Entrevista

María Pedraza y Cristina Castaño se resarcen en 'Toy Boy 2': “El estreno fue un bajón, pero llegó Netflix”

María Pedraza y Cristina Castaño en la temporada 2 de 'Toy Boy'

Laura Pérez

En septiembre de 2019, Atresmedia abría su curso de ficción con el estreno de Toy Boy, una ambiciosa propuesta que se vistió de largo primero en la plataforma Atresplayer Premium para pasar después a Antena 3 como oferta principal del prime time. La apuesta por lo comercial no le salió bien en ese momento al grupo de comunicación, que despidió el proyecto en diciembre con una audiencia media para olvidar: un 8.4% de cuota y 1.129.000 espectadores en el horario estelar.

Meses después, las tornas cambiaron para la producción de Plano a Plano, pues la inclusión de los capítulos en el catálogo de Netflix puso la semilla de un viaje internacional que ha acabado en forma de renovación por una segunda temporada que ni sus actores esperaban. Así lo recuerdan María Pedraza y Cristina Castaño, las estrellas femeninas de una producción que se ha ganado a pulso la continuidad y que vuelve con una nueva tanda de episodios más arriesgada.

“Nos resarcimos con mucho gusto, estamos felices y aquí tenemos la segunda temporada, que es mejor que la primera si cabe”, celebra Castaño, Macarena en la ficción. “Han explotado la serie muy bien, con unas tramas muy potentes”, opina por su parte Pedraza, que por primera vez dará continuidad a su personaje en una serie de TV a pesar de que su trama parecía cerrada: “Yo también pensaba que había muerto. Cuando recibí la llamada no me lo pensé, tenía claro que debía darle una segunda vida a Triana”.

Sobre el pasado, el presente y el futuro de Toy Boy hablan las dos actrices en un encuentro con verTele y más medios de comunicación, celebrado en el marco del Festival Iberseries Platino.

¿Cómo habéis vivido todo el recorrido de 'Toy Boy', desde que se estrenó en Antena 3 hasta su éxito en Netflix?

Cristina Castaño: Toy Boy era desde el principio un proyecto muy ambicioso, tenía todos los ingredientes para triunfar. Y nosotras empezamos de una manera muy ambiciosa y con ilusión, pero cuando llegó el estreno fue un bajón. Pensamos que no podía ser que tanto esfuerzo y amor que le habíamos puesto se quedara en nada. Fue como un vacío. Cuando estrenas una obra de teatro la gente te aplaude al final y aquí no hubo esto. Pero de repente llegó la pandemia y justo antes del confinamiento estrenaron la serie en Netflix. Fue ahí cuando, ya encerrados en casa, cuando empezamos a recibir mensajes, seguidores... empezó a pasar. Nos resarcimos con mucho gusto, estamos felices y aquí tenemos la segunda temporada, que es mejor que la primera si cabe.

Las expectativas para esta segunda temporada están muy altas...

C.C: Sí lo están, porque la gente tiene muchas expectativas y muchas ganas de verla.

María Pedraza: Recibimos comentarios de mucha gente que tiene muchas ganas de ver los nuevos capítulos, y nosotras también de conocer la recepción. Además ha sido todo muy rápido, empezaron a escribir los guiones y en seguida grabamos y estrenamos.

En tu caso, María, al final de la primera temporada muchos pensábamos que tu personaje había muerto. ¿Qué pensaste cuando recibiste la llamada para continuar con la historia de Triana en la segunda?

M.P: Yo también pensé que había muerto (ríe). Me acuerdo perfectamente del día que me llamaron. Es la primera vez que hago la continuidad de un personaje en una segunda temporada. Lo de Triana podía haberse quedado en lo que se han quedado otras series con las que aún así estoy contenta de haber contado una historia, pero tomé la decisión de continuar porque fue un personaje que me costó mucho interpretarlo, un salto a la madurez. Cuando recibí la llamada no me lo pensé mucho, fue algo que sentí dentro. Después de la decepción que habíamos tenido, estaba orgullosa de haber terminado como terminó la primera temporada y tenía claro que debía darle una segunda vida a Triana.

En esta segunda temporada es un personaje con muchos más matices, más humana y más cercana, y en general todos tienen mucha más profundidad en los nuevos capítulos. Están mucho más asentados.

Cristina, 'tu' Macarena se enfrenta a una catarsis. ¿Cómo acogiste los nuevos guiones al ver que tu personaje cambia radicalmente y se pone a otra cosa?

C.C: Estoy muy agradecida, para mí es un regalo de los guionistas. Tanto en la primera temporada, como en esta segunda, Macarena ha tenido un arco absoluto de lo que se pasa, y tiene todo el sentido. Que a mí me cambien, que el personaje no se quede plano, pueda volar y que se vean todas sus luces y sus sombras es un regalo y también un reto, porque no es fácil de interpretar. Soy una actriz que me gusta meterme, profundizar, experimentar y vivirlo. Si yo lo vivo, el espectador lo ve y lo puede conocer porque me está pasando. La complejidad de entrar en esos lugares es lo que a mí me atrae, y Macarena me lo da.

Decís que fue un bajón ver que la serie no funcionó en su estreno en abierto. ¿Por qué creéis que en su momento no cuajó, y sí lo hizo después en Netflix?

M.P: Creo que tiene que ver con que ahora las plataformas es lo que predomina. La casa de papel fue una serie que también pasó un poco desapercibida y después funcionó increíble de forma internacional. Esto [lo de Toy Boy] la verdad es que no me lo esperaba para nada, pero creo sinceramente que tenía todos los ingredientes para reventarlo. Y pienso que en esta segunda temporada han sabido comprimir las cosas y mantener la esencia de Toy Boy, en todos los sentidos, pero con más ritmo y más riesgo.

Has comentado, María, que hiciste un parón en la interpretación para conocerte como actriz. ¿Por qué fue? ¿Ocurrió algo?

M.P: Hubo un punto de inflexión. Yo era bailarina de danza clásica y entré en esta profesión muy agradecida con la película Amar. Tuve mucha suerte porque fui enlazando un proyecto con otro, pero empecé a ver que la profesión es de otra forma, que no es tan fácil como piensas, que tiene sus subidas y sus bajadas, y que también puedes ser vulnerable y no estar siempre arriba. Tuve un momento introspectivo, de verme a mí misma. Tenía la necesidad de que me llegaran personajes bellos porque no sé contar las cosas si no es desde la pasión. Soy muy intensa, muy pasional, y todo me hizo recapacitar y aprender a tener paciencia, que es súper importante. He aprendido a ser la actriz que quiero ser y a elegir los proyectos que me apetece hacer.

Cristina, comentaste en la rueda de prensa de 'Toy Boy' que ya la gente no te conoce por Judith sino por Macarena. ¿Eso pesó a la hora de dejar 'La que se avecina'? ¿Querías 'matar' a Judith para mostrar la actriz que eres?

C.C: Yo no pretendía matar a Judith, ni quiero hacerlo, porque es maravillosa y me ha dado muchos regalos. No quiero que la gente se olvide de ella, ni muchísimo menos, y agradezco que siga viva en muchos sentidos, pero necesitaba que conociesen a la actriz que hay detrás del personaje. Para eso tenía que irme. Llevaba siete años y no había otra manera.

¿Y ahora habrá que matar a Macarena?

C.C: ¿Quién sabe? Muy buena pregunta (ríe). Nunca se sabe.

Decías en la presentación que el sexo vende y que a todo el mundo le gusta ver a chicos y chicas guapas en TV. ¿Creéis que hay que dar más pasos hacia adelante y mostrar otro tipo de perfiles en el cine y las series?

C.C: Sí, estoy de acuerdo. Quizás a la hora de expresarlo no estuve del todo acertada. Por supuesto a todos nos gusta ver personas bellas y cuerpos bonitos en pantalla, pero ya no solo eso. Hay una atracción real a ver intimidad. A todos nos atrae ver sexo e intimidad en pantalla, da morbo, y creo que es necesario que los guiones soporten lo que están contando los personajes y no sea una cuestión de vender carne. Creo que debe haber peso dramático en esas escenas sexuales, que cuenten algo, que aporten.

¿Os resulta complicado hacer escenas eróticas en 'Toy Boy', o ya estáis acostumbradas a trabajarlas?

M.P: Ahora mismo las llevo bastante bien, son como una escena más y ya hasta me lo tomo a risa. Para mí son incluso tomas cómicas. Además, estamos muy cuidados por nuestros compañeros y por todo el equipo, que hacen que todo sea lo más cómodo posible.

C.C: Es muy importante el compañero y el director con los que te toca rodarlas, que sean muy cuidadosos y respetuosos. Para mí no son secuencias fáciles, tienen mucha intimidad. Aunque es cierto que una vez las ruedas, ya hay confianza y puedes repetir las tomas. A mí me ha sucedido de la primera vez que te desnudas da pudor, pero luego ya no pasa nada.

A diferencia de la primera temporada, esta segunda está creada directamente para el público de las plataformas. ¿En qué sentido ha arriesgado y evolucionado 'Toy Boy'?

M.P: Los guionistas querían ir a por todas y nosotros como actores, ya que teníamos la oportunidad de poder hacer una segunda temporada en plataformas como Atresplayer Premium y Netflix, también queríamos ir con todo. Creo que han explotado la serie muy bien, con unas tramas muy potentes.

C.C: Recuerdo que en la primera temporada rodamos cosas que luego no salieron en pantalla. Creo que tiene que ver con la exposición de una cadena nacional, que hay un cuidado en ese sentido. Creo que Netflix es internacional, no hay fronteras y va a un público mucho más general y se corta menos en ese sentido. Creo además que la serie lo necesitaba. Toy Boy habla de esto y no te puedes cortar a contar ciertas cosas.

M.P: Toy Boy necesitaba desnudarse al 100%, soltarse la melena (ríe).

¿Cómo ha sido que os reconozcan fuera de España?

C.C: A María no le pilla de nuevas, ya le ocurría.

M.P: Me da mucha vergüenza decirlo, pero se agradece mucho que tu trabajo sea reconocido en otros países. Dices, ¡madre mía! ¿Cómo es posible que una serie que hacemos en España llegue a todo el mundo y que la gente pueda conectar con nosotros? Creo que los actores y las producciones estamos en un punto muy bueno.

C.C: Durante este último año y medio he viajado muchísimo, he estado en siete países, y me han reconocido y tratado igual de bien que me trataban aquí por Judith. Es un regalo, una maravilla.

¿Ha habido ofertas de trabajo de cadenas y productoras de otros países?

C.C: Llegan, pero todavía no se pueden contar.

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