Como locos... a por el Oscar: 10 momentos de oro de los premios de Hollywood

Ya está todo dispuesto en el Dolby Theatre de Los Angeles. Los sobres lacrados aguardan a que los grandes nombres del cine anglosajón revelen su contenido. Estamos ante la octogésimo sexta edición de los Premios de la Academia de Hollywood.

La emoción y la incertidumbre planean durante las horas previas: ¿triunfará Alfonso Cuarón con su epopeya de ciencia ficción? ¿Se llevará David O'Russell con La gran estafa americana los galardones que se le resistieron con El lado bueno de las cosas? ¿Será el año de Steve McQueen con 12 años de esclavitud o dará la (agradable) sorpresa Nebraska con sus historias mínimas en blanco y negro? ¿Tendrá por fin recompensa Leonardo DiCaprio tras desatarse como nunca en El lobo de Wall Street? De quien, esperamos, sea la noche es para el español Esteban G. Crespo, nominado al Oscar al mejor cortometraje de ficción por Aquel no era yo.

Después de que Seth MacFarlane sucediera al eterno Billy Crystal en la ceremonia del pasado 2013, Ellen Degeneres le toma el relevo en esta edición. La actriz y presentadora, que se encarga por segunda vez de esta tarea, a buen seguro protagonizará algún que otro momento para el recuerdo merecedor de entrar en el Top Ten de 2015. Mientras tanto, les dejamos con el de 2014, en el que repasamos perlas desperdigadas en las ediciones de los últimos veinte años (es decir, de 1994 en adelante).

¿Qué momentos serán merecedores de entrar en este ránking el año que viene? Eso queda a elección de los espectadores, que podrán disfrutar de la alfombra roja en abierto en Canal 24 Horas, y de la entrega de premios en Canal+, comentada por la pletórica Alexandra Jiménez, Toni Garrido y Carlos Marañón, entre otros colaboradores. Sin más, ¡comenzamos!

1. Empezando fuerte con Hugh Jackman

Para empezar este Top Ten por todo lo alto, recurrimos al más espectacular maestro de ceremonias que han tenido en los últimos años. No, no hablamos de los incorrectos Chris Rock, Seth MacFarlane o Jon Stewart, ni los más clásicos Whoopi Goldberg, Steve Martin y Alec Baldwin, ni el clásico, Billy Crystal. Y de James Franco, mejor ni nos acordamos (no creemos que él se acuerde). Sobran las palabras ante el numerito que protagonizó el “miserable” “lobezno” del cine Hugh Jackman, en la 81ª edición, la de 2009. Así que, simplemente, ¡disfruten!

2. 2013: Del auge (con caída) de Jennifer Lawrence a la irreverencia de Seth MacFarlane

La 85ª edición de los Oscar destacaron como una de las más competidas:Argo, Lincoln, La noche más oscura, Django desencadenado, Amour, El lado bueno de las cosas, Los Miserables, Bestias del Sur SalvajeyLa vida de Pi partían con opciones para obtener los premios más relevantes. De ellas, sería la de Ben Affleck la que acabaría llevándose el gato al agua (poco después se llevaría también el papel de Batman, pero eso es otra historia).

Fue un año de grandes momentos: pudimos deleitarnos con la eficiencia germánica de Christoph Waltz (dos nominaciones, dos premios, eso es un bingo), del reconocimiento a Tarantino casi dos decenios después de subir a recoger el eunuco a mejor guión original por Pulp Fiction (junto a su, por entonces, amigo Roger Avary)... Aunque el momentazo de la noche lo protagonizó Jennifer Lawrence, cuya primera colaboración con David O'Russell la hizo valedora de un temprano Oscar a Mejor Actriz. Además de estupenda actriz, corroboró su condición de reina de los memes al tropezarse cuando subía al escenario.

Luego, fliparía en colores cuando Jack Nicholson la pilló desprevenida para darle la enhorabuena por su galardón:

Más allá de los premios, Seth MacFarlane no entusiasmó al público con su labor. El creador de Padre de Familia y Ted hizo gala de su irreverencia e incorrección, y protagonizó números musicales tan “inadecuados” como We Saw Your Boobs, en el que listó todas las apariciones desnudas de las primeras damas hollywoodienses. Para muchos, las reacciones de Charlize Theron o Naomi Watts fueron del todo reales, cuando habían sido previamente grabadas (para una muestra del buen rollo entre unos y otros, la sudafricana protagoniza la nueva película de MacFarlane, Milmaneras de morder el polvo). Qué quieren que les digamos: nada que cuente con el beneplácito de William Shatner nos podrá nunca disgustar.

3. Patinazo a la gloria: errores y leyendas urbanas en los Oscar

No solo de glamour y brillantina se nutren los Oscars: también, si buceamos, podemos toparnos con incómodos gazapos que pusieron en un aprieto a las estrellas más curtidas. Y si no, pregunten a Sharon Stone, quien en 1996 subió a presentar un galardón... Sin tener el sobre con el nombre del ganador.

Todo tiene una explicación: la actriz de Instinto Básico y el músico Quincy Jones subieron a anunciar dos premios consecutivos. Al salir del escenario, el primer galardonado se llevó, por error, el sobre de la siguiente estatuilla que se iba a anunciar, organizando una verdadera zapatiesta en el escenario. La tensión se podía cortar con un cuchillo (mejor, con un punzón de hielo): la Stone salió como pudo del embrollo improvisando hasta que Jones -que había salido por patas a buscar al notario- le pudo chivar la identidad del ganador.

A todo esto, el Oscar del sobre perdido era el de Mejor Música Original, y fue a parar a El Cartero. Paradójico, cuando menos.

No obstante, el fallo más recordado en las últimas veinte ediciones es uno que nunca sabremos si era tal. En 1993, el inconmensurable Jack Palance otorgó el premio de la Academia a la Mejor Actriz de Reparto a una principiante Marisa Tomei, que se impuso a las veteranas Joan Plowright, Vanessa Redgrave, Judy Davis y Miranda Richardson. Mucho se ha dicho del asunto: que si Palance se había equivocado (por sus vicios etílicos o por la edad), que si se lo había inventado... Tomei, una actriz fantástica, tardaría en quitarse el sambenito y obtener el reconocimiento que verdaderamente merecía.

4. Ben Stiller, el Mortadelo de Hollywood

Para el bueno de Ben Stiller, cada edición de los Oscar es un Carnaval: al menos, eso parece a juzgar por los múltiples (y muy punteros) disfraces con los que se ha subido a la tarima. En 2002, se puso tolkienano (o enano, a secas) presentando el premio al Mejor Maquillaje vestido de Gimli. Y en 2006, entregaría la estatuilla a los Mejor Efectos Visuales envuelto en un croma verde que hubiera hecho las delicias de David Hasselhoff (si no entienden esta referencia, pinchen en el link, no se arrepentirán).

En 2009, Stiller se sumó a la fiebre por Avatar sin necesidad de capture motion, para entregar la estatuilla al Mejor Maquillaje. Y un año después, aprovechó el falso-pero-no-pero-sí descenso a los infiernos de Joaquin Phoenix para parodiarlo: ahí le teníamos, junto a Natalie Portman, con el pelo revuelto, barba espeluchada, gafas de sol y rictus de no querer estar allí (entendiendo allí por el universo entero), en este francamente divertido fragmento.

5. Reyes de la risa: Blake Edwards sin frenos, Jim Carrey y Will Ferrell dando el cante...

Como tantos otros legendarios miembros de la estirpe hollywoodiense, Blake Edwards (1922-2010) solo pudo subir a recoger su Oscar a título honorífico, en 2004. Pero, desde luego, el director de clásicos como Desayuno con diamantes, Días de vino y rosas, La pantera rosa o (ya paramos, en serio) El guateque quiso hacer de su entrada al escenario algo inolvidable.

Con la inestimable ayuda de Jim Carrey, Edwards entró como alma que lleva el diablo a llevarse la estatuilla: montando en una silla de ruedas sin frenos que parecía programada por el mismísimo Hrundi V. Bakshi. Tras estamparse y destrozar el decorado, Edwards solo estaba interesado en una cosa, que nadie le quitara su Oscar. Demasiado le había costado.

Y, aprovechando la tesitura, aquí tenemos de nuevo a Jim Carrey entregando otro galardón. Aquí, la gracia no está en quién lo recibe, sino en cómo lo da. Un espectáculo de tres pistas condensado en una cara ante la que solo podemos decir: “¡Viva El Salvador!”

Will Ferrell y Jack Black tampoco se quedan atrás en lo que a desencajar mandíbulas. En 2007, protagonizaron un grandioso número musical en el que se quejaban con amargura de la ausencia de actores cómicos en las nominaciones a los Oscar. La música va in crescendoy los intérpretes se crecen y amenazan con repartir guantazos a diestro y siniestro. Tuvo que entrar en escena John C. Reilly para mediar: tal vez Ferrell, Black y tantos otros, deberían probar en el dramas de cuando en cuando. Y no le faltaba razón... Aunque a nosotros a Ferrell le hubiéramos dado hasta el Pulitzer porEl reportero, la leyenda de Ron Burgundy.

6. “La red social” de Ellen DeGeneres: etiquentando a las celebridades

¿Se acuerdan de aquellos tiempos felices en los que Myspace era lo último de lo último para comunicarnos por la red? Tiempo antes de que el trinar de los tuiteros silenciara a esta red social (allá por 2006), Ellen DeGeneres la utilizó como excusa en 2006 para, en plena ceremonia, pedirle a Clint Eastwood que se hiciera una foto con ella. No solo eso: Steven Spielberg aceptó gustoso la tarea de captar la instantánea, no sin antes recibir un consejito de la televisiva: “Asegúrate de que los dos salgamos en la foto”.

7. Mini-Elijah Wood contra los dinosaurios

Antes de que le saliera pelo en ciertas partes (en los pies, se entiende) y cruzara la Tierra Media de la mano de Peter Jackson, Elijah Wood ya había encontrado un huequecito en Hollywood. Es más, antes de enfrentarse a Gollum, hubo de lidiar con otros monstruos del celuloide (y no hablamos de Macaulay Culkin de El buen hijo): en los Oscar de 1994, el intérprete se encargó de entregar un galardón con una compañía inesperada, un Tiranosaurio Rex recién salido de la Isla Sorna de Jurassic Park. A Wood no le tembló el pulso (bueno, solo un poquito) para coger el sobre con el ganador, que el dinosaurio estaba utilizando como mondadientes. ¿La categoría del premio? Mejores efectos visuales.

8. Los Oscar también son reivindicativos

Vamos a olvidar por un momento que la estatuilla a la Mejor Interpretación Masculina de la 81ª edición de los Oscar tendría que estar ahora en casa de Mickey Rourke sirviendo como juguete para sus chihuahuas, y hablemos de Sean Penn, el que saldría victorioso. El intérprete ganó su segundo eunuco dorado por Mi nombre es Harvey Milk, y aprovechó su discurso de aceptación para hacer gala de su carácter reivindicativo, en este caso a favor de los derechos de los gais y lesbianas.

Desde luego, no es la reivindicación más furibunda... En el recuerdo está la peleona Vanessa Redgrave (Oscar a la Mejor Actriz de Reparto en 1978) con su ¡zasca! a los “mafiosos sionistas” de Israel... Pero sirva para demostrar que en Hollywood tampoco se achantan cuando creen que es hora de protestar.

9. Oscarizados extasiados: de los saltos de Cuba Gooding Jr. al 'besucón' Adrien Brody

Ganar un Oscar puede hacer que un intérprete pierda los papeles. No, no nos referimos a la (inmerecida) mala suerte de Mira Sorvino, olvidada por Hollywood tras hacerse con el premio dorado por Poderosa Afrodita, sino a todos esos ganadores a los que la estatuilla les hizo subir la bilirrubina.

El Pianista le otorgó a Adrien Brody el honor por el que muchos actores matarían. No hablamos del Oscar a la Mejor Interpretación Masculina (bueno, también), sino de besar a Halle Berry, la entregadora. Así celebró su triunfo al subir al escenario del Kodak Theatre.

La carrera de Brody no es que esté siendo un camino de rosas (InAPPropiate Comedy, solo decimos eso), pero desde luego goza de algo más de lustre que la del bueno de Cuba Gooding Jr, al que es más fácil ver como compinche de Dolph Lundgren en actioners de serie Z que en cintas de relumbrón como la que le hizo llevarse el Oscar al Mejor Actor de Reparto,Jerry Maguire. El hombre, más feliz que una perdiz, acabó repartiendo amor y dando unos brincos al escenario que ni Lebron James.

Y sin dejar los botes, de Cuba a Italia: la celebración de Roberto Benigni por la aplastante victoria de La vida es bella (1999), que a punto estuvo de aplastar alguna cabeza cuando decidió subir al estrado saltando de butaca en butaca.

Y si Benigni saltaba por encima de todo Hollywood, James Cameron se proclamaba “El Rey del Mundo” con el éxito imponderable y casi inalcanzable de Titanic: 11 Oscars, ni más ni menos.

Si hablamos de exaltación, no podemos dejarnos en el tintero a Melissa Leo, quien soltó eso que los anglosajones llaman “La Bomba F” al ver reconocido su trabajo en The Fighter.

Cerramos este apartado con un discurso que demuestra lo importante de la contención: Quentin Tarantino y Roger Avary subieron a recoger el Oscar al Mejor Guión Original por Pulp Fiction (en una noche dominada por Forrest Gump): el artífice de Django Desencadenado supo calmar su verborrea explosiva al asomarse al micrófono: “Creo que este es el único premio que voy a ganar esta noche, y estaba pensando en que tal vez debería soltar un montón de cosas... ¡Pero no lo haré! Gracias”. Su por entonces compañero de escritura también se mostró contenido... Tanto como su vejiga le permitió: “De veras que tengo que hacer pis, así que me voy”.

10. Españoles en la cima: Trueba, Almodóvar, Amenabar, Cruz, DDT...

No se nos olvidaba, lo reservábamos para el final: en los últimos veinte años, hasta siete veces han subido artistas españoles a recoger una de estas preciadas estatuillas doradas. A saber: Fernando Trueba, hace justo veinte años, por Belle Epoque; Pedro Almodóvar, en 1999 y 2003 (por Todo sobre mi madre y Hable con ella, respectivamente); Alejandro Amenábar, por Mar Adentro en 2005; los maquilladores David Martí y Montse Ribé (DDT) por sus espectaculares creaciones de El laberinto del fauno, en 2007; Javier Bardem fue el Mejor Actor de Reparto en 2008, y Penélope Cruz, su homóloga en categoría femenina un año después. No son pocos, ¿eh? A ver si este lunes desayunamos con el cortometraje Esteban Crespo también en titulares.

Rememoramos un par de ellos: Trueba sucedió a José Luis Garci y se colocó como el segundo español en llevarse a casa el premio a la Mejor Película de Habla No Inglesa. Allí, el cineasta de El artista y la modelo no dudó en dedicárselo a su deidad particular, Billy Wilder.

Y cómo olvidar aquel momento (ya más visto y oído que el tebeo, bien es cierto) en que Penélope anunció, voz en grito, el primer Oscar a Almodóvar. Antonio Banderas, que también estaba por allí, mantuvo un poquito mejor la compostura y la emoción.

Un decenio después, Cruz, ya establecida de pleno derecho en el star system internacional, no pudo evitar los nervios al colocarse frente a la platea del Kodak Theatre de Los Angeles y recibir su propio premio. “¿Se ha desmayado alguien aquí? Porque puede que yo sea la primera”, decía. Recordemos, este año presentará una de las categorías.

BONUS. Homenaje al “Joker”, Heath Ledger

Empezábamos con la gala de 2009 y terminamos con la de ese mismo año.A Heath Ledger la muerte lo encontró antes de tiempo, justo cuando todas las apuestas para el Oscar al Mejor Actor de Reparto llevaban su nombre grabado. Su encarnación del Joker en El caballero oscuro lo alzó definitivamente a los altares y lo convirtió en una nueva leyenda de la meca del cine.

La estatuilla le llegó a título póstumo por unanimidad, y eso que contaba con una férrea competencia: el descacharrante Robert Downey Jr. en Tropic Thunder, Phillip Seymour Hoffman (cuya muerte aún nos sobrecoge) por La duda, el inquietante Michael Shannon por Revolutionary Road y el traumado Josh Brolin de Mi nombre es Harvey Milk. Kevin Kline dedicó unas sentidas palabras a su interpretación, mientras que la familia recibió el premio en su nombre.

El Top Ten llega a su fin. Ya solo nos queda desear suerte a los nominados, sobre todo al español, y un dulce insomnio a los trasnochadores que dediquen su noche a vislumbrar las estrellas del firmamento hollywoodiense. ¡Ánimo, café y viva el cine!

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