Entrevista

Aitor Gabilondo, el guionista que se hizo productor para ganarse el respeto: “Intentamos joder las ideas al espectador”

“Yo me hice productor para ganarme el respeto como guionista”. Aitor Gabilondo (San Sebastián, 1972) habla tan claro como escribe y produce, sin importarle que sea para reflejar asuntos complicados en sus series, ya que reconoce que “hacer entretenimiento con este tipo de temáticas es difícil, pero es lo que nos gusta”. Acaba de demostrarlo en Entrevías, poco antes lo hizo en Vivir sin permiso, y en no mucho tiempo lo hará también con Escándalo, relato de una obsesión, la nueva serie de Mediaset.

Pero esta vez será distinto, como ya pasó en Entrevías. Y es que en esta nueva ficción protagonizada por Alexandra Jiménez, que interpreta a una mujer con muchos traumas y desesperada que intenta suicidarse y acaba enamorándose de forma obsesiva de su salvador, un chaval de 15 años encarnado por Fernando Líndez, Gabilondo ejerce como productor a través de Alea Media -su productora participada por Mediaset- y le otorga todo el poder a Aurora Guerra: “La voluntad es incorporar a autores, a creadores diferentes, que puedan contar sus historias a su manera”.

Un modelo que le mantiene en el éxito desde hace años, y que le permite el lujo de presentar dos proyectos para dos cadenas distintas en la misma semana. La siguiente charla la tuvo con los periodistas el martes en Dénia, durante el rodaje de su nueva serie para Mediaset. Dos días después, el jueves, presentaba Los Borbones: una familia real, la docuserie sobre la Familia Real española que ha desarrollado junto a Ana Pastor para Atresmedia. Y fue igual de claro: “El emérito es el Lance Armstrong de la monarquía. Tramposo y mentiroso”.

Sin pelos en la lengua, con la experiencia que le aportan dos décadas como guionista y ahora también como productor, Aitor Gabilondo analiza el cambio de paradigma que ha habido con los creadores de series, la inagotable “burbuja de la ficción” y sus inconvenientes, y las distintas necesidades y exigencias de la televisión en abierto respecto a las plataformas: “La televisión en abierto necesita mucho público, no tan poco como se pueden permitir las plataformas”.

Con esta serie has cedido un poco el testigo, le has dado todo el poder a Aurora Guerra.

Sí sí, ¡esto para Aurora! Pero también con otras, con Entrevías por ejemplo. Yo ya voy soltando lastre, estoy con la correa de ocho metros, para liberarme [ríe]. La verdad es que estamos creciendo mucho en Alea y ya no hay horas, ni días, ni nada. La voluntad es incorporar a autores, a creadores diferentes en la productora, que puedan contar sus historias a su manera. Y esa es la idea de que esté Aurora, de que esté David Bermejo en Entrevías, y otros que espero que vayan saliendo. Así yo me centro en contar las mías, que si no no tengo tiempo, y me voy haciendo mayor [ríe].

¿Por qué apostar por series, o por historias, que a priori diríamos que son más difíciles que algo más ameno o menos conflictivo?

Porque tengan un carácter tan marcado. Hay tantas series ahora, no sé ni cuántas hay, que llamar la atención, distinguirte de alguna manera, cada vez es más difícil. Que tenga cierta relevancia, aunque tampoco hacemos alta literatura. Pero que tenga cierta relevancia, cierta importancia, que genere conversación de algún tipo, pues es cada vez más difícil. Y buscamos eso, esa historia. Nosotros nos fijamos mucho en la realidad, porque tenemos esa tradición de siempre intentar extraer algo de lo que ocurre. Y esta historia de de Aurora me llamó la atención precisamente por eso, por esa mujer que a mi modo de ver es una serie muy violenta, porque creo que es una mujer que se violenta a sí misma. De alguna manera la violencia que ha recibido la devuelve contra sí misma. Más allá de la peripecia con el chico joven, pone en crisis a sí misma toda su vida... Todo. Es como si fuera un autocastigo muy intenso. Y eso es lo que me llamó la atención. Y que Aurora tenía muchas ganas de contar esa historia, y le da unos matices que yo voy aprendiendo, porque yo no hubiera sabido verlo así en esa historia.

¿A la hora de hablar con Mediaset y venderles la historia, aprovechasteis el estado de la ficción en abierto, y en concreto de los dramas turcos?

Pues la verdad es que no. Yo no, desde luego no he visto nunca una serie turca. Creo que igual es que está en el aire y lo absorbemos sin saber, pero no lo hicimos así. Fue la historia la que nos atrajo, esta cosa de una mujer que intenta suicidarse y es rescatada. Y luego, para mí, la historia va de que se va suicidando luego lentamente. Hombre, siempre es el punto de partida, como muy intenso todo. Pero no, en relación a esas series la verdad es que no lo sé.

¿Quizás se asemeje a las turcas en que hablan de problemas de la calle? Aurora incide mucho en hablar desde las tripas, y aquí habla de una mujer en una crisis de suicidio, en Vivir sin permiso hablabais del Alzheimer, en Entrevías de la relación del abuelo con la nieta. ¿Sigues haciendo series para el público en abierto?

Exactamente. Es como mi bagaje. Llevo un montón de años haciendo eso, y creo que este tipo de ficciones permiten pillar las problemáticas que hay en la sociedad y convertirlas en un espectáculo, en un entretenimiento, pero con cierto poso. Nosotros no hacemos periodismo, pero tomamos esas historias que están ahí flotando y las convertimos, les damos un envoltorio de entretenimiento para que sea más masticable y llegue una realidad: del fachilla de Entrevías, a esta mujer, o el Alzheimer... Es complicado, porque hacer un entretenimiento con este tipo de temáticas es difícil. Pero es lo que nos gusta y lo que siempre intentamos hacer, sin irnos más a lo cómico. Es un poco de donde venimos.

Para mí sólo hay dos tipos de personajes: los normales haciendo cosas extraordinarias, o los extraordinarios haciendo cosas normales

Si pudieras decidir con un chasquido de dedos, ¿qué sentimiento querrías que tuviera el espectador con 'Escándalo, relato de una obsesión'?

Pues a mí me gustaría que empatizaran con esta mujer tan desequilibrada y tan desestabilizada emocionalmente y cómo intenta flotar en la vida. No sé cómo decirlo, quizás cierta “compasión”, por dónde te arrastran a veces las situaciones. Creo que es eso, un puñetazo en el estómago. Porque es fácil juzgar a una chica, a una mujer, que se va con un jovencito, pero bueno, luego se va desplegando, que es lo que te permite una miniserie, vas desplegando el personaje y entiendes a los personajes un poco extremos. Yo creo que es importante. Al final, para mí sólo hay dos tipos de personajes: los normales haciendo cosas extraordinarias, o los extraordinarios haciendo cosas normales. Nosotros intentamos poner a una persona normal en una situación extraordinaria.

¿Va a haber que pedirle “paciencia” al espectador? Porque puede ser una serie en la que se prejuzgue directamente a su protagonista.

Va a depender mucho de qué espectador sea el que lo está mirando. Qué mirada más machista o menos machista tenga, más prejuiciosa o menos prejuiciosa... Esas son las cosas que a mí me interesan, sobre todo ahora que todo se polariza instantáneamente. Nosotros lo que intentamos es joderle las ideas al espectador, irle provocando. En Entrevías un facha, pero al verle dices “igual yo a veces también pienso eso, a ver si voy a ser yo también un poco facha”. Es un poco intentar provocar emociones y descolocar, no darle la razón al espectador. Escribir para contentar, o para hooligans, o para fans, o para molar en la industria es una cagada de la hostia. Hay que contar historias que remuevan, o al menos es lo que nosotros intentamos, no contentar. Pero es difícil, porque enseguida te clasifican.

Escribir para contentar, o para hooligans, o para fans, o para molar en la industria, es una cagada de la hostia

¿Costó convencer a Arantxa Écija [directora de programas de ficción] y a Paolo Vasile?

No, a Arantxa nada. Arantxa la vio instantáneamente, y de hecho fue una gran valedora del proyecto dentro de la cadena. No fue difícil.

¿Si esta serie fuese para alguna plataforma, se rodaría de una manera distinta, o se podría plantear de la misma manera?

Rodarse se rodaría igual, con más dinero y más tiempo [ríe], pero es lo mismo. Lo que ocurre es que la televisión en abierto tiene unas exigencias, tienen más enemigos, de alguna manera. No hay una voluntad, como hay en una plataforma que sólo hace series. Si tú entras en una plataforma, ya vas buscando una serie. En la televisión en abierto, y cada vez más, tienes que lanzar el anzuelo e intentar pescar al espectador. Yo siempre digo que es como la voz del anfitrión: la televisión abierto es “ven, ven que aquí hay una fiesta, que te va a molar la fiesta”, y en las plataformas ya sabes que vas a una fiesta. En la televisión en abierto es complicado captar al público, y además necesitan mucho público, no tan poco como se pueden permitir las plataformas. Y es difícil. Pero el trabajo es el mismo, es el planteamiento de la historia.

¿Y las historias se pueden contar igual, no hay que autocensurarse en algunos puntos?

No. Yo creo que las censuras de verdad no están ya en este tipo de ficciones. Casi todo tipo de historias se cuentan en plataformas. Habría mucho que hablar de cuáles son los verdaderos tabúes de la sociedad, de los que no se habla. Pero ya no son el sexo, ni la violencia... son otros.

En la televisión en abierto es complicado captar al público, y además necesitan mucho público, no tan poco como se pueden permitir las plataformas

¿Con Entrevías habéis visto un poco que la gente ha vuelto a acostumbrarse a esperar una semana a ver el capítulo?

Mira, cada vez que hay un éxito se sacan como 200 teorías que no valen para nada. Luego hay dos hostias dentro de un mes, y ya “espejismo” y tal. Yo creo que a veces cuela, y a veces no cuela. Es que está lleno de salvedades. Entrevías ha funcionado, y estamos muy contentos. No sé a qué se debe exactamente. Sí es importante que la primera ventana sea el abierto, pero ahora está funcionando en Netflix también. Yo qué sé, no sé [ríe]. No tengo ni idea, me encantaría sacarme ahí una teoría súper guay, para patentarla y revenderla luego, pero la verdad es que no lo sé.

¿Cómo has notado el cambio en la autoría? Porque antes perdíais prácticamente todos los derechos.

Hasta los humanos [ríe].

Lo decimos porque las plataformas parece que os están dando más margen. ¿Cómo has vivido tú este cambio de la autoría, y cómo está ahora en tu caso particular?

Ha cambiado. En cinco años ha cambiado, y yo lo he dicho y lo repito: Yo me hice productor para ganarme el respeto como guionista. Y es así. Tienes que ir picando piedra, pero ha cambiado completamente. Ahora la autoría, o el escritor, o los escritores, son valorados. Y además no sólo son valorados por las plataformas o las cadenas de televisión, sino que también por los actores, por los directores. Que Aurora [creadora] este aquí, ayuda a Alejandra [directora]. Que esté permanentemente en contacto ayuda a Alejandra, y por lo tanto ayuda al proyecto. En ese sentido es más parecido al teatro, donde el autor teatral tiene una posición, y se le escucha y se le atiende.

¿Ya no tanta gente “mete mano” en las series?

No, ahora se respeta. Creo que hemos pasado del desprecio... es que yo estuve 16 años sólo de guionista, como un guionista de aquí de toda la vida que tú mandabas el guion, y ya hasta que lo veías en la tele. Esa era toda la interacción que había con la productora, y no tenías ninguna opinión ni sobre el casting ni sobre absolutamente nada. Eso fue así. Después, poco a poco, ha cambiado el paradigma, por supuesto primero en Estados Unidos y en Reino Unido, y después ya ha ido llegando aquí; y que alguien se haga cargo de la historia se valora, y además se confía en que la serie va a ser mejor, porque eres el primero que ve la historia, el que tiene todos los matices y no se van perdiendo capas de transmisión. Y eso es fantástico, y en eso lo estamos valorando.

Luego es verdad que hay otra parte, que es cómo fagocitan las plataformas o las cadenas con su marca todo lo que hay dentro, que eso también es verdad. Porque al final ellos venden su marca, y esto de cara a la visibilidad o a los medios de comunicación puede que sea así. No es exactamente mi caso, la verdad, porque me sacan fotos y todo. Pero dentro de la industria, y dentro de las plataformas, te respetan. Eso sí es verdad, te hacen caso. Puedes opinar sobre el casting, puedes opinar sobre los demás, y te valoran. Luego tiene una contrapartida, porque claro, te tienes que responsabilizar de la historia. Ya no puedes decir “me has jodido la serie”, porque la has jodido tú.

Yo me hice productor para ganarme el respeto como guionista

Cada semana se estrenan más de 10 series, y en 2021 se lanzaron más de 600. Cuando empezó el boom de las plataformas todos los profesionales lo valorabais bien porque habría más trabajo, pero ¿empieza a ser un poco contraproducente tanta burbuja, al no saber qué elegir?

Para mí sí. Para mí lo que pasa es que va tan rápido que ya no se valora. Me recuerda a cuando vas a una librería, llegan las novedades. y hay 20 títulos. La semana siguiente 20 títulos encima, la siguiente otros 20, y a la siguiente ya son 80. Es que en un mes ya han desaparecido. Y es tanto esfuerzo, tanto trabajo... y no sólo eso, es que tú quieres comunicar algo, y quedas como sepultado, y eso puede llevar a tener que hacer piruetas extrañas de marketing para llamar la atención. Así que para mí sí, yo creo que un poquito de contención nos vendría bien a todos. Y lo digo un poco en general, en la vida. Hay tanta compulsividad, tanta bulimia de consumo, que es un poco agotador y no puedes seguir. Tú te pasas seis u ocho meses currando, la ponen, y en un fin de semana... adiós.

¿Por eso también se agradece que Entrevías haya estado 16 semanas seguidas?

Es que luego la gente que no está en este sector, vive, y hace más cosas en la vida que ver series de televisión [ríe]. Entonces no se entera al instante. Igual lleva un mes y no se han enterado. Que haya un poco de normalidad yo creo que es bueno. Lo que pasa es que claro, el dinero es el dinero, y ha habido como ofertas de lanzamiento de todas las plataformas para captar, captar, captar... pero bueno, yo creo que se irá regularizando todo, porque pierdes al final las ganas de tanta cosa. Hay demasiada comida, y entonces te acabas empachando.

¿Cuánto pesa ahora la promoción boca a boca, la recomendación?

Yo creo que sí pesa. Los periodistas, todas esas personas que han ido floreciendo a la vez que la series -porque antes había uno que mandaba un periódico, y ahora hay mogollón- sí que han ido generando como una comunidad que os sigue, en la que influís señalando esta serie o esta otra serie. Y ese boca a boca sí funciona, creo yo.

¿Te buscas en redes sociales, o buscas tus series en redes sociales, para ver críticas?

No, ya me las mandan sin buscarlas. Tampoco soy masoquista [ríe].

¿Por ejemplo te han mandado que Entrevías está triunfando en Netflix a nivel mundial?

Sí, que está cuarta o no sé qué en Estados Unidos. Lo que pasa es que no lo sé valorar del todo, porque no sé si son 150 personas, o más gente. O sea, sí me ha que ha ido bien, pero no se valorarlo del todo. Hombre, supongo que estará bien si está número uno en España también. Y eso que yo pensaba: bueno, ya la habrá visto todo el mundo. Pero no. Por ejemplo hay gente que se espera para verla sin anuncios. Mi hermana, por ejemplo [ríe].

¿Qué te parece el nombre en inglés, que es 'Wrong side of the trucks'?

Un poco raro, ¿no? Yo lo he visto a la vez que vosotros. Igual ahora se mosquean en Entrevías por haber cambiado el título.