Especial

Miguel Bosé, ante las tentaciones de un biopic: ¿hay espacio para las polémicas en una versión oficial?

Miguel Bosé, en una foto de 2018

Lorenzo Ayuso

“Yo digo no a la vacuna, no al 5G, no a la alianza de España y Bill Gates”. Con su adhesión a las emergentes teorías de la conspiración que vinculan la vacuna contra el coronavirus con operaciones pannacionales para el control de la población mundial, Miguel Bosé ha añadido una inopinada línea argumental en la madeja de tramas en las que se organiza una vida que pronto se traducirá a la ficción.

Boris Izaguirre, Ángeles González-Sinde y Nacho Faerna era el trío de guionistas dispuestos de antemano por Shine Iberia, en alianza con Elefante Global y Legacy Rock Entertainment, para componer este particular recopilatorio del artista español, que supervisa de forma estrecha la escritura en primera persona.

Un proyecto de envergadura -tres temporadas, complementadas por una autobiografía y un documental- cuyo interés se entiende en un contexto donde los biopics musicales se han erigido en tendencia después del éxito arrollador de Bohemian Rhapsody (900 millones en el cómputo de taquilla mundial), a la que han sucedido otros filmes como Rocketman, sobre Elton John, o Judy, sobre Judy Garland, y a los que seguirán a su vez otros proyectos como el que ya desarrolla Disney+ sobre Lionel Richie. Y mientras esta y otras películas se ponen en marcha, no conviene olvidar de ningún modo Luis Miguel: la serie, en torno al apodado Sol de México, que afronta la producción de una ansiada segunda temporada, retrasada por las dudas del artista a seguir exponiéndose, primero, y por la coyuntura de crisis ante el coronavirus, después.

La complacencia (o no) de una biografía autorizada

Por su naturaleza serializada, este último (distribuido a nivel internacional por Netflix) parecería el referente más evidente. No obstante, cabe preguntarse por cómo será el tratamiento de los acontecimientos singulares que han condicionado la personalidad individual y artística de Miguel Bosé. La adaptación que Carla González realizó de la biografía de Luis Miguel no se amilanó al abordar temas cuanto menos espinosos ya en su primera temporada, y precisamente lo delicado de los hechos que se dramatizarían en la continuación motivó la persistente reticencia de la estrella a dar su aprobación. Algo que se explicaría en el auténtico interés del mexicano, que habría avalado la primera tanda de episodios con el fin de revitalizar su carrera y sanear su economía, de acuerdo a uno de los financieros de la serie, Carlos Bremer.

No es este el caso de Bosé, quien si bien lleva seis años sin editar un álbum de estudio (en 2016 publicaría su MTV Unplugged, disco de oro en España y de platino en México), no ha visto rebajado su poder mediático. Más allá de la música, donde no ha detenido su actividad ni un ápice (en 2019 colaboró con Ha*Ash en el tema Si tú no vuelves), en la última década ha sido asiduo a la televisión, ya fuera ejerciendo de juez en El Número Uno de Antena 3, en La Voz... México de Televisa; y más recientemente en Todo el mundo a la mesa de Netflix; protagonizando diversos especiales musicales para La 1; o hasta cantando la cabecera de Cuéntame cómo pasó en la decimocuarta temporada. Pero tampoco han faltado asuntos más controvertidos a los que atender.

Discernir polémicas entre los éxitos

Si nos centramos en fechas más o menos recientes, podemos recordar su pertenencia a la plataforma cultural de apoyo a José Luis Rodríguez Zapatero de cara a los comicios de 2008. Una filiación que contrasta con su actual ataque al gobierno de Pedro Sánchez, también socialista, al que tilda de “cómplice del plan macabro y supremacista” que esconde la crisis mundial de la covid-19, sobre la que también ha planteado dudas sobre su veracidad. “Suiza, como los países nórdicos de Europa, saben desde el principio de la gran mentira de los gobiernos, el de España incluido”, decía a comienzos de junio, aludiendo a la flexibilización de las restricciones del gobierno suizo ante la propagación da la enfermedad.

En materia internacional (Bosé, nacido en Panamá, se estableció en Panamá y México en los últimos años), destacaría su activismo reciente contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, que lo llevaría a atacar de forma pública y reiterada a Michelle Batelet, alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, por su postura ante el país (“¿Y si mueves tus nalgas?”, le espetaría por Twitter); en contraste con su complicada relación con Chile. En 2018, con motivo de su participación en el Festival Viña del Mar en dicho año, aseguró que el régimen de Pinochet era “mucho peor” que el de Franco y justificó sus visitas continuadas al país en los ochenta por su intención de no “dejar a los chilenos solos”. No obstante, el propio hijo de Batelet recordó, ante los improperios dirigidos a su madre, que Bosé “bailó y cantó bonito” al dictador sudamericano sin alzar protesta alguna.

En un plano más personal, pesa la decisión de recurrir a vientres de alquiler para convertirse en padre de cuatro hijos; así como el posterior proceso judicial con su expareja, el escultor Nacho Palau, por la custodia y por el reconocimiento como hermanos de los críos pese a su origen biológico (dos fueron engendrados por Bosé y dos por Palau, en ambos casos en Estados Unidos). Ante la alegalidad de la gestación subrogada en España, el pleito conlleva un interés adicional al de su fama, en tanto que la legislación no ofrece soluciones en casos de separación de familias que optaron por esta vía para la paternidad.

Su implicación en el proyecto, aún sin título definitivo, despierta lógicas dudas sobre el grado de complacencia que se permitirá y sobre la visión que se dará de un polifacético artista que no acostumbra a abrirse. Pensemos en la experiencia de Conexión Samanta, el programa de Samanta Villar para Cuatro, que dedicó una de sus entregas, emitida en 2011, a acompañar al hijo de Lucía Bosé y Luis Miguel Dominguín durante la gira de Cardio, su decimonoveno LP. En una de las secuencias, Bosé llegaría a levantarse y dar por concluido el experimento, dejando a la periodista en una incómoda situación: “No me gustan las entrevistas”. Aunque el programa lograría reconducir la situación, el responsable de Amante bandido manifestó su afán por pasar discretamente y su negativa a hablar de sí mismo o de su vida privada. “No me gusta hablar de mí. Nunca lo he hecho ni lo voy a hacer”, decía, desprendiéndose del micrófono de corbata que llevaba.

La coyuntura de la serie

Precisamente esa vida privada que, salvo pinceladas, ha rehusado desvelar al menos en primera persona (otros sí han hablado de forma más desinhibida de ello) será el eje de una serie que, lejos de focalizarse sobre un episodio concreto (como sí han hecho notables ejemplos del género biográfico reciente como Stan & Ollie, sobre los conocidos “El gordo y el flaco”; o el retrato de Steve Jobs a cargo de Danny Boyle) recorrerá toda su línea vital a lo largo de tres temporadas: la primera se centrará en su niñez y su vida familiar hasta llegar a su adolescencia y su primera actuación pública; la segunda abundará en su crecimiento personal y artístico, con sus estancias formativas en Londres y Nueva York, así como su esfuerzo por reconciliarse con su padre; y la tercera, por último, narrará su explosión y triunfo internacional como uno de los artistas de habla española más exitosos de las últimas décadas. Una consideración, por supuesto, innegable a estas alturas, si bien no se especifica hasta dónde abarcará, y si llegará a estos últimos episodios.

Pablo Picasso, Visconti, Andy Warhol, Salvador Dalí, Ava Gardner o Sofía Loren serán algunas personalidades que aparecerán en la serie, convirtiéndose sus trasuntos de ficción en otro reclamo, como acostumbra a ocurrir con esta clase de empresas. Eso, por no hablar de la elección de los actores, de distintas edades, que habrán de asumir el protagonismo. A menudo, comprobar hasta qué punto llega la capacidad de mímesis de los intérpretes con sus correspondientes personajes reales resulta más relevante que la propia adaptación, especialmente si hablamos de adaptaciones autorizadas y canónicas, cuyo propósito está en reforzar una imagen concreta, a menudo hagiográfica, del artista y su legado. El caso de Rami Malek, ganador del Oscar en 2019 por su composición de Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody, lo ejemplificaría.

A falta de estos y otros detalles (¿recordará la serie su participación secundaria en Suspiria, uno de los títulos imprescindibles del cine de terror y obra cumbre de Dario Argento? ¿Habrá espacio para el culto a El caballero del dragón?“), solo queda pensar en qué momento llegará este Bosé a televisión. Porque, independientemente de si sus momentos más recientes, al menos de cara a la galería, no aparecen por decisión creativa en la serie o en su autobiografía, sí que afectarán a las expectativas que la opinión pública pueda formarse antes de su lanzamiento.

Por de pronto, las mofas sobre sus teorías en torno a la pandemia global han abundado tanto en La resistencia como en El Intermedio: “Ahora también es epidemiólogo”, bromeaba Dani Mateo sobre la colección de tuits de Bosé, que mientras tanto ha seguido insistiendo en las premisas conspiranoicas sobre la tecnología 5G. ¿Será la serie una vacuna para su imagen pública?

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