'Once Upon a Time' 06x15 Review: ¿Quién es el verdadero héroe de Agrabah?

'Once Upon a Time' 06x15 Review: ¿Quién es el verdadero héroe de Agrabah?

Por Alberto Rodríguez

¡Que no pare la ronda de preguntas y respuestas! Cuando ya tenía la fe perdida en que Aladdin y Jasmine regresaran para cerrar su aventura, de repente, ambos aparecieron en el Bosque Encantado para llevarme la contraria. Menos mal. El problema, como ya viene siendo una costumbre, es que su compañía durará poco. En este episodio la pareja de tortolitos alcanzará su destino final, aunque por el camino nos traerán de vuelta a viejos amigos que ya teníamos un poco olvidados. Lo mismo éstos también se unen a la comparsa de despedidas, porque está claro que Adam Horowitz y Edward Kitsis no quieren dejar a nadie sin su final feliz. La pregunta que nos hacemos conforme va avanzando la temporada es: ¿este cierre de tramas supone el acabose de la serie o se trata de un cambio de etapa en la que comenzar de cero? La teoría del reboot que avanzamos hace unas semanas cobra fuerza.

(Regresan los spoilers)

Garfio, el nuevo aliado de Jasmine y Aladdin

En el capítulo anterior –cómo me gusta esta coletilla–, dejamos a Killian a merced de un Nautilus ingobernable que lo alejaba irremediablemente de su amada Emma. El culpable, Gideon, el hijo de Rumpel y Bella. Éste utilizó todo el veneno de Kraken que había en el submarino para abrir un portal hacia el Bosque Encantado y así mandar a Garfio a otro universo. Su intención, al parecer, era aislar a Emma.

El pirata andaba como loco buscando la manera de volver y se lanzó a la desesperada a la caza del Kraken. Sin embargo, ya sabemos que en esta ficción incluso este tipo de infortunios suelen traer consecuencias y alianzas muy positivas. Porque de no haberse encontrado en el Bosque Encantado, Garfio no habría podido salvar a Aladdin y Jasmine de morir engullidos por el Kraken.

La cara de estupor del corsario no era para menos. ¿Qué hacían ellos en una barcaza cerca del reino de sus suegros? Lo mismo podríamos decir del Kraken, pero pasaremos por alto ciertas licencias narrativas si con ello propiciamos dichos encuentros. El caso es que el deseo con el que se despidió Jasmine fue volver a Agrabah. Y el genio Aladdin los llevó hasta allí.

Garfio no tenía tiempo para explicaciones. Lo único en su mente era regresar al lado de Emma. Mas al enterarse de que Jafar era un todopoderoso mago que podía retornarle donde quería, decidió ayudar a Jasmine y Aladdin a derrotarle y de esta forma obligarle a usar su magia para ayudarle. También estaba la alternativa tentadora de pedirle el deseo a Aladdin, pero éste le advirtió que no era buena idea porque solían ser traicioneros. No tenía más que ver cómo habían acabado ellos. Porque desde luego ‘muy de secano’ no estaban.

Y durante la travesía, tanto Aladdin como Jasmine mostraron su interés en el otro, con el pobre Garfio de por medio. Sólo que cada uno mostraba una actitud distinta: mientras que Aladdin era como un niño pequeño preguntando por lo que ella le había dicho a Garfio sobre él, Jasmine en cambio se mostraba sombría, con remordimientos, como si no fuera lo suficientemente buena para él. ¿Qué secreto o culpa escondía?

No hubo tiempo de contarlo, ya que el Nautilus empezó a ‘hacer aguas’ –¿puede hacer eso un submarino–, y Nemo apareció en la sala de máquinas para decir que lo daños de la batalla anterior con el Kraken eran irreparables. Se hundían sin remedio. ¿Cómo escapar de allí?

Noche de chicas

Hagamos un paréntesis en la aventura para volver con Emma a Storybrooke. Los cauces que está tomando la relación de Regina con, ahora, su familia nos han regalado otro momentazo Kodak: una noche de chicas solas.

¿Qué mejor que una noche con tu mamá y tu abuelastra para olvidar que tu novio te ha dejado? Tomando copas hasta olvidar las penas, ¿no suena tentador? Pues se ve que para Emma no, porque rechazó de plano la salida. Pero no olvidemos que se trata de Emma, especialista en levantar un muro y aparentar que todo va bien a su alrededor.

Además, ya sabemos que Regina no se caracteriza por darse por vencida a la primera. Lo increíble fue lo fácil que resultó engañar a Emma para que acudiera a un pub del pueblo con la burda excusa de una pelea. ¿Su superpoder de detectar cuando le mienten no surtió efecto esta vez? ¿Os que en el fondo quería acudir a la cita?

En cualquier caso, parecía que su madre, Blanca, también la necesitaba como agua de mayo. Al fin y al cabo, la maldición del sueño que le impedía estar con su marido se estaba volviendo una carga demasiado pesada. Así que para distraerse se apuntó a un improvisado torneo de dardos con un grupo de parroquianos que parecían haber sido vikingos en su otra vida. Y mientras Regina se encargaba de que ésta no se metiera en líos, Emma se desahogaba con el barman. Otro clásico.

Finalmente se abrió su coraza, y por esa apertura asomaron unas cuantas lágrimas que fueron recogidas sutilmente por una de las servilletas del bar. Al final de la noche, cuando Regina y Blanca volvieron con ella, les reconoció a las dos que, efectivamente, estaba dolida con la actitud de Garfio. Al cual, había dejado un poco en la estocada porque le contó a David que éste era el asesino de su padre. Lo increíble de todo es que David parecía dispuesto a perdonarle y estaba más preocupado por su desaparición que por lo que había hecho en el pasado. Me asombra la capacidad de perdón de esta gente. Ojalá todo fuera así de fácil en la vida real. Y como al menos aquí sí lo es, las tres –Emma, Blanca y Regina– se fundieron en un abrazo consolador como broche a la quedada.

La verdadera salvadora de Agrabah

Mientras que Nemo se hacía a la idea de hundirse con su nave, como buen capitán, Jasmine dilucidó rápidamente la manera de escapar de su prisión submarina. Y aunque no fuera muy aconsejable, decidió pedir un segundo deseo al genio Aladdin. Por suerte, resultó bien y todos llegaron sanos y salvos a la orilla. Aquí fue donde Nemo y su segundo de a bordo –el hermano de Killian– se separaron. Ellos tenían que recuperar el Nautilus o construir otro en su lugar.

El problema era que Agrabah se intuía lejos y ellos todavía andaban por el Bosque Encantado. Pero en un golpe de suerte encontraron un refugio muy especial: una cabaña de madera abarrotada con múltiples utensilios o ‘cachibaches’ –los fans de Disney ya saben por dónde voy–, que resultó ser el refugio de Ariel, la sirenita.

Hacía mucho que no veíamos a Ariel. Desde que ésta partió hacia Agrabah en busca de su amado Eric, después de que su encuentro se viera frustrado. Y allí fue donde Jasmine y ella se conocieron. La princesa salvó a la sirena de un iracundo mercader del bazar y, al enterarse de que Eric se encontraba con un destacamento de hombres a las afueras de la ciudad, decidió ayudar a Ariel a encontrarle para pedirle que les protegieran del malvado Jafar. Al caer el atardecer de ese día –en eso tiene algo en común con Ariel–, tendría que darle una respuesta al hechicero. Si no se casaba con él, destruiría la ciudad. Ni una posibilidad ni la otra eran admisibles para la hija del sultán.

Así que con la ayuda de la alfombra mágica, las dos muchachas pudieron localizar rápidamente la tienda de Eric. Mas el chasco que se llevaron una vez dentro fue de aúpa. Ya que no se trataba de Eric, sino de Jafar disfrazado. Se ve que el mago tenía más que observada a su princesa. Y el ultimátum llegó, muy oportunamente, en ese preciso momento.

Jasmine, pensando antes en su pueblo que en ella misma, accedió a casarse con Jafar, y como muestra de su enlace le entregó el anillo con la joya más grande del tesoro de Agrabah. Entonces apareció la vuelta de tuerca con la que les encanta jugar a los guionistas de la serie. Fue precisamente gracias a la entrega de esa joya cómo Jafar, quien no tenía intención alguna de reinar sobre aquellos que le llamaban bastardo, pudo hacer desaparecer la ciudad ante el horror de su princesa.

Sin embargo, en el refugio de Ariel, en la actualidad, por motivos que todavía no han sido explicados –menos mal, eso quiere decir que Aladdin, Jasmine y Jafar volverán en más episodios– se encontraba la lámpara en la que Jafar estaba atrapado por la maldición del genio. La solución estaba clara: invocarle y ordenarle que restableciera la ciudad y, de paso, que mandara a Killian a Storybrooke. Pero una vez más, la vuelta de tuerca.

Jafar se presentó y enmudeció –un par de segundos– al contemplar a sus nuevos amos. Pero como el tío es ‘más chulo que un ocho’, rompió ‘por sus santas narices’ la maldición del genio y se dispuso a marchar dejando pasmada a una Jasmine que no entendía nada. Porque sí, queridos amigos y amigas, fue Jasmine –y no Aladdin– la que se enfrentó a él en este último duelo final. Y cuando todo parecía perdido, la joven se sacó una última arma de la manga. Unos polvos que Ariel le robó tiempo atrás a Jafar cuando suplantó a Eric y que en ese instante Jasmine usó contra él. Su efecto, transformar a la persona en un báculo de madera. El destino inmediato de Jafar fue uno de los jarrones del bazar de Agrabah, que en ese momento, volvía a su lugar físicamente restablecida. Todo ese tiempo había estado con Jasmine, alojada en el interior de la joya que había entregado a Jafar, la cual, era responsable de proteger la urbe con magia ancestral.

Por fin, Aladdin y Jasmine pudieron estar juntos y disfrutar de su pueblo con total normalidad. Pero espero que su participación no termine aquí. Aún quedan muchos interrogantes por explicar: ¿qué pasó durante el lapso entre la victoria de Jafar y el hechizo de Regina? ¿Cómo acabó Jafar convertido en genio? ¿Por qué no han metido a Abú y al genio azul tan carismático de la película de animación?

Por su parte, Garfio intentaba realizar una llamada –vía concha–, como el que llama desde un teléfono móvil, a casa. Necesitaba explicarle a Emma que se había marchado en contra de su voluntad. Y por suerte –esa maravillosa suerte que abunda en este tipo de ficción–, Emma lo escuchó a través de otra concha que había entre las cosas de Garfio que, por cierto, estaba punto de tirar. Pero abruptamente se cortó la comunicación. Sentada en su porche, vio cómo el barman con el que se había desahogado en el pub le mostraba sus lágrimas –las de la Salvadora– retenidas en una servilleta. Entonces cobró su verdadera forma: era Gideon, amenazándola con no romper la barrera que la incomunicaba con su amado a menos que ella le ayudara en su misión. Matar al Hada Negra.

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