Entrevista

Anna R. Costa: “Me dijeron que hacer 'Fácil' con actrices con discapacidad intelectual era imposible”

El lanzamiento de Fácil en Movistar Plus+ no ha podido ser más pertinente. La adaptación de Lectura fácil de Cristina Morales, Premio Nacional de Narrativa 2019, nos llegaba el 1 de diciembre, con una mínima diferencia con una efemérides clave, la del 3 de diciembre, Día Internacional de las Personas con Discapacidad.

Se trata de una jornada para reivindicar la inclusión real en la sociedad, algo que precisamente aborda la historia versionada para televisión por Anna R. Costa: la de cuatro mujeres con diversidad funcional que tratan de vivir una vida independiente y plena en un mundo que no cuenta con ellas y que aun así les impone sus normas.

Con esas mismas normas ha tenido que lidiar la directora y guionista de la serie. Costa, que reconoce que la experiencia ha sido “complicadísima” ya que “no sabes ni siquiera cómo ven el mundo”, explica con claridad cómo hubo que adaptar la producción para poder adecuarse “ nivel de tiempos y de dinero” en la industria. La creativa reconoce que “sabía que con discapacidad intelectual era imposible”; eso le habían explicado los asesores con los que trabajó para desarrollar el proyecto y llevarlo a buen término, un proceso largo que exigía avances sobre la marcha.

Optamos como solución que hubiese una persona con discapacidad física, otra que se acercase muchísimo, y dos que fuesen actrices que pudiesen interpretar una discapacidad. Esa fue la apuesta. Y luego, que en el entorno hubiera personas con discapacidad real”, cuenta a verTele, sobre el rodaje, donde destaca la presencia de Anna Marchessi, en su debut en una ficción.

“Fue muy bonito que todas nos sentimos acompañadas en la vulnerabilidad tanto escribiendo como actuando, estábamos en el alambre”, destaca Costa sobre el proceso, que también le ha servido para poder abundar en la representación del deseo femenino, que “nunca se ha contemplado ni se ha hablado sobre él en la ficción”. Y, en general, de la proyección de esa mirada femenina, algo que sintetiza a partir de esta misma experiencia: “El tiempo que me queda voy a utilizar mi voz, sea la que sea, y voy a reivindicar que puedo manejarme a mí misma igual que las mujeres con discapacidad tienen un grado de discapacidad y muchas capacidades. A las mujeres se nos ha tratado siempre así”.

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¿Cómo ha sido el proceso de escribir personajes con discapacidad?

Complicadísimo, porque yo no tengo discapacidad. De entrada, no sabes ni siquiera cómo ven el mundo. Una cosa es plantear una situación en el guion y otra es en qué se fijan ellas, qué les está pasando. Fue muy difícil porque tenía la intuición de que les interesan aspectos distintos de lo evidente. Nosotros estamos muy mediatizados por todo, las normas, las leyes, la sociedad. Pero una persona que ya vive al margen tiene otra visión. Entrar en esas visiones, y en cinco distintas y llegar a un lugar donde me sintiese cómoda escribiendo desde la diferencia de cada una fue muy complejo.

Una vez los personajes estuvieron escritos, ¿cómo fue el proceso de casting? ¿Cómo valoraste que hubiera o no intérpretes con discapacidad?

Tuvimos que ajustar el porcentaje de que hubiese una actriz con discapacidad, que no podía ser intelectual porque entonces la producción tiene que ser otra a nivel de tiempos y de dinero. Pero a Anna Marchessi fue verla y comprobar que podía hacerlo, que tenía un encanto súper especial. Era lo primero que hacía como actriz y aun así fue maravillosa. Se preparó su personaje con una coach súper entendida en discapacidad. Para Coria también era su primer papel. Ella tiene la grandeza de interpretar algo que no parece impostado. Cuando vi su prueba creía que tenía discapacidad y tuve clarísimo que tenía que ser ella.

Natalia y Anna me han sorprendido todavía más. Anna tuvo que quitarse su capa de simpatía y de brillo, no podía sonreír en toda la serie. Fue como quitarle a Nadia Comaneci sus piernas. Es una bestia, y a Natalia no sé qué adjetivo ponerle. En el segundo capítulo desaparece y solo vemos a Marga. Fue muy bonito que todas nos sentimos acompañadas en la vulnerabilidad tanto escribiendo como actuando, estábamos en el alambre. Fue arriesgado, bonito, atrevido, punky. Es súper sincero.

Si quieres gente con discapacidad intelectual, se puede hacer, pero tiene que ser otro proyecto. Que tú les cuentes la situación y ellos lo digan a su manera. Y esa no es mi naturaleza como artista. Quería que se dijese eso que yo quería decir

Antes de empezar la producción, ¿sabías que no podrías contar con actrices con discapacidad intelectual o fue algo que se te impuso al llegar a la productora?

No, sabía que con discapacidad intelectual era imposible. No porque lo dijese yo, sino porque me lo habían dicho asesores. Si quieres gente con discapacidad intelectual, se puede hacer, pero tiene que ser otro proyecto. Que tú les cuentes la situación y ellos lo digan a su manera. Y esa no es mi naturaleza como artista. Quería que se dijese eso que yo quería decir. Optamos como solución que hubiese una persona con discapacidad física, otra que se acercase muchísimo, y dos que fuesen actrices que pudiesen interpretar una discapacidad. Esa fue la apuesta. Y luego, que en el entorno hubiera personas con discapacidad real. 

¿La decisión fue conjunta con Movistar Plus+?

No. Se fue elaborando a medida que fuimos avanzando. Piensa que es un proyecto en el que no se me aseguró al 100% que iríamos a rodar con el contrato de desarrollo. El rodaje no se aprobó hasta que hubo una quinta versión de guion. Fue largo. Lo de las actrices se fue aclarando conforme nos fuimos acercando al rodaje.

Con Fácil has conseguido "colarle" a Movistar Plus+ un proyecto que se sale de la línea de su catálogo, mucho más arriesgado.

Vida perfecta también arriesgaba bastante, la disfruté mucho. Sí es cierto que esta es punky. Ofrecí Fácil a Movistar porque ellos me dijeron: “Ana, ¿qué es lo próximo que quieres hacer?”. Les dije que esto, respondieron que no les encajaba y les dije que fuéramos probando a ver que tal. Ahora veo que en Netflix no se hubiese podido hacer, que en España Movistar Plus+ es realmente el único hueco que tiene. HBO estrena a la vez en Latinoamérica y espero que más adelante se pueda ver también en el extranjero.

La serie muestra a personas con discapacidad intelectual enamorándose, deseando y explorando su sexualidad. Algo que rara vez vemos en pantalla. ¿Cómo planteaste plasmarlo?

Ahí no está solo la discapacidad, están también las mujeres, porque el deseo femenino nunca se ha contemplado ni se ha hablado sobre él en la ficción. La mujer siempre ha sido objeto de deseo, y objeto del deseo masculino. Parece que estamos ahí para dar un placer concreto y que lo nuestro no cuenta. En Fácil hay una reivindicación sobre lo que significa gustar, amar y el sexo en ambos lados, sin límites. ¿Por qué no es lícita una relación como la de un chico sin discapacidad con una chica con discapacidad? ¿Quién ha dicho que ahí hay una barrera? Pues sí, la hay y la pone la sociedad, que está llena de prejuicios. Se ve en los propios personajes de la serie. El padre del chico se siente muy incómodo porque su hijo se relacione con una chica con discapacidad. La institución penaliza a Marga de todas las maneras posibles. Ahí hay una apuesta por la libertad en mayúsculas.

Las protagonistas tienen discapacidad intelectual, pero la opresión que sufren es extensible a las que no las tienen. Permite darte cuenta de que esa no es solo su realidad.

Haciendo este proyecto me he dado cuenta de que yo he estado tutelada. Todas lo hemos estado. Me he visto escribiendo guiones y dándome notas de: “No, esto tiene que ser más masculino”. “Tú imita escribiendo a un hombre y ya verás”. Alguno se escandaliza, pero es una realidad que hemos vivido muchas. He visto cómo se ha utilizado mi talento, mi trabajo, mi cuerpo para ofrecer hijos al mundo. Ahora, lo que yo tenga, lo quiero manejar desde mi, porque creo que tengo algo que contar. Y si se me da la oportunidad, lo voy a hacer. Ya no voy a estar más tutelada. Se me ha tratado como a una mujer discapacitada.

El tiempo que me queda voy a utilizar mi voz, sea la que sea, y voy a reivindicar que puedo manejarme a mí misma igual que las mujeres con discapacidad tienen un grado de discapacidad y muchas capacidades. A las mujeres se nos ha tratado siempre así. Tú eres madre, cuidas de tus hijos y por tanto no vales para nada más. Mentira, ¿quién ha dicho eso? Ahora siento que he sido una mujer que he tenido hijos, los he cuidado, los he criado bastante sola y a la vez he tenido que construirme una carrera luchando con elementos terribles que estaban en mi propia casa a veces. He sido una mujer tachada de discapacitada.

Qué revelación tan poderosa.

Hice click haciendo este proyecto. Siempre he tenido siempre gente a mi alrededor diciéndome cómo y cuándo tenía que hacer las cosas. Basta. Se acabó. Sea lo que sea, voy a ser así. Estamos constreñidos y nos hemos creído unas normas que nos restan. Eso es lo que me ha hecho ver Fácil. Y ese es el mensaje de la serie. Es fácil que tú como persona no discapacitada le facilites a la persona que lo tiene un poco más difícil. Porque no tiene por qué integrarse. Somos nosotros los que como sociedad les hemos desplazado a los márgenes para hacerles creer que estar en el centro es algo que te tienes que ganar. Eso es exactamente lo que nos ha pasado a las mujeres. Lo he visto tan claro que es apabullante.

La serie no es tan crítica con la institución como la novela. ¿Cómo planteaste su representación?

Tenía claro que las instituciones las llevan personas, en su mayoría mujeres, que en su mayoría han pasado por muchísimos desprecios. Trabajan en una institución que en ocasiones maneja y en ocasiones ayuda a las personas con discapacidad. Sí es cierto que lo que hacen la mayoría de las instituciones es limitarse a cumplir la normativa y muy pocas a luchar por los derechos de las personas con discapacidad. La mayoría que lo hacen son mujeres y yo no iba a crear a un grupo de mujeres malas. A veces se cansan y se ponen del lado de la normativa por agotamiento, pero todavía las hay que se dejan la piel, pese a lo que diga Cristina Morales y su novela. Es un mundo muy hermético y constreñido. Hay una violencia institucional muy bestia que casi no tiene que ver con las personas.

¿Qué margen de maniobra hay para sortearla?

Dejarnos manipular lo mínimo y hacer una apuesta que tiene que pasar por las mujeres. Los hombres nunca se han planteado que lo que puede cambiarlo todo es lo humano. La apuesta radical no es la de la radicalidad, es lo humano porque son los valores que nos van a hacer sostenernos como sociedad. Porque si nos deshumanizamos, no hay nada que hacer. Vamos derechos hacia el individualismo, a la violencia. Hay una violación del sistema tan bestia. Lo único que veo como salvación es agarrarnos a la que nos diferencia de los hombres, del salvajismo. De te mato para comerte, te mato para violarte. Si no nos agarramos a los valores, que son básicamente femeninos, vamos muy mal como sociedad.

He estado muchísimo tiempo en la sombra trabajando para otros, tapada. Pero si he resistido, ahora no me va a callar nadie

¿Pero nos van a dejar?

No, pero si aguantamos... Yo por he ejemplo he estado muchísimo tiempo en la sombra trabajando para otros, tapada. Pero si he resistido, ahora no me va a callar nadie. Y eso es lo que creo que tenemos que hacer todas. Siempre y cuando hagamos una apuesta radical por lo política, social y familiarmente humano. Porque si no, qué vamos a hacer. ¿Seguir practicando las guerras que destruyen el mundo? Eso es cosa de hombres. No me subo a ese barco.

Dentro de la industria audiovisual, ¿existe espacio para que salgan adelante más proyectos como Fácil?

Desde hace unos años hay una maquinaria de engranaje de producción tan bestia que ahora podría entrar casi cualquier cosa. Pero entrar no es el problema, es mantenerse. Las mujeres estamos todavía en un estamento de moda, de moneda de cambio. Ojalá se mantenga esta productividad para que se pueda asentar. Pero todavía estamos en una cuestión precipitada. Solo cuando esté asentado podré decirte que estamos en el buen camino. Por ahora estamos en una brecha de moda.