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A favor y en contra de estirar 'Élite': ¿tiene sentido una tercera temporada?

A favor y en contra de estirar 'Élite': ¿tiene sentido una tercera temporada?

Laura García Higueras / Fernando Barrio García

Adictiva, atractiva y carnal. Élite consiguió en su primera temporada lo que pretendía: enganchar hasta hacer sentir culpable, y disfrutar en el intento. Nos permitió amar y odiar a sus protagonistas, más o menos ricos, estudiosos, deportistas, pedantes y lujuriosos. Todos ellos en plena adolescencia, esa etapa de la vida en la que cada día nos alimentamos de dinamita, de dudas y una profunda necesidad de entender en quiénes nos estamos convirtiendo.

“Nosotros somos críos, jugamos a ser mayores pero no sabemos lo que hacemos la mitad del tiempo”, le reconoce Ander en la segunda tanda de episodios a la Inspectora. La conversación ocurre en los nuevos capítulos estrenados hace una semana, que cuando fueron anunciados generaron expectación y dudas. Aquellos que se habían entregado a sus primeros en parte quedaron ávidos de más, pero contando con una estructura tan cerrada y el misterio resuelto, parecía complicado imaginarse una continuación que aun así, finalmente ha llegado.

Esta vez, antes de estrenarse Netflix confirmó su tercera temporada. ¿Otra? Apenas una semana después de su estreno, y siguiendo la cada vez más tradición de engullir las ficciones tirón, nos sentamos a valorar qué sentido -de haberlo- tiene alargar la agonía de estos jóvenes rodeados de cada vez más oscuridad y alcohol. Claro que, en vista de cómo esta segunda tanda se ha alejado del morbo gratuito y ha explorado más la complejidad propia de esta edad, ¿quién podría resistirse a sus encantos?

[Atención, SPOILERS]

  • La segunda temporada como aval

Si sus creadores Darío Madrona y Carlos Montero han logrado convencernos en su segunda temporada de por qué decidieron apostar por continuar la primera, ¿por qué no iban a logar el mismo resultado en una tercera? Una vez supimos cómo y quién había matado a Marina, que era el asesinato en torno al que giraba la primera tanda, parecía que la historia estaba agotada. Vale que la detención de Nano, sabiendo que Polo era el verdadero culpable dejó la puerta abierta a una continuación, pero en ese momento lo que nos había mantenido en vilo era saber quién había sido, y no tanto que le pillaran.

En el desenlace del último episodio han vuelto a utilizar un recurso parecido, al librarse Polo de la cárcel a pesar de la confesión de Carla. Claro que, después de haberle visto mentir a Guzmán y obligar a Ander a callar y sufrir en silencio, ¿quién no se muere de ganas por ver como acaba encerrado entre rejas?

  • Las incógnitas: ¿qué será de Nano y Christian?

Los personajes interpretados por Jaime Lorente y Miguel Herrán han sido los más echados de menos en la segunda temporada. Al coincidir el rodaje de Élite con La casa de papel, sus guionistas se vieron obligados a quitarles peso en las tramas, con un resultado más que aceptable. Christian acaba en el hospital tras ser atropellado por un coche para asegurarse su silencio, y Nano opta por huir una vez fuera de la cárcel, ahorrándole problemas a su familia. Eso sí, ¿cómo cambia su engranaje dentro del puzzle ahora que se ha desvelado la verdad?

Los dos amigos podrían volver a casa, tratar de hacer vida normal. ¿Imagináis a Guzmán y a Nano de colegueo? Y no solo interesan ellos, ¿conseguirá Nadia ser entendida por su familia y podrá disfrutar sin sentirse culpable de su relación? ¿Cómo van a defenderse Cayetana y Polo, teniendo al resto de sus “amigos” en contra? Haber escondido el arma homicida en una caja en un armario no augura un futuro prometedor para la compinchada pareja.

  • ¡Más espacio para Rebeka!

Uno de los grandes motivos por los que funciona la nueva tanda es la incorporación de tres nuevos personajes. Valerio (Jorge López), Cayetana (Georgina Amorós) y Rebeka (Claudia Salas) han pisado fuerte y han logrado ponerse al nivel de sus compañeros en cuanto a carisma e interés. Eso sí, la auténtica roba escenas y cariño ha sido 'la Rebe'. Introducir a una choni en Las Encinas podía parecer una idea alocada, pero la joven demuestra tener valores, en seguida se dispone a ayudar a Samuel y es capaz de reconocer que vivir en una casa inmensa y estar forrada puede convertirte en lo que criticaste, y odiaste. Desde luego, se merece tener más protagonismo, y que no se limite a sufrir por su amor -de momento- no correspondido.

  • La oportunidad de enmendar algunas lagunas de la segunda

Ampliar la serie con nuevos episodios puede ser sinónimo de mejora. No todo iban a ser aciertos, también hay puntos flacos, y también mejorables. Además de ahondar más en personajes con mayor calado, podría estar bien explorar temas que se han apuntado, como la ansiedad que padece Polo, si los trapicheos de la madre de Rebeka van a suponer o no un problema para Samuel, los vaivenes de 'Omander', la adicción de las drogas de Valerio y Guzmán, o la investigación en la que unos chavales de dieciséis años son capaces de poner pruebas falsas o esconderse en un sótano. Y puestos a pedir, queremos también unos padres que no estén tan ausentes o ni sean tan manipuladores.

  • Apuesta por la complejidad frente al morbo gratuito

El sexo fue uno de los protagonistas de la primera tanda. Está bien retratar la adolescencia teniendo en cuenta las inquietudes sexuales que surgen en esta etapa, pero es cierto que los polvos reiterados en los propios vestuarios del colegio no son tan recurrentes en la vida real. Ni que salgan bien, ni guste a la primera, o que antes de la mayoría de edad haya que ser un experto en el tema. En la segunda temporada, aunque también presente, el retrato del sexo se ha alejado de su vis morbosa y gratuita.

Convence el desarrollo de la personalidad y actitudes de los personajes. Lucrecia, Carla y compañía muestran más madurez, no porque tomen mejores decisiones, sino porque se explora en mayor medida en sus porqués, en las reflexiones que les llevan a ello y en cómo conviven con la culpa y el duelo. La oportunidad de conocer aun más a los personajes ha permitido que la serie haya crecido con ellos, pero todavía queda mucho por saber. ¿Por que no seguir?

  • Si habían logrado un final a la altura, ¿por qué alargarlo más?

Como apuntábamos, la segunda temporada de Élite había conseguido un final a la altura de las expectativas. El giro en el que Guzmán finalmente cree a Samuel y ambos planean su desaparición para conseguir que la culpa pueda con Carla, se había ganado el aplauso. Sorprendía, encajaba y gustaba. Ahora bien, para dar sentido a una tercera tanda y justificar su existencia, se decidió que Polo encontrara en Cayetana una cómplice, que decide darle una segunda oportunidad y le ayuda a esconder el arma homicida.

Su unión no es del todo consistente, ya que se equipara la “oportunidad” que ella le da al chaval, con que él le haya regalado un fajo de billetes y conseguido que la readmitan en el colegio después de haber estafado a media escuela. Este cuento de hadas, la Cenicienta que ellos mismos mencionan en una de las escenas, no justifica que la adolescente ayude a un asesino al que conoce desde hace apenas unos meses.

  • El peligro de caer en los mismos errores

Enrevesar las tramas para generar adicción tiene un límite, sobre todo cuando por darle dramatismo a un par de capítulos se acaba dejando en el aire algo tan serio como la adicción a las drogas. ¿Tan pronto se prueban, se necesitan y se dejan? ¿Por qué consume tantas Valerio? ¿De dónde las saca? Y Guzmán, ¿cómo las ha olvidado tan rápidamente? Tampoco concuerda que la fiesta sea tan eminentemente protagonista del día a día de estos chiquillos de dieciséis. Según Élite consumen alcohol a diario y son capaces de aprobar, y con nota, exámenes. ¡Qué manejo del desenfreno que les acompaña de lunes a domingo! Y ojo con esas discotecas no solo ponen copas, sino que conceden reservados a menores de edad.

Las nuevas entregas quisieron aventurarse en el retrato de los problemas de ansiedad. Polo comienza la temporada gestionando “demasiado” bien haber matado a alguien y haber salido impune. Algo que más tarde se entiende al verle tomar ansiolíticos como un descosido. Un ataque le hace acabar confesando a Ander lo sucedido y, a partir de ahí: ¡Adiós ansiedad! ¿En serio?

  • ¿Están las dinámicas entre los personajes agotadas?

Intuimos que en la nueva temporada volveremos a ver cómo los culpables tratan de ocultarse y cómo quienes buscan justicia harán lo imposible por incriminarlos. ¿Pero qué ocurrirá entre medias? ¿Seguirán desgastando las mismas dinámicas entre los personajes? Lucrecia y Guzmán volviendo a su tira y afloja, Nadia sintiéndose culpable por no pasar el día en la tienda ayudando a su familia, Ander y Omar con altibajos y... ¿Samuel liándose con una nueva chica del grupo? En su caso todo apunta a que termine con Rebeka pero, a saber. Nadie le imaginaba con Carla y ha terminado sucediendo.

  • Queremos adolescentes, adolescentes

Élite ha seguido dibujando al adolescente sumido en la irrealidad, da igual procedas de un barrio humilde como de uno adinerado. Estereotipa a la comunidad musulmana, que no acepta la homosexualidad ni que una hija joven tenga pareja, ni mucho menos mantenga relaciones sexuales. También se echa de menos una concepción de la masculinidad y la feminidad en ocasiones menos simple. Ni los tíos solucionan todos sus problemas con golpes, ni las tías con pullas, manipulación o mentiras. Cuesta creerse también la relación amorosa entre dos hermanos, por mucho que “solo” compartan padre.

El clasismo se perpetúa. En la primera temporada se exageraba el rechazo de los más aventajados económicamente sobre los menos adinerados, con una serie de prejuicios que se fueron reduciendo a medida que ambos grupos se conocían. Pero aun así, en la segunda aparece un retroceso, especialmente en cómo Polo se convierte en “el príncipe azul” de Cayetana, solucionando sus problemas por caridad, dándole parte del dinero que le sobra. Ejerciendo un poder sobre ella, satisfaciendo su propio ego por poder con su acción recordarse (y recordarla) quién está por encima. Una visión que refuerza aún más la tóxica división entre los ricos más ricos, y los pobres más pobres.

  • La estructura, ¿habrá una nueva muerte o desaparición?

La gran incógnita de la tercera temporada será descubrir si finalmente Polo pagará por lo que ha hecho, pero también la estructura que elegirán sus guionistas para desarrollar sus episodios. Hasta ahora han optado por presentar una muerte/desaparición en su inicio, sobre la que van avanzando en cada entrega. Los saltos temporales han sido recurrentes, así como los interrogatorios en los que los protagonistas han ido dando su versión de los hechos. ¿Volverán a desgastar la misma fórmula? Cuesta imaginar que vaya a funcionar basándose en la misma estructura, pero a la vez que cualquier otra les permita mantener su nivel de enganche actual.

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