Raphaelismo
Raphael: “En la vida de un artista hay momentos de diversión y gloria, pero otros muy puñeteros”

Raphael, en la premiere de 'Raphaelismo'

Laura García Higueras

San Sebastián —

“Voy a ser artista”. Raphael lo tuvo claro desde pequeño, cuando vivía cerca de la madrileña glorieta de Cuatro Caminos y pasaba sus tardes yendo al teatro. No tuvo dudas, luchó por ello y, 60 años después, su voluntad, talento e ilusión le han llevado a contar con seis décadas de consolidada carrera a sus espaldas. Una trayectoria lejos de su ocaso, ya que su intención es mantenerse sobre los escenarios todo lo que pueda. Por el momento, amplía su legado con la docuserie Raphaelismo, de estreno este jueves 13 de enero en Movistar+, en la que se ha abierto en canal para revisar sin tapujos lo que está dando de sí su prolífica vida.

El proyecto, que tuvo su puesta de largo en el pasado Festival Internacional de Cine de San Sebastián, ha corrido a cargo de Charlie Arnáiz y Alberto Ortega que, con una cuidada factura, han sabido encajar las piezas para componer un puzzle profundamente rico y respetuoso con su figura. El valor más preciado del documental, eso sí, es la ingente cantidad material de archivo a la que han tenido acceso, en la que destacan vídeos caseros de la familia Martos.

Precisamente la familia es una de las grandes protagonistas de la producción, dado que se han prestado a aportar generosos sus puntos de vista y vivencias. Incluidas las dolorosas, como el trasplante de hígado que concedió al cantante “una segunda vida”.

Otro acierto de Raphaelismo, que consta de cuatro entregas de una hora de duración, es que no se basa solamente en el testimonio del propio Raphael y sus personas más cercanas para explicar quién fue y su importancia dentro de nuestra cultura; sino que casi tienen más peso las palabras de otros músicos y periodistas como Iñaki Gabilondo y Pedro Piqueras.

Los informadores aportan contexto en situaciones clave con las que entender la evolución de la carrera del cantante, como la forma en la que revolucionó su manera de entender lo que debería ser un concierto o cómo, tras la muerte de Franco, por el hecho de que él llevara más de una década triunfando, muchos los consideraran afín al régimen.

Pero no importó. Raphael consiguió trascender, como lo hizo en el Festival de Benidorm en 1962, y en Eurovisión en dos ocasiones. “Ahora es otra clase de espectáculo”, reconoce a verTele sobre el certamen antes de lanzamiento del documental; y asegura que ya no volvería a participar.

El artista ha trascendido también por su fuerte personalidad, lo poco que cumple con el patrón de galán y 'macho ibérico' de otros artistas coetáneos, con su correspondiente relevancia a nivel social. Él mismo se refiere a su amaneramiento con orgullo y reconociéndolo como seña de identidad.

Como ocurre con este tipo de producciones que buscan revelar a la persona detrás del artista, Raphaelismo cumple al mostrar sus luces, sombras y grises, que abarcan desde el colapso nervioso que sufrió en Las Vegas, sus problemas con el alcohol y su capacidad de haberse adaptado a cada época que le ha tocado transitar. De todo ello hablamos con él en nuestra entrevista.

En el inicio de 'Raphaelismo' afirma que “el pasado no existe”. No obstante, esta docuserie implica hacer un viaje a toda su trayectoria de 60 años. ¿Por qué decide mirar hacia atrás en este momento?

He creído conveniente que era el tiempo de hacerlo. Todos los tiempos tienen su tiempo, y a mí esto se me había ofrecido desde hacía muchos años y nunca quise hacerlo. A estas alturas del partido de mi vida he considerado que el público tiene derecho a saber cosas mías de antes, que no han llegado o no han podido conocer de cuando era joven. Me ha encantado poder ponerlas en imagen, sobre todo porque teníamos mucho material.

¿En qué ha sido diferente este proyecto a otras entrevistas en profundidad que ha podido realizar a lo largo de su carrera?

Ha sido muy diferente. No se ha hecho una cosa deprisa y corriendo para sacar una nota en una televisión o un periódico. Eso son cosas más del momento, no para hablar de toda tu historia. Esto requiere un tiempo. En este momento, con la pandemia, antes de empezar mis conciertos, fue el momento en que dije que sí.

Cuenta que su voluntad ha sido fundamental para mantenerse en lo más alto. ¿Es un valor que estamos perdiendo a nivel social?

Lo que he tenido es una pasión por mi carrera descomunal, y eso me ha ayudado muchísimo. He sido un enamorado de mi profesión siempre. Con mucha voluntad en las cosas. No hacerlas de cualquier manera, sino hacerlas bien. Eso es lo que me ha dado alas para poder volar. He tenido y tengo un público fiel que me ha apoyado siempre y que ha conseguido muchos otros públicos y otras décadas de públicos nuevos. Es casi milagroso.

¿Cómo se mantiene esa ilusión? Especialmente en tiempos de inmediatez como los actuales.

Tú tienes que ir cambiando, mejor dicho, evolucionar al mismo tiempo que lo hace la gente. No puedes ni cantar igual, ni comer igual, ni vestir igual que como se hacía hace 50 años. Soy muy amigo de los amigos de mis hijos, porque en realidad estoy allí con ellos hablando, y son los que me enseñan que hablo su mismo lenguaje. No me he quedado atrás. No soy una persona nostálgica, que esté diciendo, 'Ay, ¿te acuerdas cuando hacíamos algo?'. Yo hago. No tengo que recordar lo que hacía. Me dedico a lo que me dedico y sigo haciéndolo.

En 'Raphaelismo' habla por primera vez del colapso nervioso que sufrió en Las Vegas. ¿Son los actuales unos tiempos mejores para hablar de la salud mental de los artistas?

En realidad, lo que ocurrió allí fue una gran equivocación por mi parte, por llevar a mi señora madre a Las Vegas, donde tenía que hacer tres conciertos diarios, sin haber acondicionado mi suite ni nada... Instigar a una mujer que viene de tener una vida tranquila a meterla en Las Vegas durante un mes, eso se rompió como tenía que romperse. Fue un grave error del que mi pobre madre no tenía culpa.

Habla también sobre la gira que bautizaron como la 'Tournée del hambre', en la que pasó días sin comer entre concierto y concierto. ¿Qué le aportó aquella etapa?

Muchísimo. A dar valor a las cosas. A luchar, porque esto es muy difícil. La vida de un artista, si se lo toma en serio, es difícil. No es nada fácil ni nada divertida. Hay momentos de diversión y de gloria, pero hay otros muy puñeteros. Hay que saber vivirlos, cuando vienen los buenos tiempos, con alegría; y cuando vienen los puñeteros, aguantando.

En la docuserie participan otras figuras de la propia industria y de su familia. ¿Hay alguna aparición que le haga especial ilusión?

Agradezco muchísimo a todos los artistas que han participado. Son compañeros que han estado maravillosos. A mi familia más todavía, porque no son muy dados a dejarse entrevistar, porque consideran que el artista soy yo, y soy yo el que tiene que hablar. Ellos han entendido que era el momento, así como yo entendí que lo era. En nuestra familia somos una piña.

En 1962 ganó el Festival de Benidorm. Justo ahora se recupera en cierta medida esta cita, con el Benidorm Fest. ¿Qué le parece volver a apostar por un festival?

Estoy esperando noticias, ver cómo lo enfocan... Es curioso. Ten en cuenta que hay 50 años de diferencia, y las cosas han cambiado mucho. Puede entusiasmarme o quedarme perplejo. Les deseo muchísima suerte y espero que hagan una cosa bonita.

Participó en dos ocasiones en Eurovisión, con excelentes plazas. ¿Está al tanto de lo que es el festival en la actualidad? ¿Qué opina de los bajos puestos de España?

No sé. Ahora es otra clase de espectáculo, un espectáculo bárbaro. Pero lo menos importante son las canciones: ahora son las coreografías, las luces... Es un poco como el Circo del Sol, un gran espectáculo. Y en aquellos tiempos lo que importaba era la interpretación y la canción. Ahora se hacen ensayos exhaustivos de meses... Es otra cosa, ni mejor ni peor, diferente.

Imagino que no se plantearía volver a probar suerte, como sí han hecho otros veteranos artistas en años recientes.

No, no. De esa manera no.

Recientemente ha grabado la cabecera de 'Cuéntame cómo pasó', ¿se animaría a participar en algún programa como coach, asesor e incluso como presentador?

Depende de lo que quieran que haga. Estoy muy acostumbrado al cine porque he hecho mucho. En televisión más o menos es la misma historia. Me ha hecho mucha ilusión hacer la canción de Cuéntame, porque he sido admirador de la serie desde el comienzo. No la puedo seguir siempre porque se emite en un horario en el que normalmente estoy cantando, pero sí la he visto y la encuentro genial.

A estas alturas de su carrera, ¿hay algo que sienta que le queda por hacer?

Lo que me gusta hacer, lo hago. No me ando por las ramas. Me cuesta más o menos trabajo, tardo más o menos tiempo, pero lo que quiero hacer, lo hago. No me rajo. Luego puede salir bien o mal, esa es otra cuestión. Pongo toda la carne en el asador. Mientras exista la voz, todo va a seguir bien. Trato de no descuidarla para nada. Hasta ahora estoy orgulloso de cómo se está portando. Me está dando muchas alegrías.

¿Siente que el tesón y la manera de entender su profesión se ha convertido en una rara avis dentro de la industria, o que es una filosofía que se mantiene hoy en día?

Las cosas bien hechas, en cualquier época y situación, son las cosas bien hechas. Y las cosas mal hechas, son las cosas mal hechas. Lo que está bien hoy en día, lo está. Y lo que está mal, también. Pasaba igual antes.

Con la irrupción de la pandemia, ahora hace cerca ya de dos años, ¿le preocupó en algún momento la vuelta a los escenarios o su propio estado de salud?

Lo que me preocupaba y me preocupa es el coronavirus. Parece ser que las cosas se van poniendo mejor. Pienso, basándome en lo que dicen los médicos, que para finales de año estaremos más normales. Nada de nueva normalidad, sino normales. La vieja normalidad. La gente necesita distraerse, ocupar su corazón en otras cosas, no todo va a ser trabajar.

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