Especial Vertele

6 personajes que merecen su propia docuserie, a lo Jesús Gil en 'El Pionero'

Jordi Pujol, en una imagen de archivo

Fernando Barrio García

El pasado mes de julio, HBO España lanzaba la que era su primera miniserie de no ficción: 'El pionero'. A través de 4 capítulos, la plataforma de streaming hacía una especie de biopic de Jesús Gil, el que fuera alcalde de Marbella y presidente del Atlético de Madrid.

El producto, tras su estreno, tuvo resonancia mediática. Así, diferentes televisiones en abierto comenzaron a recordar la controvertida figura de Gil, cada una con sus propios materiales de archivo disponibles.

Por ello, no sería de extrañar que tanto HBO como las cadenas hayan puesto en marcha más documentales sobre personajes conocidos, que hayan dejado huella en un pasado más o menos reciente. Aún hoy, muchos de ellos siguen siendo noticia. Aquí proponemos estos nombres:Julián Muñoz, la continuación de Jesús Gil y Gil

Si 'el pionero' hinchó el globo del pelotazo en Marbella, a este camarero con don de gentes le estalló en la cara. Apodado 'Cachuli', Muñoz se trasladó a la Costa del Sol con su primera mujer, Maite Zaldívar, donde emprendieron varios negocios de hostelería que no fructificaron. Esto le permitió conocer al alcalde Gil para entrar en su círculo de confianza.

Es aquí cuando empieza la montaña rusa de Julián Muñoz en la política. A pesar de ser afiliado del PSOE por aquel entonces, se ofreció a entrar en la lista del Grupo Independiente Liberal (GIL) para las municipales de 1991. Tras ocupar posiciones destacables en los siguientes comicios, fue al dimitir Gil en 2002 por el caso Camisetas antes de ser encarcelado, cuando Julián Muñoz asumió las funciones de alcalde.

Comenzó así una etapa de ostentación y lujo mediatizada por la prensa rosa, donde todo parecía funcionar a la perfección: en las elecciones de 2003, él era candidato a la alcaldía que logró ganar con mayoría absoluta. En este momento entró en escena Isabel Pantoja, por quien se divorciaría de Zaldívar.

La carrera política de Muñoz terminó siendo un espejismo. El eco que aportaba el periodismo del papel couché y la sombra de la corrupción se le vino encima. Así, empezó su constante ir y venir por los juzgados de Marbella acumulando denuncias urbanísticas.

Esta historia terminó igual que la de su predecesor: en prisión. En 2006, fue trasladado a la cárcel de Alhaurín de la Torre en Málaga. Seguidamente, el caso Malaya terminó salpicando a todo su entorno, desde Isabel Pantoja hasta su exmujer. En 2013, fue condenado nuevamente por la Audiencia Provincial de Málaga. Entonces, sus problemas de corazón deterioraron gravemente su salud. En 2015, se le concedió el tercer grado, hasta que el 6 de mayo de 2016 salió de la cárcel.

José María Ruiz-Mateos, el imperio intervenido de Rumasa

Era uno de los hombres más ricos de España. Uno de los empresarios más importantes e influyentes al frente de su más que conocida y omnipresente Rumasa. Además de ser un fiel devoto miembro del Opus Dei, en su momento poseía el conglomerado más importante del país. Llegó a contar con unos 65.000 empleados en unas 800 compañías.

En el año 1983, el gobierno intervino el imperio de 'la abeja y la colmena', conocido así por su logotipo. La administración central alegó que la política de compra e inversiones que seguía este gigante era tan arriesgada, que ponía en peligro el propio sistema financiero español y la estabilidad laboral de sus empleados. Es a partir de aquí cuando surge el Ruiz-Mateos personaje 'víctima' del gobierno del PSOE, el que pasó un calvario y se lo hizo pasar a otros.

Desde el “que te pego leche” a Miguel Boyer, ministro de Economía y Hacienda del primer gobierno de Felipe González, hasta los innumerables disfraces con los que se visitó para ser el centro de todos los focos. Pretendía así llamar la atención y ganar la simpatía de la gente, por la expropiación y posterior privatización de sus empresas, cuyos anuncios terminaron por atacar al propio ministro. Entre los más sonados estuvieron el de Flanes Dhul y Bombones Trapa, donde se imitó a Isabel Preysler que, por aquel entonces, era pareja de Boyer: “Tómate un bombón Isabel, y que no se entere Miguel.”

José María Ruiz-Mateos asistió a innumerables juicios, unas veces como demandante y otras como demandado. En 1990 se metió en política y, con 600.000 votos, terminó convirtiéndose en parlamentario europeo. Un escudo por el que gozaría de cierta inmunidad ante los tribunales gracias al Partido del Trabajo y Empleo-Agrupación Ruiz-Mateos.

Posteriormente, la justicia española reconoció que se debía de abonar al empresario el dinero correspondiente a sus empresas expropiadas. Poco a poco, colgó sus disfraces y fundó Nueva Rumasa. El conglomerado, que terminó siendo administrado por sus hijos y llegó a tener unas 100 empresas, tuvo los mismos problemas que el imperio predecesor.

A principios de esta misma década, al destaparse la enorme deuda que arrastraba, la familia convirtió los juzgados en su segunda casa. Así, se produjo el desahucio de su domicilio en una urbanización de lujo de las afueras de Madrid. Al final de su vida, tras enfrentarse a la enfermedad del parkinson, el empresario falleció en Cádiz en el año 2015 tras las complicaciones sufridas en una operación.

Rita Barberá y sus cuatro escándalos

Casi veinticinco años llegó a estar al frente del gobierno municipal de Valencia. Una mujer campechana, hija de un periodista miembro de Falange. Siguió los pasos de su padre, estudiando esta carrera en Madrid. Su gran oportunidad política llegó en 1991 con el PP, donde no obtuvo la victoria pero consiguió el poder gracias a un pacto con Unión Valenciana.

En 1995, repitió en la alcaldía con mayoría absoluta. Sus mandatos coincidieron con los desfases presupuestarios en la construcción de la Ciudad de las Artes, el coste desproporcionado por albergar una carrera de la Fórmula 1 y el abandono de los edificios construidos para la Copa América del puerto de la ciudad.

A lo largo de su trayectoria, Rita Barberá llegó a esquivar la justicia en cuatro ocasiones. La primera de ellas fue por los bolsos, dentro del caso Gürtell, que recibió a modo de “regalos navideños” de la marca Louis Vuiton. La Fiscalía, entones, no vio indicio de delito.

Además, estuvo relacionada con el Instituto Noos de Iñaki Urdangarin cuando promocionó la ciudad de Valencia, y se emplearon fondos públicos para la celebración de estos congresos. Pero el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana dictaminó lo contrario. A quien sí terminó imputando fue a Alfonso Grau, su número dos en el Ayuntamiento de Valencia, que terminó pagando la causa. También saltó a la primera línea la gestión fraudulenta y blanqueo de capitales de EMARSA, la empresa pública de depuradoras de Valencia.

Asimismo, se volvieron a destapar otros bolsos que recibió a modo de regalo en relación con esta causa. El último de todos fue cuando se descubrió que, durante cuatro años, se enviaron cajas de naranjas a políticos valencianos. Esto se conoció por las filtraciones del “Ritaleaks”, que revelaron sorprendentes sobrecostes en gastos personales que el Tribunal Supremo archivó.

Pero es que Rita Barberá llegó a ser una de las políticas más queridas dentro del Partido Popular, la directora de orquesta de todos los mítines populares en Valencia. Ella aupaba a Mariano Rajoy en público, y viceversa. “Rita no es solo la mejor alcaldesa de la historia de Valencia, sino una de las mejores alcaldesas que ha tenido España”, llegó a afirmar el ex presidente del Gobierno.

En 2015, llegaría el punto de inflexión de su carrera política. Las urnas ese mismo año la dejaron sin alcaldía, antes de trasladarse a Madrid como senadora. Los problemas de Rita con el PP llegaron cuando se empezó a investigar al Ayuntamiento de Valencia, dentro de el Caso Taula, y se imputó a todos menos ella.

A esto se sumó que las nuevas caras del PP, tras el maquillaje que le dio Rajoy a mediados de su último gobierno, le retiraron su apoyo cuando empezó a ser investigada por el Tribunal Supremo por un presunto delito de blanqueo en el año 2016. Finalmente, se dio de baja del PP. Poco después, sufrió un infarto en el hotel Villa Real de Madrid, ubicado frente al Congreso de los Diputados, que le costó la vida.

Jordi Pujol, el símbolo catalanista que cayó por su propio peso

Jordi Pujol no deslumbraba por su presencia. Podía dormirse en el mitin de otro o dar uno propio hasta con los ojos cerrados. Era conocido por su expresividad y gesticulación, y como dijo una vez uno de sus hijos, no era un tipo “muy guapo para haberse metido en política”, a lo que él respondía, “yo siempre he dicho que no soy Robert Refford”.

Quizá sea uno de los políticos que mejor ha dominado la escena del mundo de la comunicación con su carisma, empatía o improvisación, creando una conexión con el público muy especial.

Su personaje se empezó a forjar con la lucha contra el régimen franquista. Aprovechando la visita del dictador a la ciudad condal en 1960, Pujol inundó el Palau de la Música con impresos que definían al dictador como una figura opresora y corrupta. Por este hecho, fue detenido, torturado y encarcelado; lo que también le sirvió para relanzar su figura en Catalunya.

Además de catalanista, que no independentista hasta los últimos años, sus valores económicos eran propios de la derecha. El 'pujolismo' fue más allá de Convergencia Democrática de Catalunya y así se ganó el apoyo de gran parte de de los catalanes, gracias a la presencia de su figura presencial por todo el territorio.

Pero llegó la época más oscura. Su primer escándalo conocido fue el de la quiebra de Banca Catalana en 1984, que acabó con una querella de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña contra él y otros 24 directivos de la entidad.

Esta no llegó a fructificar ya que no se celebró un juicio y nunca se procesó a Jordi Pujol. “Avui non toca (hoy no toca)”, como bien diría. Aún así, Pujol arrasó en las elecciones al Parlamento de Catalunya de ese mismo año: “El gobierno central ha hecho una jugada indigna”, clamó en el balcón de la Plaza Sant Jaume.

Más tarde, cambiaría a un papel más negociador, de visagra, al dar apoyo al gobierno de Felipe González en su última legislatura donde el líder socialista no contaba con mayoría absoluta. Lo mismo ocurriría con José María Aznar.

Durante casi 25 años, Pujol fue uno de los presidents más queridos por su pueblo. Pero este mito cayó, y poco a poco se empezó a destapar la corrupción en la que se había sumido su clan familiar. Incluían a su mujer y sus once hijos, evadiendo impuestos e ingresando cantidades millonarias de dinero en bancos de Andorra.

A través de un comunicado enviado los medios de comunicación, y solo en las últimas líneas, Pujol llegó a pedir perdón a aquellas personas que “se podían haber sentido defraudadas por su confianza”. Pujol terminó perdiendo sus cargos honoríficos en CiU, su “molt honorable”. Y desde entonces guarda silencio. Pero los Pujol siguen siendo hoy objeto de investigación por parte de la UCO, que estiman que la familia posee una gran fortuna en paraísos fiscales.

Iñaki Urdangarin, el yerno no tan perfecto

Iñaki Urdangarín es de origen plebeyo pero con matices. Su madre ascendía de la aristocracia belga y su padre era banquero. Desde los siete años jugó al balonmano, un deporte que le llevó hasta la Selección olímpica española y al FC Barcelona.

Es en los JJOO de Atlanta de 1996 donde conoció a la infanta Cristina, una amistad que acabaría en boda en 1997. En los siguientes años, se graduó de Ciencias Empresariales en la Universidad de Barcelona y en la Escuela de Negocios ESADE en 1999. En las Olimpiadas de Sydney del 2000 se retiraría de su carrera deportiva.

Urdangarin gozaba de gran simpatía a nivel popular y dentro de la familia real. Es en el ESADE donde conoce a Diego Torres, su socio en la Sociedad Noos. Sería el juez Castro, instructor en el caso Palma-Arena que salpicó entre otros al expresidente balear Jaume Matas, quién indagó en los convenios que se realizaban desde el Instituto Noos y el gobierno autonómico balear.

La investigación imputó en el 2010 al mencionado socio de Urdangarin, Diego Torres. Y en diciembre de ese mismo año, levantándose el secreto de sumario, el yerno del Rey Juan Carlos resultaría imputado. Pero la presión mediática tardaría varios años en llegar y en ocupar todas las aperturas de los informativos nacionales. Fue cuando se filtraron las facturas de Noos y se destapó cómo la administración pública pagaba sobrecostes de ciertos eventos a, entre otros, Urdangarin.

Además, salió a la luz la evasión a paraísos fiscales y cómo las empresas del propio Duque de Palma estaban montadas para esquivar impuestos. Asimismo, tuvo estrecha relación con el gobierno de la Generalitat Valenciana de Francisco Camps y con el ayuntamiento de Rita Barberá. En este sentido, también resultaría imputada su esposa la infanta Cristina, al compartir junto a él la propiedad de la sociedad Aizón. Por otra parte, también saltó a los medios el Palacio de Pedralbes, la mansión del matrimonio en Barcelona, entre las otras muchas propiedades que llegaron a tener a su nombre entre Palma de Mallorca y la provincia de Barcelona.

Fue entonces cuando la Casa Real lo aparta de todos los actos oficiales. La tormenta atrapa a Urdangarin cuando residía con su familia en Washington DC, como consejero de Telefónica para Latinoamérica. Se calificó su actitud de 'no ejemplar', escenificándose en en el Mensaje de Navidad de S. M el Rey Juan Carlos I del año 2011. En esta línea, Zarzuela terminó publicando sus cuentas. Es en febrero de 2012 cuando Urdangarin acudió a declarar ante el juez Castro en Palma de Mallorca por primera vez, culpando de todo a Diego Torres.

En 2016, comenzaría el juicio en el que compartió con su mujer asiento en el banco de los acusados, ambos imputados por delitos fiscales en la mencionada Aizón. En 2017, la sentencia que se emitió absolvió a la infanta Cristina, pero Urdangarin fue condenado a seis años y tres meses de cárcel. A pesar de haber recurrido al Tribunal Supremo, la condena se redujo a cinco años y diez meses. Desde entonces, cumple con la justicia en la cárcel de mujeres de Brevia (Ávila), en un módulo separado y sin contacto con el resto de reclusas.

Cristina Cifuentes, “no me voy, me quedo”, pero acabó dimitiendo

Una de las hermanas pequeñas de una familia numerosa, característica del 'baby boom' franquista. Hija de un general de artillería y una ama de casa, Cristina Cifuentes creció en el madrileño barrio de Argüelles, en la calle Ferraz. Es en su etapa universitaria, mientras se licenciaba en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid hacia 1980, cuando se afilia a las juventudes de Alianza Popular, el PP de aquel entonces.

Su irrupción en la política autonómica madrileña sería a principios de los años 90, cuando fue elegida como diputada a los 26 años. Así hasta que, tras ser vicepresidenta de la Asamblea autonómica, se convirtió en la Delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid en la etapa del Gobierno de Mariano Rajoy. Después, ganó las elecciones autonómicas de 2015 y se convirtió en la segunda mujer presidenta de la Comunidad de Madrid.

Es el 21 de marzo de 2018 cuando eldiario.es reveló en exclusiva la información que acabaría con su carrera en menos de dos frenéticos meses. El máster en derecho autonómico que estudió en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, en el curso 2011-2012, lo obtuvo con notas falsificadas en el año 2014. “He demostrado que pagué, hice y aprobé el máster”, respondía Cristina en su cuenta de Twitter antes de presentar una querella contra la periodista que destapó el caso y el director del medio.

Las firmas falsificadas en los papeles correspondientes a la tramitación de su TFM lo llegó a calificar como “un error de transcripción” ante la asamblea madrileña. Se iniciaba así una moción de censura impulsada por el PSOE con el apoyo de Podemos y Ciudadanos que pedían la dimisión de Cifuentes. El 25 de abril se difundió en los medios de comunicación un vídeo datado en el año 2011, en el cual Cristina Cifuentes aparecía en un cuarto de seguridad de un centro comercial tras haber intentado robar unos botes de cremas que ocultaba en su bolso.

Finalmente, Cifuentes presentó su dimisión en una rueda de prensa el 2 de mayo de 2018, y la moción de censura presentada nunca fructificó al asumir la presidencia autonómica Ángel Garrido. Los tribunales finalmente imputaron a Cifuentes por el caso 'Máster' y fue citada para declarar en junio, pero ésta no se presentó.

En noviembre de ese mismo año, la ya expresidenta de la Comunidad de Madrid fue procesada por la juez que llevaba el caso. En marzo, Cifuentes anunció a través de su perfil en Instagram su “baja temporal de militancia” de las filas del Partido Popular. Actualmente, vive con su hija en París y trabaja como organizadora de eventos en una empresa de recursos humanos y comunicación.

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