Entrevista

Jorge Laplace dirige 'Locomía' en Movistar+: “Era un vehículo perfecto para contar los noventa”

“Es el documental de una guerra”. Jorge Laplace describe así Locomía, la serie documental sobre el mítico grupo que estrena se este miércoles 22 de junio en Movistar Plus+. Su labor como director ha sido conseguir que los testimonios de todos los protagonistas implicados “queden reflejados en la historia y en la pantalla; y que si tienen que entrar en confrontación, lo hagan”.

En especial los de Xavier Font, creador de la formación, y José Luis Gil; el productor que vio potencial en los Locomía convertidos ya en un fenómeno en la Ibiza de los 90, para alzarles como estrellas de la música. Como también retrata la docuserie, entre ambos se generó una auténtica batalla de egos y poder que llegó a los tribunales. No obstante, el proyecto no se ha limitado a retratar “el culebrón” en el que derivó su trayectoria, sino que también lo han aprovechado como “vehículo para contar los noventa”.

Todo ello con Laplace tras las cámaras, responsable de otra serie documental que retrató luces y sombras, en este caso del deporte de alta competición, Carolina Marín: puedo porque pienso que puedo. “Siempre intento no hacer Wikipedia a nivel documental, para eso te lees un artículo”, describe a verTele en la presentación de Locomía en el Serielizados Fest. Desde luego, nada tiene que ver tampoco con su lanzamiento previo, 100 días con la Tata, película perteneciente al mismo género que escribió junto a Miguel Ángel Muñoz sobre la relación del actor con su abuela.

¿Qué sabías de Locomía antes de que te propusieran hacer la docuserie?

Lo que sabíamos todos. Que era un poco chocante, llamativo, transgresor, incomprensible. Soy del 81, por lo que tendría 11 años cuando saltó el boom de Locomía. Recuerdo verlo en la tele y decía, '¿Estos señores qué son?'. Los abanicos, lo zapatos de punta... No tenían un parangón. Quizás Tino Casal... pero ellos eran muy llamativos y tenía elementos muy icónicos. Lo recuerdo como algo que me llamaba la atención pero que no entendía bien qué era.

Una vez te sumerges a informarte y a hablar con sus protagonistas, ¿cómo ha sido trabajar y hablar con gente que tiene tan mala relación?

Es el documental de una guerra. Es complicado. Ya el último trabajo que hice me pasó algo parecido: la serie sobre Carolina Marín para Amazon Prime Video, que abordaba el vínculo que ella tenía con su entrenador. Una relación también muy difícil que como espectador a veces piensas que él es lo peor del mundo, en otras le entiendes por su exigencia, a veces la ves a ella como una víctima...

En el fondo me gusta meterme en este tipo de fregaos [ríe]. Intento que lo que me cuente cada uno de ellos quede reflejado en la historia y en la pantalla; y si tiene que entrar en confrontación, lo haga. Pero no desde el amarillismo, sino desde dos posturas. Cada uno lo vivió a su manera.

Para José Luis esta es la historia de unos chicos que rompieron su compromiso y su contrato. Los malos son ellos. Y para Locomía, José Luis no les entendió, no les supo dar la libertad que necesitaban. Parte del trabajo ahí es escuchar, plasmar y que el público sea el que en el última instancia, dependiendo de cómo sea cada uno, valide cada una de las historias que le están contando. Intento posicionarme lo mínimo posible. Es complicado pero ahí están el reto y el sueldo.

A la hora de estructurar su trayectoria y todas las voces implicadas, ¿cómo trabajasteis el guion? ¿Qué temas tuviste claro que abordarías con todos?

Tenía claro que la guerra entre José Luis y Xavier Font iba a ser lo que vertebrara la historia. El primer capítulo es la historia de Xavi como creador y dueño de Locomía, que era su harén. Todos eran sus amantes. Estaba con varios de ellos a la vez, sin que ellos lo supieran. Quería que el público tuviera la sensación de decir “vale, este hombre es el que manda”. Pero de pronto surge la oportunidad de formar un grupo y José Luis, la persona que está detrás, es tan poderosa, alfa y con carácter tan fuerte, sino más, que el propio Xavi.

El capítulo 2 cuenta cómo el grupo se va haciendo más grande y famoso, pero a la vez eso va echando a Xavi. A su vez, como él también es alfa y poderoso, planea una venganza. Ahí llegamos a la tercera entrega, que es la guerra y el desenlace entre Xavi y José Luis por ver quién se queda con el grupo.

Pero no sólo aparecen ellos dos, habéis contado con el resto de integrantes del grupo y voces expertas. ¿Cuál ha sido la clave para combinarlo todo y mantenerte lo más neutro posible?

A nivel documental, siempre intento no hacer Wikipedia. No me gustan los documentales que te cuentan 'primero pasó esto', 'luego esto' y 'luego esto otro'. Para eso te lees un artículo. Quiero algo de lo que el público se entere, pero desde un punto de vista más cinematográfico. Empezando por tener un género.

Mi primera película, 23 disparos, fue un thriller; 100 días con la tata es una comedia romántica y Locomía es un culebrón. Al ver las historias pienso en qué género les vendría bien e intento contarlas como lo haría en una ficción. Que el cómo sea tan importante como el qué. Mi objetivo es que estén bien contados, que enganchen al espectador, que le emocione, sea complejo y que no haya una postura fácil de leer.

¿Es un buen momento para estrenar una serie sobre Locomía, por la cantidad de público nuevo que quizás no conozca tanto el grupo y su descubrimiento vaya a generar interés?

Cuando me ofrecieron el proyecto pensé que la historia de Locomía le iba a interesar a 'X' personas; pero la historia de dos Locomías enfrentados en una guerra entre ellos iba interesar a muchas más. Intento que haya temas de opinión, que genere una conversación y que no todo el mundo esté de acuerdo. Para mí eso es importante.

La gente joven pueden conectar mucho precisamente por lo espontáneo, lo de verdad. A lo mejor esta gente era más libre a principios de los ochenta que un chaval de veinte años ahora. Por el contexto de la sociedad, ahora todo está mucho más medido y controlado. Todo es “a ver qué opino”. Me encantaría que alguien joven lo viera y reflexionara sobre lo que estamos perdiendo. Locomía se formó entre cinco y seis años después de la dictadura.

Esta gente era más libre a principios de los 80 que un chaval de 20 años ahora

¿Cómo es posible que en un contexto tan poco favorable mantuvieran sus personalidades tan fuertes?

Los períodos históricos van por oposición. Después de la dictadura hubo una explosión, muchos fenómenos contra culturales. Ibiza fue un foco enorme, estuvo el Madrid de La Movida, el rock radical en el País Vasco, el de raíz en Andalucía. A principios de los ochenta hubo una sensación de que “por fin podemos hacer cosas, hemos estado encerrados y nos dejan salir”. Cuando grabamos el primer episodio pensé en la pena que me daba no haberlo vivido.

A la vez, los móviles han cambiado el mundo. El hecho de que exista una cámara y que puedas publicar algo para que te vea la gente. La forma de relacionarnos ha transformado de una manera de la que todavía a día de hoy no somos conscientes. Hoy Freddie Mercury no iría a la misma discoteca que cuando conoció a Locomía en Ibiza. Tendría a gente detrás grabando muchos vídeos y eso da pereza. En un sentido sí, estamos más conectados, pero en otro estamos mucho más desconectados y es terrible.

El documental realiza un viaje paralelo entre la historia de Locomía y la de España. ¿Siempre tuvisteis esta idea presente?

Quedarnos sólo en el culebrón por el culebrón era un poco salseo por salseo. Locomía es un vehículo perfecto para contar los noventa. La modernización del país tiene que ver con ese paso de lo underground y singular a lo moderno, a lo mainstream.

Queríamos meter un punto de reflexión sobre qué es ser moderno. ¿Se moderniza un país haciendo unos juegos olímpicos y una Expo? ¿Es moderno Locomía por tener vestidos estrambóticos pero a la vez no poder salir del armario? Nos parecía que en ese país buscaba ser moderno en la apariencia y lo superficial, Locomía era un vehículo perfecto para hacer esa reflexión.

Me encantaría que lo viera gente joven y reflexionara sobre lo que estamos perdiendo

¿Esta reflexión estuvo sobre la mesa desde el inicio?

Movistar Plus+ quería tocar los noventa desde el principio. Hablar sobre ello y narrar la modernización de España desde un punto de vista reflexivo y crítico. Era una prueba angular del proyecto. Es la sorpresa que se van a encontrar muchos espectadores cuando vean la serie. El hecho de que sea un culebrón, pero muy cultureta. Un punto medio entre Pasión de Gavilanes y una película de Sorrentino. Tiene su punto frívolo y de salseo; y su punto de que terminas el capítulo 3 y dices, “vale, la modernidad era esto”. Es una reflexión sobre ese concepto de la modernidad.

Locomía no es tu primera serie documental. ¿Qué te aporta como director explorar este género?

El documental me da cosas que no me da la ficción. Si dentro de lo segundo haces comedia, es muy difícil dejar de hacerla. O si haces thriller, es muy difícil dejar de hacerlo. El documental te permite jugar. Tan pronto puedo meterme en el deporte olímpico de competición como en una historia de espías de la II Guerra Mundial, un crimen político en la transición o una historia de hacerse mayor y despedirse de la persona que más quieres. Necesito que me toque el proyecto y me dé la oportunidad de hacer una reflexión sobre algo que me parezca importante.