'The Americans' 3x03 Review: Siempre hay sorpresas

Por Israel Vicente Israel Vicente

Dos episodios, tan sólo dos episodios, se han emitido de la tercera temporada de 'The Americans' y la tensión ha vuelto a aparecer para quedarse. Los Jennings no están pasando por un gran momento, cada uno está en su esquina del cuadrilátero cuando hablan de Paige, pero es algo que prefieren que no les afecte en su misión. El grupo de la CIA tiene un eslabón débil y los soviéticos lo van a trabajar, pero al igual que cuando vas a alquilar una casa, siempre hay margen para las sorpresas.

(¡A partir de aquí SPOILERS!)

El Consejero

Arrancamos el episodio como quien no quiere la cosa. El apartamento de Gabriel, unas cervezas (Miller Lite, cerveza muy masculina) y una partida de Scrabble. Si en el pasado episodio era Elisabeth la que mantuvo una conversación más íntima con el veterano, esta vez le toca a Philip la réplica. La situación es amistosa, o lo parece. Ambos mantienen una reunión informativa acerca de los agentes de la CIA fotografiados en el capítulo anterior. De entre todos ellos, a quienes el KGB cree que les tienen bien vigilados, Ted Paaswel es el agente más fácil al que los Jennings podrán abordar.

Esa es la misión, de lo que va la escena, pero rascando entre las capas del guión nos encontramos con la trama principal de la temporada: Paige. Philip y Gabriel van a mantener un juego constante entre ellos influyendo a la dura de mente Elisabeth, y por extensión a Paige. Frases como “unos ganan y otros pierden”, referencias a la laguna Estigia (la de Caronte y el Inframundo), y esa manera de decir “tu turno”, guardan mucho más significado que el de una simple partida de Scrabble.

Acercamientos (In)deseados

Por otra parte, Elisabeth sigue con el entrenamiento de Hans, el joven que ya vimos en capítulos anteriores. Su entrenamiento va mejorando, es capaz de recordar casi a la perfección todos los detalles de la gente con quien se cruza, pero sigue estando un poco verde. Donde sí que mejora es en el acercamiento a Elisabeth, ella le mola, se nota, pero la señora Jennings es más fría que la estepa rusa y le corta todo el rollo. Tengo la sensación de que en otro momento será.

De vuelta en casa Elisabeth, desnuda, cuenta a Philip lo ocurrido con Hans. Sumémosle un encontronazo entre la pareja por el regalo de cumpleaños de Paige, y el resultado es Philip de morritos a dormir y Elisabeth con las ganas de jarana.

Aunque no sólo los activos de la KGB tienen sus encuentros. Martha y el agente Aderholt parecen hacer migas en las oficinas del FBI durante esos pequeños momentos que brinda el recoger archivos de la mesa autómata.

Open House

¡Llega el peluca time! Ted Paaswel es el eslabón débil debido a que está en proceso de separación y vende su casa, hecho que van a aprovechar los Jennings para acudir a los famosos “open house” americanos para visitar y alquilar una casa. Aunque sus motivos son diferentes. Mientras Elisabeth entretiene a la visitadora, Philip aprovecha para instalar un par de micros, uno de ellos en un radiotransmisor. Como decía al principio, un alquiler siempre da lugar a las sorpresas, y en este caso es el propio Paaswel quien casi pilla a Philip con las manos en la masa. Para suerte de ellos, el agente afgano de la CIA se vuelve a marchar con el transmisor al que le han colocado el micro.

Salvada la primera bola, Philip y Elisabeth suben a su coche y persiguen a Paaswel, logrando que la escucha funcione y puedan registrar sus gustos musicales (suena la canción “All out of love” de Air Supply), y sus conversaciones. Es gracioso ver cómo la serie usa el diálogo entre Kimberly, la niñera, y Paaswel para reflejar los sentimientos, quizá también los pensamientos, que existen entre Philip y Elisabeth.

Como Gabriel sospechaba, la CIA está en proceso de salvaguardar a sus agentes y los Jennings descubren que les están persiguiendo. Deben actuar y pensar rápido qué hacer. Conducen durante horas hasta que finalmente acuerdan la estrategia. Philip se lanza del coche y realiza una llamada desde una cabina a un centro de escucha ruso. “Un atasco se ha producido en el cruce de dos calles que no se liberará hasta las 22:45”. Elisabeth sigue conduciendo, el plan está en marcha.

La tensa espera

En casa de los Jennings, mientras tanto, tiene lugar una situación un tanto absurda. Paige encuentra una foto de Sandra Beeman en el cuarto de su hermano Henry. Es cierto que el chaval está en la edad, pero se me antoja un poco rebuscado, ya sea como introducción a una pequeña subtrama o en lo que vaya a convertirse.

Horas más tarde Philip llega a casa, su cara refleja toda la preocupación del mundo, Elisabeth sigue ahí fuera y puede suceder cualquier cosa. Incluso el FBI entra en el juego cuando se enteran de que persiguen a la posible sospechosa que les pegó la paliza a los agentes Gaad y Aderholt. Una vez en casa, Philip, se encuentra con Paige viendo la televisión, ella no tiene sueño. Philip encuentra el momento para hablar con su hija, y tal vez sondearla. Ella demuestra estar creciendo rápidamente y haber madurado mucho, no le desvela que sus padres trabajen tanto, y sí le pide a Philip que no se preocupen tanto por ella y se va a dormir. Las horas pasan y Philip, tenso, aguanta la noche a base de café y escuchar las noticias, que sólo hablan de crisis económica en la televisión.

Por su parte, Elisabeth sigue con el plan establecido, conduce y conduce hasta que llega el momento acordado. Cuando el cerco de la CIA está sobre ella, a escasos segundos, llegan los refuerzos que provocan ese “atasco” en forma de accidente. Elisabeth logra escapar introduciéndose en la parte trasera de un coche que la esperaba. Como posteriormente Aderholt le dirá a Beeman, “son difíciles de pillar”.

Extracciones a domicilio

Sana, salva y bastante acojonada, Elisabeth vuelve a casa donde Philip la recibe con un abrazo y un beso. La estampa es graciosa puesto que en la televisión se ve ondeando la bandera americana y suena el himno. Ese beso reaviva el dolor bucal de Elisabeth tras la pelea con el FBI en el primer episodio, y da pie al momento que esperábamos. En el sótano, lingotazo previo, Philip trata de extraer la muela a Elisabeth con unas tenazas. Qué escena, qué silencios y respiraciones, qué planos detalle de los ojos, y qué montaje más bien utilizado. No sale entera a la primera. Vuelve a intentarlo. Qué dolor en sus miradas. Sale a la segunda. El día ha finalizado.

El esfuerzo tiene recompensa

Como es costumbre tras un traspié, Philip, convertido en Clark, pasa el día con Martha y así puede recopilar información de lo acaecido de los archivos de sus enemigos. Lo que no se espera es que ella le pida adopten a un niño que necesita ayuda. Clark deja claro que no quiere niños, su trabajo, y tapadera, no se lo permite. Menos aun cuando no puede lidiar ni con su propia hija.

Elisabeth vuelve al tajo con Hans a quien le deja claras un par de cosas, su mejoría como agente, y lo más importante, “en esta clase de trabajo el sexo es peligroso”. Ella tiene una relación y no quiere estropearlo.

Si en el capítulo anterior, “Baggage”, Zinaida tuvo mayor relevancia, en este capítulo tiene una mera aparición durante una entrevista que concede a la televisión. Durante su discurso televisivo, en contra de las acciones de Rusia en Afganistán, llama poderosamente la atención de Stan. Creo que pronto descubriremos los motivos.

Las escenas finales nos dejan posiblemente dos tramas para los próximos episodios. Una de ellas tiene que ver con el descubrimiento de que los EEUU está construyendo un nuevo avión bombardero invisible, conversación que Arkady, Oleg y Tatiana mantienen. ¿Tal vez una misión donde probar a Hans? ¿O quizá Oleg, quien no ha querido volver a Moscú tras solicitarlo su padre (íntimo del nuevo líder Andropov), se pruebe con una nueva faceta?

Aunque la trama principal será la del cliffhanger que nos ha dejado la última escena. Pese a las reticencias de la Central, y en especial de Gabriel a acercarse de nuevo a Paaswel, los Jennings se la juegan y logran captar una conversación que resultará un filón para la misión. Kimberly, la niñera de Paaswel quiere tontear y elevar el grado de relación con el agente de la CIA. ¿El problema? Que es la hija de Isaac Breland, jefe del grupo afgano de la CIA, su jefe. Elisabeth y Philip ya tienen lo que necesitan para hacer lo que mejor se les da, extorsionar.

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