Entrevista

Mónica Carrillo: “No aspiro a que mi opinión trascienda por encima de la cadena”

Mónica Carrillo, en el plató de Antena 3 Noticias

Marcos Méndez

Mientras informa cada fin de semana a los españoles a través de Antena 3 Noticias, Mónica Carrillo saca tiempo para escribir y publicar su nueva novela 'La vida desnuda', con la que ha ganado el Premio Azorín de Novela 2020 fallado hace apenas tres meses, en marzo. Un reconocimiento del que se siente “muy orgullosa” y que considera que “afianza mi carrera” a nivel literario.

Con motivo de la publicación de su obra, entrevistamos a la periodista y aprovechamos a saber cómo compagina esa faceta como escritora con la de presentadora: “El periodismo me sujeta a la realidad y la actualidad. Con la literatura lo que consigo es la libertad absoluta, viajar y llevarme a los personajes a donde quiera”.

Carrillo reconoce que “todo lo que vuelco en las novelas es lo que evito en el informativo. Me abstraigo de la emoción”, y no cierra la puerta a sumar otra faceta más: “No se me ha pasado por la cabeza guionizar una serie, pero yo no digo que no”.

Al analizar el momento periodístico y político, la presentadora de Antena 3 Noticias reconoce que “no me gustaría que me situaran en ningún polo”, y aboga por “calmar los ánimos”: “Ni en el ámbito periodístico ni en el ámbito de la política es bueno llegar a la crispación excesiva ni a la polarización”.

Como periodista es una de las presentadoras de Antena 3 Noticias. Como escritora, acaba de ganar el Premio Azorín de Novela 2020 en marzo. ¿Esto genera envidias, hay que gestionar egos, o nada de eso?

Yo lo gestiono bastante bien. Lo único que hago es pensar que soy muy afortunada, que es verdad que la vida me trata bien, y que al final el esfuerzo y el trabajo en ocasiones tienen recompensa. Estoy muy agradecida porque recibir un premio literario con la tercera novela afianza mi carrera. Me siento muy orgullosa de haberlo recibido. Y no observo nada a mi alrededor extraño. Yo sigo siendo la misma que cuando empecé, aunque madurando como hacemos todos en nuestro trayecto vital, pero sin más.

Se ha adaptado a la situación con una presentación virtual del libro junto a Carlos Latre y Roberto Leal. ¿Es porque Roberto Leal no tiene ahora mismo nada que presentar y quería darle la oportunidad?

[Ríe] Sí, tiré de amigos que lo están pasando mal, que no tienen exposición... La verdad es que sí nos hemos adaptado, hemos hecho de la necesidad virtud. El fallo fue el 5 de marzo, y la novela se tenía que haber puesto a la venta el 31 de marzo. La presentación oficial, al ser un premio que otorga la Diputación de Alicante, se tenía que haber hecho el 2 de abril. Ojo a las fechas de las que estamos hablando. Y teníamos previsto que Ana Pastor, mi compañera, hiciera la presentación oficial en Madrid con todos los compañeros de la prensa invitados, y ella me hubiera entrevistado.

Lógicamente el 2 de abril ya no se pudo hacer porque estábamos confinados, y eso ha quedado pospuesto, en el aire. Como la nueva realidad no sabemos ni cómo va a ser, nos hemos tenido que adaptar a los nuevos tiempos. Entonces hicimos una presentación virtual, Planeta nos organizó este encuentro a través de redes sociales maravilloso, y yo tiré de amigos. Carlos y Roberto se apuntaron a la primera, y emocionados. Pasamos un rato buenísimo, porque claro se trataba de hacer algo más divertido y ameno, no con ese carácter tan oficial. Ellos son fantásticos y lo hicieron todo súper divertido y con mucho cariño, hablando de la novela, de anécdotas... fue un rato inolvidable.

En Antena 3 Noticias también te apoyaron con una noticia de Gonzalo del Prado. ¿Gusta especialmente cuando viene de compañeros y amigos?

No sólo me gusta, sino que me emociona mucho. A Gonzalo le conozco desde que llegué a Antena 3, y él ha hecho siempre todos los vídeos de las presentaciones de mis libros, y siempre con un cariño y con un buen gusto como él hace su trabajo, porque es buenísimo. Ya se ha convertido en una especie de tradición. El otro día cuando al fin nos pudimos ver, porque él está teletrabajando entre semana y los equipos de fin de semana no nos cruzamos con los de entre semana por aquello del distanciamiento social, fue muy extraño. Con las mascarillas, la distancia... pero con todo el cariño. Es la cuarta vez que lo hace, y la verdad es que me gusta mucho sentirme querida, es muy gratificante.

Como con los actores, se suele relacionar personajes y personas. Y casi siempre falla. ¿Que el personaje de Gala narre su viaje a los secretos de su familia, quiere decir que Mónica Carrillo ha pensado en los suyos?

No, lo que estoy narrando es la historia de Gala, que es la que obviamente he llevado a la ficción. Lo que sí que he hecho ha sido reflexionar mucho sobre los secretos, los míos, los ajenos... Sobre todo lo que soy es muy observadora, observo y empatizo con las historias que te va dando la gente, que observas, que lees, que ves en la ficción. Todo eso a mí me influye, y es al final materia prima que luego voy utilizando para tejer mis propias historias.

El viaje que emprende Gala es totalmente ficticio, lo que sí que he hecho es volcar parte de mí. Pero no en Gala, sino en todos los personajes, porque al final es mi prisma y son mis pinceladas. De hecho, el gran reto de esta novela ha sido poner voz a muchos personajes, porque es una novela coral. Es verdad que ella es la que lleva el hilo narrativo, es la protagonista y la que va descubriendo por este viaje que emprende para despedirse de su abuela, todos los secretos de su familia. Pero luego van apareciendo personajes, y por ejemplo a mí la tía Julia me ha fascinado porque es un personaje que ya lo tenía construido, pero cuando me puse a escribir fue creciendo sobre la marcha. Eso es un gusto como autora, como escritora, ver que los personajes toman vida y te llevan a tierras maravillosas. Hay un poco de mí en todos los personajes que he ido escribiendo.

Gala, apelando a García Márquez, tiene la teoría de las tres vidas: la pública, la privada y la secreta. ¿Ahí sí coincide la autora, o es sólo para su personaje?

Yo de siempre lo he pensado, que tenemos distintas facetas que componen toda nuestra persona. Digamos que para vernos en 360 grados tenemos que ver la parte visible que es la pública, la parte un poquito más escondida que es la privada, a la que sólo tiene acceso tu círculo más íntimo; y luego la parte secreta que es la que es infranqueable, como la cara oculta de la luna, la que no se ve o sólo a quien tú quieras mostrar. Eso ya lo pensaba de antes, y cuando leí a García Márquez y vi la cita dije: ¡Qué bien, no sólo lo pienso yo! [Ríe].

Y por eso el libro parte de esa cita, porque realmente creo que todos tenemos esa parte pública que mostramos y que queremos ofrecer, y que no se tiene por qué corresponder con la realidad, porque es lo que tú quieres mostrar. Y luego la parte secreta, porque todos tenemos secretos, aunque sean más o menos confesables. Aquí lo interesante cuando he indagado en los secretos es que hay algunos que pueden ser simplemente tabúes, o miedos, o etiquetas, o prejuicios, o presiones familiares, o presiones sociales; que cada uno lo va viviendo en función de su entorno. Lo que hace Gala es ir descubriendo los secretos de su familia, y el lector va descubriéndolos a la vez y va empatizando con el personaje sin necesidad de juzgarle. Se trata de entender las partes secretas de cada uno sin juzgar por qué ha llevado esa vida.

Gala acaba siendo otra persona por esa introspección. ¿Hay algo similar a lo que sucede cuando termina de escribir un libro?

Está muy diferenciado el proceso creativo, del que ya hace un tiempo y es en el que estoy en ebullición, primero haciendo la arquitectura de la novela, el esquema y los personajes. Y luego cuando ya fluye es imparable. Ese proceso que te remueve y hace que todo surja a borbotones es una parte, y luego está la emoción y la incertidumbre de presentarlo al público y de tener su respuesta. Eso sí que me causa mucha emoción, y es una emoción distinta. Todo se agita, pero una vez sale, ahora mismo el libro ya pertenece a los lectores.

Vivo muy intensamente cada uno de esos procesos. Cuando hay firmas te miran a los ojos y te dicen lo que hacen. Ahora tampoco sé cuándo se van a producir firmas, si la Feria del Libro será ahora en octubre, que esperemos que sí. Va a ser todo muy particular. Por mi parte, voy viviendo esos procesos y cuando termino uno ya empiezo con el siguiente. Ahora mismo puedo tener a lo mejor alguna idea, pero no me pongo a escribir. Tengo que fraguarlo bien, porque cuando me pongo ya es imparable.

Este confinamiento para muchos ha supuesto un bloqueo creativo, y para otros una explosión creativa. ¿Cómo le ha afectado?

Yo no he escrito, pero porque acababa de dar a luz y ni siquiera había podido enseñar la criatura al público [ríe]. Es verdad que ha sido un momento raro, y no he escrito, sólo alguna cosa, ideas. No me he puesto a escribir porque todavía no tengo la idea en la cabeza. Me gusta sentarme a escribir ya teniendo algo armado. No significa que sepa toda la hoja de ruta, pero sí tengo que saber la historia que quiero contar, y no la tengo armada.

Para mí el confinamiento ha servido para observar hacia fuera y hacia adentro. Es decir, de repente el mundo exterior era distinto y eso no deja de producir asombro. Yo he observado mucho a mi alrededor, los comportamientos, las reflexiones, esa parte más introspectiva que desarrollas. Y luego claro, las relaciones con los seres queridos, esas videollamadas que todos hemos hecho... Yo he observado mucho y he reflexionado sobre cómo nos ha cambiado la vida de manera tan brusca, aunque sólo sea temporal, aunque luego vayamos a recuperarla. Todo eso imagino que irá a la mochila, y si más adelante tiro de ello no lo sé. De momento, solamente estoy en el proceso de observar y nutrirme.

¿En esa mochila que se va formando alguna vez ha caído la idea de convertirse en guionista de una serie de televisión?

Ojalá como Javier Gómez Santander [ríe]. No se me ha pasado por la cabeza, pero yo no digo que no. E igual que me lanzo y he escrito algún corto, para mí, hace años; o siempre he escrito por ejemplo letras de canciones. Quiero decir, que me gusta meterme en muchos charcos, soy inquieta y me gustan los retos. No digo que no a nada, pero tampoco es que esté en ello.

¿Como presentadora de informativos, es posible abstraerse de una realidad tan dura como la que hemos vivido?

Siempre es difícil abstraerte totalmente de lo que estás contando. Lo que pasa es que sí que forma parte de nuestro trabajo y tenemos que hacerlo, porque nosotros para transmitir las noticias y comunicarlo tenemos que abstraernos un poco de la emoción. Precisamente todo lo que vuelco en las novelas es lo que evito en el informativo. Me abstraigo de la emoción para acercarme al rigor informativo.

Confieso que durante el confinamiento me ha costado, como a todos, abstraerme. Porque ha sido muy continuado en el tiempo. No es la primera vez que he tenido que ser transmisora de malas noticias, y eres consciente de la gran responsabilidad porque sabes que muchas personas, incluso familiares, se pueden estar informando a través de ti y les está afectando directamente. Además cuando son noticias de tanto alcance, que conmueven a todo un país y en este caso siendo una pandemia mundial, sabes que tienes al espectador muy sensibilizado y pendiente de esas noticias. Es una doble responsabilidad si cabe.

En este caso es que además era volver, volver, volver otro día y otro día, y se sostenía en el tiempo esa crudeza de la información, esa incertidumbre y ese no saber cuándo íbamos a doblegar la curva, el no tener la perspectiva de por lo menos ya ir avanzando. Ha sido muy duro, y hasta en el propio ambiente en la redacción nosotros lo notábamos. Nosotros hemos notado por ejemplo que de dos semanas a esta parte, por llevar el paralelismo, hemos comenzado también la desescalada emocional. Hemos notado que el ambiente se ha aliviado al entrar en las fases. Hemos entrado en otra fase emocional, y se agradece porque es una muy buena señal. Eso es porque lo que estamos contando, ya ha pasado lo peor.

Como decimos es imposible abstraerse a la tragedia, pero sí podemos fijarnos en lo puramente profesional. ¿Al final qué balance se hace? Las audiencias sonríen a Antena 3 Noticias.

Cuesta mucho la lectura positiva, sí. Pero lo que ha quedado patente es que había mucha demanda de información, porque el público quería informarse. Había mucho consumo televisivo, porque había muchas personas en casa, prácticamente todo el país en casa. Y el hecho de que hayan optado en su mayoría por confiar en nosotros, la verdad es que a mí me produce satisfacción. Porque generamos confianza, y eso siempre es positivo. Entonces, dentro de lo malo, es cierto que que hayan optado por nosotros sí que lo agradecemos enormemente.

Sois un equipo muy grande, y sólo unos pocos os ponéis al frente de las noticias. Su compañero Vicente Vallés se ha convertido ahora en un referente crítico al papel del Gobierno. ¿Cómo lo ve?

Yo creo que hay que tomarlo con cautela, con calma y con distancia. Es lógico que cuando trabajamos de cara al público, en este caso en Antena 3 y siendo líderes de audiencia u obteniendo audiencias tan potentes, nuestro trabajo tenga repercusión. Hay que asumir que lo que hacemos tenga consecuencias y que se utilice, y que como él ha dicho se convierta en viral. Forma parte de nuestro trabajo, y está en nuestro sueldo asumirlo.

Yo por ejemplo, en mi caso, lo asumo y lo llevo con normalidad. No le doy más importancia de la que tiene, ni a mí ni lo que supone. Porque lo importante es lo que hacemos, cómo contamos las noticias y lo que estamos transmitiendo. Lo otro es un efecto colateral que hay que asumir sin más.

Tan polarizados como estamos ahora mismo, ¿es peligroso que puedan identificar a un peridoista con uno u otro lado?

A mí no me gusta la polarización. Yo creo que una cosa es la discrepancia, la diferencia de opiniones, los distintos criterios; y todo eso me parece que es muy sano y saludable. Pero la polarización no me gusta si supone enfrentamiento. Lo que yo sí puedo decir es que a mí no me gustaría que me posicionaran en ningún polo, porque no iría conmigo, no me sentiría identificada con esa etiqueta. En general no me gustan las etiquetas en nada y en nadie, porque siempre tienen un prejuicio, y por eso no creo que sean buenas las etiquetas.

Si es peligroso o no es peligroso, dependerá de cada periodista. Pero en el plano puramente personal, yo no estaría a favor. A mí no me gustaría que me situaran en ningún lado, simplemente como lo que soy: soy periodista, comunicadora, y cuento las noticias en Antena 3. Y a partir de ahí, que se valore y se juzgue nuestro trabajo. Pero situarme, o situar al periodista por encima de la cadena, o que trascienda mi opinión por encima, la verdad es que no es a lo que aspiro. Lo que aspiro es hacer un trabajo bien hecho y que sea honesto.

¿Cómo valora el papel del periodismo, y de los políticos, en esta situación?

Este confinamiento debe servir para hacer balance a todos los niveles, de los errores que hemos cometido a nivel periodístico y a nivel político. Creo que es bueno hacer autocrítica, reconocer que nos hemos equivocado, y que eso nos sirva para en el futuro poder anticiparnos y poder hacer las cosas mejor. En cualquier caso, creo que ni en el ámbito periodístico ni en el ámbito de la política es bueno llegar a la crispación excesiva ni llegar a la polarización.

Una cosa es reconocer errores, incluso pedir explicaciones a todos los niveles: a nosotros mismos, a la clase política, a los responsables... porque va en nuestro sueldo que nos pidan explicaciones para según qué cosas. Pero de ahí a crispar los ánimos en exceso, no es bueno. Una sociedad saludable es la que tiene espíritu crítico y la capacidad de lanzar sus opiniones y fomentar la crítica. Pero no el batallar y el “conmigo o contra mí”. Yo creo que eso no nos lleva a nada bueno. Es bueno calmar los ánimos, y eso no quita para nada la capacidad de crítica y de autocrítica.

Para acabar, y por todo esto, ¿da más satisfacción la escritura que la información?

[Ríe] Satisfacción me producen las dos facetas. Son vasos comunicantes para mí el periodismo y la literatura. El periodismo es vocacional, desde niña he querido dedicarme a esto, y afortunadamente lo he hecho y lo puedo seguir haciendo. Y ahí lo que me sujeta mucho es la realidad y la actualidad. Y con la literatura lo que consigo es la libertad absoluta, viajar y llevarme a los personajes a donde quiera. Para mí es un complemento que me completa como comunicadora.

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