual no es algo que marque su trama. ¿Es el camino que debería seguir la ficción a la hora de incorporar personajes transexuales?

Sí. Un chico me escribió por Instagram que tenía muchos amigos heterosexuales cis que veían la serie y que no me imaginaba todo lo que se identificaban con mi personaje. Me pareció súper bonito porque no me había planteado que hay mucha gente que se está identificando con un personaje que es LGTB sin ser LGTB. Eso está normalizando mucho y la gente está entendiendo que otras historias son posibles. Que hay otras vidas diferentes a las suyas, que son igual de válidas y pasan por el mismo tipo de conflictos.

Es muy guay tener personajes LGTB alejados de tramas LGTB porque ya se está convirtiendo en un nicho. Si tienes un personaje gay en una serie, o es el mejor amigo de la chica y sirve para elegirle el vestuario y ya está, o tiene un conflicto con el VIH o no va a salir del armario. Son cosas que ya hemos visto, siguen pasando y es necesario hablar de ellas; pero como la ficción también es educación, hay que enseñar personajes normalizados en sus vidas donde sus tramas sean más fáciles de reconocer. Dafne está enamorada de su mejor amigo y le parece que su trabajo es una mierda. Ahí no es relevante que sea o no trans.

El siguiente paso dentro de la ficción es tener personajes LGTB alejados de temas LGTB. Eso sería la normalidad y mucho más rico. En mi vida no me planteo todo el rato el hecho de ser trans. Es relevante, pero como lo son otras características que tengo. También se me ha criticado el “cómo puede ser que Abril sea una persona trans y haga bromas sobre transexualidad en la serie”. Es que hay que normalizar las cosas, y a veces se hace a raíz de reírte de ellas, si lo haces con respeto. Me encanta reírme de mí misma por ser trans y por un montón de cosas. Eso normaliza. Pienso en ti por ejemplo. ¿Eres rubia, castaña? Que por teléfono no te veo [ríe].

Castaña.

Pues imagínate que toda tu trama en tu vida girara en torno a eso. “¿Sabes que hay una película sobre gente con el pelo castaño?”. O “vamos a un debate sobre la importancia de las castañas en el mundo”. Llega un momento en el que es aburrido. No es un rasgo ni que he elegido ni me he currado, sino que me ha venido de serie. Solo lo he llevado a cabo para poder ser feliz.

Hay que tener personajes LGTB alejados de tramas LGTB porque se está convirtiendo en un nicho

Esto me lleva a pensar si haré bien o no preguntándote por ser la primera showrunner transexual española…

Hay que hablar de ello porque sí es importante. Para mí que el personaje sea trans no es importante, pero que yo sea una showrunner trans sí que lo es. Cuando me llaman de medios o mesas redondas para hablar de transexualidad nunca voy porque no me considero una experta en el tema. Pero si me llaman para hablar de mi trabajo, yo misma meteré la baza para hablar de la transexualidad.

Aunque no crea en mí misma como referente, es guay que se hable de ello y es muy alentador para nuevas generaciones. Para que una niña de 12 años vea que existe esta posibilidad de que seas trans, te dediques a esto, puedas trabajar y luchar por lo que quieras. Es un dato al que no estamos acostumbradas pero esperamos que pronto sea algo más normal. Hasta entonces, es importante poder hablar de ello. Por eso no me ofende que en una entrevista sobre la serie se hable de este tema.

¿Qué opinas sobre la discriminación positiva a la hora de incorporar a personas, en tu caso trans por ejemplo, a proyectos?

Me he aprovechado un poco de ello, pero por ese mismo hecho. Es importante que se me vea. No sé si me llamas para tu empresa sólo para poder hacer el “check de la visibilidad” y “ser una empresa guay”. Me da igual el motivo que sea siempre y cuando lleves a una persona trans a tu evento para que esté ahí y la gente vea que somos personas normales como los demás. Porque si no nos enseñan, es como si no existiéramos. Y cuando no enseñas algo, parece que lo estás ocultando por ser oscuro, escabroso o conflictivo.

Quiero pensar que si me sale una serie como la que acabo de hacer, es porque realmente a HBO Max le gusta. Claro que es relevante que la protagonista sea trans y dice algo muy positivo de ellos como plataforma, pero no creo que me haya dado tantos puntos a la hora de llevar el proyecto a cabo. Porque eso es efímero y se agota después de la primera reunión.

De cara a los casting, esta semana Eddie Redmayne ha reconocido que fue un error protagonizar la película La chica danesa, en la que encarnó a una mujer trans. ¿Hay algo más de conciencia sobre este tema?

Depende del actor. Hay muchísimo paro en el sector. Si eres un actor sin trabajo y te ofrecen este personaje, no es tu culpa que lo cojas sino de la productora que lo acepta, el director que lo propone y piensan que es beneficioso para el proyecto. A lo mejor piensas que no es tan moralmente complicado aceptarlo porque necesitas el dinero. Eso lo entiendo.

Pero cuando eres un actor con muchísimo recorrido y puedes elegir los trabajos, es un poco raro. Ha llegado un momento en el que la lucha LGTB ya no forma parte solo del colectivo, sino que lo que necesitamos es a los aliados, heteros cis y demás para que luchen de nuestro lado. Si me ofrecieran un proyecto en el que hay algo que va en contra de mi pensamiento, por ejemplo una historia con un tinte muy machista, en este momento diría que no. Hace falta que la gente se vaya plantando, siempre y cuando tengan el poder para hacerlo.

Llegará un momento, ojalá, dentro de una utopía, donde dará igual. Podrás ser una chica cis y hacer de trans y una trans y hacer de cis. Pero como hay un 90% de paro dentro de la transexualidad, si solo hay un personaje trans al año y es la única posibilidad que tienes para que te llamen para un personaje, porque nunca todavía te van a dar un personaje cis; es una pena que no te dejen ni hacer la prueba para que se lo den o a un actor con una peluca o a una actriz cis.

Mientras tanto ley trans sigue sin llegar a España, ¿hasta qué punto es un problema y desde qué punto lo estás viviendo?

Desde un lugar muy aterrador. Por mucho que la gente diga que todo va hacia adelante, no va hacia adelante. En la práctica es algo súper complicado y lento. Hice la fase legal hace tiempo y me obligaron a estar dos años en tratamiento hormonal para poder tener mi DNI. Los seguí, pero hay gente que no quiere seguirlo; bien porque le parece agresivo para su cuerpo, tiene un problema en el hígado o porque por pasarlo no vas a ser más mujer u hombre. Era injusto cómo estaba hecho para que pudiéramos pasar por ese aro tan sumamente absurdo. Sobre todo porque nadie va a cambiar su género como un capricho.

Queda muchísimo trabajo por hacer. Este año ha habido problemas con el desabastecimiento de las hormonas. Para mí fue una tragedia. He seguido siempre mi tratamiento con la seguridad social y no he tenido nunca ningún problema. Pero de pronto, fui a buscar mis pastillas al médico y habían dejado de fabricarlas. Las necesito porque mi cuerpo no genera hormonas, y tanto física como psicológicamente me podía generar muchos conflictos de salud. Hay mucha desinformación, fui a endocrinos privados, nadie sabía lo que me tenían que recetar. Me sentí muy desangelada y desprotegida. Tuve que tirar de un amigo para poder resolverlo, pero no todo el mundo tiene el mismo privilegio. Por eso me pareció tan terrible. Lo más doloroso es que llamara donde llamara nadie en ningún momento me dijo “¿cómo estás?”.

Este jueves se “celebra” el Día Internacional de la Violencia contra la Mujer, ¿se puede desde la ficción ayudar también a concienciar sobre su gravedad y más ahora por el auge de la extrema derecha al que estamos asistiendo?

Con este auge espantoso de la extrema derecha que estamos viviendo la violencia está a la orden del día y da muchísimo miedo en todos los aspectos. Ya no solo hacia las mujeres, sino también al colectivo LGTB. Y hacia cualquiera. Siempre han pasado estas cosas y a veces hemos mirado hacia otro lado, pero ha llegado el momento de ponerlo encima de la mesa para que la gente esté muy concienciada al respecto.

Desde los medios y el audiovisual tenemos que enseñar este tipo de realidades para que la gente vea que no es algo tan alejado. No es “vaya, he leído una noticia de que han pegado a una mujer o han tirado a una chica transexual por un muro”. Nos puede pasar a todos. Hemos llegado a un punto en el que no me siento protegida en la ciudad en la que estoy, y eso hace unos años no me pasaba. Ahora estoy mucho más alerta todo el rato. Es terrible y no sé cuál es la labor que tenemos que hacer desde la ficción, pero algo hay que hacer.

El cambio ha sido muy grande y desalentador.

No lo hablo mucho, pero viví una transición muy tarde, con 35 años. Llevo viviendo como una mujer socialmente desde hace muy poco. No te imaginas lo difícil que es sentir ese miedo cuando eres una mujer a cuando no lo eres. Simplemente cómo te entra un hombre en una discoteca, cómo te sientes desprotegida hacia situaciones tan cotidianas. No es que antes cuando viviera socialmente como un chico banalizara esto, en absoluto, pero no me he dado cuenta de la gravedad del asunto hasta que no he tenido que transitar por él de un modo directo. Nunca me ha pasado nada terrible pero siento mucho más miedo ahora.

Con el auge espantoso de la extrema derecha la violencia está a la orden del día

¿Esto es algo que te plantearas antes de hacer la transición? ¿Te dio miedo perder el privilegio del hombre por mostrarte como la mujer que eres?

No me lo planteé pero porque no me planteo como mujer sino como persona trans. Cuando empiezas la transición, estás en un momento de tierra de nadie. Donde socialmente la gente te hace sentir cosas muy negativas, pero no solo por el hecho de ser una mujer, sino por el hecho de ser una persona trans, que tiene un peso más negativo todavía que el hecho de ser mujer. Cuando ya estuve mucho más normalizada fue cuando empecé a sentir, ya no solo como persona trans, sino como mujer, todos esos peligros e incomodidad en muchos aspectos de mi propia vida. El ir caminando sola por la calle por la noche y ese tipo de cosas a mí antes me daban exactamente igual.

Antes de vivir socialmente como una mujer me sentía mucho más segura y protegida, pero nunca me paralizó a la hora de tomar la decisión de hacer transición. Entonces pensé que nadie me querría, que me costaría mucho encajar y que nadie me daría trabajo. Pero me dio igual, porque en la balanza para mí era muchísimo más importante mostrarme al mundo como quien soy. Luego no ha tenido nada que ver con eso, pero antes de dar este paso te pones en todas las peores opciones porque da vértigo.

Llega un momento en el que no puedes sentir que estás desperdiciando tu vida solo para encajar en lo que te han impuesto que tienes que ser. La parte más bonita de esto es mostrarte frente al mundo y a tu familia como lo que eres. Siempre digo que si ahora se me cayera una fachada en la cabeza, me moriría tranquila porque sé que mi madre y mi entorno saben quién soy, y eso no tiene precio. Esto que yo estoy mostrando ahora es la que creo que es mi mejor versión. Me queda mucho trabajo conmigo misma pero estoy en el camino de querer mostrarte a ti o a cualquiera quién soy en realidad. Y es muy fácil empatizar con eso seas trans, cis o lo que sea.

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