‘Girls’, ¿las amas o las odias?

Ha acabado la tercera temporada de ‘Girls’, algo dramático para algunos y para alegría de otros. Y es que la serie de HBO escrita y protagonizada por Lena Dunham continua sin término medio: o la amas o la odias. ¿Qué tiene esta serie para cosechar tantos fans y tantos haters a la vez? Hemos querido indagar en la polémica y para ello Sara Bureba (entuserieoenlamía), una opositora radical de la serie, y Paula Hernández (Vertele), amante de la ficción de Hanna y sus amigas, nos cuentan las razones de sus sentimientos hacia ‘Girls’. ¿Y tú, de qué lado estás?

A continuación la justificación de un amor y de un odio hacia la serie:

Hanna Horvath, la protagonista

AMOR (Paula Hernández): Hannah Horvath, la protagonista, es una soñadora. Un adjetivo que, hasta ahora, siempre había significado algo positivo. Cuando un personaje es un soñador parece que transmite positivismo, un punto de bohemia y emprendimiento. Hasta que llegó la pluma de Lena Dunham y nos mostró a una soñadora real: obsesionada con lograr su objetivo, tanto que el resto del mundo es secundario para ella. Así son los verdaderos bohemios: egoístas, cabezotas y ambiciosos. Hannah es la viva imagen del “son tiempos difíciles para los soñadores”. Quiere ser escritora, cueste lo que cueste, y si para ello debe despedirse de trabajos que le ofrecen estabilidad a cambio de renunciar a sus sueños, lo hace.

En el capítulo siete de la primera temporada ella confiesa que “nadie podría odiarme tanto como yo me odio a mí misma, ¿vale? Así que cualquiera que piense o diga alguna maldad sobre mí debería saber que yo ya le ma he dicho a mi misma, probablemente en la última media hora”.Y así es como nos venden a Hannah, sin edulcorantes. Ya somos mayorcitos para saber que no todos son princesas, de hecho, la mayoría somos Hannah, sin un físico perfecto, con esa torpeza y con esas contradicciones. ¿No es plato de buen gusto reconocer que somos como ella? La “ironía de la sociedad americana”. Bienvenidos al mundo real por fin.

ODIO (Sara Bureba): Hanna Horvath, la protagonista, es una sociópata, egocéntrica y soberbia hasta la náusea. Mucho de ello lo arrastra de Lena Dunham, y otra buena parte es un hipérbaton de lo peor que la nueva generación de adultos trae consigo. Parece generoso que la guionista se atribuya el personaje más odiable, pero sinceramente creo que Dunham considera a Hanna una especie de heroína futurista, basada en el superego de Nietzsche, que debe mostrar al mundo.

Lo del “súper Yo” no es una broma o una pedantería, es real. Ausente de sentimientos de empatía o compasión por el prójimo, la protagonista de Girls es además el único personaje que logró (por si sola) desbancar a Juego de Tronos en número de desnudos por episodio.

Rezuma una incomprensible confianza en sí misma para alguien crecido en los 80 bajo la alargada sombra de iconos como Sensación de Vivir o los Vigilantes de la playa. Su vestimenta, en claro desafío de lo políticamente correcto para alguien de su complexión, así como su falta absoluta de pudor o miedo al ridículo hacen que el personaje se antoje ajeno, incomprensible y nada empático. No es valiente, es ridícula, y si los que la alaban (normalmente gente delgada y divina)si la viesen en su día a día la mirarían con reprobación. Si pretende mostrar verdad o recoger la voz de una generación que empiece con las inseguridades que nos produjo crecer en la era del culto al cuerpo.

Además, la vocación por la escritura de Hanna es más postureo que otra cosa, porque cuando le surge la oportunidad de escribir por dinero (cosa que no sucede en el mundo real con frecuencia) se sabotea a si misma sistemáticamente ¿sabéis por qué? Porque es más sencillo abandonar que intentarlo y fracasar.

Solo tiene un punto positivo, nos hace sentir mejor con nosotros mismos porque no somos tan horribles como ella, por eso su función es redundante, para eso ya tengo a Belen Esteban, que no me da lecciones de moral y viste igual de mal.

Las otras ‘Girls’

AMOR (P.H.): ‘Girls’, además de la vida de Hannah, también cuenta la de sus tres mejores amigas: Marnie, Shoshanna y Jessa. Tres personajes tan perfectamente perfilados que todos, en algún momento, hemos conocido a alguien como ellas. Es más, todos, alguna vez, hemos sido alguna de ellas. Por mucho que nos cueste confesarlo y asimilarlo. En algún momento hemos abandonado una relación y por puro egoísmo hemos querido retomarla, como Marnie. Hemos sido puritanos. Hemos sido libertinos. Hemos sido Shoshanna y/o Jessa. . Y, de hecho, todos, en algún momento de nuestra vida, nos hemos odiado a nosotros mismos. Y esa parte que no nos soportamos es la que vemos reflejada en el personaje que menos aguantamos. Y es difícil descubrirlo, y mucho más confesarlo. Pero cuando odias a una de ellas en particular, es porque hay algo de ti que no soportas reflejado en ella. ¿Pueden haber unos personajes mejores escritos que estos que nos hacen sentirlos como familiares?

Pero aún hay más, cuando hablamos de Hannah y sus “amigas” es irremediable preguntarse, ¿pero son amigas?. Las continuas situaciones de “por interés te quiero Andrés” son tan simpáticas como reales. Cuando en alguna fiesta Marnie le dice a Hannah que aunque no estén pasándoselo bien, sonrían a cámara para poder subirlo a “instagram”. O uno de los momentos estelares en los que el amigo gay le pregunta a Hannah: ¿cómo te sientes ahora que Marnie es una gran cantante y Adam un actor de Broadway, cuando en teoría tú ibas a ser la “amiga famosa”? O la gran escena en la que Shoshanna, en esta tercera temporada, suelta toda la retahíla de razones por las que no las soporta más. Son continuos momentos que me hacen oscilar entre la admiración por una Dunham que ha sido capaz de plasmar la realidad de muchas relaciones de amistad, y la vergüenza por sentirme identificada con demasiadas de esas situaciones.

ODIO (S.B):El resto de personajes de la serie reflejan aspectos complementarios a la “reina sol”; su presencia cada día más testimonial ha pasado de tener tramas propias a pasar episodios limitándose a dar la réplica a Hanna.

Shoshannah es un estado previo a Hanna, la oruga antes de ser mariposa, la persona cuyas inseguridades no le permiten volar. Si bien empezó su andadura como un símbolo de candidez de provincias e incontinencia verbal ha terminado diluyéndose en sus propias ensoñaciones. Viviendo su propia utopía vital nadie se acercó a ella lo suficiente como para estallar la gigantesca pompa de jabón en la que vive. Si los sueños de un futuro profesional planificado y dorado dejaron de ser posibles en plena crisis económica, ahora la búsqueda de nuevas emociones a través del sexo llena ese hueco.

Siguiendo las enseñanzas de El Gatopardo, Shosh intenta cambiar para que todo siga siendo igual y para mantenerse a dos peinados horteras de distancia de algo auténtico y con sentimiento.

Marnie es el deseo oculto de la persona que Hanna (o Lena) desearía ser. Esa amiga inteligente, guapa y sofisticada, a la que no desea ver triunfar por miedo a enfrentarse cara a cara con sus propias frustraciones, y por ello decide castigar sistemáticamente al personaje con mala suerte y crisis existenciales varias. Dicen que Dios aprieta, pero no ahoga, pero en el universo de Girls, Lena no ha soltado el grácil cuello de Marnie en tres temporadas, y en algún momento debería permitirle tomar algo de aire limpio, por higiene creativa, al menos.

Jessa recibe el honor de ser un personaje todavía más extremo e indeseable que Hanna. Su función en la serie es clara, maltratar sistemáticamente a la protagonista, victimizándola para despertar simpatía (¿por pena?) en el espectador. Y no es sencillo victimizar a alguien tan abyecto como Hanna, pero es que la inglesita es un poema. Si algo tengo claro es que alguien así estaría muy solo en la vida. Nadie la soportaría. Nadie. Ni Paris Hilton que está loca por tener amigas.

¿Mujeres de hoy o “niñas de papá”?

AMOR (P.H.): Las ‘Girls’ no son solo mujeres de hoy que luchan por despegarse los valores que “deberían” tener y no tienen. Sino que son un reflejo del presente más demoledor de nosotros. Es sabido que Lena Dunham utiliza los comentarios que hacen a su serie en las redes sociales para responder en y con algunas escenas de los capítulos. Críticas como la de “Odiamos el cuerpo de Hannah” o “con ese físico debería taparse” las responde en situaciones como la que lanza en el capítulo 3x01 con la frase “Horrible, doble moral en nuestra cultura”. Y la dice de una forma tan perfectamente hilada, que pasa desapercibida.

¿Quién dijo que eran unas ‘Sexo en Nueva York’ de jovencitas? Para nada, aquellas sí eran princesas con las que –el vulgo- no podíamos sentirnos identificadas. En cambio, Hannah, Jessa, Marnie y Shoshanna no esconden sus defectos, o quizá sí, pero Lena nos los deja ver. Los de sus personajes, y los de la gente que hablamos de ellos.

Por urdir esos guiones que responden a la gente que le habla, por estamparnos con nuestros miedos, nuestras vergüenzas y despertarnos a través de sus personajes de la falsa realidad que estamos viviendo y hacernos reflexionar, encuentro tan genial cada capítulo de ‘Girls’.

ODIO (S.B.): Otro de los peores aspectos de la serie es la ausencia total de responsabilidad. El hecho de sufrir en primera persona una crisis heredada hace que en la serie se extrapole esta idea al resto de ámbitos vitales, no tomando responsabilidad, no solo de las cargas normales de la vida, sino tampoco de sus errores. Todo lo que sucede alrededor de las cuatro Girls es “injusto” para ellas, y no aceptan que la vida no sea una sucesión de cosas buenas. El retraso de la madurez es real pero creo que en esta serie se lleva a un desquiciado límite. La serie muestra a los jóvenes como una panda de inútiles incapaces de afrontar las crisis sin sus padres, que terminan cargando con todo. Cierto que dependemos más de los progenitores que antes, pero creo que una vez más Dunham exagera para crear efectos dramáticos. Si en Sexo en Nueva York las protagonistas vivían con sueldos que nunca entendimos de donde salían las niñas de Girls están indefinidamente subvencionadas por sus papaítos.

Entendedme bien, me parece normal que se exagere, esto es una serie de televisión no un documental de la 2, pero considero que si pretendes dar esa vocación de cronista del S XXI y sus circunstancias, que Lena propuso como pacto de lectura en su piloto, tienen que existir más verdad en lo que cuentas.

El titular de resumen es claro. Lena no me representa. Ni a mí ni a muchos. Bueno a Paquirrín quizá sí.

Reflexión final: ¿El mundo real o HBO se equivoca?

AMOR (P.H): Sí, me gusta la serie. Aún siendo despiadada con una generación de mujeres que exalta la amistad y a la vez muestra el mismo porcentaje de interés que de desinterés en las relaciones. Aún reflejando un tipo de parejas de dudosa estabilidad emocional. Aún mostrando cuerpos poco “agradables” para nuestros estrictos cánones de belleza. Me encanta la serie, aún presentando unos personajes egoístas, desequilibrados, antipáticos, obsesivos, interesados y perturbados. Disfruto viendo cada capítulo de ‘Girls’ porque necesito mi dosis de realidad semanal. Por que es la única ficción que me mira directamente a los ojos y me habla. Y me explica que todo lo que creía que a mi alrededor estaba torcido, y todo lo que odiaba de mí, también le pasa al resto del mundo. Por mucho que le cueste admitirlo.

Por eso se ha criticado tanto el tipo de chico al que se liga Hannah, por eso se critica tanto su aspecto físico, sus relaciones, a sus amigas, la forma de conseguir sus sueños, la forma de vivir de su generación. Eso es lo que desagrada a muchos y hace enfadar a otros: la NO representación de un mundo IDEAL. Sí, gente, las Hannah del mundo pueden llevarse a la cama a atractivos cuarentones desconocidos una vez en su vida. Y como dice en un capítulo piloto “No quiero asustaros, pero creo que podría ser la voz de mi generación. Bueno, por lo menos la voz de una generación”. Y es que 'Girls' si a alguien representa, es a todos aquellos que la critican, que son quienes han construído a Dunham, quienes han hilvanado la serie. Una sociedad que lucha por lo que “debería ser” y machaca lo que realmente es.

ODIO (S.B):Tanto modernismo que desprende termina siendo rancio, y genera que un gran número de espectadores vea la serie con un cierto sentimiento de frustración provinciana por no llegar al nivel de sofisticación vital que muestra.

Al igual que en el traje del emperador, nadie quiere admitir que muchas de las experiencias vitales que narra Dunham son una impostura, porque el resto les tacharía de “cerrados de miras” e intolerantes. En pleno S. XXI ser vintage solo está bien para la decoración o los coches y tomar chupitos de hidrógeno siempre es mejor que el pacharán. Yo digo no.

Si en los 90 la moda era mostrarnos a mujeres irrealmente perfectas, nuestra era nos muestra lo contrario, mujeres exageradamente desquiciadas consigo mismas y su entorno; vivimos en la era en que una serie no funciona sin un antihéroe. Quizá por ello, en la búsqueda del hiperrealismo a Lena se le olvidó que dotar a sus personajes de sentimientos y moral. Como en el mago de Oz a esta serie de hojalata le falta un corazón.

Llamadme antigua, llamadme vendida del sistema, llamadme tradicional, pero a día de hoy deseo que mis amigos lo sean porque quieren, que mis padres no tengan que llevarme en volandas por la vida y no quiero un novio que me trate como a basura. Si esta es tu generación Lena estoy contenta de saber que no pertenezco a ella. Y no, Dunham, no me gusta tu serie. A veces, aunque parezca difícil creerlo, HBO se equivoca.

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