Entrevista

Claudia Salas y Elisabet Casanovas: “Hoy en día estamos lejos de esa conciencia colectiva de La Ruta”

Desde el pasado mes de noviembre, tanto Claudia Salas como Elisabet Casanovas llevan escuchando sin descanso una playlist temática para prepararse y estar en el ritmo que exige La Ruta. La reconstrucción que ha emprendido Atresmedia del movimiento sociocultural que supuso la Movida Valenciana, desde sus inicios en 1981 hasta su entrada en la fase Destroy a comienzos de los noventa, tiene absorbido al reparto por completo ya desde antes de comenzar el rodaje, en enero, como nos cuentan las dos actrices, la presencia femenina en el grupo de amigos que centra este relato creado por Borja Soler y Roberto Martín Maiztegui y producido por Caballo Films.

Salas, en su primer papel televisivo fuera de Élite, encarna a Toni, una “rutera” profesional que ha ido de baile en baile por Barraca, Chocolate, Puzzle y Espiral; Casanovas, que el año pasado combinó L'última nit del karaoke (TV3) y Doctor Portuondo (Filmin) en televisión con Fuimos canciones, Las leyes de la frontera y Chavalas en cine, representa por su lado “la parte más artística” del movimiento, la de la moda y el diseño, que poco a poco irá desapareciendo del paisaje general.

“Es verdad que, también por la época, en los años ochenta y noventa aún había un universo muy masculino”, nos dice la primera, “también estaba el papel de la mujer y de la Rutera, y eso también se cuenta”. En ese sentido, su compañera de reparto recalca que “tenemos dos personajes femeninos muy complejos”.

Para ambas, este viaje hacia atrás en el tiempo está siendo “un regalo”: “Cuando partes de una historia que no has vivido por edad resulta mucho más gratificante”, agrega Salas, que pone en valor el haber contado con personas que fueron cruciales en el desarrollo de La Ruta para prepararse y conocer una etapa de la que solo tenían prejuicios: “Tenía una idea totalmente equivocada, y cada vez me estoy dando más cuenta”, insiste Casanovas, que destaca “la conciencia colectiva” que había en esos años ochenta valencianos. Una época en la que la droga y la evolución de su consumo también marcó el devenir. La serie lo refleja pero recalcan: “La droga no deja de formar parte del contexto, pero no va de eso la serie”.

Lleváis semanas sumergidas en esta recreación de toda una época con 'La Ruta'. ¿Cómo está siendo la inmersión?

C.S.: Para ambas está siendo un regalo. Cuando haces una serie histórica y partes de una historia que no has vivido por edad resulta mucho más gratificante. Anda que no habrá Tonis y Nuris por aquí... Esto te lleva como persona a encontrar un montón de información. A mí me encanta porque soy muy curiosa, me gusta mucho la época porque te enteras de cosas que pasaron que normalmente no sabrías si no eres estudioso de ello o no te dedicas a esta profesión.

E.C.: Está siendo un trabajo de inmersión al completo. El hecho de estar viviendo aquí, en Valencia, ya desde enero, cuando vinimos a instalarnos antes del rodaje, hizo que hubiera predisposición a que eso pasara. Y está pasando. Claudia lo ha contado muy bien.

Ya en la presentación hablabais de que había muchos mitos y concepciones equivocadas en torno a lo que fue La Ruta. En vuestro caso, ¿fue así? ¿Cómo fue esa toma de conciencia al ver los guiones y encontraros con algo distinto al estereotipo de La Ruta?

E.C.: La verdad es que sobre La Ruta tenía una idea totalmente equivocada, y cada vez me estoy dando más cuenta. Confundía mucho la Ruta con la Movida Madrileña, e incluso pensaba que había sido después, por ignorancia pura, y ahora me estoy dando cuenta del valor que tuvo. La Ruta nace como una celebración de la vida, de lo normal, de una generación que tenía ganas de expandirse en colectividad, y para mí eso es muy importante y muy potente. Fue un cambio generacional muy bestia. La idea que tenía era totalmente difusa y me estoy dando cuenta de la semilla tan heavy que se sembró aquí.

Habéis tenido como asesores a personas reales que formaron parte crucial de La Ruta. ¿Cómo ha sido tenerlos cerca?

C.S.: Es un regalo. Cuando haces época en los años veinte, por ejemplo, desgraciadamente la gente que vivió eso ya no está aquí. Hicimos un trabajo de campo previo a rodar, con los documentales... Verlo ahí, en su época más joven y tenerlo ahora aquí, que te cuenten y te digan cómo eran las cosas, como actriz nos ayuda muchísimo. El hecho de saberlo te coloca más próxima a la verdad.

¿Cómo era el papel de las mujeres en La Ruta, y cómo será su representación en la serie?

C.S.: Es verdad que, también por la época, en los años ochenta y noventa aún había un universo muy masculino. Los nombres eran DJ hombres, los jefes de discotecas... Aunque era un universo muy masculino también estaba el papel de la mujer y de la Rutera, y eso también se cuenta. Hemos querido ser, por parte de los creadores también, muy fieles al momento y a la época. Por fidelidad al final el peso del hombre era así. La sociedad era mucho más machista y también se representa en la serie.

E.C.: Tenemos dos personajes femeninos muy complejos. Eso es lo más poderoso de contar un personaje, que no se quede en una sola capa, sino que haya tres mil, y todavía estamos en ello.

C.S.: En todos los personajes femeninos. Las madres de los personajes, los trabajadores que salen... Es una serie en la que, al pasar 10 años, hay muchos secundarios muy importantes que hemos tenido la suerte de tener. Hemos podido trabajar con personas muy diferentes, no solo entre nosotros. Eso enriquece mucho al proyecto. La mujer está muy bien representada en la serie.

La serie toma una decisión arriesgada a nivel narrativo, al iniciar la serie en la parte “oscura” de La Ruta, en 1993, y terminar en sus orígenes en 1981. Si pudierais viajar en el tiempo como Claudia y Elisabet, ¿qué momento concreto de este proceso os gustaría presenciar?

C.S.: Yo lo tengo claro.

E.C.: Yo también. ¿Lo decimos a la vez, a ver si coincidimos? ¿El principio, el final o el medio?

Ambas (al unísono): Principio.

C.S.: Cómo se formó todo, de dónde partió, cómo fueron esas primeras discotecas en los pueblos, cómo empezaron a llenarse de gente, no solo de Valencia sino de otras comunidades de España y de Europa... Poder vivir esto como Claudia sería un regalo.

¿Creéis que se puede repetir un movimiento así?

C.S.: Sería un error querer repetir algo así. Cuando pasa algo tan genuino e impactante, querer imitarlo... Cuando algo pasa y es tan potente, hay que dejarle su hueco y espacio y dejar que lo siguiente que llegue sea diferente.

E.C.: Yo me he hecho esa pregunta. ¿Qué tendría que pasar ahora para que se produjera algo parecido? Un movimiento tan colectivo... Hoy en día estamos un poco lejos de esa conciencia colectiva, y es lo que más me inspira y lo más transgresor hoy en día.

En La Ruta había una idea de compartir y de respeto y diversión, de no prejuicio y crítica, donde daba igual las pintas que llevaras

¿Qué habéis sentido al adentraros en esta época? ¿Habéis visto un reflejo con vuestra generación?

C.S.: Creo que el impacto de la tecnología en nuestra era ha afectado mucho a la hora de relacionarnos, de expresarnos y de ser nosotros mismos con nosotros mismos. Esta gente no tenía tecnología, ni red social.

E.C.: Eso a ti y a mí nos ha llegado, no hemos crecido con esto, no somos zeta.

C.S.: Sé lo que es un teléfono fijo, una cabina, un disc-man, la radio... Ya estábamos en una edad más adulta cuando llegaron las redes sociales y las plataformas, pero creo que esto es muy importante. Por eso tampoco podría darse algo así. Esta gente salía a bailar, a vivir y disfrutar. No salía a ligar, a posar o a contar en una red social lo que había hecho la noche anterior. Yo no sabía cuando empezamos a rodar, y lo sé gracias a que teníamos una figura del historiador en rodaje, que la gente no llevaba la copa en la mano porque molestaba para bailar. Se dejaba en la barra o donde fuera, nadie se la robaba a nadie, y daba igual si no estaba. Había una idea de compartir y de respeto y diversión, de no prejuicio y crítica, donde daba igual las pintas que llevaras. Era un universo de posibilidades, como cuando uno está solo en su casa y no hay nadie que le juzgue, pero en una macrodiscoteca junto a 500 ó 600 personas. La tecnología ha afectado mucho.

La droga inevitablemente forma parte de la historia de La Ruta. ¿Cómo se ha abordado en la serie y cómo ha sido el trabajo actoral a ese respecto para transmitir esos estados alterados?

C.S.: Esto es un trabajo. Entrar en el nivel de éxtasis que llevas es importante. En los capítulos también es un elemento más y no hay que negarlo. Pasó así y hay que contarlo así, no tapar o contar medias verdades. Creo que por parte de todo el equipo siempre estuvimos a una. Es importante mostrar que esto, igual que el baile, la música y otra serie de cosas, estaba la droga. Y el cambio de droga hizo el cambio en la Ruta, en la música... Fue todo a la vez.

E.C.: Lo que comenta Claudia del cambio es importante. Al principio la gente se drogaba más con mescalina, que viene del peyote, y luego entra la coca, que afecta a todo.

C.S.: Yendo a lo de la mescalina, que era una droga que solo estaba en Valencia, era más colectiva, se consumía en grupo, en la pista... Por eso la Ruta era algo más de grupo. Cuando entra la coca por el cártel gallego, eso es algo más individual, donde como mucho te metes con tres en el año. Esto es el proceso de clases que nos han ido dando para enseñarnos, igual que con el baile y la época. También cambió la música: el ritmo que se llevaba con la mescalina, que era más pausado y más melódico, la gente que iba con coca no lo soportaba. Se necesitaba algo más espídico, y se cuenta muy bien en la serie.

E.C.: No deja de formar parte del contexto. No va de esto la serie. Es un elemento más. Y necesario.

Después de tantas semanas de inmersión en un proyecto así, ¿ha sido lo más complicado de sobrellevar la exigencia y las condiciones de esta burbuja temporal en la que estáis viviendo?

C.S.: A nivel de rodaje, de ritmos y de nocturnidad, podría decirte que es una cosa que no me ha pasado. Hemos tenido mucha noche y mucho frío, hemos pasado la peor climatología de Valencia de su historia, la Malvarrosa se ha movido de sitio... Hemos tenido muy mala suerte de lluvia y de fríos, y han dado con dos frioleras [risas]... Pero ibas a rodar a gusto, contenta y se te pasaba volando. El equipo nos cuidaba más que en nuestras casas, más que nosotras mismas.

Yendo a lo terrenal, la dificultad máxima que me he encontrado ha sido en algún capítulo donde tenía que llevar un nivel de éxtasis, y se ha empezado rodando por el final el capítulo para acabar en el principio, por mantener ese raccord para que no cantase demasiado en las secuencias, ese nivel energético. Si me ha podido costar a mí es porque soy una persona que por las mañanas me cuesta. Que te citen a las cinco de la mañana para empezar a las ocho con bacalao en la oreja, y estar haciendo que son las cuatro de la tarde del domingo, a Claudia con su energía le ha costado pillar la energía del personaje. Pero me han ayudado y ha sido un viaje divertido.