CRÍTICA
'Las Luminarias', excederse en confusión ahoga un relato que pierde magia en cada salto temporal

Eve Hewson, en 'Las Luminarias'

Laura García Higueras

Misterio: Hecho o cosa cuya naturaleza, causa, origen o razón de ser no tiene explicación o no se puede entender.

El misterio es también fuente de numerosas historias, un arma infalible para generar intriga, atención e interés. Personajes, personalidades, pasados y destinos misteriosos podrían ser sinónimos de relato atractivo, rico y agradecido. Pero solo si todos los elementos se combinan bien, y el foco se queda en el punto más favorecedor. Esto es precisamente de lo que peca Las Luminarias, la serie de HBO que adapta la novela homónima de Eleanor Catton, y que estrena este domingo la plataforma.

En su prólogo, una joven (Anna Wetherrell) aturdida, parece huir de algo o alguien en una playa de Nueva Zelanda, en la que las olas embisten con furia las rocas. La Luna llena no consigue arrojar demasiada luz sobre la oscuridad imperante. Un hombre recibe un disparo, ella corre hacia una casa, entra, descubre oro en su vestido. Se desmaya. El disparado revive.

Su arranque seduce al espectador inmediatamente y culmina cuando, tras la cabecera, retrocedemos nueve meses antes de lo sucedido. Lástima que el enamoramiento acabe pronto. Escena a escena, la apuesta por intercalar numerosos flashbacks sobre la vida de la protagonista en la isla infiere en la ficción un acabado muy confuso. El esfuerzo por tener que situar en el mapa mental en qué momento ha ocurrido cada cosa, qué vino antes y qué después, cansa. Está bien tomar a la audiencia por inteligente, no darle todo mascado e invitar a que use la cabeza. Pero hay que combinar la información y saber que, en un momento como el actual con tantísimas ficciones a las que poder dar una oportunidad, empezar con dos episodios tan desorientadores es un riesgo que pocos se pueden permitir.

Magia y fiebre del oro

Las Luminarias arranca en 1866, con Whetherell (Eve Hewson) viajando a Nueva Zelanda en busca de una vida nueva. En el último día de travesía conoce a Emery Staines (Himesh Patel), con quien enseguida conecta. Y deciden citarse esa misma tarde en el hotel de él. Ya en tierra firme, entra en escena la siempre enigmática Eva Green, que encarna a la adivina Lidya Wells. Una mujer que, por algún motivo, no quiere que la pareja se encuentre. Al descubrir que la joven no sabe leer, decide indicarle mal la dirección a la que tiene que ir. A partir de aquí, se nos presenta un amor imposible en un lugar remoto, con expectativas que generalmente va a costar que se cumplan -si es que se cumplen-, acompañadas eso sí, de una factura que enriquece el viaje a este espacio en el que cada esquina rezuma hostilidad.

Anna y Emery se conocen en el cumpleaños de ambos. Nacer el mismo día es una coincidencia que, según la adivina, marca su destino profundamente para siempre. Genera un vínculo y una unión mágica que sí cautiva, pero que tarda demasiado en explicar y mostrar sus consecuencias. Que la conexión de sus mentes les permita experimentar recuerdos del otro, por ejemplo. O cómo una marejada en alta mar puede ahogar a alguien en medio del bosque.

Este universo fantástico tiene un potencial que no termina de explotar, al igual que los poderes del personaje de Green. Su forma de hablar del universo, de la fortuna y la magia despuntan, pero no se le da demasiado espacio. En cambio, se priorizan los planos de la pareja, separada, con expresión mustia, despistada y frustrada. Se intuye que su amor levantará la trama, pero para entonces es probable que muchos hayan abandonado la sala.

Los conflictos son la base de las historias. Sin problemas ni obstáculos, el valor de lo conseguido en una narración parece menor. La estructura del 'viaje del héroe' lo llaman en técnica de guion. Cómo se sortee a cada nuevo enemigo será lo que haga que, al llegar al final, lo alcanzado por el/la protagonista sea más satisfactorio, funcione y genere en quien lo ve un aplauso mayúsculo. Eleva los niveles de implicación y empatía, hermanando al público con los personajes, que querrá acompañarles hasta el desenlace. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando los baches pertenecen a diferentes líneas temporales que cuesta demasiado distinguir? Que terminan por darte igual.

Premisa prometedora, punto de partida inquietante, asesinatos, elementos sobrenaturales... Para los que se abran sin temor a la fantasía, Las Luminarias tiene mucho para convertirse, a priori, en un título atractivo. La búsqueda de justicia, venganza y retazos de amor que, pocas veces no es el sentimiento y emoción que acaba dictando sobre todo lo demás; habrían sido suficiente para corresponderse con lo que prometía. Pero retorcer de más le ha salido caro. Y la misión casi imposible de que sus almas gemelas protagonistas se junten, acaba por desfondar a quien se lanza a ser testigo.

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