Crítica Vertele

Tiempos de guerra, una fórmula de éxito que multiplica su ambición

Tiempos de guerra

Laura Pérez

La sombra de Velvet es alargada, más teniendo en cuenta que no muchas series pueden presumir de despedirse de una cadena con 4 millones de espectadores fieles. Conscientes de este reto, desde Antena 3 han confiado su nueva gran apuesta su mejor aliado, Bambú Producciones, y visto el primer capítulo podemos decir que no han fallado.

Tiempos de guerra llega esta noche a la cadena para tratar de atrapar al público generalista, aquel que vive y sufre con los melodramas románticos. La productora responsable de muchos de los grandes éxitos de la marca Series Atresmedia pone en marcha su maquinaria para volver a enamorar a los espectadores, ahora en un entorno diferente y mucho más ambicioso.

Atrás quedan los trajes de etiqueta y las máquinas de coser. Bambú Producciones se atreve con un territorio, el bélico, difícil de recrear con acierto en la pequeña pantalla y demuestra, una vez más, por qué es la productora de ficción del momento. Unos primeros minutos espectaculares nos adentran de lleno en la Batalla de Annual, en Marruecos, y con ella irrumpen la acción, la sangre y la muerte.

Una fórmula de éxito en un entorno más ambicioso

Tiempos de guerra nos traslada a los años 20 para acompañar a un grupo de enfermeras, todas ellas señoritas de la alta aristocracia, en su viaje para ayudar a los heridos en el conflicto. En ese marco, como no, el amor adquiere el protagonismo en los momentos más duros.

Siguiendo su fórmula habitual, Bambú Producciones introduce en el piloto de Tiempos de guerra los ingredientes para crear la que se presume como una de sus grandes historias de amor, pero no será la única. El capítulo cumple con creces lo esperado en una carta de presentación: Una trama clara, unos personajes definidos y un final al alza que ya, casi sin quererlo, te ha enganchado.

Una historia directa y unos personajes con sello Bambú

Si la historia de amor principal tiene el sello Bambú Producciones, también lo vemos en los personajes. La protagonista atormentada (Amaia Salamanca), la siempre correcta (Verónica Sánchez), el hueso duro (Alicia Rubio) y la inocente que aporta el desparpajo (Anna Moliner). Este último es un nombre que hay que seguir en los próximos capítulos, pues promete saber ganarse los focos.

Todas ellas capitaneadas por una gran Alicia Borrachero que protagoniza, ya desde los primeros compases, un verdadero choque de trenes con el siempre implacable José Sacristán. Ambos son, sin duda, uno de los grandes atractivos de esta serie.

La pega, unas líneas de acción a priori predecibles. El fallo, el de –casi- siempre: Mantener un ritmo fluido y compensado durante los 70 minutos resulta complicado.

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