'Tyrant' 2x09 review: Una verdad sale a la luz con muchas sombras

Por Betty M. Martínez

Estamos enfilando ya la recta final de la segunda temporada de 'Tyrant' y, poco a poco, las verdades que permanecían ocultas van saliendo a la luz. Lo bueno es que cada vez quedan menos secretos por desvelarse. Lo malo es que en este capítulo los espectadores hemos echado en falta poder ver algunos momentos clave que llevábamos semanas esperando.

¡¡CUIDADO SPOILERS!!

La familia al completo

Comencemos por la rama estadounidense de los Al Fayeed. Tras el reencuentro entre padre e hijo de la semana pasada, era previsible que pasara lo que finalmente pasó ¿Qué pasó? Pues que Molly recibió la llamada que todos esperábamos. Todos menos ella.

Impresionante la actuación de Jennifer Finnigan, que ha bordado la montaña rusa de emociones de Molly Al Fayeed en este capítulo. Ese momento en que la voz al otro lado del teléfono se identifica, ese silencio, esa incredulidad, esas lágrimas. Por otro lado, creo que todos los espectadores hemos entendido perfectamente la retahíla de reproches, toda la rabia contenida durante meses y hasta los deseos nada halagüeños. Aplauso sin matices para Jennifer Finnigan.

Esta parte ha sido de lo mejor del capítulo, pero también conlleva sombras. He echado de menos ver la otra parte. Por favor, el reencuentro de Molly y Bassam era uno de los momentos más ansiados. Durante meses hemos imaginado cómo sería y lo resuelven con un par de llamadas telefónicas en las que Barry parece ser parte del atrezo. ¿En serio?

Es más, ni siquiera sabemos de qué hablaron, qué se dijeron, en qué tono conversaron. No me creo que sólo hablaran de su hijo. No sería lógico que Molly despidiera a James con un “no eres de la familia” (en otras palabras, un demoledor gracias, pero adiós) solo por descubrir que la “horrible persona” de su marido estaba vivo. Entiendo que Molly se merecía un momento de desahogo tras descubrir la verdad, pero me muero de curiosidad por saber qué explicación le dio Barry o si al menos intentó justificarse. Ocho semanas esperando el gran momento y nos lo han despachado como si fuera una trama totalmente secundaria.

Señores guionistas, nos deben una secuencia.

Un encuentro muy esperado

Pero ha habido más sombras. Se han producido otros dos momentos también muy esperados, pero que también han sido un tanto decepcionantes por cómo se han contado.

Por un lado, Jamal confiesa a Khalil que el brillante general Said es en realidad su hijo. Aquí sí vemos la cara de Bassam al descubrir que tiene un sobrino nuevo, pero hasta ahí. Tampoco sabemos qué piensa de eso.

Pero lo peor aún estaba por venir. Rami consigue el teléfono de Khalil gracias a Leila y acuerdan una reunión. Nos preparamos para asistir al gran momento del encuentro entre tío y sobrino y ¿qué vemos? Poco más de un par de minutos en el momento de la despedida. Por favor, ¿cómo es posible que nos privaran del instante en que se ven cara a cara por primera vez los dos héroes de la historia? Y ya ni pregunto cómo es posible que Rami no reconociera a Bassam.

De verdad, ¿qué ha pasado en este capítulo para que nos contaran momentos cruciales tan de prisa y corriendo?

El general Said y las damas de palacio

Pero en este capítulo también ha habido grandes momentos. El primero lo ha protagonizado Leila. No me canso de decir que es uno de los grandes personajes de ‘Tyrant’. Siempre está donde tiene que estar y, desde luego, se gana a pulso su cargo de primera dama. Esta semana consigue controlar a Jamal y además le echa una mano a Rami. Y lo reconozco. Esta alianza con el bastardo no me la esperaba, pero, como he dicho, Leila sabe perfectamente lo que los Al Fayeed necesitan para mantener su posición y actúa en consecuencia.

Por otro lado tenemos a Ahmed. Pobre Ahmed. Él está dispuesto a pelear por Nusrat, a defender su matrimonio, a “conseguir un empleo” (me pregunto de qué), pero su todavía mujer sabe que tiene los días contados en palacio. Si el momento de hombría y valentía de Ahmed ha sido sorprendente, no lo ha sido tanto el acercamiento entre Nusrat y Rami.

Desde la primera vez que se vieron, se intuía una cierta empatía. Y en este episodio se corrobora. Los dos han sido muy correctos, han mantenido las distancias, pero el feeling ha sido evidente para nosotros y también para Jamal. La escena de Jamal “espiando” por la ventana a su hijo y su nuera ha sido de lo mejor. Ha quedado claro que esa buena sintonía no le gusta al señor presidente, pero la duda está en saber si le molesta que Rami “coquetee” con la mujer de Ahmed o si son celos del propio Jamal.

Una guerra de dos billones de dólares

Pero al margen de las vicisitudes de los Al Fayeed, hay que recordar que Abbudin está en guerra y esta semana ha habido novedades. Por un lado, el Califato ha descubierto al infiltrado de la Mano Roja, lo que ha traído trágicas consecuencias para Munir, para Kasim y también para la resistencia. Ha sido la primera vez en mucho tiempo que Bassam ha perdido los nervios y motivos no le faltaban. Por una vez ha sido padre antes que héroe.

Por otro lado, Jamal parece estar más perdido que nunca. Es comprensible que se sienta culpable por la muerte de Bassam, pero era inimaginable que el señor presidente pudiera caer tan bajo como para pensar en ceder Ma’an al Califato y esperar a que cambien las tornas para recuperarla. Es más, hasta ha hecho el cálculo de cuánto le costaría su estrategia. Dos billones de dólares. El número de vidas humanas no lo ha cuantificado. Total, se justifica Jamal, los habitantes de Ma’an son en su mayoría Rashid que odian a los Al Fayeed. Creo que sobran todos los comentarios.

Pero donde Jamal está demostrando que ha perdido totalmente el norte es en su relación con Rami. La semilla de la duda sembrada la semana pasada ya ha empezado a germinar.

Jamal ya sospechaba que Rami pudiera ser el veneno de palacio, pero cuando se entera de que se ha reunido con un grupo de hombres armados en Ma’an, todo se precipita.

Primero se enfada porque piensa que eran del Califato y después se enfada porque lo desobedeció al encontrarse con Khalil. No importa el motivo. Jamal había condenado de antemano al general Said por traidor. Y, hay que reconocerlo, Rami tampoco ha ayudado a calmar la situación. Será un gran estratega militar, pero le falta sutileza política.

Ahora la duda está en si Jamal mantendrá la decisión que ha tomado con respecto a su hijo.

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