‘Cómo sobrevivir a Oz y regresar para contarlo’

‘Cómo sobrevivir a Oz y regresar para contarlo’

Por Alberto Rodríguez

Parece que fue ayer cuando el showrunner David Schulner (‘Kings’) propuso al director Tarsem Singh (‘The Fall’) encargarse de la nueva versión televisiva para NBC basada en el ‘Maravilloso Mago de Oz’, creado por L. Frank Baum. Y el Mago aparentemente dio bastante de sí porque dio hasta para 14 libros que conforman el rico universo de Oz, del cual, han aparecido el resto de personajes del elenco de la serie más allá de los archiconocidos Dorothy, Espantapájaros y compañía. Sin embargo, han pasado dos años desde que la cadena del pavo real diera luz verde a este proyecto y apenas una semana desde el desenlace de su primera temporada, aquí en España. Recuperados de la resaca de su estupendo final, y antes de despedirnos, es tiempo de analizar en conjunto esta poderosa producción. Liberados de la carga argumental, y poniendo en perspectiva todo lo acontecido, en esta review pretendemos dar respuesta a múltiples curiosidades sobre el fenómeno ‘Emerald City’: ¿qué novedades ha introducido esta versión respecto a otras anteriores? ¿Debe Oz gran parte de su atractivo a España? ¿Cuáles han sido sus aciertos y sus errores? ¿La audiencia ha respaldado a la ficción? Y lo que todo el mundo se pregunta: ¿habrá segunda temporada?

Volviendo a mirar la foto principal de esta review –la misma que se publicó al inicio de todo a mediados de enero–, repasando uno a uno los rostros de los personajes que posan en ella, comprendemos y conocemos por fin la magia que encerraba la historia detrás de ellos. Pero todavía quedan cosas por descubrir…

(Aviso de spoilers residuales)

Desdibujando el cuento

Érase una vez una niña que ya no era tan niña; un espantapájaros desmemoriado que más bien estaba ‘hecho un pájaro’; un hombre de hojalata que fue transformado en tal, no por obra de brujería sino de la más pura ciencia, y un león cobarde con cara humana y responsable de un crimen tan atroz como dejar a una niña huérfana. Éstas son las premisas de las que parte ‘Emerald City’ para romper por siempre con la cinéfila versión de Judy Garland –en la retina de todos– y acercar la historia a un público más adulto.

En este Oz, si hay algo que no veréis es purpurina. Aquí las brujas no se andan con chiquitas: trafican con opiáceos, conspiran, torturan… y no visten gorros puntiagudos. Además hace falta más que un simple cubo de agua para vencerlas. Y no hablemos del Mago. En la historia que todos recordamos se descubría que era un fraude. Pero en esta versión, la palabra se queda corta en comparación con las infamias que Frank Morgan ha perpetrado durante casi una treintena de años a sus coetáneos. Y todo con tal de ostentar su poder.

Desde el inicio de su viaje, Dorothy debe ir abriéndose paso a través de la maraña de mentiras e intrigas nutridas en la compleja estructura sociopolítica del nuevo mundo en el que se encuentra. Y para los que tenemos fresco el relato original, los paralelismos establecidos entre lo que sabíamos y los nuevos cambios argumentales hacían más entretenido el camino hacia Ciudad Esmeralda. Por ejemplo, Dorothy aplastaba a East con la granja de sus tíos, no con un coche de policía. Viajaba con su perro Totó, cuyo doméstico tamaño le permitía en todo momento llevarlo cogido en brazos. Este Totó era un pastor alemán que más bien es el que le protege a ella en más de una ocasión. Otro de los cambios fundamentales son los guanteletes –los elementos– que le quedan en herencia tras acabar con la bruja. ¿No eran unos chapines (zapatos) colorados que le permitían viajar donde quisiera? Y por supuesto la Dorothy que conocíamos no tenía un tatuaje debajo del pulgar que le había hecho su madre para protegerla. Al final de la temporada descubrimos que cada uno de los puntos que lo conformaban era algo así como ‘el juego de los cinco deditos’, en el que la mamá le va cogiendo de los dedos del pie al bebé, uno por uno, hasta llegar al gordo. Sólo que aquí se trataba de ir besando lunares.

Y luego están aquellos a los que no conocíamos y sin los cuales todo hubiera sido muy aburrido: Tip, o mejor dicho, Ozma, la heredera legítima al trono de Emerald City y que convive con una dualidad de género en su ser que la atormenta. Este personaje ha puesto de relieve con suma sensibilidad una realidad que cada vez cobra más visibilidad en la sociedad –incluyendo la televisión–, como son los niños transexuales. Y en este sentido, la manera en la que ha sido encajado en el universo mágico con total naturalidad pero conservando la pureza del relato –la crisis de identidad, el rechazo a un cuerpo que no se siente como propio–, lejos de las bromas y los clichés, es uno de los grande logros de esta serie.

También tenemos a Lady Langwidere, la líder del reino de Ev que resultó ser una inteligencia artificial sin corazón, como le ocurría a Jack. ¡Cuánto interés ha copado la sutil reina! Desde el primer instante en que supimos de su existencia fue inevitable preguntarnos qué había detrás de ese antifaz que llevaba puesto siempre. Y cuando supimos lo que había debajo, y más debajo aún, ciertamente, no defraudó. Hasta en el último momento supo estar a la altura de las expectativas. Y porque no le han dejado más tiempo, pero sin duda habría dado mucho juego compitiendo contra Tip por su Jack, haciendo gala de la mujer decidida y de armas tomar que era. Ojalá podamos volver a disfrutar de ella en la siguiente temporada. Posibilidad hay, desde luego.

Y nuestro Jack, pobre. En su camino por pasar de un adolescente a un hombrecito, se convirtió en un hombre de hojalata. Pero aun con un corazón metálico, no ha estado exento de los vaivenes emocionales. El saberse abandonado por Tip, por la cual empezó a experimentar un amor instantáneo, le hizo abrirse al calor de un nuevo amor que resultó ser tan artificial como sus extremidades. Y todo para acabar consumido, de nuevo tirado en el suelo, aunque con el corazón latiendo.

Las brujas son un caso aparte. Para empezar, los monos voladores no obedecen aquí a la Bruja del Oeste, sino al Mago. Es más, son drones teledirigidos cuyas grabaciones son luego reproducidas en una especia de cinexín. Un contraste entre la modernidad y lo clásico.

West, coincidiendo con sus versiones anteriores, hizo gala de su perfidia aunque demostró al final tener más humanidad que su hermana Glinda, a la que se le presuponía una bondad innata como Bruja del Norte –por cierto, ¿por qué ella es la única que tiene un nombre propio?–, pero acabó revelándose como la más maquiavélica y calculadora de las hermanas. Y a todo esto, ¿qué será de la Bruja del Sur? ¿Por qué no ha aparecido en escena? ¿Será cierto que se encuentra viva y que Glinda la tiene escondida?

Pero sin duda el hecho con el que los guionistas se saltaron todos los registros fue con la candente relación amorosa que se marcaron Dorothy y Lucas, el supuesto espantapájaros. Un amor fraguado en las sólidas bases de una amistad que iba creciendo a medida que se acercaban a Emerald City. Y que fue truncada cruelmente, pasando del amor al odio, en cuanto Glinda –su esposa– entró en escena para obligarle a asesinarla. Este tema está por aclarar, no creáis, porque me da que pensar la forma en la que él le suplicó que le frenara cuando la tenía acorralada y medio asfixiada. Puede que estuviera bajo el influjo de algún hechizo de Glinda que le hizo actuar de ese modo. Y su amor hacia Dorothy le hizo frenar a tiempo. Sea como fuere, ya tendrá tiempo de contárselo en su viaje de vuelta juntos a Oz.

Un Oz muy mediterráneo

En la primera review de la serie adelantábamos algunas de las localizaciones rodadas en España, pero ahora que ya lo habéis visto todo –o eso presuponemos– queremos enseñaros lo cerca que se encontraba Dorothy de nosotros.

Comencemos con el origen del viaje. La granja de sus tíos en Kansas es en realidad Andalucía. El empinado camino de piedras amarilleadas por el opiáceo que recorren Dorothy y Lucas es el Torcal de Antequera. Poco después llegarán a la casa de la hechicera Mombi y rescatarán a Tip de sus garras. Precisamente la vivienda pertenece al conjunto de casas cuevas del municipio granadino de Guadix. Y justo en su primera crisis de pareja, mientras Dorothy contempla pensativa el mar sin saber si puede fiarse de su compañero de viaje, lo hace en el Cabo de Gata (Almería). Cuando comprende, al mismo tiempo, que sólo puede confiar en él porque el Mago la quiere muerta y decide acudir al castillo de East para averiguar cómo volver sola a casa, se presenta en los exteriores del Castillo de Calaorra, también en Granada. Pero cuando cruza el umbral de la puerta, lo hace en el Real Alcázar de Sevilla.

Mientras tanto, un Mago de Oz vigilante escudriña los cielos desde los balcones del Parque Güel, haciendo ver éstos que son las vistas de su palacio, notoriamente comparable con la Sagrada Familia de Barcelona. Por no hablar de la estética gaudiana de la nueva Emerald City y sus aires mediterráneos, al igual que la Ciudad Condal, abierta y con vistas al mar. Recordemos que la Ciudad Esmeralda a las que nos tenían acostumbrados era un conjunto de prismas del color del mineral, herméticos y con formas rectas.

Sin duda, ha sido un acierto la elección de todas y cada una de estas localizaciones, las cuales, han hecho de esta producción un regalazo para la vista. Ahora nos queda preguntarnos si volverán a acudir a España en caso de una segunda temporada.

El camino se hacía cuesta arriba

Sin embargo, la belleza y exotismo de nuestros parajes no fue suficiente para encandilar a una audiencia que en Estados Unidos comenzó fuerte pero que se fue desligando del proyecto a medida que avanzaba el viaje. Casi cuatro millones y medio de espectadores asistieron al estreno a principios de enero, pero con el transcurrir de las semanas, el seguimiento fue perdiendo fuelle hasta culminar la primera temporada con un dato de casi apenas tres millones, tal y como recoge el portal ‘TV Series Finale’. En España, contaba con el handycup de ser emitido en un canal de pago, ‘CosmoTv’, y la competencia feroz de un espacio tan consolidado como ‘Tu Cara me Suena’. Pero ha sido bien acogida y cuenta con su público en nuestras fronteras. Tal vez el suficiente, en términos de un producto que se compra fuera y no hay que amortizar gastos de producción propia.

¿Cómo es posible que una producción tan cuidada y potente haya flojeado de esta manera? ¿Qué es lo que han hecho mal Tarsem Singh y sus chicos para no haber sido capaces de apelar al corazón del gran público?

Luces y sombras

Parece que todo el mundo coincide: le faltaba el ‘chimpún’. ¿Y qué es el ‘chimpún’? diréis, queridos lectores, pues veréis: el ‘chimpún’ es un buen cierre, un remate que nos deje con la boca abierta y nos haga volver con ganas de más. Es esa frase lapidaria después de una revelación, es el acto impío o cruel que desata una injusticia, o las bajas pasiones que sacan lo peor de los personajes. Un caldo de cultivo al que nos tienen acostumbrados otras series, como la omnipresente ‘Juego de Tronos’, la cual, mencioné al comenzar esta serie porque sin querer me venían muchos paralelismos entre ambas. Las dos, historias de aventuras, conspiraciones, rodadas en el extranjero, con un número similar de capítulos por temporada…

Sin embargo, a diferencia del relato creado por George R. R. Martin, ‘Emerald City’ plantea escenarios y líneas argumentales que, aunque buenos, pueden resultar un tanto insípidos para un público que ya no se asusta con nada. Aquí no veremos violaciones –no en vano es una serie familiar– ni los horrores crudos del medievo. Tal vez ese sea el quid de la cuestión: el espectador medio, al detectar una estética adulta, presupone que el tono también lo será, cuando en realidad lo que tenemos es un retablo moderno pero ligado inevitablemente al de un cuento. En cualquier caso, con muchos grandes alicientes en contraprestación –como los que ya hemos contado– que hacen de ésta, una serie que merece la pena ser vista y disfrutada.

No podemos despedirnos sin despejar la incógnita que tiene en vilo a todos los foros especializados desde hace dos semanas: ¿habrá segunda temporada? Los guionistas han dejado la puerta más que abierta a esa posibilidad. De no haberla, la historia se quedaría sin concluir. El problema es que ‘Emerald City’, aun mejorando la media de la cadena la noche de los viernes, ha sido siempre la tercera opción. Y para una producción tan costosa –que se permite el lujo de rodar en nuestro querido país– son unas cifras de audiencia que no se puede permitir. Sin embargo, a día de hoy, la NBC no se ha declarado ni a favor ni en contra. Suficiente para que mantengamos la fe en que en el próximo año Dorothy vuelva a traer a nuestros hogares el divertido paraíso que es Oz y hacernos más llevadero el invierno. Al menos así lo deseamos la comunidad de fans que, posiblemente, está más cerca de tocarlo con los dedos.

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