Entrevista Vertele

Dani Mateo: “Si no estás dispuesto a que se rían de ti, no tienes derecho a hacer humor”

Marta Flich, Dani Mateo y J.J. Vaquero posan para "Roast Battle España"

Pedro Zárate

11 años después de vivir su última 'Noche sin tregua', Dani Mateo vuelve a Comedy Central con la versión española de 'Roast Battle'. Un formato internacional que aterriza hoy en el canal de pago (22:45 horas) para enfrentar a famosos en una batalla de chistes, chascarrillos y pullas mutuas con unos jueces (Marta Flich y J.J. Vaquero) y un árbitro (Ignatius Farray) como testigos de excepción.

David Broncano, Berto Romero, Valeria Ros y el secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique, serán algunos de los participantes de estas particulares “batallas de gallos” en clave cómica, como así las define un Dani Mateo que ejercerá de maestro de ceremonias y que, de cara a su estreno, reflexiona en Vertele sobre el humor, sus límites y la necesidad de reír para evadirnos de los problemas de la vida.

¿Cómo es la mecánica de “Roast Battle”?

Hay dos batallas por programa uno contra uno. Se parece mucho a una batalla de gallos entre raperos, pero con comedia. Son dos cómicos hablando de la vida, la trayectoria y los escándalos del otro para machacarlo. Y luego tenemos un jurado que, más que valorar, lo que hacemos es aprovechar para meter más cizaña. Es un programa donde no sale indemne nadie, desde el concursante, el árbitro, el presentador, los jueces...Todos recibimos palos en el lomo impresionantes.

Yo lo compararía, más que con una batalla de gallos, con el foso de los monos en el zoo tirándose mierda a la cabeza. Pues este programa es la versión televisiva de eso.

Y a pesar de recibir caña, aceptaste presentarlo.

Sí, yo tengo que ser coherente con lo que pienso. Si yo soy un defensor del humor a muerte, creo que no tiene que tener límites, creo que en la libertad de expresión y en la libertad de humor y considero que la comedia es imprescindible para la vida, pues tengo que decir que sí a un programa así. Si tú no estás dispuesto a que se rían de ti o a reírte de ti mismo, entonces para mí no tienes derecho a hacer humor. El reírse de todo empieza por uno mismo. Y por eso dije que sí. Porque es Comedy Central, no va a ser por el dinero.

El programa llega en un momento donde se vuelve a debatir sobre los límites del humor.

Siempre estamos con esta mierda de los límites del humor. Yo creo que el problema es considerar el humor como un aspecto más de la vida cuando el humor va aparte. El humor es poner en pausa la vida y solo funciona cuando te permites jugar. ¿A qué? Pues como cuando juegas a disfrazarte de pirata y a matarte con los amigos con una espada.

Evidentemente, nadie se mataría con sus amigos con una espada, pero si estamos jugando a piratas tenemos que matarnos y pegarnos a machetazos. Y la comedia es eso, dejar las reglas de la vida a un lado y todo aquello que nos parezca importante y que nos hace discutir durante horas en nuestro día a día para reírnos de todo eso. Vamos a enseñarle el culo a la vida. Eso es el humor, hacerle un calvo a la vida.

Las reglas de la comedia son otras, y cuanto más serio sea el tema que tocas, más funcionará el chiste si es bueno. Pero a veces fallas, evidentemente. Tú tienes que probar a reírte de esas cosas, y a veces aciertas y otras veces no. En el momento en el que tú dices que esto es demasiado importante como para reírte de ello, ya le estás quitando el sentido a la comedia. Entonces, para qué sirve si solo me puedo reír de un árbol y de las flores del campo. No tiene sentido. Pero si conseguimos hacer comedia con las cosas realmente graves de la vida, podemos conseguir que durante un rato nos preocupen un poco menos. Y a veces, con suerte, después de reírte de esas cosas ya no te afectan tanto. Esa es la función de la comedia si se utiliza bien.

Entonces, consideras que el título de tu libro -“El reír os hará libres”- sigue siendo valido 4 años después.

Yo sigo ahí. Un día me darán una paliza con un palo, pero eso es lo que pienso. No he encontrado una teoría mejor. Para mí la comedia es muy importante. Todas esas cosas tan importantes que yo me creo que pienso, tan graves y con esas opiniones y teorías sobre asuntos tan serios...Todo eso, al final, es una construcción que tiene mil errores. Y cuando la ves desde fuera, todos somos tíos y tías patéticos intentando manejarnos en la tormenta perfecta que es la vida. Y la comedia te permite tomar perspectiva, verte y decir: “Madre mía, qué ridículo soy y qué ridículos somos”. Vamos a reírnos de lo ridículos que somos. Porque quién es perfecto en esta vida quitando a Obama, que lo parece. No hay nadie. Todos tenemos mil defectos. Y la comedia nos permite sobrellevarlo.

Dices que te acabarán dando una paliza, pero de momento has sido denunciado por la Fundación Franco por vuestras parodias del dictador en “El Intermedio”.

Quiero aprovechar desde Vertele para denunciar a mis guionistas, porque hasta que no me vean con un ojo morado no van a parar los hijos de puta. Cada vez me hacen hacer cosas más graves. Me hicieron pasear con Franco por la calle Mayor de Madrid. ¿Tú sabes la cara que me ponían algunos taxistas? Yo solo pedía que ese sidecar corriera más y más porque voy a tener que salir de aquí con un golpe de gas, me van a pillar entre todos y esto va a ser una reyerta. Qué cabronazos.

Pero a la vez tengo que pasear a Franco porque tengo que ser coherente con lo que pienso. Y si hay que reírse de las cosas importantes y graves de la vida, yo creo que Franco lo simboliza. Porque es un tío que provocó una guerra civil donde hubo muertos y por la que mucha gente tiene a familiares enterrados en cunetas. Pues todo eso lo podemos convertir en un chiste y conseguir que nos riamos. Yo espero que alguien que tenga un familiar en una cuneta se haya reído con las parodias de Franco. Y seguro que es un tema que no le hace ni puta gracia.

Mencionas mucho la coherencia. ¿Es precisamente para defender esa coherencia la que te lleva a hacer cosas que no te gustan o con las que no estás de acuerdo dentro del humor?

Me pongo como objetivo no ponerme límites en el humor. Pero hay veces que tú solo te equivocas y te los pones. Entonces, está bien que venga alguien y te recuerde que de eso también te tienes que reír. Y rectifico y lo hago.

Igual esto yo no lo hubiese hecho, pero lo estoy leyendo y es gracioso, así que adelante con ello. Yo digamos que solo soy coherente con mi incoherencia. Soy muy consciente de que la cago casi todo el rato. Entonces gracias a Dios hay gente que te hace ver te estás equivocando y tenemos la oportunidad de rectificar.

Si te digo la verdad, creo que tengo mucha suerte de estar en los programas en los que estoy, porque todo lo que hago luego cuando llego a casa me permite dormir tranquilo. Creo que estoy siendo un buen profesional; mi profesión es la comedia, tengo que conseguir reírme de todo y creo que cuando no lo consigo, me ayudan a conseguirlo.

Ahora vuelves a Comedy Central después de los años de “Noche sin tregua”. ¿Has visto un cambio respecto a tu humor en estos años?

No con respecto a mi humor, sino que han pasado 11 años. En ese tiempo cambias, espero haber mejorado algo; he aprendido mucho y he estado con gente muy buena. Y sí, creo que mi comedia está un poco más ajustada a mi edad. Aunque, como dice mi madre, mi edad mental no está muy ajustada a mi carné [risas].

En el fondo sigo siendo el mismo imbécil; me siguen haciendo gracia las cosas que me hacían gracia cuando tenía 25 años. Creo que al final eso es algo que tiene que juzgar la gente. Uno no se ve nunca a sí mismo como es.

¿Tenías ganas de presentar tu propio programa televisión o ha sido algo más fortuito?

Sinceramente, me dijeron que lo hacía El Terrat y quién estaba en el programa y dije que sí sin pensármelo. Sabía que iba a ser algo de calidad, y si es de calidad voy. En esta profesión no siempre tienes la suerte de que te lleguen productos de calidad, y este lo era.

Creo que he sabido escoger bien los proyectos que he hecho hasta ahora; pienso que siempre he estado en programas de una cierta calidad cómica si exceptuamos El Intermedio International Edition, que eso lo hice por dinero [risas]. Tampoco me voy a rasgar las vestiduras; se intentó, no era una mala idea, pero no supimos hacerlo bien.

Sobre papel todos los proyectos que he hecho eran buenos y creo que ese es el criterio que voy a seguir llevando. Es decir, más que la difusión que pueda tener el programa; más que la duración -este es un programa de 6 entregas-; dinero no hay porque es Comedy Central y El Terrat son catalanes así que imagínate lo que pagan... es por la calidad del producto. El guion es muy bueno, la gente que participa es muy buena y yo creo que nos vamos a reír. Al final es lo que te queda en esta profesión.

Para ti, ¿qué debe tener un buen chiste?

Para mí, debe ser un chiste que te lleve al límite. El chiste que me hace gracia es el que coge un tema importante para ti y logra que te rías de él. Por ejemplo, me encantan los chistes sobre la muerte. ¿Puede haber algo que nos preocupe más que la muerte? No. Esos que te hacen reír hasta que te duele son los que más me gustan.

Es estúpido pedirle a un cómico que ponga límites a su humor cuando su responsabilidad es llevarte al límite. Ya se ha hecho mucha comedia y hemos visto de todo. Si quieres humor blanco quieres el que quieras y más. La gente se ha reído de todo, y conseguir que alguien se ría hoy en día es complicado. Una de las maneras, o la mejor manera, es llevarlo a ver sus límites. Darle un paseíto a ese espectador por sus límites y conseguir que se ría, recordando siempre que el humor es una terapia. Que no es la vida, que luego puede volver a su día a día normal, siendo una persona totalmente normal, pero que antes puede reírse de un niño muerto. Y se puede.

Evidentemente, nadie se toma a risa la muerte de un niño, pero si logramos reírnos de eso y volver luego a nuestro día a día y entender que no tiene nada de gracioso, entonces habremos logrado algo.

Pero también habrá gente a la que le cueste separar un chiste del contexto...

También es respetable, pero a esa gente le diría que no vea el programa.

¿Cuando hablamos de los límites del humor lo que hacemos no es retratarnos como sociedad?

Creo que no. La vida son opiniones, y tenemos que convivir todos, porque esto es un piso compartido. Habrá quien opine que los chistes de humor negro son lo mejor del mundo y los que opinen que habría que acabar con ellos. Son opiniones. Lo bonito es tener opiniones distintas y que esto es muy grande y tú puedes elegir con quién te juntas, qué ves y qué no ves, qué escuchas y qué no escuchas.

Uno de los problemas de la comedia hoy en día es que llega a sitios donde no debería llegar. Por culpa de las redes sociales, mucha gente que no está preparada para ver comedia (porque no le gusta la comedia, porque no tiene sentido del humor o porque no le guste ese tipo de comedia) se la tiene que tragar porque le llega. Y ahí llega el problema: antes tú la ibas a buscar y ahora te llega. Y hay gente que se ofende porque ha visto un chiste que en principio no debería haberle llegado.

Lo que pediría la gente a la que no le guste el humor bestia es que no lo busque. A mí no me gustan los toros y no voy.

Con todo lo que cuentas, le da más mérito a la presencia de Echenique como uno de los invitados de “Roast Battle”. ¿Cómo se ha desenvuelto?

Muy bien, y es un ejemplo de lo que te digo. Imagina la gracia que le hará tener la discapacidad que tiene. Pero logra reírse de ella y que nos riamos con él. Durante un rato, Echenique se olvida de su discapacidad y reírse de ella. Me parece la mejor venganza hacia las putadas de la vida: reírse de ello.

El humor tiene que tener su espacio y sus reglas distintas de las de la vida, y debemos aprender a utilizarlo para sacarle la lengua a la vida. Luego ya podremos volver a la vida, que es una puta mierda como todos sabemos, llena de cosas gravísimas e importantísimas y por las que discutimos todos los días. Durante un rato, hagamos una tregua y riámonos de todo.

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