Expediente X 11x08 Review: La inquietante esencia de la serie, 25 años después

Expediente X

Por Jesús López

Recta final de la undécima de temporada (¿y última?) de Expediente X, en la que solo distan dos episodios para ver la conclusión de esta temporada, nos deja una de las entregas más destacados desde su revival en 2016. ‘Familiar’ es el nombre del aplaudido episodio que nos ocupa y que recupera la verdadera esencia de la serie, 25 años después. Una ciudad sombría, un tétrico bosque, extrañas muertes y rituales satánicos consiguen crear le magnetismo y la tensión necesaria para mantener al espectador pendiente del televisor.

El efecto no es nada nuevo. Seguramente venga a evocar al capítulo Die Hand Die Verletzt (2x14) estrenado en 1995 y en el que Mulder y Scully se desplazan hasta New Hampshire para investigar la extraña muerte de un grupo de jóvenes en un bosque y tras el que está un ritual satánico que practica un grupo de docentes de secundaria durante sus claustros, tras debatir distintas actividades escolares ¿Y tú pensabas que tuviste malos maestros? Si te suena la historia seguro que será porque aún no has olvidado a la profesora sustituta, la amable señora Paddock.

La afición al esoterismo continúa en esta ocasión pero salta hasta Eastwood, Connecticut, –uno de mis emplazamientos favoritos- donde los agentes del FBI investigan el asesinato Andrew, un niño que recuerda por su vestimenta a su homónimo en la célebre película de terror It. El pequeño es hallado muerto en el bosque tras desaparecer de una zona de juegos infantiles atraído por Don Sonrisas, un espantoso personaje infantil televisivo. En su carrera hacia el bosque, también atiende silenciosamente su amiga Emily, sentada en el columpio.

Mulder y Scully sospechan tras analizar el cadáver que el niño no fue atacado por un animal como afirman miembros de la policía local, a la que notan un comportamiento no muy habitual. Mulder está más intrigado con la historia del condado de Eastwood, una ciudad relacionada con antiguos rituales de brujería y con la figura Rick Egger, policía del condado y padre de la víctima. El agente parece corroborar su hipótesis paranormal tras hallar en el lugar del crimen restos de sal, un ingrediente que suele utilizarse en estos rituales para hacer un círculo mágico como escudo protector.

Por su parte, la (aún) escéptica Dana Scully está convencida de que el perfil del asesino es un hombre de entre 19 y 42 años. Lo que proporciona al padre de la víctima datos suficientes para que se tome, equivocadamente, la justicia por su mano. El episodio se aleja aquí de su argumento para dejar una reflexión al espectador sobre las injusticias que se producen en nuestra sociedad y en la que en EEUU suele exonerar al cuerpo policial.

Mientras se intenta resolver el caso, la amiga de Andrew también desaparece tras creer ver tras la ventana a uno de sus personajes de televisión favoritos: los Bibbletiggles, o lo que es lo mismo una versión (aún más cutre) de los Teletubbies, con cuatro señores con disfraces similares a los comprados en un chino en liquidación.

El desenlace será igual de trágico. La pequeña aparece descuartizada en el mismo lugar donde se halló el cuerpo de Andrew junto a un círculo de sal oculto por la hojarasca. Finalmente, un lío de infidelidades entre los agentes de policía locales y sus mujeres, desemboca en una venganza con tintes esotéricos que se cobra como víctimas a los más inocentes.

La despedida de los agentes en este episodio no es, ni más ni menos, que una crítica a la sociedad en la que vivimos. “Salgamos de este pueblo”, dice Scully, a lo que Mulder le responde “No se puede salir de este pueblo, hoy en día”, en referencia a las atrocidades que vemos y no solo ocurren en un solo lugar. El verdadero Expediente X está más cerca de lo que creemos.

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