‘Once Upon a Time’ Season Finale Review: Los creadores echan el resto en un mágico final con sorpresa

‘Once Upon a Time’ Season Finale Review: Los creadores echan el resto en un mágico final con sorpresa

Por Alberto Rodríguez

La sexta temporada de ‘Once Upon a Time’ ha llegado a su fin. Con esta doble entrega especial, Adam Horowitz y Edward Kitsis han cerrado una etapa de seis años en la que ha habido tiempo de soñar con el universo creado a partir de la miscelánea entre los clásicos Disney y los de la literatura universal. Con la misma estrategia utilizada en ‘Perdidos’, durante cada temporada nos hemos movido entre el plano pasado y presente para descubrir poco a poco la verdadera realidad que envolvía a los protagonistas del Bosque Encantado. Una magia que cosechó cifras notables de audiencia en Estados Unidos durante su primera temporada –sobrepasando la barrera de los diez millones de espectadores- y que a medida que fue pasando el tiempo se fue diluyendo hasta cifras más modestas, como los poco más de tres millones cosechados en esta última entrega.

Tal vez sea por ello que los creadores y la cadena hayan decidido continuar con la serie –en reiteradas ocasiones los responsables de ABC han manifestado públicamente el cariño que tienen a la ficción– rompiendo con una línea argumental que ya ha cumplido su labor. De ahí la marcha anunciada hace unos días de la práctica totalidad del elenco principal, salvo por Regina, Rumpel y Garfio, que seguirán en la nueva andadura. A ellos se sumarán nuevos fichajes que explicaremos un poco más adelante en esta review una vez que lleguemos al final o, mejor dicho, principio de la nueva historia.

Pero antes, es de ley hacer justicia a este doble episodio final cargado de aventuras. Una vez visto, podemos afirmar que Horowitz y Kitsis no mintieron cuando dijeron que todos los personajes tendrían un final atado. Y francamente, eso se agradece en cuanto a finales felices se refiere.

(¡Los últimos spoilers de la temporada y parte de la futura!)

Todo para el final

Hace veinte episodios, cuando los habitantes de Storybrooke se pusieron en marcha, parecía existir una pequeña desazón en el ambiente. Después de esperar por las nuevas aventuras durante todo el verano, había ganas de ver a la Reina Malvada y de cómo se le daría una vuelta de tuerca a la archiconocida historia de Aladdin. Sin embargo, las tramas no se desarrollaron todo lo dinámicamente que hubiéramos deseado los fans, y corrimos el riesgo de empezar a ver la serie por inercia. Algo impensable cuando ‘Once Upon a Time’ vio la luz.

Por suerte, a medida que nos fuimos acercando al final, fundamentalmente a partir del capítulo 10, la situación recuperó el sendero que antaño hizo notable a esta gran producción y como si se tratara de la redacción de un periódico, cada semana empezó a darnos grandes exclusivas: Gideon, el hijo de Rumpel y Bella, era el destructor de la Salvadora; Rumpel sucumbió al lado oscuro para salvar a su hijo Balefire; Blanca y el Principe despertaron de la maldición cuando Emma era una niña; Fiona, el Hada Negra, despojó a Rumpel de su destino de Salvador para no renunciar a sus poderes, y Emma había tenido desde niña la canción de sus seres queridos en su corazón para que no se sintiera sola. Sin duda, todas estas revelaciones han hecho nuestras delicias durante los últimos meses, pero al mismo tiempo nos ha hecho preguntarnos por la continuidad de la serie.

Cuestión que fue zanjada hace unas semanas al confirmarse la realización de una séptima temporada. El problema vino al enterarnos de que Blanca, el Príncipe, Zelena, Bella, Henry y la propia Emma no seguirían para contarlo. ¿Debíamos temer por sus vidas?

Una batalla con referencias cinematográficas

Después de todo un año anunciando la madre de todas las batallas, aquella que desataría el final de todo y de la cual sólo podría salir alguien victorioso, el listón estaba muy alto. No valía cualquier cosa.

Obviamente esto no es ‘Juego de Tronos’. No esperamos una lucha épica o solemne, sino un enfrentamiento con el suficiente nivel de complejidad que nos permita dudar y sorprendernos acerca de lo que va a acontecer. Vamos, que no nos lo den todo hecho. Y afortunadamente los responsables han cumplido.

Al fin y al cabo, había que justificar las casi dos horas de metraje emitidas en horario de máxima audiencia. Por ello, desde el principio hasta el final, la acción no decae por un momento. Parece que todos los ases se los habían reservado para esta ocasión.

Siguiendo la línea base de la Maldición Oscura, Fiona –quien la conjuró- se convirtió en la alcaldesa de Storybrooke. Ahora bien, realizó una serie de modificaciones: por ejemplo, desterró al Bosque Encantado a todos los familiares de Emma, dejándola a ella y a Henry aislados en el pueblo. Y su hijo y su nieto fueron presos también de la maldición, ya que les hizo creer que Bella les había abandonado a los dos. A pesar de la tenue alianza formada tiempo antes de lanzar la maldición, la madre de Rumpel volvió a traicionarlo y además de la manera más infame: obligándole a vivir de nuevo el funesto destino de ser un marido abandonado al cargo de su único hijo.

Pero claro, la línea base de la maldición también incluía el hecho de que Henry estuviera despierto y en poder del libro de cuentos. Por tanto, lo primero que hizo fue buscar a su madre. ¡Cuál fue su sorpresa al encontrarla recluida en el psiquiátrico del pueblo a causa de los delirios de creerse la Salvadora! Por cierto, aquí no podemos dejar pasar el homenaje cinematógrafico a Sarah Connor en ‘Terminator 2’ cuando Emma está realizando la misma dominada agarrándose de los barrotes de su cama, así como hiciera la heroína de la mítica película de James Cameron.

En cualquier caso, el problema de la falta de fe de Emma –quien está en el buen camino de recuperarse de las alucinaciones que tienen que ver con la magia– es que en el momento en que deje de creer del todo en quien es en realidad, todos los reinos mágicos dejarán de existir. Zelena tuvo que salir por patas de Oz ya que la ‘nada oscura’ consumió su mundo y a todos los que lo habitaban. He aquí otro homenaje cinematográfico a ‘La historia interminable’, cuando Atreyu tiene que ser capaz de salvar a Fantasía antes de que la ‘nada’ arrase con todo.

Por tanto, durante el primer episodio nos debatiremos junto a Emma sobre su elección entre creer y no creer. Una decisión muy complicada teniendo en cuenta que Fiona la manipula con la idea de que su locura está afectando también a Henry hasta el punto de lastimarse cayéndose por unas escaleras. Incluso sale la referencia a ‘Alguien voló sobre el nido del cuco’ en clara alusión a su situación, internada en un sanatorio mental. Y como suele ocurrir en la vida real, su mentalidad práctica y el hecho de no querer sufrir llevarán a Emma a quemar el libro y renunciar a la idea de ser la Salvadora.

Menos mal que Henry, en un último golpe de timón a la desesperada, conseguirá traerla de vuelta gracias a un libro de historias casero, con sus propias ilustraciones, donde se narra la historia de la Salvadora. Aquella quien Emma se decidió a ser.

Al otro lado

Mientras tanto, en el Bosque Encantado todos vivieron la debacle de un universo que se extinguía por momentos. Killian, aferrado a su amor por Emma y empeñado en no perder tan pronto su final feliz con ella, se aventuró al mundo de los gigantes en busca de una alubia mágica que abriera el portal a Storybrooke. Su suegro, David, le acompañó para que no fuera sólo. Y aunque la empresa resultó bien –incluso escapando de unos dragones–, el avance de la ‘nada’ hizo que David sufriera una aparatosa caída que lo dejó inconsciente en el suelo. Por supuesto, su querida Blanca, una vez más, se encargó de encontrarlo y reanimarlo como mejor sabe: con un elocuente beso de amor.

Pero ‘el no va más’ se dio cuando la versión maligna de Regina –ya no tan maligna gracias a la transfusión de bondad que le dio la última vez que se vieron– se ofreció a sacrificar su vida con tal de frenar el avance de la ‘nada’ y darles algo de tiempo a los demás para salvarse. Gracias a ese acto heroico inesperado, todos pudieron resistir hasta que se rompió la maldición. Así fue cómo se encontraron de nuevo con Emma en la calle principal de Storybrooke.

El cara a cara de verdad

Ahora sí, la Salvadora estaba lista para derrotar de una vez por todas a Fiona. Lástima que su hijo se le adelantara en ese cometido.

Lo cierto es que Rumpel nunca estuvo bajo el influjo de la maldición. Sólo disimulaba frente a su madre hasta encontrar el verdadero paradero de Bella. Y cuando lo hizo, se aseguró de hacerle pagar a su señora madre por todo el daño que les había hecho a los tres, en especial a Gideon. En la pantomima de la maldición, Bella le había abandonado cuando era un niño y Fiona se había encargado de compensar ese vacío aunque fuera como una vecina más.

Así pues, cuando Rumpel se hizo con la varita de su madre, no hubo promesa ni justificación capaz de frenarlo. Ni siquiera la posibilidad de resucitar a su primer hijo, Baelfire. Con eso no se juega. Y de un bandazo de varita, la convirtió en polvo. Tal vez me habría gustado una muerte un poco más solemne y no tan fugaz para un personaje de tanto peso. Pero hay que reconocer que cuando se trata con alguien tan traicionero, la mejor defensa es actuar deprisa y de forma tajante, no vaya a ser que se revele en contra en cualquier momento.

Pero había una sorpresita final. A eso me refería al principio de la review con aquello de no dárnoslo todo mascado, y es que Gideon seguía obedeciendo a Fiona. Ella había escondido su corazón y le había obligado a matar a Emma. Este combate era el episodio final: si Gideon la asesinaba, adiós a la Salvadora. Si Emma lo mataba a él, extinguiría su luz. La trampa estaba hecha a medida. Sólo la luz podía apagar a la luz.

Y he aquí la solución a este galimatías, que además es doble. Por un lado, Emma se dejó vencer por Gideon. Después de unos cuantos choques de espada, prestó su pecho para que fuera ensartado por el arma de su oponente. Gideon le pidió disculpas y manifestó su decepción al ver que su esperanza de que ella les salvara a ambos se desvanecía en ese instante. Por otro lado, Rumpel encontró el corazón de Gideon en la mina debajo de Storybrooke. Y aunque estuvo tentado de dejar las cosas como estaban para suprimir a la Salvadora y tener vía libre para hacer lo que quisiera como Ser Oscuro, fue capaz de resistir sus bajos instintos y ordenó a Gideon que dejara en paz a Emma. La conjunción de estos dos actos, el bien y el mal haciendo lo que debían, fue el detonante para vencer de una vez por todas al Hada Negra.

Un nuevo comienzo

Así fue como todos pudieron volver a la normalidad y empezar, por fin, a vivir sus vidas cómodamente en la calidez de sus hogares. Por ejemplo, Blanca y el Príncipe se mudaron a una granja a las afueras donde criar al hermano de Emma. Regina consiguió por fin el afecto y respeto de sus conciudadanos. Los enanitos se encargaron de añadir al rótulo de la puerta del despacho de alcaldesa la palabra ‘reina’ y ella no pudo evitar esbozar una sonrisa de satisfacción. Bella y Rumpel se reconciliaron y comenzaron una nueva vida al lado de su hijo Gideon, que retornó a su ser de bebé gracias a terminar con la maldición de Fiona. Emma y Henry pudieron convivir en perfecta armonía como madre e hijo. Y Killian se convirtió en el nuevo sheriff del lugar. Incluso la Reina Malvada tuvo su final feliz, recibiendo la propuesta de matrimonio de Robin Hood.

Todos juntos eran la felicidad al completo. Y como muestra de ello, el libro de cuentos termina con una foto del conjunto cenando a la mesa en ‘la Abuelita’, en clara alusión a ‘La última cena’ de Leonardo Da Vinci. Hasta aquí podría haber sido ‘Once Upon a Time’. Sin embargo, sus autores decidieron seguir adelante…

Y es que tras un lapso de varios años, vemos cómo una niña morenita –protagonista de un flasback recurrente durante todo el capítulo- es la propietaria de una nueva versión del libro de cuentos. Tras un viaje en tren, vemos cómo se presenta en el umbral de la puerta de un desconocido. Quien le abre es el actor Andrew J. West (‘The Walking Dead’, ‘Juego de Tronos’), responsable de dar vida nada más y nada menos que a Henry, que ya es todo un adulto. Y fijaros si tienen guasa los creadores, que cuando él le pregunta por su identidad y el motivo de su visita, ella le responde diciéndole que se llama Lucy, que es su hija y que su familia necesita su ayuda.

Parece que han cambiado las tornas. A Henry le toca de manera involuntaria vivir el rol de su madre. Y a juzgar por su apariencia actual, su personalidad podría haberse mermado bastante hasta el punto de caer en el pesimismo. ¿Quién lo diría? Él, que fue quien buscó a la Salvadora y quien hizo que creyera en la magia no una, sino dos veces.

Un reseteo en toda regla

Otro de los nuevos fichajes confirmados para la séptima temporada es la actriz Alison Fernández (Jane, the virgin), precisamente, la adorable Lucy. Lo que está claro es que la hija de Henry lo llevará de vuelta a Storybrooke, donde a buen seguro han renacido muchos misterios por resolver.

Una hipótesis que ha cobrado fuerza en las últimas semanas es la supuesta desaparición de Emma, provocada por la marcha de Jennifer Morrison de la serie, amén de nuevos enemigos que puedan surgir y por supuesto, la búsqueda de respuestas que expliquen cómo se ha pasado de la comunión perfecta entre parientes a la desestructuración total. En fin, ¿qué hacía Henry en Seattle? ¿Cómo es que no sabía que tenía una hija?

Lo único que conocemos de la muchacha es que en su vida pasada, su padre –interpretado también por West– dio su vida para que ella pudiera proteger con la suya el libro de cuentos. Así se lo hizo saber el Hada Tigrilla, quien le encomendó llevárselo a su madre. Luego esta historia se remonta a tiempos antes de Fiona y del mismo Rumpel. Vamos, que estamos hablando de una secuela en toda regla.

Ahora bien, ¿surtirá efecto esta estrategia y logrará conferirle aires nuevos que consigan revitalizar la serie? O por el contrario, ¿el cambio de planteamiento hará que los fans la rechacen por considerarla otro producto?

Esta no es la primera serie que decide mantener su cabecera aun con la marcha de varios de sus actores principales. Por ejemplo, ‘Embrujadas’ prescindieron de Shannen Doherty por Rose McGowan a partir de la cuarta temporada. O ‘El príncipe de Bel-Air’, que tuvo dos ‘tías Viv’. Y en España tenemos el caso de ‘Ala Dina’, en la que Paz Padilla fue sustituida por Miriam Díaz Aroca; o ‘Aída’, que pasó a ser el nombre de la nieta cuando Carmen Machi abandonó la ficción.

En la mayoría de estos casos, hay que reconocer que la audiencia no toleró demasiado bien estos cambios y se resintió, rebajando las cuotas de pantalla a unos niveles más modestos que los conseguidos en sus orígenes.

Teniendo en cuenta que a día de hoy ‘Once Upon a Time’ ya viene de un proceso de pérdida de espectadores, y que lo que se pretende precisamente es obtener un repunte, este giro inesperado de guion es una jugada a cara o cruz: o es un tremendo éxito que consiga volver a captar adeptos, o posiblemente el intento se quede en una insulsa séptima temporada que todo el mundo recordará como ‘la que hicieron de más’.

En lo que resolvemos este enigma, larga vida a ‘Once Upon a Time’.

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