CRÍTICA

'Elegidos para la gloria': la posteridad se alcanza inventando los reality shows (y viajando al espacio)

Imagen de 'Elegidos para la gloria'

Laura García Higueras

“Soy un piloto, no una estrella de cine”. En el año 1959, en plena Guerra Fría, la Unión Soviética lideraba la carrera espacial. Una gesta en la que Estados Unidos no iba a permitir quedarse atrás. La solución: enviar ellos antes a sus hombres al espacio. Para ello, crearon el programa Mercury 7, con el que buscaron por todo el país a los mejores candidatos a primeros astronautas en ver nuestro planeta desde el cosmos. El ambicioso objetivo convirtió a los aspirantes y a sus familias en protagonistas del primer reality show. La fama, el dinero y la inmortalidad tuvo para ellos un precio, que Disney+ y Nacional Geographic han inmortalizado en Elegidos para la gloria. Una serie de ocho episodios, basada en la novela de Tom Wolfe de 1979, que llega este viernes 9 de octubre a la plataforma.

La ficción, aunque basada en hechos reales, cuenta como productores con Jennifer Davisson y Leonardo Di Caprio; y está dotada de una envergadura visual que embriaga desde sus primeros episodios, y eso que todavía no incluyen el que acabaría siendo el lanzamiento. Conociendo desde el arranque quiénes serán los elegidos en 1961, la producción viaja dos años atrás para contar desde el inicio el entramado que supuso el proyecto de selección, las prisas que generó la necesidad de “ir antes” y, de paso, sentar las bases del patriotismo y épica que subyace en cada plano. Sentimientos que se imprimen en las conversaciones, entrenamientos y momentos a priori más livianos, y que no dejan de ser el motor que impulsó a este grupo de hombres a querer sobreexponerse y solo así, conseguir “ser recordados para siempre”.

Disney lanza el tráiler de 'Elegidos para la gloria', la serie espacial producida por Leonardo DiCaprio 360

No obstante, lo más cautivador de la serie -y su punto fuerte- es que se centra en relatar la historia detrás de la historia; sin dejar de ser consciente de que Elegidos para la gloria es una en sí. Cual muñeca matrioska, la ficción relata cómo se gestionó el programa desde dentro y la experiencia de los siete elegidos en todas sus fases, pero también la vida de cada uno de ellos y las consecuencias para los suyos; y a la vez, la que ellos mismos deben generar para convertirse en los héroes americanos que el país necesita. Las historias dentro de las historias componen un rico universo de encuentros y desencuentros, agonías, ambición, clases y una dispar manera de enfrentarse a lo “otro” que conlleva querer viajar al espacio. Porque como dice John Glenn (Patrick. J.Adams), lo que está en juego va “más allá de la gloria”.

“Quieren saberlo todo y todavía no hemos hecho nada”

“Tenemos que pensar en lo que vamos a hacer, no en lo que vamos a decir”, le reprocha Alan Shepard (Jake McDorman) a su compañero antes de volar. Y es precisamente este personaje el que, prepotentemente seguro de que es el mejor piloto, el que peor va a llevar que su privacidad -llena de cuernos a su mujer-, tenga que ser pública si quiere ser uno de los dos elegidos. Cabe entonces plantearse, ¿acaso no debería primar ser el más preparado? Elegidos para la gloria se centra en contar cómo, efectivamente, no lo fue; y cómo estos siete hombres tuvieron que adaptarse e incluso cerrar un contrato con la revista Life para que fuera la que entrara de lleno en sus casas a contar hasta cuál era su comida favorita. Porque eso es lo que mantendría al país en vilo, interesado por sus nuevas super estrellas, sus nuevos héroes.

Una popularidad que quienes menos pidieron fueron sus familias. Como ya ocurriera en First Man de Damien Chazelle, que ganó cuanto más veíamos a la esposa de Neil Amstrong (Ryan Gosling), Janet (Claire Foy), la serie de Disney crece cuanto más se queda en estas casas habitadas por mujeres e hijos expectantes. Personas que también tienen mucho que contar porque forman parte del relato. Insertos en una esfera de posteridad que entonces -y en gran parte todavía ahora- pertenecía a los hombres, ellas experimentan la otredad en sus carnes. Y no como intérpretes de reparto, pues los periodistas asaltan igualmente sus hogares y persiguen a sus retoños al colegio. Del mismo modo que son quienes llevan la correspondencia, con cartas que incluirán braguitas en el sobre, y que en definitiva verán su vida convertida en un espectáculo televisivo.

“Quien saberlo todo de nosotros y todavía no hemos hecho nada”, explica sin todavía terminar de entender uno de ellos. La trastienda de cumplir el sueño americano conllevaba esto. Aunque esto va más allá de los sueños e incluso el poder. Como en última instancia marionetas del relato global que demuestra que no es tan importante lo que seas sino lo que aparentes y cuentes -en lo que en Estados Unidos son expertos y saben sacarle un muy inteligente partido-, los siete protagonistas combaten su miedo con la fe de que conseguirán trascender. Y ganar mucho dinero.

Con un reparto que completan Colin O Donoghue, James Lafferty, Aaron Staton, Micah Stock y Michael Trotter; Elegidos para la gloria da la razón a los artífices de su transformación revelando cómo, efectivamente, iban a convertirse en las estrellas que nunca pidieron ser. Las masas de gente pidiendo autógrafos y otras tantas queriendo asistir al despegue en primera fila forman parte de un viaje en el que se intuye que esta “fama” irá mermando a algunos miembros del grupo y haciendo crecer a otros. Protagonizar grandes acontecimientos exhaustan. Asistir a ellos no tanto. Y por ello, la serie busca su propia “gloria” embaucando con la heroicidad que se ansía y exige a cada uno de estos siete seres humanos.

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