La ley del corazón Review Final: Una telenovela de matrícula de honor

La ley del corazón Review Final: Una telenovela de matrícula de honor

Por Betty M. Martínez

Cuando alguien me pregunta por las telenovelas que hay que ver sí o sí, siempre se me ocurren cuatro o cinco títulos, pero después de La ley del corazón esa lista ha aumentado en una más. ¿Por qué?

¡¡CUIDADO SPOILERS!!

Quiero un Pablo Domínguez en mi vida

Al principio ya dije que quería un Pablo Domínguez en mi vida porque sufrí un flechazo instantáneo. Ahora, que lo conozco mejor, le declaro mi amor eterno e incondicional al personaje que interpreta Luciano D’Alessandro.

Pablo ha sido el galán por excelencia, pero también ha sido el hombre generoso capaz de correr al lado de su ex mujer cuando más lo necesitaba a pesar de haberle hecho la vida imposible. Pablo ha sido el hombre comprometido capaz de dejar su vida en stand by para hacerse cargo de sus hijastros. Pablo ha sido el hombre profesional que se frustra porque la ley no tiene espacio para los sentimientos. Pablo ha sido el amigo leal que ha estado siempre dispuesto a escuchar a quien lo necesitara desde sus amigos “criminales” a la mujer de su vida. Pablo ha sido el hombre honesto que ha preferido poner punto y final a una relación que le encantaba por no hacerle falsas promesas a una mujer “maravillosa”. Pablo ha sido el perfecto caballero que no solo abre la puerta y acerca la silla, sino que se hace a un costado para que la mujer que le gusta decida lo que quiere.

Sí, Pablo ha sido SuperPablo y precisamente por eso Luciano D’Alessandro no lo ha tenido fácil. Ante tal dechado de perfección podría haber caído en la pedantería o el aburrimiento. Sin embargo, eso no ha sucedido. Pablo también es humano y se equivoca. Y su mayor error fue precisamente hacerse a un lado para dejarle el camino libre a su rival. Como bien dijo Duperly, a veces es mejor ser un gañán que un Romeo. Insisto #QuieroUnPabloDomínguezEnMiVida. Gracias, Luciano D’Alessandro por regalarnos un personaje que nos ha hecho soñar durante tantos capítulos.

La perfección de una protagonista imperfecta

En La ley del corazón se ha dado la peculiaridad de que el público ha empatizado por completo con el galán mientras que el personaje interpretado por Laura Londoño ha despertado sensaciones encontradas.

Por un lado, todas queríamos ser Julia. Todas queríamos ser brillantes abogadas, tener una madre como María Cristina, unos amigos como Álvaro y Miguel, comer hasta hartarnos sin engordar ni un gramo y, sobre todo, todas queríamos que Pablo nos mirase, aunque solo fuera una vez, como la miraba a ella. Por otro lado, Julia ha sido tan desesperante que ha rozado el hartazgo. ¿Cómo es posible que teniendo a Pablo insistiese en su relación con Camilo después de que le hizo?

Quizá esa contradicción de Julia sea lo hace tan atractivo al personaje. Julia es imperfecta porque es real, es humana, duda, tiene miedo, se equivoca y evoluciona, pero en esa evolución nos ha puesto de los nervios a todos con su indecisión. Bueno, a todos menos a Pablo.

Es más, yo no soy capaz de decir cuándo “despertó”. Sé el momento en el que su cabeza tomó la decisión (y mira que le costó), pero no tengo claro cuando cambió su corazón. ¿Tendría razón Nicolás cuando decía que a Julia a veces se le olvidaba que tenía algo con Pablo? ¿Cuándo cambió Julia? ¿Cuándo conoció a Pablo?¿Cuándo descubrió la infidelidad de Camilo?¿Cuándo apareció Nina en escena? ¿Cuándo casi pierde a Pablo definitivamente?

Ese es uno de los grandes méritos de Laura Londoño. Conseguir que el público la amase y la odiase simultáneamente. Queríamos que se quedase con Pablo, pero nunca le perdonaremos que lo hiciera sufrir tanto tiempo.

Y, desde luego, nunca olvidaremos la química perfecta que lograron construir Laura Londoño y Luciano D’Alessandro, que es fundamental, pero que no siempre se consigue y aquí ambos lo han bordado. No han hecho falta grandes escenas románticas. Las miradas, los gestos, los movimientos, las conversaciones eran suficientes para dejarnos claro que había feeling.

Los terceros en discordia más humanos

El gran obstáculo entre Julia y Pablo tiene nombre y apellido. Risita Cínica. Perdón, Míster Simpatía. Lo siento, Camilo Borrero. Dejando al margen que lo sucedido con Paty ya lo inhabilitaba como pareja de Julia, hay que reconocer que Sebastián Martínez ha construido un gran personaje.

Era literalmente la antítesis de Pablo. Si el doctor Domínguez era la luz, Borrero era la mayor de las oscuridades. Y si Pablo era el caballero, Camilo ha sido un gañán, pero un gañán muy inteligente porque supo qué teclas tocar para retener a Julia a su lado. Jugó sus cartas a la perfección. Es un manipulador de manual que utilizó muy bien la técnica de la pena, la lástima, el no me puedes dejar ahora que lo estoy pasando tan mal, el sé que cometí un error pero yo te quiero a ti. Y lo peor es que le salió bien.

Es más, cuando ya se le cayó el castillo de naipes que había construido aun exigía ser escuchado y no entendía que no lo quisieran ni ver delante. Camilo, jugaste bien tus cartas, pero hiciste trampas y has pagado las consecuencias.

Otra gran manipuladora ha sido Jimena, pero con ella hay muchos matices que hacer. Por un lado, fue muy sucio que intentase utilizar a los niños para retener a Pablo a su lado, pero, por otro lado, también vivió su particular calvario personal y una fuerte catarsis emocional. Solo por el hecho de reconocer que hizo las cosas mal ya se merece una consideración que jamás tendremos con Camilo. Jimena aceptó y asumió su derrota. Camilo aún tiene que aprender a perder.

En cuanto a Nina, solo hay cosas buenas que decir de ella. Fue el mejor apoyo para Pablo en el peor momento y puso todo de su parte para que la relación funcionara. De hecho, hacían una pareja fantástica, pero, por mucho que lo intentó, no fue capaz de derribar el muro que los separaba. La sombra de Julia era demasiado alargada.

Secundarios muy protagonistas

Si no había suficiente con este entramado sentimental, el resto de personajes han sido simplemente fantásticos. ¿Por dónde empiezo? ¿Por los “criminales”? ¿Por ese Nicolás Ortega que nos ha hecho reír a carcajadas con sus ocurrencias, pero que también nos ha emocionado? Siempre admiraré su capacidad para enfrentarse a los casos más complejos incluso después de una noche de fiesta. ¿Por Duperly? Qué calamidad que el brillante y organizado penalista perdiese los papeles por el amor de una mujer ¿Qué dijo Pablo que tenía? ¿Inmadurez emocional?

¿Por María del Pilar? ¿Por esa mujer distante y segura de sí misma que oculta un profundo miedo a que la lastimen? Por cierto, entre lo poco criticable de esta telenovela es que la historia entre María del Pilar y Nicolás quedó en el limbo. Y Catalina, ¿qué decir de Cata? ¿Que era la emotividad hecha persona? ¿Qué pasó de gato a ratón en su relación con Alfredo y tardó semanas en darse cuenta? ¿Qué nos tuvo con el corazón en vilo hasta el último minuto?

El peso de los veteranos

Y junto a Rodrigo Candamil, Mabel Moreno, Lina Tejeiro e Iván López, los nombres de los grandes veteranos. Carlos Benjumea ejerciendo de sabio gran jefe dispuesto siempre a dar el mejor consejo. Judy Henríquez con su sonrisa, su café y su disposición a ejercer su labor maternal en la firma. Qué felices seríamos si todos tuviéramos una Carmencita en nuestros trabajos.

Helena Mallarino regalándonos las escenas más surrealistas y las más emocionantes. ¿Alguien ha podido olvidar la excursión al cementerio? María Cristina, gracias por haber sido la portavoz de todos los espectadores al decirle a Camilo Borrero todo lo que pensábamos de él.

Invitados de lujo

El elenco ya era inmejorable, pero los invitados han sido insuperables. Para empezar, Zharick León (Pasión de Gavilanes) como clienta de un caso delicado y para terminar Amparo Grisales como amor del pasado de Nicolás Ortega.

Y, en medio, un impresionante Jorge Enrique Abello interpretando un doble papel. Por un lado, un violador de niñas. Por otro lado, un hombre inocente que estuvo encarcelado diez años por un error de María del Pilar (y del sistema judicial). Reconozco que la primera vez que apareció en pantalla no pude evitar gritar de emoción al ver nuevamente en la televisión de España al recordado don Armando de Yo soy Betty, la fea.

Si actores y actrices (perdón por los otros grandes nombres que no he podido mencionar) acostumbrados a ser los grandes protagonistas se prestan a participar en unos pocos capítulos ya lo dice todo del nivel de esta historia.

¿Y los villanos?

Otra peculiaridad de La ley del corazón es que no ha tenido villanos ad hoc. Es cierto que Camilo y Jimena no han sido unos santos, pero están a años luz de otros terceros en discordia mucho más beligerantes.

Quizá los personajes que mejor encajen en esa categoría sean Rosa e Iván, pero, incluso a ellos les queda grande el título. Es cierto que han sido, con diferencia, los más antipáticos. Es cierto que no han tenido reparos en jugar sucio para conseguir sus objetivos. Es cierto que han intrigado todo lo que han podido. Pero, aun así, los personajes de Yesenia Valencia y Manuel Sarmiento no dejan de ser los típicos compañeros de trabajo que siempre causan problemas y que no ponen nada de su parte para integrarse en el grupo.

La importancia de lo accesorio

En toda telenovela existen las subtramas, destinadas a rellenar los espacios vacíos que dejan las historias principales. En la Ley del corazón también las hay, pero, en este caso, en muchos momentos han sido tan o más importantes que las de los protagonistas. Me refiero a los distintos casos que han pasado por Cabal, Ortega, Domínguez y abogados asociados.

Porque nuestros abogados además de enamorarse, cenar en Pierre’s o tomar copas en On the Rocks, también han trabajado. Hemos visto casos más largos o más cortos, más simples o más complejos. Pero lo que humaniza a los personajes es que los hemos visto ganar, pero también perder. Son buenos profesionales, pero no son infalibles. Sin embargo, lo que siempre nos quedará es que cada uno de esos casos nos hicieron reflexionar porque, al margen del sistema judicial vigente en cada país, hay situaciones que son universales.

Estas son algunas (no todas) de las razones por las que La ley del corazón es una gran telenovela. De hecho, Televisa ya graba su remake y Ellen Pompeo (Anatomía de Grey) prepara la versión para Estados Unidos.

Sin embargo, a pesar de todos esos méritos en España hemos tenido un sinfín de problemas para verla porque Nova ha puesto todo de su parte para que fuera casi imposible seguirla.

Nos enteramos de su estreno en pleno verano y con sólo dos días de promoción. Hemos sufrido interminables cortes publicitarios (20 minutos de reloj en algún caso). Se repetían hasta quince minutos del capítulo del día anterior. Un día duraba hora y media y al siguiente la cuarta parte. Pasaron de emitirla por la noche a hacerlo a media mañana con hora de inicio y duración variables según el día.

Al final, todos esos cambios te dejan una sensación de cabreo, hastío e incluso lástima al comprobar que la cadena de referencia para telenovelas en España no supo ver ni cuidar la joya que tenía en sus manos. Es más, casi parecía que le molestaba emitirla y, desde luego, mostró una total y absoluta falta de respeto y consideración hacia la audiencia.

Sin embargo, a pesar del suplicio de perseguirla por la programación de Nova, a pesar de la paciencia necesaria para ver los capítulos por Atresplayer, a pesar de toda esa odisea, los que conseguimos superar todos esos obstáculos sabemos que todo ese sacrificio mereció la pena porque La ley del corazón es una telenovela de matrícula de honor.

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