'Grey's Anatomy' 12x20 Review: Shonda vs armas

Por Juan Carlos López Sáez

Rara vez se ven episodios que se propongan aleccionar al espectador sobre un tema en concreto, y si hace un par de décadas Punky Brewster nos decía aquello de “dí no a las drogas”, ahora le llega el turno a Shonda que nos pretende mostrar lo peligroso que es tener armas en el domicilio, y deja muy claro que esta completamente en contra de su posesión.

Dos niños encuentran un arma y comienzan a jugar con ella, hasta que uno dispara al otro accidentalmente. Con este punto de arranque más propio de una película de Denzel Washington, comienza un episodio donde las tramas de los personajes siguen a fuego lento para estallar en la inminente recta final.

¡¡SPOILERS!!

No se juega con Arizona

Arizona (o Robbins) recurrió a su abogado en cuanto supo que Callie planeaba mudarse a Nueva York con su hija para vivir con Penny mientras ésta estudia. Pero antes de seguir adelante con los trámites, decide hablar con su ex. Esta conversación no lleva a ningún sitio por lo claro que tiene todo Callie, y Robbins hace caso a Webber (el hombre que deambula dando consejos aunque no se los pidan) que le propone no precipitarse y llevarlo todo de forma amistosa. Pero una llamada le hace saber a Robbins que Torres ya ha hablado con varias escuelas de la gran manzana, y esto le hace decidir seguir con los trámites y le comunica a Torres que se tendrá que poner en contacto con su abogado porque no permitirá que Sophia salga de Seattle.

Como curiosidad de la trama de Callie, cuando acude a Miranda para informar de su traslado, ésta le pregunta si esta dispuesta a tirar su carrera por la borda por una chica, dejando a la enamorada cirujana sin nadie que apoye su decisión.

El insistente de Warren

Parece mentira que Warren esté protagonizando tantos minutos cuando hasta hace poco soltaba un par de diálogos y estaba siempre detrás de todos, o acompañando a Bailey. Pero el hecho es que tras su desastrosa actuación que acabó con la vida de su paciente y del bebé que ésta esperaba, Warren fue suspendido durante 6 meses. Pero sin ningún sentimiento de culpa, y pasando de la sanción, el marido de Miranda busca la forma de seguir entrando en los quirófanos, y decide que la mejor opción es volver siendo anestesista.

Warren obtiene el visto bueno del encargado del departamento, pero Miranda no solo no acepta esta propuesta, sino que amenaza con echarlo de casa si sigue adelante con su idea (ella no tiene voz ni voto en este caso).

Se avecina divorcio?

El que la sigue...

Hace unas semanas apareció un guitarrista que tuvo que ser intervenido, y que se quedó prendado de Edwards, con quien chatea continuamente. Tras pedirle reiteradamente una cita y Edwards rechazarlas todas, Kyle se presenta en el hospital (curiosamente lo mismo que el pretendiente de Meredith).

Pero Edwards vuelve a poner de excusa su trabajo, y Meredith, que ejerce de celestina, le libera de todas sus responsabilidades y le deja vía libre para que se vaya con el músico.

La cita se da en el estudio de Kyle, donde acaba consiguiendo Edwards se deje llevar por fin.

Los dos casos potentes del episodio

Lo cierto es que aunque este capítulo no supone un gran avance en las tramas de personajes, si que ha dado dos casos muy potentes por diferentes motivos.

El primero es el que llevan Meredith y Edwards, que tienen que extirparle un tumor benigno a una chica que espera ansiosa la visita de su pareja, al que solamente conoce por internet. Pero cuando éste llega, no tiene nada que ver con las fotos que envió, y confiesa que fue por temor a ser rechazado por su físico, algo que se conoce como hacer un catfish.

La paciente se olvida rápidamente de su enamoramiento y no tiene miramientos al pedir que se marche, pero la historia se le vuelve en contra cuando se descubre que ella misma mintió al decir que el tumor era maligno y mortal, por lo que comienzan a discutir sobre que mentira es más grave, y Grey se ve obligada a llamar a seguridad.

El segundo tiene poco de cómico, y con un mejor desarrollo habría sido válido para una season finale en condiciones (por cierto, se avecina nueva catástrofe made in Shonda para la finale).

Dos niños juegan en casa de uno de ellos y descubren un arma en un cajón que estaba cerrado con llave. En el jugueteo, uno dispara accidentalmente al otro.

En el hospital, nadie entiende como han podido acceder al arma, y la tensión va en aumento entre las familias, y abre el debate en el hospital.

Maggie se obsesiona por entender como ha sucedido (pagándola con la pobre niñera) y se aterra al pensar que puede pasar lo mismo con sus sobrinos, preguntándole a Meredith como consigue llevarlo todo sin estar nerviosa. Pero el tema del día es si se debería permitir tener armas en los hogares.

Karev se posiciona totalmente en contra, al igual que el resto, pero Jo sorprende al ser la única que admite tener un arma guardada en casa como consecuencia del tiempo que estuvo viviendo en un coche. Pero se da cuenta de que no tiene sentido seguir teniéndola gracias a lo protegida que se siente viviendo en un piso y con Alex, por lo que decide deshacerse de ella.

Y por último, y aunque no suele ser santo de mi devoción, me ha encantado el comportamiento que le han dado a Amelia, la única que ha pensado en como debe sentirse el niño que disparó, y al que recalca que nunca se sienta culpable al saberse que el afectado no podrá volver a caminar, debe de repetirse a sí mismo que todo fue un accidente.

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