Paco Cabezas adapta 'La novia gitana' con Nerea Barros: “Quería representar el mundo gitano con verdad y respeto”

Nerea Barros y Paco Cabezas en 'La novia gitana'

Laura Pérez

San Sebastián —

Del mundo fantástico de The Umbrella Academy y el universo apocalíptico de Fear The Walking Dead al crimen en las calles de Madrid. Ese es el camino que recorre Paco Cabezas en su vuelta a España para dirigir La novia gitana, la nueva serie que Atresplayer Premium estrena este domingo 25 de septiembre con Nerea Barros al frente del reparto y la expectación de todo best-seller que se convierte en ficción audiovisual.

“Leí la novela y me recordó a El silencio de los corderos y a Seven, pero llevado a un mundo de Madrid, callejero y realista, que cogía todos los clichés del cine americano, pero bien hecho”, afirma el realizador sobre su motivación para sumarse a un proyecto con el que retoma el contacto con la industria patria. Una producción en la que es uno de los grandes reclamos, y en la que ha podido imprimir su sello: “Tener libertad creativa es lo que marca la diferencia para hacer una serie que tenga personalidad y fuerza”, admite en una entrevista con verTele, acompañado de su actriz protagonista.

Barros, cuyo crédito televisivo más reciente es Operación Marea Negra, da vida a una Elena Blanco que muchos no identificarían con ella de un primer vistazo, pero que ha terminado haciendo suya: “Elena es Elena, yo no me reconozco”, afirma una vez visto su trabajo, si bien confiesa que durante el rodaje “había momentos que no sabía si estaba bien porque el personaje se contiene todo el rato”.

Para llevar a la pequeña pantalla la historia creada por Carmen Mola ha sido imprescindible la figura del trío de escritores, de los que destaca su “generosidad”: “Si alguien va a ver La novia gitana y se ha leído el libro queremos que se sorprenda”, dice Cabezas, al tiempo que define la serie de 8 capítulos que ha dirigido como “una muñeca rusa que vas desgranando”.

Respecto a las secuencias más explícitas de la novela, Cabezas apunta que “he tomado como referencia Penny Dreadful, donde había muchos momentos de violencia y muy sangrientos, pero se trataba siempre desde la elegancia y desde lo pictórico”, y destaca el reflejo que la serie realiza de la comunidad gitana: “Quería que el mundo gitano fuera representado con verdad y respeto”.

Paco, llevas años haciendo carrera en Estados Unidos como director de grandes series. ¿Qué viste en el proyecto de La novia gitana para querer sumarte?

Me pilló rodando en Los Ángeles. Me empezaron a enviar proyectos, diferentes series para ver si podía dirigir algo en España, y de repente di con la novela de La novia gitana. La leí y me recordó a El silencio de los corderos y a Seven, pero llevado a un mundo de Madrid, callejero y realista, y me pareció que cogía todos los clichés del cine americano, pero bien hecho. Creí que me permitiría expandir lo que había hecho en Adiós, que era hablar del mundo gitano, del barrio, utilizar el flamenco como la música de la serie... y me han dado mucha libertad. Tener libertad creativa es lo que marca la diferencia para hacer una serie que tenga personalidad y fuerza.

Nerea, cuando se anunció el elenco, llamó la atención tu elección para ser Elena Blanco, un personaje que en la novela es de mayor edad. ¿Cómo ha sido tu aproximación ella?

Nerea Barros: Pasaba eso, es un libro que ha leído muchísima gente y todo el mundo tiene su propia Elena Blanco. Pero en cambio, igual que al principio encontré algunas reticencias, desde hace tiempo me estoy encontrando a gente que dice que pego muchísimo y eso me da tranquilidad. También me la da haber visto ya los cuatro primeros capítulos, porque me parece que es una serie espectacular y Elena Blanco es Elena Blanco, yo no me reconozco, y eso es muy bonito. Ha sido una construcción y un trabajo.

Paco Cabezas: Nerea ha tenido la capacidad de encarnar al personaje y de verse ella misma y no reconocerse, y eso es muy difícil. En mi carrera como director siempre he tratado de dar las claves a los actores para sentir al personaje.

Nerea Barros: Lo fuimos construyendo pasito a pasito, y cuidando mucho los detalles. Cada pequeña cosa de Elena que hay en la serie está súper trabajada, está ahí por algo. Ha sido muy difícil, y había momentos que no sabía si estaba bien porque el personaje se contiene todo el rato.

La novela es explícita y se recrea en algunas secuencias. ¿También lo va a ser la serie? ¿Cómo va a ser el tono, trasladado al audiovisual?

PC: He tomado como referencia Penny Dreadful, donde había muchos momentos de violencia y muy sangrientos, pero se trataba siempre desde la elegancia y desde lo pictórico. Para mí, el póster de La novia gitana es un buen referente: es una gitana vestida de novia y víctima de un crimen, pero hay algo bello en esa imagen. Aunque en la historia se hable de gusanos, de taladros y de violencia, siempre lo haces desde la estética. Me pasa que en la vida real, veo sangre y me desmayo. Lo paso fatal con la sangre de verdad, pero la de mentira me encanta jugar a colocarla y mancharme las manos en los rodajes.

Si alguien va a ver 'La novia gitana' y se ha leído el libro, queremos que se sorprenda

Cuando se lleva a cabo una adaptación de una novela de éxito, siempre existe la duda de si va a ser fiel. En este caso, estando sus autores detrás de los guiones se intuye que va a respetar la obra. ¿Qué sensaciones creéis que va a despertar en los lectores, que acostumbran a ser los más críticos?

PC: Valoro que los autores han tenido mucha generosidad. Efectivamente algunos de ellos forman parte del equipo de guion, y se han abierto a que José Rodríguez, que es uno de los guionistas con los que hice Adiós, fuera uno de los jefes del equipo y marcase un rumbo. Y además, yo siempre que dirijo escribo también, aunque no esté listado como guionista.

Remarco esa generosidad de ellos, de saber que una cosa es un libro y otra es una serie, sobre todo porque si alguien va a ver La novia gitana y se ha leído el libro queremos que se sorprenda, que sea un viaje en que en cada esquina haya una sorpresa y sea como una muñeca rusa de la que vas sacando, contando cosas que no se han contado en el libro. Hemos hecho un trabajo grande para sorprender y para enganchar.

En el pase de los cuatro primeros episodios que hicimos en San Sebastián ante 300 personas pensé: 'son cuatro horas, a lo mejor se van a la mitad, es normal'. Y se quedaron todos, porque estaban enganchadísimos. Acabó el cuatro y querían seguir viendo.

La novela, más allá del thriller de la trama principal, es un libro de personajes con Elena Blanco como columna vertebral. ¿En la serie mantiene ese peso, o es más coral?

PC: Es una serie muy coral. Elena tiene muchísimo peso y su dolor es tan profundo -y Nerea lo ha encarnado tan bien- que nos asfixiaríamos si estuviéramos todo el rato siguiéndola. Lo bonito es que hemos dado vida a Chesca, a Orduño, a Mariajo, a Buendía... Yo si fuera uno de los personajes sería Buendía [risas]: metódico, callado, escuchando música todo el rato, metido en mi mundo... Abrimos muchas puertas en la serie para que todo el mundo tenga su personaje. De vez en cuando hay muchísima tensión, todas las cosas por las que pasará Elena son durísimas, pero de repente Vicente Romero, que hace de Orduño, hace un chiste y te puedes reír y relajarte para ver después a Elena o a Chesca en una escena súper tensa. Hemos medido mucho el contrapunto para meterle más y más tensión al espectador. Son trucos para seguir con la escalada de tensión hasta el episodio 8, que es el culmen.

Por último, ¿cómo se refleja en la serie a la comunidad gitana?

PC: Ha sido un reto y dije desde el primer momento que si me metía en el proyecto, quería que todos los personajes gitanos fueran actores gitanos y que el mundo gitano fuera representado con verdad y respeto. A Moreno Borja, que es Moisés -el padre de la novia gitana- le decía: '¿Esto es así, verdad?'. Les pasábamos una escena de un culto o de un entierro, y me decía: 'Sí, es así', o 'esto lo colocaría así'... Además, en el pase de los primeros capítulos hubo muchos actores y muchos gitanos que se acercaron y me dijeron: 'Tío, chapeau, así es el mundo gitano de verdad, no como lo han hecho antes'. Para mí eso es un orgullo y estoy deseando que la gente lo vea.

Luego hemos metido el flamenco con Camarón, Enrique Morente, Rosalía, María José Llergo... Es una evolución súper bonita. El capítulo 1 acaba con un tema flamenco de “El Gallina”, un cantaor de los años treinta. Imagina hacer una serie de Atresplayer Premium y dices que quieres que los títulos de crédito suenen con una canción de un tío que murió hace 100 años. Tener esa libertad creativa me parece maravilloso.

NB: Nuestra secuencia preferida, al principio del capítulo 3, es un entierro gitano...

PC: Conmino a la gente a que se enganche. La serie es como una muñeca rusa que vas desgranando. El capítulo 1 lo adoramos y es maravilloso, pero le digo a la gente que si llega al 2, se va a enganchar al 3, y del 3 al 4... Es como una cadena que no te deja ir.

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