Entrevista

Roberto Leal: “Igual que si me dicen 'quiero un hijo tuyo' no hago caso, tampoco cuando me dicen 'eres lo peor'”

Roberto Leal

Laura García Higueras

“Hay momentos muy graciosos y de mucha tensión, de tener la maquinaria a punto de explotar”. Roberto Leal estrena este viernes la segunda edición de El Desafío en Antena 3. Una temporada en la que asegura que el formato “mantiene su espíritu, pero multiplicado por mil”.

El casting y la incorporación de Pilar Rubio como jueza son para el presentador los dos grandes alicientes de las diez nuevas entregas; en las que Raquel Sánchez Silva, Norma Duval, El Monaguillo, Juan Betancourt, Lorena Castell, María Pombo, Jesulín de Ubrique y Omar Montes pelearán por hacerse con la primera plaza.

“Por mucha careta de famosos que tengan, son personas”, asegura sobre los concursantes, “que hayan tenido tanta implicación dice mucho. No deja de ser un programa de tele, pero para ellos se ha convertido en algo más”. El periodista se enfrentó en la anterior edición a Arturo Valls en el 'cubo de la muerte' y, en el regreso del formato, rapeará en una batalla de gallos. Algo que, según reveló en la presentación del concurso, le ha hecho “mucha ilusión”.

Desde que, como él mismo reconoce, le llegara su “gran oportunidad” en 2017 fichando por Operación Triunfo, Leal se ha convertido en uno de los presentadores más relevantes del panorama televisivo, liderando ahora cada tarde con Pasapalabra. Una trayectoria ascendente que le ha llevado a ganar gran popularidad. “Lo llevo con mucha normalidad”, comparte.

La primera temporada de El Desafío contó como principal atractivo que el público no sabía a qué se iba a enfrentar, ¿qué va a sorprender de esta segunda edición?

Para empezar, el casting. Porque como le pasaba al público, ya saben a lo que se enfrentan y que tienen que venir con la actitud de “voy a ganar” y “voy a darlo todo”, porque aquí se te ven rápido las costuras. Tienes mucho ensayo pero solo una oportunidad de hacerlo bien delante de un jurado, del público que está en el plató y del que esperas que esté en casa viéndote, que es algo que también te presiona.

Además, hay pruebas nuevas. Es el mismo programa en espíritu, pero multiplicado por mil. Hay más pasión, más verdad, más competencia y más realidad. La gente se va a reír porque pasan cosas muy graciosas y hay momentos de bastante tensión, de tener la maquinaria a punto de explotar. Que es normal, porque cuando uno se lo curra un montón, llega el momento y no te sale como esperas; y si el jurado luego no te valora como quieres o hace un comentario que no te sienta bien, somos humanos y eso se va a ver. Que es lo bonito, que se vea también.

Tamara Falcó y Pilar Rubio son dos perfiles muy diferentes, ¿qué tal ha encajado la nueva jueza con sus compañeros Segura y Juan del Val?

Muy bien. Pilar es la “musa” del formato, ya que este programa nace a raíz de los desafíos que ella hacía en El Hormiguero. Ha pasado por muchos de ellos. Cuando ella habla, los concursantes escuchan con muchísima atención porque no es alguien que te pueda valorar como lo hacemos desde casa o los propios jueces Santiago y Juan, que difícilmente han podido pasar por esos retos porque no es su trabajo. Pero Pilar sí.

Cuando habla, lo hace desde la experiencia y la sabiduría de “sé que eso no es fácil, pero te lo podrías haber currado más, porque no has llegado preparado o preparada”. O al contrario. “Sé que te has preparado, no te ha salido bien, voy a valorar ese esfuerzo”. Habla siempre desde la empatía y desde la experiencia. Ese punto nos ha dado, sobre todo al jurado, una autoridad y un empaque muy chulo. Para mí Pilar es de las revelaciones de la temporada, sin ninguna duda. Personalmente es un encanto, está siempre súper a favor de obra y es una curranta nata.

El trasfondo del concurso es la superación personal, ¿es un buen mensaje para transmitir en televisión?

El desafío transmite unos valores bastante interesantes, sobre todo porque lo ven muchos niños. Más allá de que alguno diga “papá, cuélgame de un arnés”, que espero que no lo hagan en medio del salón de casa; pero al final, sin decirlo, lo que están viendo es gente que se sale de su trabajo habitual, vienen por decisión propia o por propuesta de la cadena, pero han aceptado el reto. Y eso ya implica un compromiso.

Después hay un trabajo evidente de entrenar toda la semana hasta llegar al reto. Hay pasión porque si no, no sacas las pruebas adelante. Compañerismo, competencia sana y verdad, que es lo que lo envuelve todo. Cuando se llora no se busca la lágrima. Surge porque la gente que hay ahí, por mucha careta de famoso que tengan, son personas. Son frágiles también.

Y esa fragilidad en alguien de quien tenemos una imagen de dureza, frialdad o quizás más distante, les ves y dices 'yo también habría llorado'. Eso es lo que hace humano a este programa, uno de los secretos por los que funcionó la primera temporada y por lo que espero que vaya a funcionar esta segunda.

Hay lágrimas porque por mucha careta de famoso que tengan los concursantes, son personas

Roberto Leal

Comentabas en la presentación de la edición que para un presentador es muy importante el feeling con los concursantes, ¿has vivido algún concurso en el que esto haya sido más complicado?

Lo que quería decir es que en un programa como este se necesita de la implicación 100% de los concursantes porque son ocho, cada uno tiene su momento y ese momento te puede salir bien o mal. Pero al final, si son conscientes de dónde están y lo que están haciendo, para un presentador, si se desmoronan, sabes que necesitan que le des un abrazo. Si se vienen muy arriba, sabes que necesitas que brinques con él porque lo ha conseguido. Te unes todavía más a su equipo cuando ves que él o ella se ha entregado a la causa.

Si ves en algún momento desazón, desgana o incluso ese punto de “me da un poco igual lo que esté pasando”, que no ha ocurrido en el programa; al final ya no solamente el presentador, el que está en casa, desconecta. Aquí tenían clarísimo que a la hora de saltar al reto tenían que darlo todo. Cuando no les ha salido, se han venido muy abajo, pero inmediatamente han cambiado el chip y ya estaban pensando en el siguiente. Que hayan tenido tanta implicación dice mucho de estas personas, ya que la mayoría tienen carreras brillantes. No deja de ser un programa de tele, pero para ellos se ha convertido en algo más.

En la presentación reconociste igualmente que 'El Desafío' te permite “matar el gusanillo de trabajar en directo”. Con la pulsión informativa que existe ahora con la invasión de Rusia y teniendo en cuenta tu trayectoria previa, ¿has echado de menos estar cubriendo la última hora?

Nunca dejo de ser periodista. Estoy al día de la actualidad y muy pendiente de todo lo que pasa. Por suerte, no y añado 'el por desgracia', en estos 21 años que llevo trabajando, he vivido también acontecimientos periodísticos muy importantes. Pero ahora mi momento ahora está aquí, haciendo entretenimiento, a donde realmente acabo de llegar.

La gran oportunidad la tuve en 2017, todavía no han pasado ni cinco años y estoy donde siempre había soñado: entreteniendo, divirtiéndome, pudiendo ser muy parecido a lo que soy en la vida real y encima, con un programa que funciona. Eso, a cualquiera que se lo digas cuando empieza a estudiar periodismo, ni se le pasa por la cabeza.

Ojalá dure mucho tiempo pero nunca dejo de ser periodista. Eso es lo que me hace también no sobrepasar ninguna línea roja, saber hasta dónde puedo llegar y qué palabra usar en cada momento. O por lo menos, apostar por ella y no equivocarme con otra.

Tu fama se ha multiplicado exponencialmente desde que presentaras 'OT 2017' y ahora lideres hasta tres formatos en Antena 3. ¿Cómo llevas y gestionas la fama? ¿Miras mucho las redes sociales?

La fama la llevo bastante bien. Aunque no la llamo fama sino popularidad, porque si tienes la magnífica suerte de estar en el programa más visto de las tardes o del día... es normal que la gente te reconozca por la calle. Jamás he tenido momentos feos. Y tampoco, por la vida que tengo con dos niños estoy constantemente en jaranas, jaleos ni en ferias donde al final pudiera decir “Dios mío, ¿dónde me he metido?”. Lo llevo con mucha normalidad.

Soy bastante activo en redes y en redes te puedes encontrar cualquier cosa. No busco lo que dicen de mi, lo que leo es lo me llega a veces, y no siempre, porque afortunadamente tienes otras muchas cosas que hacer.

Tienes que convivir con las críticas y con los halagos. Y digo críticas y halagos porque hago tanto caso a una cosa como a la otra. A uno parece que siempre le gusta más oír lo bien que lo haces: pero cuando te viene alguien que te dice que te has equivocado y es una crítica que te ayuda y constructiva, bienvenida sea.

Cuando viene alguien a destruirte, porque siempre hay alguien que se dedica a eso, lo mismo da que seas Roberto Leal, Laura García que Manolito Jiménez, le doy la importancia que tiene. Que es casi ninguna. Relativizo bastante. Igual que cuando me dicen “Roberto, qué alegría, te pondría un monumento en mi pueblo y quiero un hijo tuyo”, no hago caso. Que es guay, pero dale una vuelta a lo que acabas de decir, tampoco hago demasiado a cuando me dicen “eres lo peor del mundo”.

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