‘Vikings’ 4x20 Review: Un trámite, algún sobresalto y una licencia creativa

‘Vikings’ 4x20 Review: Un trámite, algún sobresalto y una licencia creativa

Por Marta Ailouti

Estaba convencida de que el final de ‘Vikings’ sería un mero trámite o, si me apuráis, una fiesta de despedida. Me equivoqué. Fue un poco de ambas, eso es cierto, pero también algo más. Un prólogo a la quinta temporada y alguna que otra turbulencia. La serie de Michael Hirst pone punto y aparte a una temporada atípica, de veinte episodios, con una segunda mitad que, en parte gracias a sus acontecimientos, supera con creces a la primera. ¿Qué os parece si la repasamos?

¡CUIDADO SPOILERS!

El punto y aparte definitivo

Para llegar a este final, que culmina con la venganza de los hijos de Ragnar en tierras inglesas, hay que pasar antes por Travis Fimmel. Él es, en realidad, el punto y aparte más importante de la ficción histórica. Existe un antes y un después de All His Angels (4x15), pero sobre todo, existe un durante. Un capítulo agónico donde es inevitable desear un cambio de guion, destino o historia, en el último instante.

Y es que no importa cuánto nos hayan avisado o preparado antes. O que su personaje, a estas alturas, no sea más que una sombra lastimera de lo que fue. Las leyendas, como las estrellas, siguen proyectando parte de su luz mucho tiempo después de apagarse. Sea como sea, que sepamos que va a suceder, no hace más que aumentar la tensión. Una parte de nosotros desearía que no suceda así. La parte consciente, también sentimental, de que perdemos a un gran personaje. No ocurre. Hirst, aquí sí, es fiel a la realidad. Su puesta en escena, la histórica, no podía ser mejor. Ragnar muere devorado por un nido de serpientes.

El problema de la sucesión

Ahora bien, ¿cómo afectará su muerte a la ficción? Cinco capítulos después seguimos sin tener respuestas claras. Ambos, actor y personaje, siempre fueron el alma de ‘Vikings’ y su ausencia va a ser imposible de suplir. Hay que reponerse y superarlo, eso es cierto. Y tratar de prepararnos para comenzar a ver una serie completamente nueva o distinta. Al menos así debería suceder.

Y es en este nuevo panorama donde “nuevos” personajes reclaman su lugar. Un lugar que si alguien se lo ha ganado es Bjorn. En este sentido, Alexander Ludwig ha hecho un buen trabajo con su personaje que, si de algo peca a veces, es de parecerse demasiado al que fuera su padre en la ficción. De la mano de él, al menos, hemos atravesado el Mediterráneo hasta llegar y saquear Algeciras. Una trama que, a juzgar por los ritmos de la ficción, dio la impresión de suceder demasiado rápido. Pero no temáis, el hermano mayor de los Lothbrok ha prometido regresar de cara a su quinta temporada. ¿Volveremos a contar con la presencia de su tío Rollo entre sus barcos?

Licencias creativas

Por su parte, donde Michael Hirst sí se ha tomado sus propias licencias creativas ha sido con el final de su último episodio. Dos son los sobresaltos que han evitado que este capítulo se convirtiera en puro trámite. El primero, la muerte de la dulce Helga, que deja a Floki completamente tocado, más aún que por su condición natural. Su despedida ha sido triste y emotiva. También imprevisible y necesaria. A estas alturas, pocos son los vikingos que han sobrevivido a las cuatro temporadas. Por suerte aún nos queda Lagertha. Aunque la sombra del oráculo, nuestro propio hacedor de spoilers, ha empezado a descender sobre ella. Por lo pronto sabemos que mientras los hijos de Ragnar estén lejos de ella su suerte no correrá peligro. Mejor que sea así. Ella es la única que podría hacer sombra al rey de los vikingos.

El otro sobresalto, si habéis llegado hasta aquí, ya lo sabéis. La entrada en Wessex ha transcurrido demasiado apaciblemente. Los ingleses han abandonado el reino y solo un rey, sin corona, permanece en él. Ni si quiera la muerte de Ecbert nos pilla demasiado por sorpresa. Estaba escrito. Como la cesión de las tierras de Anglia del Este a los vikingos, aunque una de las dos tenga trampa.

Un trámite, ya lo he dicho, y una fiesta. Es aquí donde Hirst se toma su licencia, que termina con un hacha en el pecho de Sigurd. En su defensa está que la historia es demasiado vaga e imprecisa en algunos momentos de la saga familiar. No se sabe cómo y cuándo murió quién. La licencia, de la que la serie saca oro, no es poca cosa, eso es cierto, pero en términos de ficción, es un buen desencadenante para la batalla interna que se desencadenará a partir de ahora y un buen colofón final para esta temporada.

La quinta temporada

Porque lo cierto es que ha llegado el momento del futuro. Solo la quinta temporada demostrará si hay vida en ‘Vikings’ más allá de Ragnar Lothbrok, al que ya hemos llorado, o gruñido, durante cinco capítulos. Tramas no nos van a faltar. Por lo pronto, Lagertha, a la que tanto le ha costado recuperar Kattegat, no parece haber alcanzado su final feliz. Con Ragnar muerto, y un reinado demasiado codiciado, la espada de la venganza por Aslaug aún cuelga sobre ella.

Al otro lado, Bjorn tiene ya la mirada puesta en el Mediterráneo. Ivar sufrirá las repercusiones de la muerte de Sigurd, atormentado, tal vez, por los remordimientos a pesar de su carácter temperamental e imprevisible. Además mermará su relación con el resto de sus hermanos de quienes a primera vista, si ninguna cabaña lo remedia, parece que hay poco que rascar. Demasiado imberbes, tal vez sea solo cuestión de tiempo.

Por su parte un personaje nuevo asoma al final de la cuarta temporada. Un obispo guerrero, fanático religioso y atormentado. Su nombre es Headmund y estará interpretado por Jonathan Rhys Meyers. Queda por ver qué medidas adopta Aethelwulf y las consecuencias de la jugada de Ecbert. También suena el nombre de Islandia. ¿Zarparán pronto los barcos? Aún, me temo, habrá que esperar.

Nos vemos en la quinta temporada.

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