Especial

Narrar fútbol en TV en la era de Twitter: “Si hiciéramos caso a las redes no habría ni un narrador que lo hiciera bien”

Los periodistas deportivos de la TV

Pedro Zárate

Desde que no se puede acudir a los estadios de fútbol, los aficionados no tienen otra opción que encender la televisión si quieren ver lo que está haciendo su equipo sobre el terreno de juego. Esta atípica situación ha hecho que los narradores cobren una importancia especial entre los aficionados del deporte rey. No solo para saber y comprender lo que sucede durante el encuentro, sino también para contagiarse de esa emoción que, en circunstancias normales, muchos de los que ahora ven los partidos en casa experimentarían en las gradas del estadio. Así fue en el tramo final de la pasada temporada y así será a lo largo del curso 20/21, que empieza este fin de semana con la disputada de la primera jornada de LaLiga.

“Tenemos que ser capaces de hacer llegar a los espectadores un refuerzo de las emociones que ellos ya tienen”, asegura Carlos Martínez a Vertele antes de afrontar su temporada número 31 como gran voz del fútbol español en Movistar. “La tele te puede emocionar no solo con las imágenes, sino también con la narración. Y te puede ayudar no solo a entender el juego, sino también a emocionarte”, añade a su vez Rubén Martín, narrador de la Cadena COPE y DAZN, plataforma que esta temporada volverá a emitir la Copa del Rey tras estrenarse el año pasado en el torneo del K.O. “Nosotros vamos de la mano de la realidad. Si lo que pasa es emocionante contaremos cosas emocionantes y nuestro trabajo será más agradecido”, reflexiona por su parte Miguel Ángel Román, narrador en Movistar+, que señala “el ritmo, el tono y el contexto del partido” como el ABC del buen narrador de fútbol.

“Tendemos a ver Twitter como una encuesta del CIS, y no lo es”

Una lección que los tres tienen bien aprendida, pues Martínez, Martín y Román son de los narradores más respetados de nuestro país. Sin embargo, ni siquiera ellos están exentos de las críticas que los aficionados vierten durante los partidos en las redes sociales. “Son una parte pequeñísima de la audiencia, pero sobrerrepresentada porque todos tendemos a ver lo que se ha dicho en Twitter como si fuese una encuesta demoscópica del CIS, y no lo es”, asegura Martínez, que cree que la percepción que la audiencia tiene de los narradores no ha cambiado en estas tres décadas que él lleva narrando fútbol en Movistar. “Lo que sí estoy seguro que ha cambiado es la importancia que le damos a los que hacen más ruido en las redes sociales. En general los espectadores, que son millones, siguen teniendo una percepción bastante parecida a la que han tenido toda la vida”, dice el periodista, que sostiene que “al final la culpa de todo esto la tenemos los medios, que pensamos que representan a todo los aficionados. ¿Pero cómo van a representar a todos los aficionados los 1.000 tíos que hacen ruido en Twitter, y que además se alimentan entre ellos y parece un concurso de méritos a ver si uno supera la burrada que ha dicho el anterior?”.

Sean 1.000, sean más o sean menos, lo cierto es que criticar a los narradores en redes sociales se ha convertido en una práctica habitual cada vez que hay un partido en juego. Y esto da pie a situaciones surrealistas. “Narro a 18 de los 20 equipos que compiten en LaLiga Santander, y cada semana narro dos partidos, así que narro a cuatro equipos por jornada. Cada semana soy de cuatro equipos y materialmente es imposible ser de cuatro equipos. Es una cosa muy absurda, y cuando la miras con distancia y frialdad casi te hace hasta gracia”, cuenta Miguel Ángel Román, que también ve gracioso el hecho de que “el aficionado al fútbol pida objetividad desde su subjetividad y considere que una narración va a ser más objetiva si el comentarista es de su equipo. Ahí hay una contradicción”.

“Si hiciéramos caso a Twitter ni un narrador lo haría bien”

“A mí la pregunta que más me hacen es de qué equipo soy”, reconoce Rubén Martín. “Y me parece un halago, porque si lo tuvieran claro no me lo preguntarían. Yo siempre respondo preguntando qué importancia tiene saber de qué equipo soy. De qué te sirve a ti, como espectador u oyente, si no es simplemente para confirmar un prejuicio o para que tú ya me percibas como lo que pensabas que eras”, reflexiona también el periodista. “Cuando algún aficionado te dice que eres de tal equipo, yo de alguna manera lo entiendo porque ese aficionado está viendo el el partido desde el plano del aficionado que desea que su equipo gane y yo lo estoy viendo desde el plano profesional y estoy con 800 cosas en la cabeza. A mí me da igual quién gane, me importa que el partido sea bueno, que se marquen muchos goles, que sea entretenido, con ritmo y sin polémica arbitral”, dice a su vez Román, que prefiere tomarse esta clase de comentarios y críticas con humor.

“No hay posibilidad de tomárselas de otra manera”, sostiene Carlos Martínez, al que las redes sociales le atribuyen la capacidad de ser del Real Madrid y del Barcelona durante el mismo partido. “Si hiciéramos caso a las redes sociales no habría ni un solo narrador, ni un solo periodista, ni un solo comunicador, ni un solo político y ni un solo científico que hiciera las cosas bien”, defiende a la vez que insiste en la idea de que las críticas que reciben los narradores en redes sociales proceden de un sector diminuto de los espectadores: “La mayoría simplemente escucha tu trabajo como lo que es, una ayuda para vivir las sensaciones de un partido de la mejor manera posible. No lo ve desde la perspectiva de que le va la vida en ese partido o de que el narrador lleva toda la semana pensando cómo fastidiar a este u otro equipo”.

“El error es creer, probablemente ellos mismos también que los que más ruido hacen son los representantes elegidos democráticamente por la afición. Pero no lo son, solo son representantes de sí mismos”, continúa Martínez, para el que esos que hacen ruido en Twitter durante los partidos “son gente que tiene una opinión hecha basada en lo que quieren que se base. Muchas veces en el hecho de que son muy forofos, y eso hace que no les puedas cambiar la opinión de ninguna manera. Entre otras muchas cosas, porque nunca oyen cómo cantamos los goles de su equipo porque ellos están dando más gritos que los que estamos pegando nosotros. Sin embargo, escuchan nítidamente los goles de sus rivales porque ahí sí están callados y enfadados”.

“Al aficionado le duele su equipo y eso tenemos que entenderlo”

Como decimos, él prefiere encajar los comentarios negativos con humor. Así lo demuestra en sus redes sociales, donde acostumbra a twittear después de los partidos una crítica que apunta en una dirección y, acto seguido, otra crítica que apunta en la dirección contraria. “Lo hago para mostrarle a la mayoría de la gente que, hagamos nuestro trabajo como lo hagamos, la vida es muy compleja y siempre va a haber alguien que vea la vida desde un extremo y desde el contrario”.

Román, por su parte, establece dos tipos de críticas. Por un lado, aquellas “que sí debemos atender porque te señalan que has dicho o hecho algo mal”. Y por el otro, aquellas “gruesas o que recurren al insulto” y que él prefiere ignorar porque “están hechas desde el estómago y muchas veces no están fundadas en nada, simplemente en el hecho de que su equipo está perdiendo y le gustaría que dijeras que su equipo es el mejor”.

Y es que, como dice Rubén Martín, “al aficionado le duele su equipo”. “Esto tenemos que entenderlo la gente que trabajamos en la tele y la radio. No podemos pretender que todo el mundo piense igual que tú si dices algo malo de un equipo, aunque tú sepas que es una crítica objetiva porque es algo que está pasando en el campo. Y tampoco puedes pretender que ese aficionado que no piensa como tú no opine, porque tiene el mismo derecho que tú. A lo mejor tú tienes un micrófono, pero el aficionado o la aficionada tiene el mismo derecho a expresarse a través de sus redes sociales y citarte si quieren que tú te enteres”, dice el narrador, que se considera una rara avis al no recibir apenas críticas en redes sociales. Y las que recibe, como cualquier crítica en el fútbol, “es cosa del directo, y en directo estamos en mitad de un calentón siempre”. “Cuando eres futbolero y algo te molesta”, prosigue al respecto, “no dices 'recórcholis', te cagas en todo. ¿Pero si tuvieras delante al narrador se lo dirías? No, porque es una reacción espontánea. Y lo que pasa en las redes sociales es que ese momento espontáneo a veces no tiene filtro, pero yo no contesto nunca porque todo el mundo tiene derecho a expresarse”.

“Salvo excepciones, a nadie le gustan los narradores en abierto”

Tanto él como Miguel Ángel Román coinciden en señalar a la televisión en abierto como el lugar más importante para narrar un partido por el mayor alcance que tienen las narraciones, pero también el más peliagudo porque esa mayor exposición se convierte automáticamente en un mayor volumen de críticas. “Salvo honrosas excepciones, a nadie le gustan los narradores de la televisión en abierto. Al narrador que pongas a hacer un partido en abierto, especialmente si es Madrid o Barça, recibe críticas siempre. Es una posición muy difícil”, defiende Martín, que señala una constante en esta clase de escenarios: “Cada vez que hay un partido en abierto, el narrador que lo hace es trending topic. Te metes en las tendencias y sabes automáticamente si está de trending topic Juan Carlos Rivero, Manu Carreño, Carlos Martínez y Maldini cuando es un partido del Madrid o del Barça, que no son en abierto pero da igual porque tienen una trascendencia social tremenda”.

El narrador dice tener una teoría para explicar este llamativo fenómeno. “Creo que cuando eres un narrador de radio o de un ámbito más cerrado como puede ser la Premier League en DAZN, el espectador te viene a buscar. Lo normal es que el espectador ya te conozca y te trate con cariño si el resultado de tu trabajo es bueno. Sin embargo, cuando narras un partido en abierto tú te cuelas en la casa de la gente sin permiso. Porque al final, el que está viendo la tele en su casa lo que quiere es ver el partido, no pone la tele por escuchar a un narrador o un comentarista. Pone la tele para ver el partido, y en ese pack vamos los narradores, los inalámbricos y los comentaristas, así que lo mejor es no molestar mucho porque te estás colando en la casa de alguien que no te conoce”.

Para Román, además, “las narraciones de los partidos en abierto tienen unos condicionantes que no existen en la televisión de pago”. “En Movistar, por ejemplo, yo no he tenido que estar narrando y promocionando la serie que empieza justo después del partido. Y en una televisión de pago, a diferencia de una televisión en abierto por motivos publicitarios o de que no caiga la curva de audiencia , yo me puedo quedar al final de un partido a ver las imágenes, la reacción de los jugadores o hacer una reflexión con el comentarista sea más o menos importante ese partido. Puedo cerrar bien el partido igual que lo puedo presentar bien porque no entro 30 segundos antes sino que lo hago 4 o 5 minutos antes, como poco, si no ha habido previa. Y estas son cosas no ocurren en la televisión en abierto porque hay otras necesidades y no se mueve por suscriptores, sino por lo que diga el share. Entonces, todas esas cosas que a veces tienen que hacer los narradores de la televisión en abierto y que no hacemos los narradores de la televisión en cerrado provocan que se genere un volumen de crítica y de ruido extraordinario”.

“Todos estos factores hacen”, según Román, que a los narradores de la televisión en abierto “se les trate de manera injusta simplemente porque su cadena les ha dicho que digan cada 10 minutos que después del partido va a comenzar la última serie de éxito. ¿Alguien cree que el narrador hace esto por voluntad propia? No, pero lo hace porque son indicaciones de la cadena, que quiere aprovechar la audiencia masiva que genera un partido de fútbol para arrastrar espectadores hacia un contenido posterior. Esto hace que sea un trabajo de alto riesgo, por decirlo de alguna manera, ser narrador de televisión en abierto”, concluye el narrador.

“También hay quien te asocia con un momento feliz”

Sin embargo, no todo son críticas y comentarios negativos. Más bien al contrario. Los narradores de fútbol tienen la capacidad de formar parte de los momentos más especiales de la vida de un futbolero. “Claro que hay quien se enfada contigo porque su equipo ha perdido, pero también quien está contento porque su equipo ha ganado y piensa que eres Dios y que ojalá narres siempre a su equipo”, comenta Rubén Martín, al que los hinchas del Atlético de Madrid aún recuerdan con cariño ese triple “¡Qué paradón de Oblak!” que cantó en la vuelta de octavos de la Champions 2017 ante el Bayer Leverkusen. “Es normal que te asocien con jugadas concretas. Y a mí lo que me hace feliz es que la gente me asocie a momentos felices. Y eso solo te lo permite el contenido deportivo. Los aficionados te guardan en su memoria asociándote con un momento emocionante y feliz. Y eso, para mí, es la hostia”, asegura el narrador.

En el caso de Román, la narración que le persigue es la del decisivo gol de Rodrigo Moreno en el Valencia-Getafe de la Copa del Rey 2019. “La explicación a lo que ha pasado con el gol de Rodrigo, si hay alguna, que no lo sé, habría que buscarla en la afición del Valencia. Han sido ellos, y no sé el motivo, los que han querido que esa narración se convierta en mítica, icónica o simbólica de la temporada de su centenario”, dice el narrador sobre uno de esos casos atípicos en los que la narración de un gol trasciende más allá del día en que se produce. “La narración de un gol suele tener una vigencia de dos o tres minutos, nadie te la recuerda dos días después de un partido. Con este gol, sin embargo, no ha ocurrido así porque todavía hay gente que me la sigue recordando”.

Y es que al final, los narradores de televisión siempre estarán ahí para poner voz y dotar de emoción a un gol trascendental. Estaban en los 80 con el “¡gol de señor!” de José Ángel de la Casa y lo seguirán estando en esta nueva temporada de LaLiga. Porque el fútbol es pasión y los narradores ayudan a transmitirla.

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