Análisis Vertele

OT vs MyHyV: misma generación de mujeres con valores totalmente opuestos

Operación Triunfo / Mujeres y hombres y viceversa

Paula Hergar

“La televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural”, decía Federico Fellini, olvidándose del otro lado del cristal que también refleja: el éxito. Porque la pequeña pantalla es capaz de mostrar lo mejor y lo peor de nuestra sociedad y esta temporada ha sido un claro ejemplo de ello.

Desde que Telecinco estrenara Mujeres y Hombres y Viceversa, en 2008, nos hemos estado rasgando las vestiduras con el perfil de juventud que muestra el programa. Mientras que la llegada de OT 2017 nos ha descubierto que en esa misma generación convivían jóvenes con valores tan positivos como necesarios. Las dos caras de la moneda en el medio catódico.

En esta semana de la Mujer, hemos querido poner el foco en las participantes de ambos programas: chicas de entre 18 y 25 años, de todas partes de España, que podrían estar compartiendo pupitre en una misma clase pero en la TV no podrían estar más alejadas, encarnando tanto la derrota como el éxito de nuestro sistema cultural.

La (no) importancia del físico

Durante el tiempo que estuvo Amaia en la Academia, con cámaras que le perseguían 24 horas, se alzó como una de las más feministas del programa. Abogando por la igualdad en cuanto al físico de hombres y mujeres, con frases como: “¿Sabes qué? Que no me voy a depilar las piernas, porque las mujeres también tenemos pelo”, “no llevo tacones porque no tienen sentido, yo ya estoy contenta con mi estatura” o “me molesta que no podamos enseñar las tetas en televisión igual que vosotros”.

La ganadora del talent llevó su alegato a un nivel más alto: la normalidad. Sus frases no eran reivindicativas, sino que le salían tan naturales que cualquiera creería que esos debates sobrevuelan a diario las conversaciones de esta nueva generación.

Pero mientras OT nos mostraba mujeres reconciliadas con su vello, más prácticas que “canónicas” y sin tabúes físicos, en MyHyV se seguía cosificando a sus participantes, señalando su sexualidad y belleza como único interés: “No me has entrado por los ojos, te puedes ir por donde has venido”, aplausos. “Seguro que eres buena persona pero no eres mi prototipo”, aplausos. “Mejor ser sincero y no hacerle perder el tiempo”, suele repetir Emma García a los tronistas. Y es que, ¿quién querría dedicar tiempo a conocer más allá del físico a una chica, ¿verdad?

Premio y castigo en la amistad entre mujeres

El concepto de amistad en ambos programas también es totalmente contrario. Mientras que en uno se premia, en otro se castiga.

Los lazos que se creaban en OT no solo alegraban y enriquecían el encierro de las concursantes, sino que podía prolongarlo. El tener amigas podía mantenerte en el programa cuando éstas te salvaban al estar nominada. ¡Un premio del talent a la amistad!

Muy al contrario ocurre en el espacio (ahora) de Cuatro en el que está mal visto tener amigas en plató. “Entiendo que haya cordialidad entre vosotras, pero no seáis amigas”, es una de las frases más repetidas por los tronistas a los que no les cabe en la cabeza que dos mujeres puedan sentir atracción por el mismo hombre y seguir siendo amigas. Es más, si lo son no se fían de ellas, las sientan en una “silla caliente”, hasta que demuestran que están peleadas y ya no mantienen ningún vínculo entre ellas. “Ahora sí que nos creemos que estéis empezando a sentir por ellos”, dicen los opinionistas sobre las pretendientas cuando se pelean.

Prolongando una rivalidad entre mujeres que elimina sus alianzas, la confianza, el reconocimiento recíproco entre ellas y el apoyo. Todo lo que ensalza el talent de TVE con su famosa sororidad protagonizada por Amaia, Aitana, Ana Guerra... al no sentir competición y disfrutar de su vínculo.

La música y sus mensajes

La banda sonora o la música utilizada en ambos programas también es totalmente opuesta.

En el dating de Mediaset las letras machistas del reggaeton lo impregnan todo: desde las citas, hasta los retos de plató e incluso, se han llegado a hacer “peleas” de perreo entre las pretendientas para seducir al chico mientras se escuchaban estrofas como:

“Tu estas fustrao con esta mamasota

No te hagas que en la bemba se te nota

Te gusta cuando muevo mi chapota

Perdón, dile a tu jefa que si cuidao si se sofoca“

En el otro extremo catódico, Ana Guerra y Aitana han protagonizado uno de los himnos feministas del año cantando Lo Malo Un tema liberador que las retrata como mujeres empoderadas con actitud firme y seguras de sí mismas, con mensajes como:

“Solo con perderte ya gané

Pero si me toca, toca, tócame

Yo decido el cuándo, el dónde y con quién

Que voy a darme a mí de una, y otra y otra vez

Lo que tanto me quité, que pa' ti tan poco fue“

El concepto de pareja e ideal masculino

En MyHyV los participantes van a buscar el amor y en el camino unos son pretendientes y otros tronistas. Perdón, “mis” pretendientes y “mis” tronistas, porque el concepto por el que se aboga es el de la pareja como propiedad privada.

Los celos son uno de los ingredientes principales que más se recompensan asegurando que “si no estás molesta es que no sientes lo suficiente”. Si la mujer mantiene la calma, no tiene reacciones emocionalmente intensas y demuestra una estabilidad emocional el programa lo interpreta como falta de interés y lo castiga: si lloras, le importas más, si estás celosa mucho más, y si sales histérica de plató por fin estás enamorada.

De forma que se enorgullecen de confesar actitudes tales como: “Soy súper orgullosa y súper celosa voy a llevar super mal que todas las niñas te tiren la caña en la calle” (decía Violeta esta semana). Unos pensamientos que implican posesión de la pareja, eliminación de libertades y una relación de inseguridad insana.

Los hombres sensibles también salen escaldados porque se les tilda de “llorones”. Uno de los actuales tronistas, Albert, lloraba al reencontrarse con un amigo de la infancia o al recordar sus años de entrenamiento para los Juegos Olímpicos y desde entonces se le llama “calzonazos”. Confundiendo esa emoción con la sumisión y falta de personalidad.

En el lado totalmente opuesto está la pareja de Amaia y Alfred, formada en OT, que han vivido una relación “sin etiquetas”, como ellos mismos definen, y respeto mutuo. Sin atisbos de celos y mucho menos posesión. Admirándose el uno al otro por sus ideas, talento y objetivos vitales.

“Yo me fijé en ella cuando detalló la música que le gustaba”, ha confesado él en innumerables ocasiones. Algo que demuestra que se enamoró de un interior al que el otro programa ni da oportunidad. Y ella se fijó en la extrema sensibilidad de Alfred que, mientras el dating la catalogaría de “calzonazonería”, el talent la aplaudió en boca de Joe: “Todos aquellos que te han podido llamar raro se están haciendo muy pequeños e insignificantes”.

La generación ego vs. la “antítesis del postureo”

Buenafuente describió a Amaia como “la antítesis del postureo”. En una época en la que los jóvenes miden su autoestima en “likes”, ella ha publicado solo siete fotografías en su cuenta de Instagram. Siete, en tres meses. Aún así, es una de las que más seguidores tiene.

La ganadora de OT 2017 no solo ha triunfado por su talento musical, también lo ha hecho por alzarse como el símbolo de la otra mitad de su generación. De esa que no se ve porque no se muestra, porque prefiere dedicar más tiempo a vivir que a las redes sociales. Representa a la nueva mujer feminista, que incluye la lucha por la igualdad en sus conversaciones diarias, que valora la amistad con otras mujeres, que entiende que para amar hay que admirar a la persona, que para lograr tus sueños hay que prepararse y sacrificarse y que esta es la única alimentación sana del ego.

Tenía razón Fellini, la televisión muestra el fracaso de unas mujeres que vuelven a casa cuando les dicen que su físico no es el adecuado, que se insultan entre ellas para conseguir sus objetivos y que menosprecian a los hombres sentimentales porque no las tratan mal. Pero él no vio OT 2017 y no pudo comprobar que esa misma televisión también es capaz de reflejar lo más maravilloso de las nuevas generaciones.

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