'The Following' 3x11 Review: todos los caminos cierran tramas

Por Silvia MartínezSilvia Martínez

Sólo nos queda una semana para saber si ‘The Following’ será renovada por FOX para una cuarta temporada. Con su futuro en el aire, la ficción creada por Kevin Williamson se está encargando de ir cerrando sus tramas por lo que pueda pasar. De momento tiene cuatro capítulos para aclarar todos sus misterios y abrir otros en caso de que sea pertinente. Porque no nos engañemos: a veces alargar una serie así porque sí, tampoco da su fruto.

Sea como sea, esperamos que ‘The Following’ sepa acabar su tercera temporada como Dios manda y no defraude a sus seguidores. ¿Si después tiene que seguir? Que siga, pero habiendo tenido una tercera temporada bien hecha.

Tras la sonada y ¿esperada? muerte del pasado episodio, veamos lo que el undécimo episodio de la temporada nos ha traído esta semana.

(¡Cuidado SPOILERS!)

LA RECAÍDA DE RYAN

Traumatizado. Hecho polvo. ¡Destrozado! Así está Ryan Hardy tras la muerte de Joe Carroll. Se lo imagina en cualquier sitio, incluso bebiendo con él. El problema es que su bebida no es imaginaria: ha vuelto a recaer. Vuelve a beber alcohol y eso le lleva a volver a destrozar su vida siendo infiel a Gwen con la consecuente marcha de ésta de su casa. ¿Qué esperabas, Ryan?

En contraposición, los que parecen empezar a unir más sus caminos son Daisy y Mark (alias Luke, es lo que tiene imitar la personalidad de tu hermano muerto), que ahora trabajan juntos para acabar con Mike y con Ryan, claro. Éste último siempre está en las listas de muerte de todo el mundo, oigan. Sin embargo, no comulgan en la totalidad de su ideario de planes, pues Mark iría mucho más a lo loco matando a Mike en mitad de la calle si Daisy no llega a pararlo para hacer las cosas ‘con cabeza’. Toda la cabeza que se puede tener siendo una psicópata despiadada, claro.

Por su parte, la tercera en discordia haciendo tándem con Ryan y Mike, Max, sigue intercambiando miraditas con el joven policía al mismo tiempo que sigue con su novio antidisturbios. Por si no tuviera poco con esto, Gwen la llama para que vaya a casa a cuidar a Ryan… que sigue bebido.

EL ÚLTIMO SUPERVIVIENTE

Si Joe tenía algo bueno, era su ‘amistad’ incondicional con Ryan. Una vez éste le reconoció lo importante que era para él, Carroll cumplió y le otorgó una pista que le guiara mínimamente para localizar a Theo: su lugar de nacimiento, Philadelphia. Un lugar en el que, casualmente, hace unos 25 años tuvo lugar un asesinato a toda una familia menos a su hijo mayor, un tal Terrence Jackson. O lo que es lo mismo, Theo. Teniendo una coartada, el único detalle extraño de la cuestión, acusó al novio de su madre que resultaba ser también toda una joya.

Volviendo al Theo mayorcito, recordaremos que continúa con su hermana en casa ahora ya con la libreta descifrada habiendo obtenido unas coordenadas que le llevan a una ostentosa mansión en una ciudad cercana. Poder y dinero, el poder y el dinero que pueden hacerles desaparecer es lo que, por lo que parece, pueden encontrar allí.

Y hablando de encontrar, nuestro tándem favorito se encuentra ahora en casa de Hardy obteniendo pistas sobre aquel asesinato con coartada en Philadelphia. Coartada de Theo, sí. Que fuera el novio de su madre el que los mató, no. No hay rastros de una violencia tan salvaje como la que él había descrito. En su lugar hay unos espejos rotos que a Hardy ya le suenan más que familiares de un antiguo caso que una compañera suya llevó en Quantico. ¡Allá que van!

Mientras tanto, los otros dos psicópatas que quedan sueltos – al menos, por el momento – asaltan al hacker que, sirviendo a la fallecida Juliana, puso las cámaras en el apartamento de Max Hardy. Su idea es que, de esta manera, puedan averiguar quién está usando ahora el ordenador.

RYAN VA POR LIBRE

Lo que no saben ni uno ni el otro, de momento, es que el ordenador estaba – porque recordemos que ahora está roto – en el mismo FBI y era el novio de Max quien le daba uso para ver si Max volvía a serle infiel con Mike. Parece que ahora, la ya conocida informática de la organización policíaca empieza a querer investigar con aun más ahínco el paradero del ordenador y decide interrogar a todos los que estuvieron en aquella casa. Tom entre ellos.

El FBI no es el único que investiga, también Theo se dedica a investigar cómo entrar en la extraña mansión hackeando el servicio de limusinas del estado y planeando asaltar una de las cinco que va para allá. Ni él ni su hermana saben qué se cuece allí, pero para que haya tanto secretismo, tiene que ser algo muy pero que muy oscuro. Strauss está detrás de todo ello, pues en teoría lo organiza una ex alumna suya, por lo que no hay que ser muy listo para imaginarse la de atrocidades que puede haber allí dentro…

Al mismo tiempo, en Virginia, la ex compañera de Ryan y el trío de siempre continúan buscando crímenes con el modus operandi del espejo roto y encuentran varias pistas que les llevan a relacionar al presunto criminal con alguien de servicios de luz y agua, lo que les lleva a trasladarse a la misma Philadelphia para seguir su investigación. Investigación que, para seguir en su línea, Hardy piensa llevar a cabo por sí mismo una vez Max y Mike le llaman dándole información sobre un posible individuo que cumple las características citadas. Claro está, la cosa no acaba saliéndole bien porque el hombre – que por sus líos con sectas y demás historias que podemos ver en su casa, tiene bastantes papeletas para ser la persona que buscan– se deshace de Hardy y huye.

¿Nunca vas a aprender?!

No pasa nada. Ya están Daisy y Mark para aprender algo: el ordenador que buscan están en el mismo FBI y, casualmente, Daisy sabe con quién contactar para enterarse de más cosas desde el mismo FBI. ¿Recordamos cuando empezábamos a conocer a Theo, que trabajaba para la informática de la organización? Pues eso.

ELIZA, OTRA ALUMNA MODELO

Nuestros temores pueden confirmarse: en la mansión se celebran orgías… Orgías del crimen. Todo tipo de habitaciones de aire clásico con utensilios para poder mutilar, torturar y asesinar a personas que, imaginamos, no sabían para qué estaban allí. Todo aderezado con camareros vestidos al más puro estilo ’50 Sombras de Grey’ y agentes de seguridad ajenos a todo. Pero como eso no interesa ni a Theo, muy elegante ataviado con un traje y una máscara, ni a su hermana – demasiado fácil de conseguir para ellos –, van directos al despacho de Eliza, la anfitriona.

¿Su plan? Que ésta le dé el dinero suficiente para poder huir y, si eso no ocurre, él se encargará de que Ryan Hardy llegue hasta ella. Se ve que Theo le tiene en bastante estima, en cuanto a gran policía se refiere, por cómo habla de él. Como Eliza aún no se ha decidido, la conversación se pospone para cuando ella tenga algo en mente.

Mientras tanto, en Philadelphia, la compañera de Ryan y éste casi son asesinados en el hotel por el mismo hombre al que Ryan había intentado capturar. La cosa le sale mal, Ryan se ensaña con él hasta casi matarlo de una paliza y, finalmente, acaba en prisión confesando que él mató a la familia de Theo, sí, pero porque el Theo de diez años se lo pidió y nuestro nuevo hombre, al ver en ese niño cierto parecido a cómo era él a su edad, aceptó. Eran amigos, pero él “era el demonio”, dice.

Para acabar el capítulo, siguiendo en la línea traumática que últimamente ‘The Following’ está mostrando, la informática del FBI y Tom el novio de Max acaban protagonizando un encuentro que no acaba para nada bien. Aunque de modo totalmente pacífico, la agente acaba descubriendo que éste mentía en sus declaraciones sobre el desalojo de la casa Gray y que sí que era él quien estuvo en la planta del ordenador. Asustada, pensando que está frente a un traidor, saca inmediatamente la pistola…con la mala suerte de que Tom, al ir corriendo a explicarle que la situación no es lo que parece, aprieta involuntariamente el gatillo que apunta hacia la informática. El resultado es el que todos tenemos en la mente.

Visto lo visto, ¿qué ocurrirá ahora en el FBI con esta nueva muerte? ¿Dará Tom la cara? ¿Y Eliza? ¿Ayudará a Theo? Y sobre todo, y lo que más nos preocupa, ¿dejará Hardy de beber e intentará arreglar su vida, que ahora con Joe muerto, debería ser más feliz? La semana que viene lo descubriremos.

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