Especial Vertele

'Gran Hermano', el programa que abrazó el conflicto para seguir enganchando al público

Hugo Castejón y Adara discuten en 'GH VIP'

Pedro Zárate

La primera edición de Gran Hermano se estrenó el 16 de septiembre de 1999 en la cadena holandesa Veronica TV, aunque no fue hasta el año siguiente cuando el formato creado por John de Mol explotó a nivel internacional. Alemania, Portugal, Suecia, Bélgica, Suiza, Reino Unido, Italia, Estados Unidos y España lanzaron sus propias ediciones del programa a lo largo del año 2000. Hoy, dos décadas después de su primera emisión, GH ha llegado a 80 países, convirtiéndose en el reality por excelencia de la televisión mundial.

Cada uno de esos 80 países ha tenido, a su vez, una relación diferente con el programa. En Holanda, donde empezó todo, Gran Hermano solo estuvo en emisión hasta 2006. En otros territorios, el recorrido del reality ha sido mayor, aunque haciendo algunos parones de por medio. Y en otros, el formato se ha emitido ininterrumpidamente cada temporada desde su estreno.

Después de que Channel 5 cancelara Big Brother y Celebrity Big Brother el pasado curso en Reino Unido, Estados Unidos y España se convirtieron en los únicos países donde Gran Hermano se ha emitido puntualmente cada año desde el 2000. Además, como Telecinco se adelantó dos meses a CBS al lanzar el programa (GH se estrenó un 23 de abril; Big Brother un 5 de julio), nuestra televisión es la que más tiempo lleva ofreciendo el formato en todo el mundo en alguna de sus diferentes versiones.

De ahí que España sea el principal mercado de Gran Hermano en todo el planeta. No solo por su longevidad, sino también por su propio peso en la parrilla. En Estados Unidos, la edición de anónimos se emite siempre en verano, la época de menor consumo televisivo. Y las dos de famosos ofrecidas hasta la fecha fueron programadas entre enero y febrero, aunque CBS ya ha anunciado que la tercera no irá en esos meses y no está claro si finalmente saldrá adelante.

Es cierto que en España no hay edición de anónimos desde el fracaso de GH Revolution en 2017, pero la VIP sigue gozando de un seguimiento inalcanzable para el resto de sus rivales a pesar de emitirse hasta tres veces por semana. Sin olvidar que la Dúo, una edición inédita hasta su estreno la pasada temporada, también fue un rotundo éxito.

Con más o menos dificultades, la marca GH ha sabido sortear el desgaste propio de los años para mantenerse como uno de los espacios más potentes de nuestra televisión. Sin embargo, las recientes informaciones sobre el caso de abuso sexual a Carlota Prado en GH Revolution, que señalan una deficiente gestión del programa a la hora de tratar tan delicado suceso y han propiciado una masiva fuga de anunciantes, han puesto en peligro la continuidad del reality producido por Zeppelin.

A falta de saber si, efectivamente, estamos asistiendo al final de la historia de Gran Hermano en España, cabe preguntarse cómo ha aguantado el reality todos estos años en emisión y cómo solo un caso como el de Prado ha conseguido desestabilizar los sólidos cimientos de los que ha presumido hasta la fecha.

El conflicto como apuesta para perdurar en el tiempo

La primera edición de Gran Hermano se vendió como un “experimento sociológico”. 10 personas se iban a encerrar en una casa rodeada de cámaras a ojos de todo un país. Una especie de Show de Truman real que nunca antes se había visto en la televisión española y que los concursantes disfrutaron al máximo. Prueba de ello fue la práctica ausencia de conflictos durante aquellos tres meses de convivencia, donde el buen rollo primó entre los inquilinos de la casa. Algo impensable a día de hoy.

A medida que han ido pasando las ediciones y los concursantes han sido cada vez más conscientes de dónde se metían, el buenrollismo de los inicios fue reduciéndose en favor del carrusel de gritos, desencuentros, broncas y peleas dialécticas en el que se ha convertido el reality. Dar pie a este explosivo cóctel fue la apuesta de Gran Hermano para perdurar en el tiempo y plantar cara al lógico desgaste de los años. Y teniendo en cuenta que se han emitido 29 ediciones hasta la fecha entre GH, GH VIP, GH Dúo, La Revuelta y El Reencuentro, dicha apuesta puede considerarse un acierto. Aunque para ello el programa haya tenido que forzar ciertas situaciones para nutrir de contenidos a sus tres emisiones semanales.

La presente edición de GH VIP, por ejemplo, puso a Alba Carrillo una imagen de su exmarido, Feliciano López, el día de su boda con Sandra Gago, vulnerando así una de las máximas del programa: no ofrecer información del exterior a los concursantes para no alterar su concurso dentro de la casa. El casting de GH Dúo, por su parte, hizo que convivieran bajo el mismo techo personas con una tensa relación a sus espaldas, como Sofía Suescun y Alejandro Albalá o María Jesús Ruiz y Julio Ruz, que acabó siendo expulsado por “conducta inaceptable” hacia la ex Miss España. Una situación de la que el programa no fue culpable en primera instancia, pero sí al poner a convivir a Ruz con su expareja después de que ésta declarara lo siguiente solo unos meses antes a la revista Corazón TVE: “Yo quiero mucho a Julio, pero, lamentablemente, hay un problema: mi familia y él no tienen buena relación. Todo esto ha traído consigo una serie de discusiones que, sumadas a los problemas normales en una relación, hacen imposible la convivencia”.

Las tensiones en la casa tienen premio fuera

Episodios como el de Carrillo son más fáciles de forzar al tratarse de concursantes famosos y, por tanto, ser conocidos sus propios conflictos antes de llegar a Gran Hermano. Los anónimos no ofrecen esta ventaja, por lo que el programa se vio obligado durante años a apostar por distintas estrategias para mantener viva su edición original. Y lo consiguió hasta GH Revolution (2017), cuando el formato no dio más de sí y fue imposible revitalizarlo. Hasta entonces y en las ediciones con famosos que han llegado después, el público siempre ha respaldado al reality a nivel de audiencias.

Esto ha convertido la casa de Gran Hermano en una fábrica de hacer famosos. El reality no garantiza la fama a sus protagonistas más allá del tiempo que dura su convivencia, pero aquellos que dan más juego consiguen entrar en la rueda de programas de Telecinco. Y ese 'juego' suele ser entendido como un mayor conflicto con el resto de inquilinos. Carlos Lozano fue premiado con Granjero busca esposa después de quedar finalista de GH VIP 4 protagonizando los mayores enfrentamientos de la edición. Kiko Jiménez suena como colaborador de Sálvame tras haberse mantenido en el candelero fuera de la casa a base de polémicas. Y Nagore Robles, pese a ser expulsada con el mayor porcentaje de la historia de Gran Hermano (95% de los votos en GH 11), participó como colaboradora en distintos programas hasta ganarse el cariño del público y de Mediaset, que ahora ha apostado por ella para sustituir a Toñi Moreno durante su ausencia en Mujeres y hombres y viceversa.

El conflicto se premia dentro de Gran Hermano porque el conflicto se premia dentro de Mediaset. Y esto es posible gracias al respaldo de la audiencia. Cuando el público dio la espalda a la edición de anónimos, la edición de anónimos dejó de emitirse. Cuando GH VIP 7 propuso a la audiencia que repescara a un concursante, la audiencia eligió al más polémico (Hugo Castejón). Y ese público que forzó la expulsión de Omar Montes de Guadalix cuando incitó a Asraf a aprovecharse sexualmente de Miriam Saavedra, proclamó al ex de Isa Pantoja ganador de Supervivientes solo unos meses después.

En la longevidad de Gran Hermano se juntan un programa que apuesta por los desencuentros de sus protagonistas como gancho para atrapar a una audiencia que, teniendo la opción de cambiar de canal, prefiere quedarse en GH y seguir esos desencuentros con sumo interés. Todo ello dentro de una cadena que sabe explotar lo que ocurre en el reality (también lo bueno) para nutrir de contenidos al resto de sus programas, dando pie a lo que Manuel Villanueva, director de Contenidos de Mediaset España, tuvo a bien llamar la “televisión viral”.

Gran Hermano es el reflejo de un modelo de televisión, el de Mediaset, donde lo más importante no son los programas, sino las tensiones que se generan entre sus protagonistas y la forma en que éstas se venden. Así lleva siendo desde hace años y así parece que seguirá siendo muchos más, porque por mucho que los contenidos de Telecinco sean constantemente cuestionados o tildados directamente de “telebasura”, no dejan de ser lo más vistos dentro de un medio tan democrático como la televisión, donde los formatos desaparecen tan pronto su audiencia deja de verlos.

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