‘El Príncipe’ 2x02 Review: no te puedes fiar de nadie

Por Betty M. MartínezBetty M. Martínez

La semana pasada se produjo el tan esperado regreso de ‘El Príncipe’ y ese primer episodio de la segunda temporada sirvió básicamente para dos cosas. En primer lugar, para ponernos en situación sobre lo que ha pasado en los seis meses siguientes a la muerte de Abdu. En segundo lugar, para presentarnos el regreso de Morey a Ceuta y su esperado reencuentro con Fátima, a quien, por cierto, le faltó poco para ir corriendo a su marido a desvelarle la verdadera identidad del “policía”.

Así pues, se nos han resuelto algunas dudas (Fátima se casó con Khaled), pero también se nos han presentado bastantes más. ¿Cómo reaccionará la familia Ben Barek al saber que Morey ha regresado? ¿Buscará Faruq venganza por la muerte de Abdu? ¿Cómo actuará Khaled al saber que Morey es agente del CNI y que lo tiene en su punto de mira?

Veamos si nos han resuelto algunos de estos interrogantes.

¡¡Cuidado spoilers!!

Tapaderas destapadas

Empecemos por la misión de Morey de esta temporada. Su objetivo es, una vez más, evitar que Akrab se salga con la suya y cometa un atentado en Al Andalus. Y la verdad es que en esta ocasión parece más fácil que la última vez. Veamos. La tapadera de Morey como inspector jefe está asentada, cuenta con Fran como aliado, sabe quién es el malo y ya hay micrófonos en su casa, cortesía de los colegas franceses. Perdón. Había. Gracias a Fátima, Khaled ya sabe la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad sobre la verdadera identidad de Morey y los micros han pasado a mejor vida. Pobre Javier. Qué cara de decepción se le quedó cuando supo que su amada Fátima lo había traicionado.

Eso sí, ese “descubrimiento” nos regaló una de las mejores escenas del capítulo. El momento en el que Fran y López descubren que Khaled lo sabe todo es para ser recordado. Ellos se quedaron con la boca abierta y yo reconozco que también al ver el tremendo ejercicio de sincronización entre José Coronado y Fernando Gil. Brillante.

Por lo tanto, lo que parecía una misión encauzada se ha convertido en un duelo soterrado entre Morey y Khaled. ¿Por qué digo soterrado? Porque los dos saben perfectamente quién es el otro y qué es lo que quiere, pero ninguno lo reconoce. Es más, cada vez que coinciden nos regalan claros ejemplos de lo que significa eso de ser políticamente correcto (desde el pueden llamarme cuando quieran al no sabía que la policía era tan eficiente). Pero también vemos un ir y venir de provocaciones contenidas. Tú le das tu tarjeta a Fátima, pero yo le cojo la mano. En otras palabras, tenemos un “no me he rendido” frente a “es mía”. La verdad es que esta pelea de gallos puede darnos grandes momentos como espectadores. Sobre todo porque esa lucha se da, digamos, en dos corrales.

Por un lado, el corral personal con Fátima como objetivo final. Esta pelea, hay que reconocerlo, aunque no nos guste, la va ganando Khaled. Fátima sigue sin fiarse de Morey, con sobrados motivos, pero hay una luz de esperanza. Su confianza ciega en su marido empieza a tener grietas después de comprobar que tiene una pistola y de oírlo gritar encerrado en su despacho. Y como Morey la siga mirando como la mira, Khaled va a ser historia en menos de lo que canta un gallo.

Por otro lado, tenemos el corral profesional. Aquí la pelea está entre la intención de Khaled de perpetrar un atentado y el objetivo de Morey de evitarlo. Aquí hay que reconocer que la situación es un tanto surrealista. Pongamos, por ejemplo, el caso de la furgoneta. Veamos. Khaled sabe que el CNI le sigue los pasos. Es más, sabe que lo vigilan, pero, aun así, pide que lleven a su casa una furgoneta llena de explosivos. No lo entiendo. Tiene una charla de despiste mientras busca los micrófonos y se arriesga a que lo pillen con las manos en la masa, perdón, el C-4. Y encima le extraña que Morey siga a la furgoneta. ¿No se suponía que Khaled era superinteligente? ¿No consiguió despistarnos toda una temporada?¿O sería una estrategia de despiste? En este caso, sí se ha salido con la suya. Lo único claro es que carece completamente de escrúpulos.

Pero el CNI no se queda atrás. ¿Un camello de poca monta, y menos luces, reparte droga a domicilio en el barrio con un dron y el Centro Nacional de Inteligencia solo tiene dos coches para perseguir a una presunta célula yihadista? ¿Y encima los descubren? ¿De verdad? Por favor, la próxima vez ni tanto ni tan poco.

Por lo tanto, en el corral profesional podría decirse que héroe y villano están en tablas. Y se agradece porque eso significa que seguirán los duelos y por ahora es lo más interesante dado el standby del romance entre Morey y Fátima.

El arte de la mentira

Pero al margen de la competencia Morey – Khaled, este episodio también nos ha demostrado, una vez más, lo hábiles que son todos los personajes de la serie en el arte de la mentira. Todos mienten. Sin excepción.

Miente Fran, que lleva fatal su conversión en espía. Según él, odia mentir (no sé si su mujer pensará lo mismo si tenemos en cuenta el papel de Marina en su vida), pero desde que el CNI llegó al barrio, no hace otra cosa. Y lo que le queda.

Miente Morey, que sabe a la perfección quién es Khaled, pero lo trata como si verdaderamente fuera ese ciudadano modelo que aparenta. Y ya riza el rizo cuando llama “señora” a Fátima. Pero, bueno, en este caso habrá que disculparlo porque miente por obligación profesional.

Miente Khaled, que sabe que entre Fátima y Morey pasó algo y no dice nada. Que sabe que Morey es un espía, pero lo trata como si fuera el policía del año. Que es el líder de Akrab, pero se comporta como el mayor benefactor del barrio. Y si disculpamos al héroe, hay que ser consecuentes y excusar al malo. ¿Alguien conoce a algún malo sincero?

Acabo de caer. Otra faceta del duelo Morey – Khaled. ¿Quién miente mejor?

Miente Fátima, que, por mucho que diga que no le oculta nada a su marido, va a encontrarse a escondidas con Morey. Por cierto, abro paréntesis. En el momento en que deja solo a Morey en la muralla, ¿fui la única que recordó aquella frase de “cuando tú te vas, tu perfume se queda”? La expresión corporal de Alex González era como si se quedara oliendo el perfume de Hiba Abouk. Cierro paréntesis.

Miente Leila y esto sí que me dejó fuera de juego. La dulce Leila, la dócil Leila, la silenciosa Leila espera un bebé y no sabemos de quién. Ya tengo ganas de ver el momento en que lo descubre Faruq.

Nuevos vecinos en ‘El Príncipe’

Pero al margen de todo esto, poco a poco van llegando nuevos habitantes a ‘El Príncipe’.

Uno de los más destacados es Lamela, socio – proveedor – intermediario de Khaled, que parece tener intención de quedarse por una larga temporada en ‘El Príncipe’. Claro, si consigue salir victorioso de su operación de exterminio de la competencia. Como Faruq y Aníbal no se pongan de acuerdo, el gallego se va a quedar con todo el negocio del narcotráfico.

Y de gallego a gallega. Todavía no sé qué pensar de Hidalgo. ¿Es guardaespaldas? ¿la espía del espía? Entiendo que Morey necesita a alguien que le cubra las espaldas, pero para eso ya tiene a Fran, que, a pesar de ser novato en el arte del espionaje, se le da bastante bien. Pero, por otro lado, también entiendo que el CNI no se fíe de todo de su agente estrella, dados sus antecedentes. Lo que me ha sorprendido es la teoría de Fran de que Hidalgo protege a Khaled. Visto que en ‘El Príncipe’ nada es lo que parece, tampoco sería raro que el policía tuviera razón. Ahora, como sea así, no quiero ni imaginarme la reacción de Morey.

Sea como fuere, lo seguro es que Hidalgo tiene más futuro en ‘El Príncipe’ que el pelirrojo. Siento referirme a él así, pero no consigo acordarme de cómo se llama. Es más, no consigo recordar siquiera si lo dicen en algún momento. Pobre. Es el malo que más ha trabajado en estos dos capítulos y se lo pagan pegándole un tiro y encima se lo da su jefe y encima se lo da por la espalda y encima lo tiran en un contenedor.

Por cierto, ¿quién avisó a Lamela que iban a detener al pelirrojo? ¿Será que hay otro topo en la comisaría?

Ya estamos. Pocas respuestas y muchas preguntas para tenernos en ascuas una semana entera.

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