‘Once Upon a Time’ 6x14 Review: ¿A quién odia la Reina Malvada más que a nadie en este mundo?

‘Once Upon a Time’ 6x14 Review: ¿A quién odia la Reina Malvada más que a nadie en este mundo?

Por Alberto Rodríguez

Pista para la pregunta que reza el título. No es Blanca. Para los que no habéis visto el capítulo, os diré que la respuesta se puede ver venir si se es seguidor de la ficción. Y para los que sí conocéis la respuesta y acudís aquí buscando más información al respecto, os confieso que la sensación que tengo todo el tiempo desde que arrancó esta segunda mitad de temporada es que esto se acaba y sus creadores están cerrando el chiringuito. Porque si hace dos semanas David resolvía el origen de su separación con su hermano gemelo James y la anterior nos enteramos del noble acto que empujo a Rumpelstitlskin a la oscuridad, en esta ocasión le ha tocado cerrar su ciclo a la temida y constante Reina Malvada. De esta forma, lo que creíamos que sería una reaparición hasta final de temporada ha resultado ser un reencuentro que pondrá el cierre a este periplo en el que Regina, otro de los bastiones de esta serie, se ha enfrentado a su lado oscuro, como muchos otros antes que ella.

(Lucha de spoilers)

Atracción fatal

El lado oscuro de Regina, personificado como la Reina Malvada, tenía un plan para deshacerse para siempre de su lado bueno. Pero claro, estaba el pequeñín detalle de que estaban conectadas, y si la una hería a la otra, bueno, morían ambas. Así que la solución estaba en las tijeras que Rumpelstilkin pretendió utilizar en la primera mitad de temporada para desvincular a su hijo de su destino. Éstas fueron desenterradas por Robin que, ante la ausencia de un plan mejor, accedió a ayudar a su nueva amiga. Pero la alianza duró poco, pues la soberana pronto se olvidó de su acuerdo y lo utilizó como cebo para atraer a Regina y así usar las tijeras con ella.

Mientras esto sucede, asistimos a la intercalación con los flashbacks de su vida anterior, en la que su padre, Henry, intenta ayudar a Regina a encontrar al amor con el que conseguirá tener su final feliz. Recordemos que Campanilla casi lo logró, poniéndola enfrente de un misterioso encapuchado con el tatuaje de un león en el antebrazo, pero finalmente Regina desistió de conocerlo. Y eso que a la pobre Campanilla le costó sus alas de hada, pues para atraer a Regina a su supuesto nuevo amor tuvo que robar magia.

En esta ocasión, Henry intentó que Regina lograra ubicar su felicidad gracias a la flecha mágica de Cupido. Pero la Reina Malvada le dio la vuelta a la tortilla y, con el libro de hechizos de su madre, adulteró la flecha para que la condujera hacia la persona que más odiaba en todo el mundo: Blancanieves.

Pero en esos instantes volvimos a la realidad en la que Regina se presentó en el despacho de la alcaldesa para luchar cuerpo a cuerpo contra su lado más tenebroso. Y comenzó la batalla definitiva.

Amarse a uno mismo

Antes de que los hechizos brotaran de un bando y de otro, la Reina Malvada se separó de su homóloga buena con ayuda de las tijeras doradas. Y ahora sí, cada una por su lado, podía comenzar el combate a muerte. La paradigmática lucha entre el bien y el mal.

Pero antes de que ésta se resolviera, fuimos testigos de un hallazgo aún más revelador. La flecha envenenada de Cupido condujo a Regina hasta su palacio. Creyendo que Blanca se había colado aprovechando su ausencia, la Reina llegó hasta sus aposentos y abrió el armario donde se había clavado la flecha. Al abrirlo no encontró más que ropajes. Ni rastro de Blanca. ¿No se suponía que tenía que llevarla hasta la persona que más odiaba en esta tierra? Y entonces, para responder a esta pregunta, la puerta del armario se entreabrió sola, mostrando un espejo en el que apareció reflejada la propia Regina. Una mirada de infinito odio le devolvía su imagen al otro lado del espejo.

La misma mirada que en ese momento la Reina Malvada le devolvía a Regina cuando ésta la tenía a su merced para vencerla de una vez por todas. Pero en ese momento, Regina compendió que ya no odiaba a su lado oscuro porque se dio cuenta de que formaba parte de su ser. Y aun con él, había sido capaz de redimirse y llamar familia a aquellos con los que se había enemistado de manera irrevocable. Así que cogió su corazón bueno y el corazón oscuro de su homóloga y los mezcló para que cada mitad compartiera su carga. Como el propio Henry le dijo a la Reina Malvada, ‘nadie es completamente malo ni bueno’. Y de esta manera fue como le dio un nuevo comienzo a la Reina ya no tan malvada.

Volver a empezar… donde lo dejamos

Una atribulada Blanca tuvo que hacer de tripas corazón y perdonar a una sincera Reina Malvada que se plantaba delante de ella para pedirle disculpas por todo el año que les había hecho a ella y a David, todavía presos de su maldición del sueño. Lo único que pudo hacer es contarle a Regina cómo conjuró esta maldición para ver si entre todos podían encontrar la manera de deshacerla.

Pero había que encontrar un lugar donde mandar a la Reina, ya que un mismo universo no podía albergar a dos Reginas. Por lo que Henry desempolvó su pluma de autor con su tinta mágica a juego y escribió para su segunda madre (o tercera si contamos a Emma) un final adecuado: ‘La Reina Malvada viajó al lugar donde podía empezar de nuevo’. La verdad es que el muchacho no se hernió, desde luego. Así yo también soy autor.

No obstante, la magia surtió efecto, como siempre. Y la Reina se apareció delante de la posada donde Campanilla la llevó la primera vez que vio a Robin y no se atrevió a entrar. Esta vez sí entró, y el Robin que se encontraba dentro era nuestro Robin 2.0. Henry la había enviado a la realidad paralela de su deseo, donde encerró a Emma. Robin se sorprendió al verla. Al fin y al cabo, ésta le había mandado de regreso antes de que empezara la contienda con Regina. Y la chispa surgió entre los dos, ambos con ese toque canalla que no les hacía ni santos pero tampoco villanos sin escrúpulos. Así que parece ser que por fin Regina –al menos una de sus partes–, logró su final feliz.

Así no me caso

Y cerrando el apartado de cuestiones amorosas, la noticia de que hasta la Reina Malvada había logrado redimirse infundió esperanzas en el corazón de Killian, que ya planeaba marcharse una temporada en el Nautilus junto a Nemo para ver si así conseguía el valor para perdonarse por lo que había hecho en el pasado o confesar la verdad a todos.

Pero Emma, la especialista en pillar al pobre Garfio en todo lo que pretende esconderle, le sorprendió justo en el momento en el que iba a borrar el recuerdo de tan tremebundo acto por medio de un atrapasueños que tenía pensado arrojar a las llamas de la chimenea. Así fue como Emma descubrió que su prometido había asesinado a su abuelo.

Y aunque pueda parecer extraño, Emma encajó la noticia bien. Es decir, no se llevó las manos a la cabeza por lo que acababa de ver en el atrapasueños. Al fin y al cabo estamos hablando de un corsario. Está claro que tiene un pasado. Y por muy abuelo suyo que fuera, ese señor era un extraño. Estaba dispuesta a perdonarle.

Sin embargo, lo que no estaba dispuesta a perdonar era la falta de valentía y de compromiso por parte de Killian, que prefería borrar sus recuerdos antes que afrontar ese dilema juntos como pareja. Hasta que el pirata no tuviera ese compromiso claro, la Salvadora no se casaría con él. Ella le acompañaría ante su padre y juntos le contarían la verdad. Pero la decisión era de Garfio.

Y Garfio, por su churri, estaba dispuesto a eso y más. Así que fue a despedirse de Nemo y comunicarle que se quedaba en tierra. Pero en ese momento, el Nautilus empezó a sumergirse e hizo su aparición Gideon, el responsable de que el submarino no les hiciera caso. Por lo visto, para sus planes no le venía nada bien que el pirata se encontrara en Storybrooke. O lo que es lo mismo, al lado de Emma. Y ciertamente ha acertado en su conjetura, porque la pobre, al ver que su amado había abandonado el hogar de ambos, se quedó completamente abatida. A ver con qué ganas lucha uno ahora, ¿verdad?

Sobre este blog

Etiquetas
stats