Crítica
'Merlí: Sapere Aude', un spin-off maduro, picante y adictivo que se gradúa con sobresaliente

'Merlí: Sapere Aude'

Laura Pérez

Retomar una serie fenómeno no es tarea fácil, más cuando su final dio por cerrada una historia redonda. Hacerlo sin el protagonista principal parece un desafío solo apto para valientes como Héctor Lozano, que no conforme con haber creado un éxito juvenil con la Filosofía como base, vuelve ahora con un spin-off que sin lugar a dudas está a la altura.

Si Pol Rubio, el protagonista de esta secuela, tiene como objetivo ser como Merlí Bergeron, Merlí: Sapere Aude se ha marcado uno todavía más ambicioso: ser mejor que su referente. Y pese a la osadía que puede suponer escribir estas palabras, lo ha conseguido.

La serie que estrena hoy Movistar+ toma lo mejor de Merlí para crear un universo nuevo con entidad propia, más maduro, picante y adictivo que el que se fraguó entre los muros del Instituto Àngel Guimerà. Ahora la trama se sitúa en la Universidad de Barcelona, donde el pupilo sigue la recomendación de su maestro de matricularse en Filosofía. “Aprendes mientras te enamoras y follas”, le advierte el recordado profesor al cederle el testigo. Y vaya si lo hace.

Carlos Cuevas se 'gradúa' bajo la batuta de María Pujalte

Carlos Cuevas coge el relevo protagónico de una serie que le va como un guante. Tanto al personaje, el ideal para encabezar esta nueva etapa, como al actor, que confirma que el de Pol es el papel de su vida. Él es uno de los culpables de que no se eche en falta al corazón de la serie madre, Merlí, pues su legado se ve perfectamente reflejado tanto en su alumno favorito como en su 'sustituta', la catedrática María Bolaño. Pero vayamos por partes.

El primero ha heredado del mentor su inconformismo y su actitud ante las injusticias, pero también su búsqueda constante del placer. Cuevas asegura que en Sapere Aude vemos a un Pol más kantiano, aunque podríamos remarcar la influencia de Epicuro. También es más maduro que en la etapa anterior, aunque ahora se enfrenta más que nunca a sus contradicciones e inseguridades en plena definición de su orientación sexual.

La segunda ocupa de manera magistral el hueco vacío gracias a una impecable María Pujalte, a la que su rol también le va como anillo al dedo. La Bolaño no es Merlí, pero tampoco hace falta. Sí recuerda a él en su actitud mordaz y provocadora, en su frustración vital y en su método docente, pero se aleja radicalmente del paternalismo que caracterizaba al recordado personaje de Francesc Orella.

Como este último, el nuevo referente de Pol también carga con piedras personales en su mochila particular, y deja ver un pedazo de su mundo en la subtrama que comparte con su hija Laura, a la que da vida Gloria Ramos (Campeones).

El espíritu crítico, el mejor legado de Merlí

Pero el mejor legado que deja Merlí es el espíritu crítico, base también de las líneas de Sapere Aude. Ya lo decía Bergeron: “la filosofía sirve para reflexionar y cuestionarse las cosas. Es poner patas arriba todo lo que damos por sabido”. Y Merlí invita a ello.

Al igual que la serie original, el spin-off no duda en pisar todos los charcos que se precien para hacer reflexionar a personajes y espectadores sobre temas actuales. La crítica contra el sistema educativo es central en la serie, pero no la única: también salen a debate las políticas más polémicas de Estados Unidos, la libertad de expresión, los límites del humor, la moral, la inmigración y la lucha de clases.

Un cóctel potente con un 'pero' heredado

Otro de los aciertos de Merlí: Sapere Aude es la elección del elenco, que combina rostros de siempre como Bruno (David Solans), La Calduch (Ana María Barbany), Alfonso (Boris Ruiz) y Glòria (Assun Planas) con el nuevo grupo de Pol, que aporta un soplo de aire fresco.

El primero no podía faltar, pues sin la relación Brunol (Bruno + Pol) no se puede concebir el pasado, presente y futuro del universo Merlí. Su historia ha sido reflejo y referente para muchos jóvenes, y promete seguir dándoles tantas alegrías como dolores de cabeza.

Parte de culpa la tiene el nuevo círculo de Pol, que dibuja una variedad de perfiles que todos nos hemos encontrado al entrar en el mundo universitario. Minerva (Azul Fernández) es el guiño al público argentino que tan bien ha acogido a Héctor Lozano y los suyos, y representa a los que dejan su patria buscando un futuro mejor. Biel (Pere Vallribera) es el impopular que solo busca encajar, Oti (Claudia Vega) refleja a todos aquellos que dejan su pueblo por primera vez para saltar a una gran ciudad, y Rai (Pablo Capuz) a los que el dinero no les da la felicidad.

Todos ellos forman parte del potente cóctel que es Merlí Sapere Aude, cuyo único 'pero' viene heredado: ya sabemos cómo acaba la historia de Pol Rubio. Ahora solo queda disfrutar del camino, que será todo lo largo que su creador quiera que sea.

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