‘Emerald City’ 1x03 Review: Hay una nueva bruja en la ciudad

'Emerald City'

Por Alberto Rodríguez

¿Sabéis qué? El buen sabor de boca del inicio de temporada no sólo me dura, sino que tengo ganas de más. Este episodio ha acelerado las cosas: con Eamonn pisando los talones a Dorothy y Lucas; la cada vez más evidente pantomima del Mago; la recién estrenada Bruja del Este y el cambio de sexo de Tip no puedo más que admitir que ya estoy enganchado a esta serie. Y en apenas tres entregas. ¡New Record!

¡Atención, spoilers!

Entra la nueva Bruja del Este

¿Quién le iba a decir a Dorothy que aquellos guantes dorados que aparecieron en sus manos segundos después de provocar la muerte de East le permitirían dominar a los elementos? Eso sí, son caprichosos estos guantes. Aparecen sólo en momentos providenciales, como cuando el guardián del castillo de East, Sullivan –cual ‘gorila’ de discoteca con aires mozárabes -, arremete contra Dorothy y Lucas pensando que vienen a saquear el templo de su señora. Y no es para menos, porque el templo resulta ser el Real Alcázar de Sevilla, una de las localizaciones más emblemáticas de nuestro país. Este palacio de estilo mudéjar destaca por sus ricos relieves y su abundancia de arcos, tal y como se muestra en el Patio de las doncellas, la estancia por la que vemos transitar la mayor parte de tiempo a Dorothy y Lucas. Sin duda, un escenario inolvidable a la altura de esta aventura de cuento.

El caso es que los guantes resultaron ser mejor que un pase para un reservado vip porque al momento el guardián reconoció a su nueva ama: Dorothy, señora de los bosques del Este, las más compasiva y severa. Pero el hábito no hace al monje, y, aunque Adria Arjona reluce como un rubí cuando aparece empoderada con el traje rojo carmesí que lució su antecesora –que hasta a Lucas se le cae la baba-, dominar los elementos y arreglar el tiempo no es tarea de cinco minutos.

Pero aun habiendo fracasado estrepitosamente en su primer intento como hechicera, consigue obtener una evidencia impactante: su madre, Karen Chapman, estuvo en Oz. Y lo más fuerte: fue el Mago quien la llevó. Precisamente la misma persona que quiere ver a Dorothy muerta. Así lo oyó de manos de Eamonn –el capitán con aires de Prince y armadura poligonal plastiquera- cuando escaparon por los pelos de él en la caravana del circo de Oz. Por cierto, vimos un león. A ver cuándo vemos una referencia al hombre de hojalata.

No obstante, las respuestas a sus cavilaciones las tiene el Mago, y como tampoco sabe cómo volver a casa, nuestra chica decide retomar el camino a Emerald City para obligarle a cantar. ¡Y me estoy temiendo alguna sorpresa del tipo ‘Yo soy tu padre’! Porque por edad, el Mago bien podría ser el padre de Dorothy y haber tenido un lío en el pasado con su madre. Al fin y al cabo, ella era una persona importante a la que proteger –por eso la dejó con sus tíos- y su vinculación con Oz tal vez provenga de la misión que le tiene deparada el destino.

Anna se destaca

¿Recordáis a Anna, la chica que Gilda entrega al servicio del Mago en el segundo episodio? Yo, hasta ahora, tampoco. Pero poco ha tardado en convertirse en el ojito derecho de su amo. ¡Si hasta le acompañó al funeral de East! Y poco a poco, esta hormiguita trabajadora ha cosechado el fruto de tanto esfuerzo: ¡ha desenmascarado al Mago!

Por cierto, ya va siendo hora de usar su verdadero nombre, Frank Morgan. Así se lo confiesa a Anna cuando intenta consolarla después de que ésta se viera atacada por la lengua viperina de West. Antes de ser el líder de Oz, fue un hombre. Un ser mundano que, incluso, llegó a frecuentar el burdel de West. Y fíjate tú qué caprichosa coincidencia: llegando a estar con la madre de Anna, que fue prostituta. De ahí el motivo de la afrenta de la doncella, pues ésta no conocía ese dato.

Pero Frank –promovido más por el interés que por el altruismo- infundió valor a su pupila, recordándole que lo importante no son nuestros orígenes, sino quién queremos llegar a ser. ¡Y vaya si le dio impulso, porque la muchacha ha descubierto su secreto mejor guardado! Según su hipótesis, él nunca tuvo el control de los Guerreros Eternos, sino que éste en realidad sale de la Prisión de los abyectos, la cual, permanece cerrada desde la muerte de East.

Mas el órdago le salió caro. A pesar de prometer no contar nada de esto a nadie, Anna dio con sus huesos en una celda. Pero con la convicción de que pronto su amo volverá arrastrándose pidiéndole ayuda en cuanto vea que se cumplen sus vaticinios: la Bestia Inmortal despertará cuando las dos lunas que lucen en el cielo de Oz sean una, y en esta ocasión, su forma será una extraña magia que poseerá a las personas –como las tres muchachas que se suicidaron arrojándose al vacío a los pies del Guerrero Eterno. Y para demostrar que no estaba errada en su predicción, afirmó que nevaría en plena época del sol. Con el primer copo que avistó, la cara de Frank se tornó un poema –yo creo que en el fondo quería que Anna llevara razón porque se muere por tener ayuda de alguien.

Pues si esto se ha cumplido, ¿quién dice que lo demás no es verdad? Más vale que te vayas espabilando en esto de la magia, Dorothy, porque como sucesora de East te va a tocar abrir esa prisión.

La verdadera Tip

Aún conmocionado por el cambio de sexo, Tip decide buscar un remedio para su situación junto a su amigo Jack en la ciudad de Ev. Entrar en ella es como realizar un viaje al siglo XIX, como revivir de nuevo una segunda revolución industrial, con sus torres altas típicas del proletariado, unos vehículos con forma de zepelín circulando a toda velocidad por raíles encima de los edificios y una cúpula de invernadero dominándolo todo.

En esta acristalada urbe encuentran la ayuda de un amable herbolario, quien, con tono paternalista, le revela a Tip que la medicina que le habían obligado a tomar toda su vida impedía que apareciese su verdadera forma, la de una mujer.

Obviamente esta revelación fue una conmoción para él o en este caso, ella. El simple hecho de mirarse al espejo y no reconocerse a sí misma, sentir que ‘lleva la piel de otra persona’, como llega a decir en un momento, o una decisión tan banal y a la vez tan importante como la de si entrar en el lavabo de caballeros o de doncellas nos muestran el desquiciante conflicto interior con el que le está tocando luchar. Un conflicto que sufren personas del mundo real –aunque sea tratado en este contexto fantástico- y que sólo estas personas saben lo que puede llegar a suponer.

Lo curioso es que su amigo Jack ha tardado ‘cero coma’ en adaptarse a la nueva condición de su socio. De hecho, parece que le agrada. Primero, esas miradas furtivas al escote y, después, el piquito robado a una aturdida Tip que, sin saber por qué se comporta así su compañero de aventuras, se zafa de él con un empujón con tan mala suerte de arrojarle desde la balconada en la que se encontraban. Igual que Bran Stark en ‘Juego de Tronos’ – cuando avisé de los paralelismos con esta serie no fue en vano. Su único amigo en el mundo yace en el frío suelo ensangrentando los baldosines con las heridas que le ha proferido la caída. ¿Y ahora qué?

Poco más se puede añadir a esta tanda de emociones, salvo, quizás, el recelo con que aguardo la espera de un personaje que todavía no ha sido presentado: Lady Ev, una dama rubia con antifaz dorado que aparece en la promoción de la serie pero que todavía no hemos tenido el gusto de conocer. Si esto marcha así de bien, no me quiero imaginar cuando añadamos más elementos a la ecuación.

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