Crítica

'Los Bridgerton': Netflix y Shonda Rhimes regalan por Navidad una serie de época que sacude el presente

Daphne, leyendo el panfleto de Lady Whistledown en 'Los Bridgerton'

Laura García Higueras

Que Anatomía de Grey, Scandal y Cómo defender a un asesino compartan creadora es motivo más que suficiente para tener sus proyectos siempre en el radar. La artífice de las tres series es Shonda Rhimes que, tras fichar por Netflix, estrena por Navidad Los Bridgerton, una ficción sobre la alta sociedad londinense del siglo XIX, pero que en realidad habla muy de frente sobre nuestro hoy.

La producción, cuyos ocho episodios de una hora llegan este viernes 25 de diciembre a la plataforma, está inspirada en las novelas románticas de Julia Quinn. Con Chris Van Dusen como showrunner, cuenta la historia de Daphne Bridgerton (Phoebe Dynevor), la hija mayor de la poderosa familia que le da título, en su debut en el competitivo mercado tradicional de la Regencia londinense. Y en la palabra “mercado” reside la clave, porque su protagonista es “presentada” en sociedad, a la reina y a los solteros de la zona como burdo producto de rebaja.

Tráiler final de 'Los Bridgerton', el 'Gossip Girl' de época que Shonda Rhimes lleva a Netflix 360

No obstante, el plato de la fuerte es que, si bien es una serie de época, no ejerce su título de forma fiel a sus habituales marcos. La ficción es provocadora y se toma determinadas licencias que, además de concederle originalidad, divierte, lleva a reflexionar con inteligentes dosis de ironía, sexo, feminismo, reproches y crecimiento personal, sin ningún ápice de aleccionamiento.

Su punto de partida... y de no retorno

Con la presentación de los personajes, Los Bridgerton deja clara sus intenciones y tono. Las jóvenes señoritas han de visitar a la reina para que ésta les dé su aprobado. Una mujer aparentemente cruel y exigente que no durará en mirarles a los ojos fijamente e imponer hasta provocar el desmayo de alguna de las tímidas muchachas. “Van como cerdos al matadero de la mano ordinaria e insensible de su madre”, describe una voz en off, -también clave en la ficción y sobre la que hablaremos más adelante-. Y nada más lejos de la realidad. Independientemente del nivel de comodidad de sus vestidos y peinados, las chicas se enfrentan a la situación como si fuera un auténtico suplicio -porque lo es-. Y todo para que la que sí que consiga llevarse el beneplácito de la monarca escuche como halago un simple “impecable”.

Como adelantábamos, la narradora de la ficción, cuya voz pertenece a Julie Andrews, imprime de sarcasmo las escenas, cuestiona la actitud de determinados personajes y concede un halo extra de ritmo e interés. Ella es en realidad Lady Whistledown, la autora de una publicación rosa que circula por la ciudad contando los cotilleos de las familias más poderosas, haciendo públicas las rencillas y todo tipo de escándalos. En definitiva, “lo que ve”, aunque nadie sabe quién es en realidad. Su aparente omnipresencia llevará a dos personas a estrechar lazos para “salvarse” de las imposiciones, tiranía, crueldad e hipocresía derivadas de las apariencias que hay que mantener.

Retrato de la injusticia hacia ellas... y hacia ellos

“No tienes ni idea de lo que supone ser mujer”, le recrimina Daphne a su hermano. Un hombre convertido en su especie de casamentero, que castra su libertad por cómo su masculinidad tóxica aprehendida le lleva a tomarse demasiado en serio su supuesta “responsabilidad” de encontrarle el marido adecuado. No en vano, él -y el resto de los personajes masculinos- son víctimas de un patriarcado que asfixia a todos sea cuáles sean tus órganos genitales. El ingenio de la serie está en ser capaz de contar esta realidad de forma evidente sin adoctrinar. Iguala a todos en una sociedad en la que estar soltero es una condena para todos, y todos se juzgan.

En el universo de la ficción no existen móviles ni redes sociales, por ello la publicación de Lady Whistledown es tan relevante y todos la leen de forma incansable para estar al tanto de la última hora; y comprobar que no sea lo ocurre de puertas hacia dentro de sus hogares lo que salga aireado. Aquí no hay stories de Instagram con filtros con los que asegurarse una cara medio decente, pero la trascendencia de la “buena imagen” es exactamente la misma.

El “gran acontecimiento de la temporada” descrito en la producción de Netflix, se traduciría hoy con el último fenómeno viral. Por ello Los Bridgerton logra resultar cercana, brillantemente amable, amena y con gran potencial para enganchar con sus chismorreos que, si bien son clave a la hora de captar la atención; son utilizados para profundizar sin convertirse, ni mucho menos, en un quebradero de cabeza. Frescura apta para todos los públicos envuelta como el regalo de Papá Noel perfecto estas navidades.

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