'Tyrant' 2x12 Season Finale: aún no se ha terminado el trabajo

Por Betty M. MartínezBetty M. Martínez

Hasta aquí hemos llegado. Fin de la segunda temporada y, tal vez, fin de 'Tyrant'. Es el momento de hacer balance. Y es muy complicado. Llevábamos semanas esperando encuentros, respuestas, soluciones. Y han llegado. Se han cerrado muchos círculos.

Pero también han aparecido nuevas líneas que quedan demasiado difusas. O, al menos, esa ha sido mi impresión, tal vez sugestionada por el deseo de que continúen las aventuras y desventuras de los Al Fayeed. ¿Lo vemos?

¡¡CUIDADO SPOILERS!!

Tres días después

Comencemos por la situación política. La alianza entre Rami y Khalil, con la inestimable cooperación de Leila, ha dado sus frutos y el Califato se retira de Abuddin. Hasta aquí se ha seguido el guion que se intuía. Lo curioso es que ha sido visto y no visto. Tres días de ofensiva y Abu Omar sale huyendo. Demasiado irreal.

Los héroes han cumplido su función, pero tenía que haber matices. Khalil, el gran líder de la resistencia, le pide a su sobrino de favor que le preste un coche y le firme unos salvoconductos para ir a ver a Molly.

Ya sabemos que Bassam tiene aureola de santo cuando se lo propone, pero ha pecado de exceso de modestia. El Califato seguiría haciendo de las suyas de no ser por su valor y ahora quiere dar la impresión de que no ha hecho nada. Lo dicho. Se les ha ido la mano con la humildad.

Además, Bassam vuelve a mostrar esa doble personalidad tan desconcertante. Por un lado, parece que no quiere saber absolutamente nada de la política y que quiere volver a su vida estadounidense. Pero, por otro lado, cuando miles de personas lo aclaman en la plaza, su expresión cambia. Vuelve a ser el Bassam que quería liderar el cambio, que quería democracia, elecciones libres, un Abuddin sin dinastías.

En contraste tenemos a Jamal, que se presenta ante el pueblo como el gran hacedor de la paz. El señor presidente deja mucho que desear como gobernante, pero leyendo discursos es un crack. No se ha movido de su despacho. Había puesto precio a la pérdida de Ma’an. Puso todos los impedimentos posibles a la estrategia de su general estrella. Pero, al final, él salvó al país del Califato.

Culpable del único crimen que no cometió

Pero su ego ha sufrido un rápido revés. Cuando pensaba que iba a ser condecorado por la Liga Árabe por su valor, descubre la cruda realidad. O dimite pacíficamente o lo detienen por crímenes contra la humanidad por gasear Ma’an. Jamal no da crédito. Después de todo lo que ha hecho por su pueblo (nada malo, insiste), ahora lo fuerzan a irse. Debería estar contento. Se lo han dicho educadamente sentados a una mesa. Después de todo lo que ha hecho por su pueblo, debería ser esposado y encarcelado con la CNN en directo.

Jamal cree que aún tiene escapatoria porque no hay pruebas. Y tiene razón. Recordemos que fue el tío Tariq el que ordenó gasear Ma’an sin consultar a su sobrino. ¿Cómo me van a condenar sin pruebas?, piensa Jamal. Pobre. A todos sus problemas se une la desmemoria. Rami no ordenó matarle y fue encarcelado por ello con “pruebas”.

Lo bueno es que el señor Liga Árabe es bastante más listo que Jamal y tiene un as bajo la manga. Un testimonio. Pobre Jamal. Tanto ver traidores donde no los había y justo cuando le clavan el puñal en la espalda no lo ve venir. El traidor no era el hijo bastardo, sino la señora Primera Dama.

Insisto una vez más. Leila es la más lista de esta rama de la familia. Es más, debería ser ella la presidenta. Con su testimonio ha hecho el mejor trato posible. Inmunidad para ella y una silla en el próximo gobierno para Ahmed.

Una familia unida

Pero Bassam ha tenido otros momentos intensos en este capítulo. Después de semanas combatiendo como Khalil, ya ha recuperado su identidad y también su vida. Con sus alegrías y sus problemas.

Entre las alegrías, sin duda, su reencuentro con Molly. Fui muy crítica con los primeros contactos del matrimonio porque tenía la sensación de que nos faltaba información, pero en este caso lo han bordado. En su primer cruce de miradas, no hubo palabras y no hicieron falta. Adam Rayner y Jennifer Finnigan nos transmitieron perfectamente lo que estaban sintiendo Barry y Molly. En cuanto a su conversación posterior, tengo que dar las gracias a los guionistas por darnos algún momento para la risa entre tanta tensión.

Entre los problemas, el tener que exponer a su familia a nueva lucha por el poder en Abuddin. Barry insiste en que los golpes de Estado han terminado para él, pero, al mismo tiempo, comprende que debería ser la voz del pueblo en el nuevo proceso de transición. Sin embargo, su familia también ha cambiado en estos meses y tanto como Molly como Sammy lo acompañarán y apoyarán en esa nueva aventura de democratizar Abuddin.

Y llega el momento más ansiado

Y de un encuentro muy esperado al REENCUENTRO. Sí, lo he puesto con mayúsculas. No es una errata. No voy a contar cómo se produce porque es uno de los momentos estrella del capítulo, de la temporada y de la serie, pero sí tengo que decir qué pasa. Lo esperado. Jamal y Bassam Al Fayeed se han visto las caras. Y he de reconocer que nos han regalado algunos de los mejores diálogos de estos 22 episodios. Así que voy a pasar muy por encima porque son secuencias que hay que ver sí o sí.

Yo estaba muy expectante por esta escena porque no tenía claro qué podía pasar y lo único que voy a decir es que ha sido sorprendente. Me ha sorprendido Jamal, cosa que tampoco es ninguna novedad porque siempre sale por donde menos se le espera, pero, aun así, me ha dejado descolocada. No creo que consiga descubrir nunca cómo funciona la mente de este personaje.

Y me ha sorprendido muchísimo Bassam. Ya sabíamos que tenía dos lados: el bueno y el oscuro, pero en este capítulo ha aparecido un nuevo ángulo que no soy capaz de definir. Es como un intermedio. No es el hermano santurrón que quiere salvar al mundo del mal, ni el heredero del gen Al Fayeed que destruye lo que encuentra en su camino (queriendo o sin querer). Es extraño. Es como si, por primera vez desde que volvió a poner los pies en Abuddin, no tuviera claro lo que quiere o lo que tiene que hacer.

Una beduina del desierto

Y ese nuevo Bassam se ve no solo en su faceta de hombre de estado, sino también en su aspecto de ser humano. Está claro que Barry está feliz de haberse reencontrado con Molly y que quiere recuperar a su matrimonio, pero busca a Daliyah. Y aquí sí que ya no entendí absolutamente nada.

Se intuía que entre Bassam y Daliyah pasaban cosas, pero nunca ha estado muy claro qué tipo de cosas y en este capítulo (donde en teoría todo concluye), la situación se ha vuelto aún más confusa. Ahora mismo reconozco que soy incapaz de explicar qué pasa por el corazón de nuestro héroe. ¿Será posible que Barry siga enamorado de Molly y que Khalil sienta lo mismo por Daliyah? ¿Será que de tanto jugar a la doble identidad ha perdido su propia personalidad?

¿Una tercera temporada?

Avanzo que no voy a comentar la secuencia final de la temporada porque es totalmente imprevista, sorprendente, impactante. Pero sí tengo que decir algunas cosas más a modo de conclusión.

En este capítulo se repite varias veces que hay que terminar el trabajo y el trabajo se termina cuando todo está ordenado, definido, claro, concluso. Y este no es el caso de ‘Tyrant’. Si los últimos minutos que hemos visto esta semana son realmente el final de la serie, solo puedo decir que ha sido un despropósito muy decepcionante.

Quedan demasiadas preguntas en el aire. Es más, algunas de esas dudas se han planteado justo en este último episodio. ¿Qué va a pasar con Jamal? ¿Conseguirá Leila que Ahmed sea el heredero? ¿Habrá una transición democrática? ¿Será Bassam el nuevo presidente? ¿Qué papel jugará Rami en el futuro? ¿Qué pasa realmente entre Barry y Daliyah? ¿Conseguirá Molly salvar su matrimonio?

Por todas esas preguntas sin respuesta (y por algunos detalles más que no quiero spoilear) espero que finalmente FX tome la decisión correcta, es decir, #RenewTyrant.

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