Especial 'Anatomía de Grey': aciertos y errores de la “nueva” Meredith

Por Juan Carlos López SáezJuan Carlos López Sáez

Justo en el momento en el que en Hollywood se habla y trata sobre el lugar de las mujeres y personajes femeninos en la industria del cine (personajes como Katniss de ‘The Hunger Games’, o la protagonista del nuevo episodio de ‘Star Wars’ son claros ejemplos de que el rol de la damisela en apuros ya no se lleva), Shonda Rhimes busca hacer lo mismo con ‘Grey’s Anatomy’ transformándola en una serie que nunca fue para adaptarla a los nuevos tiempos.

Una Meredith que pudo ser y finalmente no fue

Meredith Grey nunca ha sido un personaje modélico e independiente, ni tenía la soltura de Carrie Bradshaw, ni el carisma suficiente para centrar la serie sobre sí misma, sino que a pesar de que no quería reconocerlo, era totalmente dependiente de su pareja y de su mejor amiga.

Pero la marcha de Christina trastocó la idílica vida de Grey (idílica entre catástrofe y catástrofe made in Shonda), que tenía al hombre perfecto amándola y a una amiga que miraba más por ella que por sus parejas. La gran frase de la despedida de Yang “Tu eres el sol, no dejes que Derek te haga creer lo contrario” daba la pista sobre el futuro de la protagonista.

En la undécima temporada Meredith confesaba que no necesitaba a Derek para estar bien, sino que casi le parecía que le perjudicaba profesionalmente por las distracciones que le producía, consiguiendo durante su ausencia su mejor racha profesional. Pero que llegara a esta conclusión no significa que fuera inmune a la sonrisa de McDreamy (apodo de Derek), y que cada vez que estuviera junto a el volviera a ser la chica dependiente de antaño.

Tras el shock de la muerte del cirujano, la serie ponía un punto y aparte como bien reflejaba el cartel promocional, donde una sonriente Meredith mira al sol cubriéndose todavía de la lluvia que había caído recientemente.

Pero en la primera tanda de episodios, se comprueba que las intenciones se han quedado en eso, intenciones, porque aunque es cierto que tenemos a una Meredith madura y autodependiente con un instinto maternal con todos los de su alrededor, también lo es que los guionistas parecen perderse sino tienen una relación amorosa que tratar, y simplemente han cambiado las piezas en el tablero, pasando a secundarios la tarea que durante once años hicieron los personajes de Ellen Pompeo y Patrick Dempsey.

El mayor acierto de la temporada

Me habría gustado ver a una Meredith inspirada en Christina, con su profesión como motor principal y con las dificultades que supone tener tres hijos (que apenas aparecen ni se mencionan), pero en su lugar vemos a una mujer de cuarenta años que se apoya en la amistad y vive en su casa como si fuera una fraternidad universitaria. Estas nuevas caras de Grey son el mayor acierto de la temporada actual, donde la vemos más integrada con sus compañeros y viviendo una segunda adolescencia lidiando con los problemas de su cuñada y hermanastra, además de su ascensión en el terreno profesional, donde ocupa el puesto de Bailey.

Pero no se pueden hacer 22 episodios sin incluir una trama que aporte la tensión necesaria que asegure la fidelidad de la audiencia como la grandiosa historia de Izzie y Denny. Se ha intentado con April y Avery, y con ese gran episodio de la cena donde reaparecía Penny (la culpable de la muerte de Derek por una negligencia médica) que supuso el desencadenante del arranque definitivo de una duodécima temporada que parecía no terminar de despegar. No solo Meredith se debía de hacer a su nueva vida de viuda, sino que además se enfrenta al reto de formar y trabajar a la persona que tuvo la oportunidad de salvar la vida de Derek.

Pero esta prometedora premisa se ha disipado en un par de episodios donde Amelia es la responsable de los malestares de Grey, y donde damos vueltas a las rupturas y reconciliaciones de las parejas del Grey-Sloan Memorial. La relación de Owen con el recién llegado Nathan Riggs que parece estar relacionado con su familia, y que despierta la parte más violenta del ex marido de Christina, parece que centrará el resto de episodios, llevándose consigo a Amelia y Meredith, que dejarán de vivir juntas y acabando con el prometedor trio que forman junto a Maggie (memorables esos momentos en el coche camino al trabajo).

Las tramas abiertas que deben aprovechar

Por lo demás no nos han dejado muchos frentes abiertos

-Bailey se enfrentará a la gran responsabilidad de dirigir el hospital, siendo bastante más blanda de lo que fue cuando formaba a los residentes.

-Arizona ha dado muestras de que no termina de olvidar a Callie y puede significar que tarde o temprano pretenda recuperarla sin contar que su ex mujer ha iniciado una relación con Penny.

-Alex propone de forma poco adecuada matrimonio a Jo, que nos deja en el aire si acepta o no porque justo en ese momento iba a abandonar el apartamento que comparte.

-April y Avery tienen un acercamiento tras un encuentro sexual en la noche que iban a hablar de divorcio

Arriesgarse o morir, Shonda

Las historias episódicas de los pacientes, y las tramas cómicas como las de Arizona son la cortina de humo que hacen que la serie siga funcionando tras doce años en antena, pero tienen la oportunidad perfecta para arriesgar y ofrecernos la serie en la que ‘Grey’s Anatomy’ debe evolucionar sino quieren que la audiencia se bajen del tren cansados de dar vueltas sin llegar a un destino.

Hubo un tiempo donde la serie trataba temas algo controvertidos de forma excepcional como esa escena mítica donde Izzie cortaba los cables de la máquina que mantenía con vida a Denny, pero quizás el miedo de arriesgar sea el motivante de mantenerse siempre en la línea de lo correcto donde contentar sin más al espectador.

Queda media temporada por delante, y oportunidades que un buen equipo de guionistas podría sacar mucho jugo, pero todo pinta a que el equipo de Shonda jugará sobre seguro por miedo a desviarse del camino que les ha dado el éxito (pero no reconocimiento de la crítica más allá de la perfecta segunda temporada.

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